Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
@blog_trca

domingo, 15 de septiembre de 2013

Captar la realidad, leer el mundo

Entendemos el conocimiento como un proceso que consta de los siguientes pasos: captar la información que proviene del mundo o de nosotros mismos (el objeto de conocimiento), ordenarla conforme a algún criterio, dotarla de sentido y significado, e interpretarla a la luz de los conocimientos previos.

1. El dinamismo del conocimiento
El conocimiento es, por tanto, un proceso dinámico en constante evolución y siempre inacabado. Nunca terminamos de conocerlo todo, ni a nivel individual ni a nivel grupal o social. Siempre nos quedan cosas por conocer y, además, puesto que el conocimiento tiene una dimensión creativa y constructiva, cada persona lo elabora de una manera diferente. Hay aquí algunas ideas importantes:
- El conocimiento tiene una parte receptiva y descriptiva y otra parte constructiva y creadora. La primera se encarga de recoger información y la segunda de darle un sentido a esa información y buscar relaciones.
- Las posibilidades del conocimiento son infinitas, precisamente por tratarse de un proceso que siempre puede reformularse o cambiar. Aunque pudiéramos llegar a conocerlo todo, siempre podríamos interpretarlo de un modo nuevo.
- El conocimiento, tanto en la parte receptiva como en la constructiva, está influido por factores como la cultura, los aprendizajes previos, las expectativas e intereses del sujeto que conoce, etc. Por eso podemos decir que el conocimiento es relativo, porque, al depender de tantas cuestiones, es imposible que éste sea objetivo, es decir, que sea un conocimiento enteramente ajeno a la diversidad biológica, social y cultural del ser humano. Por eso, el problema del conocimiento ha llevado asociada siempre la pregunta acerca de la posibilidad de conocer la realidad tal cual es.

2. El conocimiento: ¿razón o experiencia?

Debido a que nuestros sentidos algunas veces nos engañan, decidí suponer que todas las cosas que alguna vez había entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de mis sueños. Pero al punto me di cuenta de que, mientras yo quería de tal modo considerar que todo era falso, necesariamente yo, que lo pensaba, debía ser alguna cosa, y observando que esta verdad: "Pienso, luego existo", era tan firme y segura pensé que podía admitirla sin escrúpulo alguno como el primer principio de la filosofía que andaba buscando.
René Descartes (1637): Discurso del método (adaptado)

Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas. ¿Cómo se llena? A esto respondo con una palabra: la experiencia. En ella está fundado todo nuestro conocimiento, y de ella deriva en último término.
John Locke (1690): Ensayo sobre el entendimiento humano (adaptado)

La discusión acerca de qué podemos conocer es una de las más relevantes en la historia de la filosofía. El debate sobre esta cuestión se ha centrado siempre en la distinción entre experiencia y razón: ¿qué es realmente conocer?, ¿recibir datos a través de la experiencia o construir pensamientos con la razón? Se trata de la polémica entre racionalismo y empirismo.

Racionalismo
- Confianza plena en la razón: es la única fuente de conocimiento cierto y seguro. Los sentidos son engañosos, por eso debemos trabajar con la razón, que es capaz de extraer de sí misma los principios fundamentales sobre la realidad.
- Existen ideas innatas en la mente. De ellas y sólo de ellas se obtiene conocimiento.
- El conocimiento versa sobre las ideas de la razón, no hay acceso fiable a las cosas reales.
Autores importantes: Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz...

Empirismo
- Todo nuestro conocimiento deriva de la experiencia y no puede ir más allá de ella. La mente recibe los datos que nos proporcionan los sentidos y se limita a asociarlos y ordenarlos.
- Se niega la existencia de las ideas innatas, no a las cosas mismas. No hay posibilidad de acceder a éstas si no es a través de nuestros sentidos.
Autores importantes: Hume, Berkeley, Locke...

3. El giro copernicano de Kant
Kant (siglo XVIII) es uno de los autores que inaugura la llamada "filosofía de la conciencia", es decir, el conjunto de sistemas filosóficos que intentan resolver la oposición entre racionalismo y empirismo desde el estudio de la conciencia humana entendida como razón, considerando que ésta puede alcanzar el conocimiento por disponer de unos principios comunes a todos los seres humanos.
Suele decirse que Kant da lugar a un giro copernicano en el estudio del conocimiento humano porque supera el problema que dividía a empiristas y racionalistas al cambiar el modo de ver las cosas. Igual que Copérnico mira el universo desde el Sol inmóvil, y no desde la Tierra inmóvil como se creía hasta entonces, Kant mira el conocimiento humano desde la perspectiva del sujeto que conoce, no desde el objeto conocido.
A pesar de todo, Kant cae del lado racionalista por considerar que son las categorías del entendimiento humano, es decir, los esquemas organizativos del entendimiento, las que determinan el modo de conocer. Su teoría es idealista puesto que cree que la conciencia es la que permite el conocimiento. Y es trascendental, en el sentido de que estudia las condiciones que hacen posible el conocimiento, suponiendo que éste es universal y necesario, que tiene características iguales para todos los seres humanos y que no puede ser de otro modo.

