Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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jueves, 29 de noviembre de 2012

La actitud filosófica

Para los niños, el mundo y todo lo que hay en él es algo nuevo, algo que provoca su asombro. No es así para todos los adultos. La mayor parte de los adultos ve el mundo como algo muy normal.
Precisamente en este punto los filósofos constituyen una honrosa excepción. Un filósofo jamás ha sabido habituarse del todo al mundo. Para él o ella, el mundo sigue siendo algo desmesurado, incluso algo enigmático y misterioso. Por lo tanto, los filósofos y los niños pequeños tienen en común esa importante capacidad. Se podría decir que un filósofo sigue siendo tan susceptible como un niño pequeño durante toda la vida.
J. Gaarder, El mundo de Sofía

El origen de la actitud filosófica: la extrañeza
El comienzo de la filosofía no es sólo histórico, como un hecho cultural, sino también personal. ¿Qué es la filosofía? ¿Por qué resulta tan radical y necesaria en la vida humana? ¿Cómo puede defenderse la actitud filosófica en un mundo cambiante y multiforme como el nuestro? Son temas que se han planteado desde el mismo momento en que el hombre, consciente de su propia capacidad de pensar, comenzó a preguntarse por su misma naturaleza humana.
El ser humano tiene un deseo irreprimible de saber (ya Aristóteles se dio cuenta de ello). Pero ese deseo arranca de un modo de mirar: de la extrañeza ante las cosas. El mundo, las cosas y las personas se nos presentan ante nuestros ojos y no nos pasan desapercibidos. Despiertan en nosotros la curiosidad, la admiración, la extrañeza. Y de ahí surge el deseo de saber y conocer utilizando la razón. Por tanto, no es una mera contemplación admirada de lo que vemos, sino un movimiento real de búsqueda de respuestas, una insatisfacción en la ignorancia, un ímpetu que nos mueve a pensar: a pensar más y de otro modo.

La filosofía como actitud
La actitud filosófica consiste, pues, en ese "vivir despierto", en un constante inconformismo que nos lleva a plantear preguntas. Quien tiene actitud filosófica no se habitúa al mundo, porque ese ámbito en el que desarrolla su vida le produce una extrañeza tal, que buscar explicaciones y respuestas se convierte en la tarea de una vida. No puede vivir dormido, ocupado en el discurrir tranquilo del tiempo, sino en alerta, despierto y mirando en derredor en continua situación de admiración.
Así pues, esa actitud vital que es la actitud filosófica se distingue de la "actitud natural", que es aquella que no se cuestiona y que desarrolla la vida respondiendo tan solo a la urgencia de la supervivencia. La actitud filosófica plantea interrogantes radicales y últimos, busca el sentido de la existencia y desborda las dimensiones humanas pragmáticas, intentando alcanzar lo que está más allá, lo cual, en ocasiones, obliga a recogerse en lo más íntimo y a mirar en el interior.

La filosofía como quehacer
Todos tenemos una actitud filosófica: los niños, con su insistente preguntar, están mostrando su interés por descubrir un mundo que les admira y asombra, que les produce extrañeza y que les interroga manteniéndonos despiertos. Sin embargo, poco a poco vamos olvidando esa capacidad, interpretamos la admiración como ignorancia y dejamos de asombrarnos. Nos "dormimos" y nos instalamos en la actitud natural.
La filosofía es un quehacer: se va haciendo. Cada ser humano la hace día a día, con un esfuerzo gratificado y compensado por estar realizando lo que nos vuelve más radicalmente humanos. Es un modo de "humanizarse". Quien no se admira, busca, pregunta y reflexiona, probablemente está empezando a deshumanizarse.
Ese quehacer, esa labor dinámica y a veces dolorosa que es la filosofía la han ido haciendo los seres humanos de todas las épocas. Por eso, aunque cada uno de nosotros hace filosofía y se plantea sus propias preguntas -que, en el fondo, son siempre las mismas-, no parte de la nada: dispone de una tradición y de una historia. La humanidad hace filosofía históricamente, lo cual permite compartir un patrimonio común de conocimientos y preguntas.
La historia de la filosofía ya es filosofía, porque constituye un modo de pensar problemático sobre la misma esencia del pensar y sobre los cambios que ha sufrido a lo largo del tiempo. Las demás ciencias y saberes tienen un objeto externo a ellas mismas y no han de hacer un ejercicio de "volver la vista sobre quien está mirando". Por ejemplo, la física no reflexiona sobre su propia tarea y, si lo hace, es desde el exterior de la misma (no está haciendo física quien hace historia de la física). Pero la filosofía es una reflexión constante sobre sí misma; es decir, es un volver a "doblarse" sobre sí. Ese volver sobre sí misma para encontrar respuestas no es arbitrario. Aunque todos y cada uno de nosotros podemos tener actitud filosófica, la filosofía es una tarea rigurosa que exige un método y unas herramientas que nos permiten canalizar adecuadamente nuestra búsqueda de respuestas. De ahí que sea tan importante conocer cómo, desde la actitud filosófica, se puede hacer filosofía.

