Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 30 de diciembre de 2017

Leyes gestálticas de la percepción

La Escuela de la Gestalt (ya desaparecida, aunque el nombre siga siendo utilizado por diversas asociaciones) ha aportado a la psicología los principios básicos sobre el fenómeno de la percepción. Sus investigaciones se han traducido en la enunciación de leyes generales de la percepción, sobre todo las referidas a los fenómenos visuales. La escuela defiende que la forma, independientemente de los elementos aislados que la constituyen, se impone como una totalidad estructurada, conforme a ciertas leyes que le son específicas.

La copa de Rubin
1. Articulación figura-fondo
Afirma que lo percibido es siempre una figura que se recorta sobre un fondo. Esta forma de organizar las sensaciones no se refiere sólo a las visuales, sino a las de cualquier tipo. Muchas veces hablamos de "ruido de fondo" y esta expresión es enteramente exacta: son los sonidos que sentimos, pero no atendemos porque nuestra atención está puesta en otros sonidos (la "figura", en este caso auditiva). Algo parecido podemos decir de los olores, sabores o sensaciones del tacto: ¿no notamos muchas veces que ciertas sensaciones como el calor o el frío, el dolor de una parte del cuerpo o un cierto olor se atenúan mucho hasta llegar prácticamente a desaparecer simplemente no prestándoles atención? Por supuesto permanecen, pero como fondo no atendido.
La figura posee unas características propias:
a) Mayor estructuración, más apariencia de "cosa" con forma y contornos definidos.
b) Se percibe delante del fondo, es decir, más próxima al sujeto.
c) Se percibe como de menor dimensión y envuelta por el fondo.
El fondo, por oposición a la figura, carece de contornos precisos; es uniforme, por lo que no posee una estructura formal; se percibe como más lejano y envolviendo a la figura, y su superficie es mayor y más imprecisa.
Una circunstancia curiosa que se puede producir en esta relación es la llamada reversibilidad fondo-figura. El ejemplo más conocido de ella es la copa de Rubin, ideada por este psicólogo en 1920. En dicho dibujo, o bien percibimos dos rostros en oscuro recortados sobre un fondo blanco, o bien una copa blanca destacada sobre fondo oscuro. Podemos percibir una cosa u otra, pero no las dos a la vez.

2. Leyes de agrupación de los estímulos
Una vez que entendemos que las sensaciones se agruparán formando una figura que destaque sobre un fondo, podemos intentar averiguar, entre las distintas posibilidades de configuración existentes, cuál será la más probable. La respuesta a esta cuestión la proporcionan las llamadas leyes de agrupación de estímulos, que pueden resumirse en la primera de ellas y síntesis de todas las demás: 

 a.  Ley de pregnancia (también llamada "de buena forma"): los estímulos se perciben formando la estructura más perfecta de las posibles. Si nos preguntamos cuál es la forma más perfecta, los gestaltistas suelen responder aludiendo a la simplicidad, simetría, completud, definición y otras cualidades por las que solemos considerar unas formas o estructuras mejores que otras. 
 b.  Ley de proximidad: ante estímulos semejantes, aquellos que se hallen más próximos entre sí tenderán a percibirse agrupados formando un todo o figura. 
 c.  Ley de continuidad: aquellos estímulos que poseen una continuidad de forma o significado son percibidos como formando parte de una misma figura.
 d.  Ley de semejanza: los estímulos parecidos entre sí tienden a percibirse como formando parte de un conjunto.
 e.  Ley de clausura: nuestra percepción tiende a completar figuras no cerradas, añadiendo las partes de las que carecen.
 f.  Ley de contraste: interpretamos aspectos como el tamaño y el color de los objetos por su relación con los otros objetos del contexto en que aparecen (esta ley explica, al menos parcialmente, el fenómeno de la constancia perceptiva).


3. La constancia perceptiva
Nada de lo que percibimos permanece estable ni constante: las longitudes de ondas de luz reflejadas por las superficies corpóreas (o sea, los colores) cambian continuamente según las variaciones de la luminosidad; el tamaño de los objetos varían a tenor de nuestra posición; la forma se modifica por la perspectiva, etc. Sin embargo, nuestra mente es capaz de percibir un color constante, conocer el tamaño del objeto o centemplar la misma forma aunque nuestra perspectiva haya cambiado. A este fenómeno se le conoce con el nombre de constancia perceptiva. 
La constancia perceptiva tiene un evidente valor supervivencial: si no pudiéramos reconocer objetos estables aun variando las sensaciones que nos los dan a conocer, el mundo nos aparecería con un aspecto cada vez diferente y serían imposibles la memoria y el aprendizaje.

4. Observaciones críticas sobre las leyes de la percepción
Aunque en general, las leyes gestálticas son consideradas por todos los psicólogos como una aportación definitiva a la psicología de la percepción, eso no les ha librado de observaciones críticas más o menos pertinentes. Recordemos algunas de ellas.

 a.  Las leyes gestálticas de la percepción no explican ni predicen conductas, únicamente las describen.  Psicólogos experimentales pueden criticar que estos principios no pueden realmente ser comprobados en la experiencia, pues presentan tal número de excepciones y posibles interpretaciones que podemos decir que, pase lo que pase, la experiencia siempre acaba confirmándolos. Tomemos, por ejemplo, la ley de pregnancia, generalmente entendida como que percibimos la figura más simple y perfecta de las posibles.
Según esta ley, en el dibujo de la izquierda debemos ver un círculo detrás de un triángulo (es decir, una organización tridimensional) en vez de un triángulo completo junto a un círculo incompleto, ambos en el mismo plano. ¿Por qué presuponemos que una configuración tridimensional es más sencilla y mejor que otra bidimensional? Quizá la idea de simplicidad no es una explicación de por qué vemos lo que vemos, sino al contrario: primero vemos lo que vemos y después decidimos que ésa es la más simple de las posibilidades.

 b.  La Gestalt minimiza el papel del aprendizaje en la percepción. Otra crítica frecuente a la psicología gestáltica ataca uno de sus presupuestos: el innatismo. En este sentido, la Gestalt omite leyes de configuración tan reales como las arriba mencionadas, pero que no pueden considerarse independientes del aprendizaje. Una de estas leyes podría llamarse "ley de familiaridad" y rezar así: "los estímulos se agrupan de la forma más familiar al sujeto", es decir, de dos o más posibles organizaciones de estímulos se realizará siempre la más acorde con nuestras experiencias pasadas. En el ejemplo anterior, tal vez veamos el triángulo delante del círculo porque estamos acostumbrados a ver objetos que se tapan unos a otros.