4. La fenomenología de Husserl
También desde una perspectiva idealista, Husserl (siglo XX) habla de la conciencia. La característica esencial de la conciencia es la intencionalidad, dado que la conciencia siempre se refiere a algo: toda conciencia es conciencia de algo. Desde ahí, considera que describir la conciencia es describir la realidad. Por eso, a pesar de poner el acento en la razón, como Kant, Husserl  destaca también la importancia de la experiencia.
Husserl piensa, al igual que Descartes, que el filósofo debe dudar de todo y no puede fiarse de sus sentidos. Por ese motivo, debe abandonar la "actitud natural", la de la vida ordinaria, y adoptar una "actitud fenomenológica" en la que intente dejar de lado los conocimientos previos para quedarse sólo con la conciencia y sus vivencias, que tienen un carácter intencional. La fenomenología consiste en la descripción de los fenómenos, lo que se nos aparece en tanto que se aparece, sin introducir teorías o conceptos.

5. ¿Qué es conocer? Razón y experiencia
El conocimiento, por tanto, se basa en la experiencia en tanto que captación de la realidad, pero es también razón, porque construye y modifica la realidad que percibe. Por eso podemos decir, utilizando una metáfora, que conocer es "leer el mundo". El conocimiento humano es, por tanto, una lectura de lo que está escrito pero tamizado por el lector.

domingo, 8 de septiembre de 2013

El acceso del hombre a sí mismo: la conciencia

El ser humano puede mirarse a sí mismo y conocer su propia realidad. Pero, ¿cómo podemos realizar este complicado ejercicio en el que el ser humano que conoce (el sujeto) se convierte al mismo tiempo en el objeto de su conocimiento?


 La complejidad de la conciencia requiere un estudio
 interdisciplinar en el que se analicen los mecanismos de
 conexión de los procesos mentales y los correlatos cerebrales. 
1. La experiencia consciente

El problema de la conciencia está instalado de un modo inestable en la frontera ente la ciencia y la filosofía. Podría ser un problema científico que requiere métodos filosóficos de comprensión antes de que podamos despegar.
Cuando percibimos, pensamos y actuamos, existe un ruido de fondo de causalidad y procesamiento de la información, pero este procesamiento por lo general no ocurre en la oscuridad. Existe también un aspecto interno; hay algo que se siente como ser un agente cognitivo. Este aspecto interno es la experiencia consciente. Las experiencias conscientes van desde las vividas sensaciones de colores hasta las experiencias de los más tenues aromas en el ambiente; desde la especificidad del sabor de la menta a la generalidad de la propia existencia de uno mismo.
CHALMERS, David (1996): La mente consciente (adaptado)

2. La introspección
La instrospección es el proceso de "mirada interior" por medio del cual el sujeto puede inspeccionar sus propios actos psíquicos, es decir, lo que ocurre en su mente. Una buena parte de la tarea que han desarrollado los filósofos cuando han pensado sobre el ser humano se considera, en sentido amplio, instrospección. Sin embargo, de manera más estricta, la instrospección corresponde a una corriente psicológica (el psicoanálisis) que considera que éste es el único método posible para acceder a la psique del ser humano. Frente a esta corriente se encuentran los psicólogos conductistas, que afirman que sólo podemos ver las conductas externas de las personas, pero nunca los elementos psíquicos internos. La introspección, según ellos, es un método imposible porque el sujeto no puede observar el fenómeno psíquico de su propio pensamiento.