Saber y sabor filosófico
La actitud filosófico es, pues, una forma de mirar. Consiste en un "estar despierto" ante el mundo y ante el mismo ser humano. Es aquello que nos obliga a interrogarnos, a buscar un sentido y a ser más humanos. Por eso tiene dos dimensiones: el saber, el conocimiento, y el sabor, la experiencia personal y radical de la vida, el gusto por las cosas y el disfrute ante el mundo.
Esas dos dimensiones no son ajenas la una a la otra, porque la filosofía es también poder disfrutar del conocimiento. La experiencia personal y única es un saber práctico que permite saborear el sentido y el discurrir vital, consiguiendo que el saber sea un saborear la realidad en su comprensión.

viernes, 23 de noviembre de 2012

El origen histórico de la filosofía

Las primeras referencias históricas que tenemos del término filosofía se encuentran en los escritos del historiador griego Diógenes Laercio (siglo III d.C.), quien narra, entre otras, la vida de Pitágoras (siglo VI a.C.). Cuenta que éste fue el primero que utilizó el término filosofía y se llamó a sí mismo filósofo para describir su profesión. Pitágoras argumentaba que sólo los dioses eran sabios (sophós); el hombre, en cambio, es alguien que tiende, se aproxima y ama la sabiduría (sophía); sólo puede llegar a ser sabio quien hace de la sabiduría su profesión y alcanza así la perfección más allá del alma. Esto nos sitúa frente a dos características, punto de partida del quehacer filosófico:

a) El hombre toma conciencia de su limitación ante una naturaleza (physis) en permanente cambio. Los griegos no permanecen indiferentes ante este movimiento y tratan de entenderlo con la razón (logos). La filosofía es la "búsqueda" de una sabiduría que nos sitúa y arraiga en la realidad.
b) La "sophía" o sabiduría es un saber propio de los dioses. Los hombres son capaces de poseerla porque tienen una propiedad común con los dioses: la inteligencia. Pero esta posesión no se consigue cuando el hombre quiere, como si fuera resultado de su voluntad o del esfuerzo que realiza dominando una técnica. Es, más bien, una mirada escrutadora, una visión nacida de la larga experiencia de los hombres y las cosas; es un ángulo de visión que capacita para la acción prudente entre los hombres.

Los modos de la filosofía griega
En la cultura griega hay varios modos de entender la filosofía. Son estos:

  • Posesión de la verdad sobre la naturaleza: La naturaleza es el conjunto estructurado de todas las cosas que existen. No es simplemente algo parecido a una materia prima de la que se generan las cosas, sino un movimiento ordenado por el que ésta va adquiriendo diversas formas sobre sí misma. Como movimiento ordenado, tiene un carácter cíclico, por eso las cosas acontecen conforme a un orden y una medida: el tiempo. Admirados ante la naturaleza, los primeros filósofos quisieron desvelar este orden y medida y por ello son llamados "físicos" o "fisiólogos", porque buscan la verdad de la naturaleza.
  • Visión del ser: Pero al filósofo no sólo le preocupan que las cosas se mueven ordenadamente, sino el hecho de que las cosas "son". Dado que proceden de la naturaleza, las cosas no son ficciones, son "realidad", tienen "ser". El filósofo es quien está atento al modo en que las cosas están siendo, se fija en los procesos por los que las cosas llegan a ser o dejan de ser. De esta manera, la filosofía puede ser llamada ontología (onto = ser; logos = razón).
  • Ciencia racional de las cosas: En Grecia la filosofía es entendida como una averiguación de lo que cada cosa es. Para ello la inteligencia humana tiene que distinguir y diferenciar lo que las cosas son. La inteligencia se convierte en logos, es decir, en una facultad con la que no sólo se nombran o dicen las cosas, sino que se analizan. Se desarrolla así el raciocinio y una capacidad analítica que dará lugar al desarrollo de las matemáticas, la música y las demás ciencias.
  • Retórica y cultura: El logos del hombre griego no es solamente la facultad de entender las cosas sino de darlas a conocer a los demás. Para ello, el hombre tiene que aprender a comunicarse. Y esto significa que no hay conocimiento si no hay un saber decir, saber comunicar, saber argumentar y, también, saber enseñar. La filosofía aparece entonces como una "técnica" no sólo para saber expresarse, sino también para convivir en la ciudad (polis).
¿Del mito al logos?
Un tópico extendido sobre el nacimiento de la filosofía es entender su origen como un paso del mito al logos. Esto no es cierto, pues para los griegos, los mitos (narraciones poéticas que pretenden dar una explicación general a los problemas de la existencia y la realidad) son ya una búsqueda de respuestas y un pensamiento filosófico en ciernes. La oposición mito-logos la hemos heredado del pensamiento ilustrado de los siglos XVIII y XIX, pero no es aplicable como tal a los griegos.


Fresco pintado por Tibaldi en la Biblioteca de El Escorial (Madrid)
La Filosofía con Aristóteles, Platón, Séneca y Sócrates
El filósofo: ni sabio, ni ignorante
... He aquí, pues, lo que sucede. Ninguno de los dioses se ocupa de filosofar ni desea hacerse sabio, pues ya lo es, ni filosofa nadie que sea sabio. Tampoco los ignorantes se ocupan en filosofar ni desean hacerse sabios, pues el mal de la ignorancia estriba en que el que la padece no es ni noble, ni bello, ni sabio, y sin embargo, cree serlo en grado suficiente. Quien no cree estar falto de nada, no siente deseo de lo que no cree necesitar.
- Entonces, ¿quiénes son los que filosofan, Diotima -le dije yo- si no son los sabios ni los ignorantes?
- Es algo tan claro que hasta un niño lo vería -respondió ella-. Los que filosofan son los que están a medio camino de unos y otros.
Platón, El banquete (adaptado)

viernes, 16 de noviembre de 2012

El pensamiento filosófico

Hacer filosofía es una tarea que arranca de la misma vida humana. No se puede ser realmente una persona "humanizada" si no es poniendo en marcha el ejercicio de la razón y planteando cuestiones e interrogantes sobre su misma constitución y sentido.
Por eso, la filosofía no es un saber ya hecho, terminado y zanjado que solo haya que incorporar a nuestro bagaje cultural. La filosofía es una aventura personal y nadie la puede vivir por nosotros. Esta aventura filosófica puede convertirse en la aventura misma del vivir, si lo que buscamos en nuestra vida es mayor claridad, libertad y felicidad. Como en toda aventura, los peligros siempre acechan, por lo que es importante que para este viaje nos procuremos los medios que nos permitan avanzar en la travesía: métodos de pensamiento y análisis, conceptos y argumentaciones e, incluso, el conocimiento mismo de la historia de la filosofía.

Utilidad de la Filosofía
Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración: al principio admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco, planteándose problemas mayores. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por alguna utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a esta como la única ciencia libre, pues esta sola es para sí misma.
Aristóteles, Metafísica (adaptado)