Una famosa imagen de R.C. James muestra un conjunto de manchas blancas y negras, pero todo el mundo ve un perro dálmata. Los gestaltistas explican esta percepción como resultados de las leyes explicadas (figura-fondo, clausura, continuidad...), pero uno tiene derecho a preguntarse si alguien absolutamente ignorante de lo que es un dálmata podría tener esa misma percepción.
Este principio de familiaridad o concordancia con la experiencia total, ya enunciado a principios del siglo XVIII por el obispo y filósofo Berkeley como criterio definitivo para distinguir la realidad de la fantasía, no puede juzgarse como independiente del aprendizaje, ya que viene a decir que percibimos como hemos aprendido a percibir. 

jueves, 28 de diciembre de 2017

Diversidad cultural

1. Inmigración y diversidad cultural
En las sociedades actuales asistimos a un proceso de desaparición de las diferencias culturales debido, por un lado, a un mayor número de contactos entre las distintas partes del planeta gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y, por otro, a los grandes desplazamientos de población.
El fenómeno migratorio, que ha sido una constante durante toda la historia de la humanidad, ha aumentado de forma espectacular en la segunda mitad del siglo XX.
El proceso actual de migraciones es la causa de una nueva característica de las sociedades occidentales: la coexistencia de diferentes culturas, es decir, de una elevada diversidad cultural.

¿Por qué la gente decide emigrar?
Las razones son múltiples. En Francia, el 33% de los emigrantes lo hacen para buscar un trabajo, el 20% para reunirse con su familia, el 14% por motivos políticos y el 18% por otras razones. Por lo tanto, se emigra por la supervivencia política y económica, por la llamada de la libertad y, de modo general, para desarrollar el propio genio y la propia creatividad, cuando en el propio país no se pueden conseguir esos objetivos.
Bichara Kander, La interculturalidad que viene


2. El racismo y la xenofobia
La coexistencia de diferentes culturas en nuestras sociedades ha generado dos graves problemas:
  • El racismo. Un grupo humano se considera superior a otro por cuestiones de etnia o raza. En la actualidad, el racismo se ha tansformado y considera la diferenciación sólo en términos de origen étnico y costumbres culturales.
  • La xenofobia. Es el rechazo al extranjero, al que viene de un lugar y una cultura distintos. Tiene su origen en un cierto miedo o fobia a lo que nos es extraño o ajeno debido a la ignorancia: tememos al otro porque lo desconocemos.
La palabra racismo designa una forma de pensar y actuar cuyos rasgos fundamentales son los siguientes:
  • Creer que los seres humanos se dividen, fundamentalmente, en razas, atribuyendo a este factor una importancia antropológica decisiva.
  • Asignar a las razas características inmutables, y creer que los caracteres transmitidos hereditariamente no son sólo los rasgos físicos, sino también ciertas aptitudes y actitudes psicológicas, que son las que generan las diferencias culturales que se pueden apreciar.
  • Creer que existe una jerarquía entre razas, y que alguna, o algunas, son superiores a las otras.
  • Entender la mezcla de razas como un proceso de degeneración de las razas "superiores".
3. Convivencia en la diversidad
Las sociedades actuales intentan resolver la convivencia entre culturas diferentes de varias formas:
  • Multiculturalidad: Diversas culturas conviven en un mismo espacio pero separadas, sin mezclarse. Así sucede en algunas ciudades anglosajonas, en donde se han creado barrios monoculturales como el barrio chino, el barrio indio, etc.
  • Interculturalidad: Las diferentes culturas conviven mezcladas, compartiendo un mismo espacio. Un ejemplo es el barrio de Lavapiés, en Madrid.
  • Integración: Es la asimilación de la cultura migratoria a la cultura receptora. Con frecuencia, los países receptores intentan que los inmigrantes que llegan a trabajar allí asimilen su cultura al cabo de un tiempo. Un ejemplo de ello es Francia. 

martes, 26 de diciembre de 2017

La percepción

1. Definición general
El ser humano no capta la realidad fragmentariamente, como si fuera un mosaico de sensaciones. El objeto directo de nuestra percepción son los objetos y los acontecimientos o sucesos. Así, percibimos directamente "un melocotón", no una suma de colores, olores y formas. Para estudiar los procesos perceptivos, los descomponemos en elementos como estímulos o sensaciones, pero en la experiencia real no procedemos sumando simplemente los datos recibidos de los sentidos.
Por lo tanto, el sujeto no es un ser pasivo que se limite a captar la estimulación del medio, sino, al contrario, un ente activo. Multitud de estudios y experimentos han puesto de manifiesto esa actividad del sujeto, ya que la percepción se halla condicionada por el aprendizaje, las experiencias pasadas y los esquemas cognitivos, además de por otros factores subjetivos como las motivaciones, los intereses, etc.; o sociales, como el lenguaje y la cultura.

2. Teorías sobre la percepción
Desde mediados del siglo XX se puede decir que no existe un solo manual de psicología general que explique el tema de la percepción sin tomar como hilo conductor básico la teoría de la Gestalt. Por tanto, podemos decir que, al contrario que en otros campos, en lo que se refiere a la percepción existe una única teoría psicológica, admitida por todos con más o menos matices; esta teoría se opuso contundentemente a la concepción antes dominante, el asociacionismo, ligado a la escuela estructuralista, y con posterioridad a ella no han aparecido teorías alternativas, sino únicamente complementos o matizaciones sobre un fondo general de acuerdo.