3. La conciencia
Al intentar conocernos a nosotros mismos nos damos cuenta de que estamos "siendo conscientes" de nuestra existencia, de nuestros pensamientos, etc. ¿Qué significa ser consciente? Podemos responder a esta pregunta desde varias perspectivas:
  • Ser conscientes significa estar consciente, es decir, despierto y capaz de recibir estímulos. Por ejemplo, cuando estamos dormidos no estamos conscientes. Éste es un nivel primario de conciencia, que compartimos con otros seres vivos.
  • Ser consciente significa también "darse cuenta" de algo, es decir, tomar conciencia, recoger datos que permiten después elaborarlos y dotarlos de sentido. Por ejemplo, podemos estar despiertos pero no atentos, con lo que se nos pasarán por alto muchas cosas.
  • Ser consciente tiene también un sentido más importante para la reflexión filosófica: significa tener conciencia, en el sentido de poder reflexionar sobre los propios actos, establecer una pauta de acción conforme a un plan y prever las consecuencia derivadas de ella. A este sentido es al que nos referimos cuando hablamos de la "conciencia moral" y tiene que ver con la idea de responsabilidad. Por ejemplo, decimos que alguien "es un inconsciente" cuando hace algo que puede tener graves consecuencias y no se ha parado a pensarlas.
4. El problema filosófico de la conciencia
La conciencia es un tema que suscita muchos problemas filosóficos, por eso es una cuestión que ha sido ampliamente estudiada a lo largo de la historia. Actualmente la filosofía de la mente, en conexión con la psicología y con las neurociencias, trata de encontrar algunas respuestas a interrogantes no resueltos. Por ejemplo: la conciencia, ¿es la suma de los procesos cerebrales o es algo distinto de ellos? Si está en el cerebro, ¿por qué no podemos encontrarla? Y si no es reducible a la actividad del cerebro, ¿dónde está?
El problema de la conciencia también hace referencia a la identidad del individuo. En muchos casos nos identificamos con nuestra conciencia o, dicho de otro modo, afirmamos que "yo" soy mi conciencia. De este modo, estamos entendiendo la conciencia como el conjunto de nuestros pensamientos, emociones, intereses, etc. Esto nos lleva a una importante pregunta: ¿quién soy "yo"?, ¿quién es el sujeto consciente?

5. El descubrimiento del inconsciente
Sigmund Freud (1856-1939) es uno de los autores más importantes de la psicología moderna. Médico e investigador, trabajó en el tema de la histeria pero se orientó hacia el estudio de los sueños y la psicoterapia basándose en la conversación con el paciente (sin utilizar la hipnosis, que era un método habitual en su época).
Uno de los puntos clave de la aportación de Freud es el descubrimiento del inconsciente, que será básico para su nuevo método: el psicoanálisis. El inconsciente es el plano no consciente de nuestro aparato psíquico. En él se encuentran contenidos que resultan imposibles o difíciles de explorar para el sujeto consciente.


El psicoanálisis de Freud considera que la mayor parte
del psiquismo humano está oculto en el inconsciente
y que sólo tenemos conciencia de una parte mínima.
En este sentido, podemos compararlo con un iceberg.
Al hablar del inconsciente, Freud pone en cuestión el "control" que nuestra conciencia ejerce sobre nuestro yo. Con ello pone en duda la relevancia que se le otorga habitualmente a la conciencia y nos hace pensar en la existencia de fuerzas internas, casi indescifrables, que influyen en nuestra conducta y en nuestros pensamientos. Esto es importante porque revela la complejidad de nuestro psiquismo y, sobre todo, porque coloca al ser humano en una situación de dependencia de factores internos, que escapan a su conocimiento y a su decisión.
Los fenómenos psíquicos, según Freud, pueden dividirse en:
  • Fenómenos conscientes: los que están actualmente en la conciencia.
  • Fenómenos preconscientes: fácilmente recuperables por la conciencia.
  • Fenómenos inconscientes: están mucho más ocultos y no podemos ser conscientes de ellos con facilidad.
Con el psicoanálisis se pretende "sacar a la luz" lo oculto en el inconsciente. Éste se manifiesta a través de síntomas que parecen inconexos y sin sentido, a través de los sueños y de los actos fallidos, es decir, de las equivocaciones o lapsus que aparentemente no tienen intención.
Posteriormente, hablando de la personalidad, Freud plantea la teoría de que el psiquismo humano está dividido en tres instancias: el ello, el yo y el superyó. El ello es el elemento más instintivo, más pulsional, que sólo tiende a la satisfacción de sus deseos. El yo es el controlador del ello, que se basa en el principio de la realidad y que, por eso, puede controlar el deseo desenfrenado conforme a pautas de actuación. Finalmente, el superyó es una instancia que da normas y propone un ideal a lograr (que ha sido aprendido y construido). La articulación de las tres, con niveles conscientes e inconscientes, explicaría la personalidad de los individuos.