Necesidad de la Filosofía
Haber filosofía en el mundo significa, sin remedio, existir en el mundo, tácito o sonoro, este grito: ¡el ser viviente que no es filósofo es un bruto! En el orbe intramundano todo lo que no es filosofía es sonambulismo y los animales se caracterizan por su existencia sonambúlica. Conste que yo no digo esto: lo ha dicho el hecho mismo "filosofía".
Después de su edad heroica en Jonia y en la Magna Grecia, en Mileto y en Elea, los filósofos han procurado dulcificar la cosa envolviendo el insulto en melifluencia. Sócrates dirá en la Apología: "una vida sin filosofía no es vividera para el hombre". Aristóteles dirá: "todas las demás ciencias que no son filosofía son más necesarias que esta, pero ninguna es más importante". Réstense los eufemismos y se tropezará con el insulto.
Ortega y Gasset,  Apuntes sobre el pensamiento, su teurgia y demiurgia (adaptado)


Ir de camino
La palabra griega "philosophós" se formó en oposición a "sophós". Se trata del amante del conocimiento (del saber) a diferencia de aquel que estando en posesión del conocimiento se llamaba sapiente o sabio. Este sentido de la palabra ha persistido hasta hoy: la búsqueda de la verdad, no la posesión de ella, es la esencia de la filosofía. Filosofía quiere decir: ir de camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta.
Jaspers, La filosofía (adaptado)

domingo, 11 de noviembre de 2012

Las utopías actuales

Los problemas actuales son múltiples, enormemente complejos y de difícil solución, pero, de acuerdo con esta situación, han cobrado pleno auge y vigor una amplia gama de ideales, entre los que conviene destacar el pacifismo, la igualdad intersexos, el ecologismo, la lucha contra la pobreza y la preocupación por nuestra conducta.

 A  - Pacifismo
Albert Einstein
(1879-1955)
Ante la carrera armamentista mundial, la proliferación de armas nucleares y de destrucción masiva y los elevados presupuestos bélicos de casi todos los Estados, cobran un significado especial los ideales pacifistas y los movimientos de objetores de conciencia.
En este sentido, en nuestra época podemos destacar los siguientes movimientos y actividades:
  • La campaña contra la fabricación y el almacenamiento de ingenios nucleares, llevada a cabo por numerosos científicos, entre los que destacan Einstein, Russell y Huxley.
  • Las ideas expresadas por varias autoridades de las distintas iglesias, especialmente las puestas de relieve por el Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in terris (1963), en donde se insistió en la conveniencia de constituir una autoridad pública con competencias universales.
  • La proliferación de grupos y de movimientos pacifistas entre los que destacaron los objetores de conciencia.
  • Finalmente, conviene resaltar que, en las últimas décadas del siglo XX, tuvieron lugar diversos acontecimientos encaminados a reducir los arsenales existentes, entre los que merecen destacar el tratado celebrado entre los presidentes de los EE.UU. y de la antigua URSS, Reagan y Gorbachov, en el año 1987, en virtud del cual acordaron la eliminación de los misiles de corto y de medio alcance, el acuerdo de París en 1989, por el cual 149 Estados se comprometían a eliminar su armamento químico, la caída del Muro de Berlín, símbolo de la guerra fría, en ese mismo año, y sobre todo la firma entre Yeltsin y Bush de los acuerdos Start-2.
Posibilidad del pacifismo
En relación con estos hechos, podemos plantearnos la posibilidad y la realidad del pacifismo, ¿se puede ser pacifista a la ultranza? ¿Qué cabe hacer cuando un Estado es agredido por otro? ¿En nombre de la paz, podemos permanecer inactivos en medio de la injusticia, la barbarie y la crueldad? Hacia finales de los años treinta del siglo XX existió un movimiento que predicaba la paz a cualquier precio y el desarme a toda costa, incluso frente a Hitler. Pero, como luego se comprobó, los programas y las intenciones de Hitler eran atroces, su ambición desmedida y en sus campos de concentración y exterminio (Auschwitz, Dachau, Mauthausen...) perecieron numerosas personas, entre ellas, también, muchos pacifistas. ¿Qué hubiera sucedido si el resto de los Estados, en nombre del pacifismo, hubieran llevado a cabo un programa de desarme? ¿En casos semejantes se puede permanecer inactivos? ¿Existe alguna manera de evitar por medios pacíficos la existencia de casos como éste? ¿Podemos declararnos pacifistas a cualquier precio? ¿Es antes la justicia o la paz? ¿Podemos condenar a todos cuantos se preparan para la guerra? ¿Podemos estar seguros de que no volverá a surgir un nuevo Hitler capaz de repetir análogos ensayos?