 El asociacionismo   
En los primeros años de la psicología científica, sus cultivadores (Wundt, Titchener y otros) aceptaron los presupuestos básicos de la filosofía empirista, según la cual la mente del hombre al nacer es como una hoja de papel en blanco y las sensaciones suponen siempre el inicio de la vida mental. Por tanto, todo lo que hay en la mente humana debe ser derivado exclusivamente de las sensaciones.
Según la escuela asociacionista, se perciben primero las sensaciones aisladas (manchas de luz y color; cualidades táctiles como la dureza, la tersura, etc.). Con posterioridad, estas sensaciones se asocian entre sí y su simple suma constituye la percepción global del objeto. De esta manera, Wundt explica la percepción como si fueran un mosaico formado por átomos de sensaciones elementales.
En el asociacionismo, el sujeto adopta un papel pasivo, puesto que la percepción es el resultado de la suma de sensaciones según leyes puramente mecánicas.

Max Wertheimer 1880-1943
 La Gestalt   
La palabra alemana gestalt significa "forma", por lo que muchos manuales en castellano prefieren denominar a este movimiento como escuela de la forma. El nacimiento de esta escuela psicológica se sitúa en los experimentos realizados por Max Wertheimer entre 1910 y 1920. Uno de estos experimentos, que después fue bautizado como "percepción del movimiento fhi", fue decisivo en la deducción de uno de los principios básicos de la Gestalt. El experimento consistía en lo siguiente: Wertheimer iluminaba sucesivamente dos líneas verticales separadas un centímetro; cuando el intervalo entre los dos resplandores era de aproximadamente entre 1/30 y 1/5 de segundo, el observador no percibía dos líneas, sino "una sola línea que se desplazaba". Por lo tanto, concluyó Wertheimer, la percepción no se construía como una suma de elementos (luz A a la izquierda + oscuridad + luz B a la derecha), sino como una totalidad que no aparece en ninguna de las sensaciones: una única luz en movimiento.
Aparte de Wertheimer, los principales representantes de la Gestalt fueron Köhler, Koffka y Lewin. Se mostraron contrarios al asociacionismo, defendiendo que la percepción no se constituye por una suma de elementos o partes; al contrario, percibimos directamente totalidades organizadas (formas o configuraciones). Estos todos estructurados que se perciben son algo más que la suma de las partes, ya que se encuentran organizados según leyes fijas de la percepción que no dependen de los elementos, sino que se imponen a ellos. A diferencia de otras escuelas que insistieron en la necesidad del aprendizaje y la experiencia en la percepción, la Gestalt afirmó la existencia de capacidades innatas para configurar las percepciones.

 Teorías cognitivas    
Comenzaron a desarrollarse en la década de los sesenta. En líneas generales podemos decir que establecen ciertas analogías entre el funcionamiento del cerebro y el de los ordenadores. Para estas teorías, la percepción se incluye dentro de un campo más amplio como es el de la cognición, hallándose plenamente interrelacionada con otros procesos mentales superiores como la memoria o la toma de decisiones. Se trata de un proceso constructivo en el que el sujeto anticipa unos esquemas, grabados en la memoria como resultado de experiencias anteriores, según los cuales deben organizarse las sensaciones. Se trata de un típico proceso de feedback que podemos esquematizar así:
  1. Interpretamos los datos (sensaciones) a partir de unos esquemas mentales.
  2. Los esquemas van modificándose para ajustarse a los datos recibidos.
  3. Desde estos esquemas modificados vamos interpretando los nuevos datos.
En suma, aprendemos a percibir y, como resultado de ese aprendizaje, se crean esquemas cognitivos que condicionan nuestra futura percepción de la realidad. Estos esquemas suelen asociarse a etiquetas (palabras o conceptos) que condicionan la forma en la que percibimos los objetos.

 Enfoque neuropsicológico  
Iniciado por Donald Hebb y desarrollado posteriormente por Luria, este enfoque intenta relacionar la percepción con la actividad neuronal. Según Hebb, la percepción es un proceso cuyo componente principal son las llamadas asambleas celulares. Éstas son uniones sinápticas de las neuronas como resultado de algún acontecimiento perceptivo anterior. Dichas asambleas permanecen consolidadas gracias a la experiencia y el aprendizaje. De esta forma, se intentan traducir los esquemas perceptivos descubiertos por los psicólogos gestaltistas en términos de agrupaciones neuronales relativamente estables.
Ahora bien, esto no significa que esas uniones sinápticas sean inmodificables; por el contrario, se pueden formar nuevas asambleas o desunir las ya consolidadas de una manera gradual, como consecuencia de nuevos acontecimientos perceptivos. Las uniones entre asambleas celulares, las cuales se activan unas a otras, permiten explicar fenómenos perceptivos complejos e incluso la plasticidad del propio pensamiento. 