Los objetores de conciencia
Los ideales pacifistas han adquirido su plasmación efectiva dentro de la sociedad en los objetores de conciencia.
En este sentido, se entiende por objetor de conciencia aquella persona que por motivos religiosos o éticos rechaza llevar a cabo cualquier actividad relacionada con la preparación militar.
El reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia comenzó en la Guerra de la Independencia y en la Guerra de Secesión de los EE.UU., pero fue sobre todo durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales cuando aparecieron y se extendieron numerosas organizaciones de objetores y, en la actualidad, la mayor parte de los Estados democráticos reconocen legalmente el derecho a este tipo de objeción.

 B  - La igualdad intersexos
Debido a una amplia serie de prejuicios históricos, las mujeres han sido víctimas de numerosas discriminaciones de tipo social, cultural, laboral y sexual, y en este contexto adquieren un sentido especial los ideales de lucha por la igualdad en todas las actividades.
En casi todas las épocas de la historia podemos encontrar personas disconformes con la injusta situación de las mujeres; pero el trabajo y las reivindicaciones en favor de la igualdad sólo comenzaron a cobrar cierta importancia a partir del siglo XIX y recibieron su máximo impulso tras la Primera Guerra Mundial, así, Gran Bretaña reconoció el derecho de voto femenino en el año 1918, los EE.UU. lo hicieron en 1920 y poco más tarde 21 naciones. Después de la Segunda Guerra Mundial, en la Declaración de los Derechos Humanos, explícitamente se reconoció la plena igualdad intersexos y, a partir de entonces, este derecho se incorporó a numerosas constituciones. En la actualidad, diversos tratados internacionales intentan reforzar esta igualdad, destacando entre todos ellos el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos y Culturales.
En consonancia con estas situaciones, en nuestros días, el feminismo constituye uno de los movimientos más importantes y está originando profundos cambios en casi todos los campos de la sociedad:

a) En el campo ideológico, el movimiento feminista ha puesto de relieve que las tradicionales ideologías, tanto de izquierdas como de derechas, por encima de sus profundas diferencias coincidían en separar lo doméstico de lo público, dando prioridad a los hombres en este último sector y tendiendo a relegar a las mujeres al sector doméstico. Frente a esta situación, el feminismo defiende la identidad de papeles profesionales para ambos sexos.
b) En el campo de la cultura, los movimientos feministas demandan una cultura no sexista y, a este fin, dirigen sus críticas a todos los dominios de la enseñanza, de las artes, de los medios de comunicación, etc., con la intención de eliminar la tradicional distinción de roles femeninos y de roles masculinos.
c) En el dominio de la vida política, las mujeres intervienen cada día más en las decisiones políticas, han surgido partidos feministas y grupos de presión dentro de los propios partidos, y cada vez son más las mujeres que acceden a puestos de amplia responsabilidad.
d) En el dominio laboral, se intenta el reconocimiento del derecho de la mujer a acceder a todos los trabajos, oficios y profesiones, y la implantación de la igualdad salarial.

No obstante, si en el plano legal y formal (teórico) han tenido lugar grandes logros, no sucede lo mismo en el plano práctico, y de hecho, el pasado, la tradición, aún pesa mucho y, por tanto, es necesario mantener viva la idea de que toda distinción de status y de roles es injusta, por consiguiente, es necesario ir desterrando los numerosos residuos sexistas que aún resultan patentes en la conducta colectiva de la sociedad. El feminismo, pues, tiene ante sí todavía un amplio trecho que recorrer.

 C  - El ecologismo
El consumismo, la explotación desmedida de los recursos naturales, y la creación de múltiples productos artificiales están originando graves problemas de erosión y de contaminación en el hábitat terrestre; a este aspecto, durante las últimas décadas, se han producido numerosas catástrofes ecológicas cuyas consecuencias se están dejando sentir en el equilibrio de amplias zonas: desaparición de grandes masas de bosques, polución del aire y del agua, avance de los desiertos, destrucción de la capa de ozono, efecto invernadero, etc.


Con el firme propósito de paliar estas consecuencias, tienden a proliferar gran cantidad de programas ecológicos. En este sentido, el ecologismo pretende ser una nueva filosofía y una profunda reflexión moral que aspira a moderar el comportamiento consumista de los seres humanos y que intenta crear nuevos hábitos tendentes a respetar la Naturaleza.
De esta manera, el ecologismo trata de sustituir el desarrollo cuantitativo, por un progreso cualitativo, en el que tenga lugar, al mismo tiempo, un mayor aprovechamiento y una mejor distribución de los recursos naturales e intenta promocionar una nueva cultura en la que las realizaciones técnicas sean plenamente compatibles con las exigencias del equilibrio ecológico.

 D  - La lucha contra la pobreza
Frente al confort y la abundancia de los países de Europa, Japón, América del Norte y Australia, una gran parte del planeta vive en una situación de extrema necesidad y sus ciudadanos son víctimas del hambre, la miseria y las enfermedades. Paradójicamente, esta negativa situación no solamente tiene lugar en los pueblos del Tercer Mundo: Somalia, Etiopía, Ruanda, Bangla Desh, Birmania, etc., sino también en los propios países ricos, es decir, en los propios Estados en los que sobran alimentos y hay graves problemas de stock, existen numerosos mendigos que son víctimas de grandes privaciones y apenas pueden alimentarse, mientras que otras muchas personas no poseen vivienda y subsisten con grandes estrecheces.


Mapa con la distribución de los países ricos y los países pobres
La producción actual de bienes y alimentos es prácticamente suficiente para acabar con el hambre y la miseria en nuestro planeta, pero existen numerosos problemas internacionales que impiden que pueda lograrse una adecuada distribución de las riquezas. Las Naciones Unidas, a través de sus diversas organizaciones, UNESCO, OMS, UNICEF, etc., intentan paliar estas situaciones. En este sentido, adquirió una relevancia especial el programa Agenda 21 (llamado así por estar orientado a procurar remediar los desequilibrios económicos, ecológicos y sociales para el siglo XXI), que fue aprobado en junio de 1992 en la ciudad brasileña de Río de Janeiro y, en virtud del cual, los países desarrollados se comprometieron a dedicar por lo menos el 0'7% del su PIB a la ayuda de los países pobres.
Ante estos problemas, tienden a surgir distintos grupos encaminados a promocionar los ideales de solidaridad, lucha por un reparto mejor de los recursos económicos y preocupación por las personas necesitadas, tanto en nuestros Estados como en el Tercer Mundo.

 E  - Preocupación por nuestra conducta
Con el aumento del tiempo de ocio y la mayor disponibilidad de medios económicos, están proliferando numerosas conductas crasamente hedonistas, preocupadas casi exclusivamente por el consumo, el lujo y el placer; por otra parte, la divulgación del automóvil y de otros tipos de vehículos de desplazamiento rápido origina en nuestros días un número elevado de víctimas mortales. Ante estas situaciones, alcanzan singular importancia los ideales tendentes a resaltar la prudencia, las conductas altruistas, los lazos familiares, el espíritu deportivo y el desarrollo de una ética automovilística que humanicen nuestras sociedades, nuestras calles y nuestras carreteras, y reduzca el número y la gravedad de los accidentes.
Pero, los numerosos esfuerzos tendentes a la difusión de estos ideales chocan, frecuentemente, con numerosas trabas que se oponen a ellos: surgimiento de nuevas guerras, progreso de ciertos fanatismos, existencia de numerosas discriminaciones e injusticias, desarrollo de una economía internacional fuertemente competitiva, individualista y totalmente irrespetuosa con el medio ambiente, propaganda tremendamente agresiva, dirigida especialmente a los jóvenes, incitándoles a un consumismo a ultranza, multitud de invitaciones a la masificación, a la mentalidad nacionalista y a las conductas irracionales, hinchas y hooligans deportivos, conductas fascistas y xenófobas, uso de estupefacientes y drogas, conductas temerarias, etc. El ser humano siempre es capaz de lo mejor y de lo peor, por eso, como en casi todas las épocas, también en la actual, las perspectivas positivas son tantas como las negativas y, en último término, el porvenir de la humanidad siempre depende en gran medida de los ideales que pueda suscitar.