domingo, 24 de diciembre de 2017

La discriminación y la exclusión

1. La España de los excluidos
Una consecuencia dramática del proceso de empobrecimiento social se manifiesta a menudo más allá de las situaciones de carencia, ya sea ésta material, afectiva o espiritual: hablamos de actitudes de discriminación o exclusión.
Excluir significa atacar los derechos humanos básicos dejando a la persona sumida en la impotencia y en la indefensión.
Excluidos son los que se quedan "en la puerta de entrada" de un lugar donde el trabajo, el consumo, la seguridad o la autonomía individual son las lindes que determinan el estar dentro o fuera.
El desarrollo económico de España en las últimas décadas deja a su paso una sombra de marginación repleta de náufragos: prostitutas, drogadictos, sin techo, reclusos, inmigrantes, parados, discapacitados, madres y menores sin recursos, ancianos dependientes...
Los "sin techo", esto es, personas sin hogar, son aquellos que carecen de domicilio estable y que se encuentran en una situación sociofamiliar vulnerable, sin ingresos ni trabajo, en situación de exclusión social. Los sin techo concentran muchas de las lacras de marginación que se producen en nuestra sociedad. Son el conjunto de población más castigado, no sólo por la falta de vivienda, sino también por el desempleo, la desestructuración familiar, el estigma público, el desarraigo social, la enfermedad, el deterioro de su propia identidad y la falta de acceso a los servicios.
Los mecanismos de exclusión son, en muchas ocasiones, difusos, poco claros, perversos.
Todos nos situamos a favor de los derechos humanos, el trabajo y la vivienda para todos. Sin embargo, después de este discurso se esconde la ausencia de políticas de inclusión, y lo peor de todo, la tendencia a responsabilizar a la persona excluida de la situación en la que se encuentra.

2. Discriminación y exclusión
La discriminación supone la distinción, el rechazo o incluso la exclusión de un individuo o colectivo por parte de un grupo mayoritario, o de la sociedad en su conjunto, por diversos motivos.
La discriminación se manifiesta, en ocasiones, como la indiferencia hacia las condiciones deficitarias de una persona o colectivo. En otras va acompañada de actitudes intolerantes que, con demasiada frecuencia, se convierten en agresiones físicas o verbales.
Denominamos exclusión social a aquellos casos graves de discriminación en los que las personas que la padecen ven limitado el disfrute de los derechos fundamentales que les corresponden.
La discriminación, en cualquiera de sus grados, es inadmisible en sociedades democráticas, que tienen su fundamento en la garantía de la libertad, la igualdad y la dignidad del ser humano. Por eso, la sociedad debe hacer un esfuerzo de integración e intentar que todos los ciudadanos se sientan parte de un proyecto común en el que se respeten sus diferencias.


3. Causas de la discriminación
Entre las causas de la discriminación se encuentran:
  • La falta de recursos, que impide a las personas cubrir sus necesidades vitales y participar en diversos aspectos de la vida social, cultural, cívica o profesional. Esta carencia la padecen los vagabundos o los mendigos.
  • Las diferencias de tipo físico o psicológico, debido a prejuicios (creencia u opinión preconcebida) y estereotipos (idea fija y simplificada sobre un conjunto de personas), que afectan a la dignidad de las personas. En estos casos se discrimina por sexo, lugar de procedencia, raza, religión o inclinación sexual.
  • Ciertos comportamientos o actitudes poco habituales. Sucede en el caso de prostitutas, drogadictos y alcohólicos.
  • La improductividad o la condición de poco útiles para la sociedad que padecen algunos ancianos, minusválidos o enfermos mentales.
  • Diversas condiciones sociales o personales que son objeto de rechzao, como ocurre con los enfermos de sida, o de burla y menosprecio, en el caso del acoso escolar o bullying (violencia o maltrato físico o psicológico ejercido contra compañeros de clase).   

sábado, 23 de diciembre de 2017

Estímulos y umbrales

Podemos definir estímulo como lo que provoca la reacción de un receptor sensorial; más concretamente se trata de una cantidad de energía perteneciente a cierta forma (mecánica, térmica, luminosa, etc.). Hay que advertir que no todos los organismos reaccionan por igual a todas las formas de energía (por ejemplo, el hombre sólo puede sentir las radiaciones electromagnéticas pertenecientes al llamado "espectro visible", pero hay constancia de que algunos peces y serpientes son capaces de captar la radiación infrarroja, invisible para el hombre). Algo parecido se puede decir en relación a la cantidad del estímulo, pues estímulos por debajo o por encima de una cierta cantidad no pueden ser captados.

Ernst Heinrich Weber 1795 - 1878
Se llama umbral mínimo o absoluto a la mínima intensidad que se necesita para que un estímulo sea capaz de excitar un receptor sensorial. El umbral máximo es, en cambio, la mayor cantidad de un estímulo que pueden soportar los sentidos. Más allá de él ya no se produce aumento de sensación o se produce una sensación de otro tipo (por ejemplo, una luz excesivamente intensa no provoca una sensación visual, sino dolor).
Además de los umbrales mínimo y máximo, se habla también del umbral diferencial, que es la mínima diferencia necesaria entre dos estímulos para que las sensaciones resultantes sean captadas como realmente distintas. Uno de los cultivadores de la psicofísica en el siglo XIX, el alemán Ernst Weber, descubrió que el umbral diferencial no es una cantidad absoluta, como los umbrales mínimo y máximo, sino que varía dependiendo del estímulo originario: por ejemplo, un mínimo aumento en la intensidad de la luz es perceptible en una habitación oscura, pero no en otra muy iluminada; o el peso de un folio se advierte al ponerlo encima de otro folio sostenido en la mano, pero no si lo que se sostiene es un paquete de 500 folios

Una vez realizada la transducción, es decir, la conversión de la energía estimular en impulso nervioso, éste es exactamente igual en todas las neuronas del cuerpo humano. Lo cual plantea un problema: ¿cómo impulsos nerviosos iguales pueden traducirse de forma distinta, como por ejemplo colores, sabores u olores?
Esta traducción o descodificación se realiza en el cerebro, y se hace únicamente a partir de la procedencia de esos impulsos nerviosos: por ejemplo, si cierras los ojos y presionas ligeramente un párpado, experimentarás ciertas sensaciones visuales producidas por un estímulo que consideramos táctil; ello parece probar que lo que importa no es la clase de estímulo, sino el canal o nervio por el que se ha transmitido dicho estímulo y la zona del cerebro que lo ha recibido.
Johannes Müller dio a conocer la llamada ley de las energías específicas de los nervios (o simplemente ley de Müller) en 1831, y más tarde otros autores como Helmholtz o Penfield reinterpretaron este mismo hecho: el primero habla de "inferencia inconsciente de la percepción", queriendo significar que es la mente la que, de forma inconsciente, interpreta de manera distinta impulsos nerviosos idénticos; el segundo pone el acento en las áreas de la corteza cerebral donde se reciben los impulsos nerviosos (un impulso que llega al córtex visual, en el lóbulo occipital, desde el nervio óptico será traducido como sensación visual, independientemente de cuál sea el estímulo originario).

sábado, 16 de diciembre de 2017

Respuestas a las diferencias sociales y culturales

El hecho de vivir en sociedad hace indispensable que cada uno se obligue a observar una cierta línea de conducta para con los demás. Esta conducta consiste en no perjudicar los intereses de otro; o más bien ciertos intereses, los cuales, por expresa declaración legal o por tácito entendimiento, deben ser considerados como derechos.
John Stuart Mill, Sobre la libertad

1. Los retos de la igualdad
En nuestras sociedades occidentales, la igualdad de derechos y de oportunidades es un concepto clave. Sin embargo, a pesar de los avances conseguidos, aún hoy muchos colectivos reclaman para sí igualdad de derechos. Reconocerlos es avanzar hacia la igualdad real de la sociedad desde actitudes de comprensión y de tolerancia, que incluyan a todo en un gran proyecto común.
Los retos que se esperan alcanzar en este sentido son:
  • La igualdad económica y social: Todos los miembros de la sociedad deben tener las mismas oportunidades para su desarrollo personal. Para garantizar esta igualdad es importante contar con una red de servicios públicos de educación y de ayuda social. La escuela permite compensar las desigualdades de origen, presentes en las familias y en el entorno social.
  • La igualdad política y jurídica: Todos los miembros de la sociedad deben tener garantizados el cumplimiento de todos los derechos reconocidos. Todas las personas son iguales ante la ley, deben contar con protección jurídica y no pueden ser objeto de maltrato.
2. La solidaridad
Otra forma de mitigar las desigualdades existentes es por medio de la solidaridad. Ésta supone la actitud responsable y de ayuda hacia los miembros de la sociedad que no se encuentran en situación de igualdad.
Algunas personas piensan que el Estado debe limitarse a actuar como árbitro y garantizar el orden público. Sin embargo, también tiene la obligación moral de atender a las ciudadanos que viven en condiciones desfavorables, con el objetivo de lograr una sociedad más justa.
Para ello, necesita contar con los recursos suficientes para sufragar el coste de la solidaridad. Estos recursos los obtiene mediante los diferentes impuestos, tasas y gravámenes que pagan los ciudadanos. El fraude fiscal es, por tanto, un acto insolidario, pues niega el carácter asistencial del Estado social y democrático de derecho.

Según el diccionario, defraudar es privar a alguien, con abuso de su confianza o con infidelidad a las obligaciones propias, de lo que le toca por derecho. También, en segunda acepción, significa eludir o burlar el pago de los impuestos o contribuciones.
El fraude fiscal afecta a los recursos de la hacienda pública y genera otros efectos económicos negativos, ya que las empresas y las personas fiscalmente cumplidoras deben enfrentarse a la competencia desleal de las incumplidoras o pagar más impuestos de los que debieran.     

sábado, 9 de diciembre de 2017

Los sentidos

Durante siglos se pensó, y muchas personas lo siguen pensando, que el ser humano posee exclusivamente cinco sentidos. Se puede decir que, estrictamente hablando, hay muchísimos más sentidos, tantos como receptores sensoriales.
Se llaman receptores a las células nerviosas especializadas que reaccionan ante los cambios físico-químicos producidos en el ambiente o el interior del cuerpo y emiten una señal que se transmite en forma de impulso nervioso. Existen millones de receptores, y cada uno de ellos puede considerarse un "sentido" (sólo en la retina humana podemos contar unos 125 millones, entre conos y bastones, que captan el mundo en toda su riqueza de colores, luces y movimientos), pero lo normal es agruparlos en clases de receptores y llamar "sentido" a cada uno de estas clases.
Los receptores sensoriales pueden clasificarse de diferentes maneras. Los criterios más utilizados se refieren al estímulo, en un caso a su naturaleza y en otro a su localización. Repasamos ambos:

 1.-  Según la naturaleza del estímulo, los receptores se dividen en fotoceptores (vista), mecanoceptores (oído, receptores de la presión), termoceptores (receptores del calor y el frío), quimioceptores (olfato y gusto), gravirreceptores (sentido del equilibrio), etc.
 2.-  Según la localización del estímulo, distinguimos:

 a  - Exteroceptores: Se hallan situados esencialmente en la superficie del organismo, por lo que su función consiste en captar la estimulación del medio ambiente. Responden, por tanto, a estímulos originados fuera del cuerpo. Son exteroceptores los cinco sentidos clásicos: visión, audición, olfato, gusto y tacto (llamados ya por Aristóteles "sentidos externos"), con la salvedad de que estas denominaciones no señalan realmente cada una a un único sentido, sino a variadas y diferentes formas de sentir.
  • En cuanto al llamado "sentido de la vista", las células sensibles a la luz y localizadas en la retina son de dos tipos diferentes: conos y bastones, y ambas dan lugar a sensaciones distintas (los conos a los colores y los bastones a la cantidad de luz y percepción del movimiento); en sentido estricto, deberíamos considerar a cada cono y a cada bastón como un sentido o receptor sensorial, pero, si no queremos llegar a ese extremo, al menos deberíamos reconocer que el ser humano no posee un único sentido de la vista, sino dos o cuatro diferentes, ya que existen tres tipos de conos.
  • Algo parecido podríamos decir del "sentido del tacto", localizado en ciertas células sensibles o corpúsculos situados en la piel. Pues bien, encontramos cinco clases de corpúsculos y cada una reacciona a estímulos diferentes: simplificando, los de Ruffini al calor, los de Krause al frío, los de Merkel a las texturas, los de Meissner a las presiones ligeras y los de Paccini a las presiones fuertes; con la dificultad añadida de que, si bien cada una de estas clases de células se especializa en responder a una forma de estimulación, también puede reaccionar a otras formas distintas.
  • ¿Qué podemos decir de los sentidos del gusto y del olfato? En primer lugar, no son tan fácilmente diferenciables como muchas veces suponemos: continuamente estamos mezclando y confundiendo olores y sabores. Si limitamos el sentido del gusto a las células localizadas en la lengua (papilas gustativas), éstas, de cinco formas distintas, captan los cuatro sabores básicos (dulce, amargo, salado y ácido), a los que últimamente se les ha añadido un quinto llamado "umami" o sabroso. No existe relación entre la forma de las papilas y el sabor que producen. También se han identificado siete tipos distintos de células olfatorias, situadas en las pituitarias roja y amarilla, y cada uno de estos tipos reacciona únicamente ante una clase de sustancias. En conclusión, se puede decir que tenemos cinco sentidos del gusto y siete sentidos del olfato, y ello sin entrar en que la mayoría de las sensaciones no son ni puramente gustativas ni puramente olfativas, sino mixtas, lo cual dispara el número de posibles combinaciones.
  • En cuanto al sentido de la audición (que debemos distinguir del sentido del equilibrio, también localizado en el oído), existen unas 24.000 células pilosas situadas en la cóclea o caracol (oído interno), cuya función es transformar la energía mecánica de las ondas sonoras en impulsos nerviosos de naturaleza eléctrica.


 b  - Interoceptores: Se hallan dentro del organismo; están localizados en los aparatos respiratorio, digestivo, urogenital y, en general, dentro de las vísceras. Reciben la información interna, tal como el calor o el frío de los órganos corporales. Su respuesta consiste esencialmente en alteraciones viscerales. Gracias a ellos obtenemos sensaciones de hambre, de sed, de bienestar, etc. Se da el nombre de cenestesia al conjunto de sensaciones referidas al estado general del cuerpo sin señalar ningún órgano en concreto.
 c  - Propioceptores: Están situados en los músculos, tendones, articulaciones, etc. Básicamente controlan las respuestas musculares. Estas sensaciones nos permiten andar, dominar el equilibrio del cuerpo, etc. A esta clase de sensaciones relacionadas con el equilibrio y el movimiento suele llamarse cinestesia.
 d  - Noniceptores: Se encuentran repartidos por todo el organismo (por ello se consideran una categoría aparte, no incluida en ninguna de las tres anteriores). Reaccionan primordialmente ante estímulos nocivos, transmitiendo impulsos que el cerebro procesa como sensaciones de dolor.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Éticas dialógicas y de la justicia

1. Las éticas dialógicas o de la comunicación
A raíz de los desastres ocasionados por la Segunda Guerra Mundial y el impacto derivado del holocausto judío causado por los nazis, surgieron nuevas éticas basadas en el diálogo y la comunicación. Entre éstas cabe destacar la del filósofo alemán Jürgen Habermas (1929).
Habermas plantea una ética del deber en la que, a diferencia de la de Kant, la universalidad se logra por medio del diálogo.
Así, una norma adquiere validez universal cuando:
  • Su elaboración se ha conseguido mediante este procedimiento, basado en la comunicación.
  • Podría ser aprobada por todos los afectados en caso de que éstos participaran en el diálogo.
Con la incorporación de la comunicación a la ética, hablante y oyente comparten nociones morales y establecen por consenso las bases de un comportamiento justo y correcto.
Habermas plantea algunas reglas que debería cumplir el diálogo ético:
  • Puede participar en él cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción.
  • Cualquiera puede problematizar la afirmación que le parezca problematizable.
  • Cualquiera puede introducir la afirmación que considere oportuna.
  • Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades.
  • No puede impedirse a ningún hablante hacer valer sus derechos, establecidos en las reglas anteriores, mediante coacción interna o externa al discurso.
A partir de este planteamiento, algunos filósofos, como el español Javier Muguerza (1936), proponen que, para avanzar hacia una sociedad cada vez mejor y más justa, es necesario mostrar la disconformidad con la situación actual. Es precisamente el disenso y no el consenso lo que permite el progreso moral social.

La lucha por el derecho
Lejos de poder fiarlo todo a las instituciones -incluidas las instituciones de la democracia liberal-, los individuos y los grupos de individuos han tenido que enfrentarse a ellas en demasiadas ocasiones, haciendo suyo el ideal de la lucha por el derecho: "Solamente luchando alcanzarás tu derecho".
Javier Muguerza, Razonabilidad,
en P. Cerezo, Democracia y virtudes cívicas

2. La ética de la justica de John Rawls
El filósofo norteamericano John Rawls (1921-2002) publicó en 1971 su Teoría de la justicia. En esta obra plantea que un comportamiento es moralmente aceptable cuando respeta ciertos valores llamados principios de justicia.
Estos principios, válidos para toda la humanidad sea cual sea el lugar o el tiempo, serían el resultado de un pacto entre un grupo de individuos que lo ignoran todo de sí mismos, incluida la posición social que ocuparán, para evitar la parcialidad de la búsqueda de los propios intereses.
Los principios de justicia que regirán la vida social están recogidos en un hipotético contrato y son dos:
  • El principio de la máxima libertad compatible.
  • El principio de justicia social. Éste admite ciertas desigualdades con tal de que se respete la igualdad de oportunidades y se promueva un mayor beneficio para los menos aventajados. 

miércoles, 6 de diciembre de 2017

La sensibilidad

Si partimos de ejemplos sencillos, todos parecemos entender la diferencia entre sentir y percibir: un color se siente, un libro se percibe. Es decir, las cualidades se sienten y los objetos se perciben. La diferencia entre sensación y percepción parece equivaler a la diferencia entre lo simple y lo complejo, o entre la parte y el todo. Sin embargo, esta diferencia no es tan evidente en todos los casos: ¿dónde se pone la frontera entre lo simple y lo complejo?, ¿cómo saber si algo es parte o todo, si por un lado tiene partes y por otro también forma parte de un conjunto más amplio? ¿Qué es, por ejemplo, un pinchazo en un dedo: sensación o percepción?
El mismo término sensación es confuso y polisémico. Uno puede tratar de captar su significado estrictamente psicológico, pero muchas veces los propios psicólogos prefieren o se conforman con un sentido fisiológico que les parece más tangible y científico. Para evitar confusiones, distinguiremos al menos dos significados en el término sensación:

1) En un sentido fisiológico, la sensación es un proceso que consta de varias fases:

a) Excitación de un receptor sensorial por efecto de una estimulación.
b) Transducción, es decir, conversión de la energía física, química o mecánica del estímulo en un impulso nervioso de naturaleza eléctrica.
c) Transmisión del impulso nervioso de neurona a neurona.
d) Recepción de dicho impulso por el cerebro.

2) En sentido psicológico, la sensación es la captación de una cualidad sensible, es decir, un experiencia por la que un sujeto se da cuenta de una cualidad o aspecto de un objeto. Esta experiencia de sentir, como cualquier otra experiencia, sólo es captada directamente por el propio sujeto que siente: ningún aparato, ningún electroencefalograma, ningún TAC, TEP o resonancia magnética podrá mostrarnos esa experiencia y nadie sería capaz de entenderla si no fuera porque la compara con la que él mismo tiene.
De manera muy simplificada podemos decir que las sensaciones son las respuestas mentales a unos estímulos físico-químicos y los componentes esenciales de la percepción. Pero ésta es algo más que una mera suma de sensaciones.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Éticas del deber

1. La teoría ética de Kant
A finales del siglo XVIII, el filósofo Immanuel Kant (1724-1804) planteó una ética radicalmente diferente a las éticas anteriores (éticas de los fines). Kant explica que nuestro comportamiento no debe basarse en buscar un premio o evitar un castigo, sino en lo que la razón nos dicta que es nuestro deber. El deber consiste en actuar con buena voluntad. Esto significa hacer lo que hay que hacer, aunque de ello no obtengamos ningún beneficio.
Kant defiende que es nuestra razón la que nos indica qué leyes morales debemos seguir para comportarnos. Así, serán leyes morales que puedan ser entendidas como universales, es decir, las que puedan servir para todos los seres humanos en cualquier circunstancia.
A esas leyes morales, entendidas como obligaciones o mandatos para todos, sin distinción alguna, las llamó imperativos categóricos.
Para valorar una acción, Kant considera que debemos tener en cuenta la propia acción en sí, pero sobre todo la voluntad que la ha motivado, es decir, si responde o no a un imperativo categórico. Así, en una acción correcta, distingue la que se ha realizado:
  • Por deber, si el principio que la ha inspirado es universal, es decir, válido para cualquier ser humano.
  • Conforme al deber, si aun estando de acuerdo con la ley moral, la ha inspirado un motivo egoísta.
2. Zola y el caso Dreyfuss
El caso del oficial francés, Alfred Dreyfuss sacudió a la opinión pública europea a finales del siglo XIX. Fue acusado de alta traición a la patria, humillado públicamente y condenado, a pesar de que altos cargos militares eran consciente de su inocencia. Sin embargo, prefirieron ocultar pruebas y proteger a los verdaderos culpables.
Para empeorar las cosas, Dreyfuss era judío, lo que fue utilizado por los antisemitas, hasta que el novelista Émile Zola redactó su célebre artículo "J'Accuse...!", en el que defendía a Dreyfuss exponiéndose él mismo a ser encarcelado. Su argumento para tal defensa era muy sencillo: sabiendo la verdad, no podía permanecer callado, no quería ser cómplice.

3. La ética existencialista
Jean Paul Sartre (1905-1980), uno de los principales representantes del existencialismo, plantea una filosofía pesimista en la que concluye que la vida humana carece de sentido. Asimismo, piensa que el hombre está solo y abandonado y es libre. Sin embargo, la libertad no es entendida como un bien, sino como una condena.
La ética existencialista es una ética del deber que se basa en dos principios:
  • Elegir esto o aquello es dar al mismo tiempo valor a lo elegido, porque siempre elegiremos lo bueno, nunca lo malo.
  • Elegimos como bueno para nosotros lo que pensamos que es bueno para todos.
La principal diferencia respecto a la ética de Kant es que, para el existencialismo, la razón no siempre indica qué hacer en determinadas situaciones; por tanto, el hombre se verá obligado a elegir una de las opciones, lo que le producirá angustia. Por ello, el ser humano debe construir un proyecto vital en una existencia moralmente comprometida.

La angustia de la decisión
Cuando un militar toma la responsabilidad de un ataque y envía cierto número de hombres a la muerte, elige hacerlo él solo. Sin duda hay órdenes superiores, pero son muy amplias y se impone una interpretación que proviene de él, y de ella depende la vida de catorce o veinte hombres. No se puede dejar de tener, en la decisión que toma, cierta angustia. Esto no le impide obrar: al contrario, es la condición misma de su acción; porque esto supone que se enfrenta a una pluralidad de posibilidades y, cuando elige una, se da cuenta de que sólo tiene valor porque ha sido la elegida. Y esta especie de angustia, que es la que describe el existencialismo, se explica, además, por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete.
Jean-Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo

   

sábado, 18 de noviembre de 2017

Psicología y genética

1. Las bases de la genética
La genética es la ciencia que estudia la transformación de los caracteres biológicos hereditarios de una generación a otra. El científico que puso las bases de esta ciencia fue Gregor Mendel, monje aficionado a la jardinería que se dedicó a experimentar cruzando variedades de guisantes. Fue él quien descubrió las leyes básicas de la genética, aunque en su día este descubrimiento pasó desapercibido y hubo que esperar más de treinta años (cuando Mendel ya estaba muerto) para que fuera reconocido y valorado como se merecía.
Mendel descubrió los genes, pero no los llamó así, sino "elementos" o "factores": se trata, en cualquier caso, de los responsables de la herencia. El desciframiento de los códigos genéticos en los últimos años ha llevado a rechazar la excesivamente simplificadora idea de una correspondencia exacta entre genes y caracteres hereditarios: algunas veces un único carácter depende exclusivamente de un gen, pero en la mayoría de los casos un gen porta varios caracteres o, a la inversa, un carácter depende de varios genes.

En el caso de la reproducción sexual, cada individuo recibe genes de dos células distintas, las que han contribuido a la formación del cigoto. Por lo tanto, los genes se organizan por parejas: si los genes de una pareja contienen el mismo carácter, éste se manifestará necesariamente en el individuo, pero ¿qué ocurre cuando representan caracteres distintos? En este caso, puede ocurrir (no siempre es así) que uno de los dos sea dominante y el otro recesivo, manifestándose sólo el dominante. Ahora bien, el individuo conserva en todas sus células el otro gen, que, en caso de cruzarse con otro individuo que también lo portara, podría manifestarse en su descendencia.
Los biólogos han acuñado los conceptos de genotipo y fenotipo para explicar estos hechos: el fenotipo son los rasgos biológicos heredados tal como se manifiestan, mientras que el genotipo es la carga genética del individuo, que puede manifestarse o no. La probabilidad de que un gen presente en el genotipo aparezca también en el fenotipo depende de su carácter dominante o recesivo.
A principios del siglo XX se descubrió que la información genética se guarda en los cromosomas (en griego, cuerpos coloreados), partes de la célula formadas por cadenas de moléculas de ADN (ácido desoxirribonucleico). Tradicionalmente los genes se han entendido como fragmentos de los cromosomas, formados también por ADN. Aunque el número de cromosomas de cada célula es relativamente escaso (5 en la mosca, 46 en el hombre, 48 en otros simios, 78 en el perro...), la cantidad de genes es mucho más elevada: en el hombre, unos 28.000.
En el hombre, los genes se distribuyen en 23 parejas de cromosomas, de los que sólo la mitad pasan a la descendencia. Esto es así debido al proceso de formación de los gametos (meiosis), ya que estas células sólo reciben un cromosoma de cada par; de esta forma, al unirse con otro gameto del sexo contrario, la célula resultante (cigoto) tendrá de nuevo 23 pares de cromosomas. Así, las combinaciones posibles entre los cromosomas de una misma célula son muy elevadas: es prácticamente imposible que un mismo individuo produzca dos gametos iguales y más todavía que dos pares de gametos procedentes de una misma pareja de padres den lugar a dos cigotos genéticamente idénticos. Salvo los gemelos univitelinos, que proceden del mismo cigoto, todos los hermanos de padre y madre comparten como media el 50% de su carga genética, pero este 50% puede variar mucho, en cuanto a los rasgos concretos, de unos hermanos a otros.
Desde los años 80 del pasado siglo se han producido grandes avances en el campo de la ingeniería genética, con multitud de aplicaciones que van desde la curación de enfermedades hasta la producción de alimentos, y se ha dedicado un enorme esfuerzo (económico e institucional) al desciframiento del código genético. En los primeros años del siglo XXI, tras la publicación del mapa completo del genoma humano (2005), no han cesado los descubrimientos genéticos que no sólo han llevado a identificar genes asociados a capacidades como la inteligencia y a trastornos como el Alzheimer, la esquizofrenia, el alcoholismo, la propensión al suicidio, etc., sino también a la necesidad de redefinir la noción misma de "gen" (no siempre hay que entenderlo como un grupo de bases de ADN perfectamente localizables en el interior del cromosoma).

2. La herencia de los caracteres psicológicos en el hombre
La copia del material genético en los procesos de mitosis y meiosis (sobre todo el último, que da lugar a los gametos) no es una operación 100% libre de errores. De hechos, estos "errores" son, según las más recientes teorías, uno de los principales factores de la evolución biológica. Pero ahora no los vamos a contemplar desde este punto de vista, sino como responsables de enfermedades congénitas en las que no faltan las implicaciones psicológicas. Podemos clasificar los trastornos de base genética en dos grupos: los que son debidos a un fallo en la formación de los gametos y los debidos a la transmisión normal de un gen modificado o mutante.
Las aberraciones cromosómicas causadas por fallos en la formación de los gametos se clasifican en dos grupos: cuantitativos (falta o sobra un cromosoma: monosomías y trisomías, respectivamente) y cualitativas (falta un fragmento de cromosoma o está colocado donde no corresponde: deleciones y traslocaciones, también respectivamente). El síndrome de Turner, o monosomía del cromosoma X, causa mujeres de aspecto y mentalidad infantilizados. Por el contrario, la trisomía XXY (síndrome de Klinefelter) causa varones con los rasgos masculinos escasamente desarrollados, mientras que, por el contrario, se desarrollan caracteres sexuales secundarios propios de la mujer. Más conocida es la trisomía del par 21 o síndrome de Down, causante de retraso mental, además de unos rasgos físicos reconocibles. En cuanto a las deleciones y traslocaciones, la gravedad de las mismas dependerá de la relevancia del material genético perdido o deteriorado: por ejemplo, el síndrome del maullido de gato (deleción del cromosoma 5) produce retraso mental, cabeza pequeña, una forma característica de llorar (como el maullido de un gato) y muerte prematura.
Otros trastornos se deben a la transmisión de un gen mutante, es decir, un gen que presenta una forma diferente a la normal, que, estando ya presente en el genotipo de al menos uno de los progenitores, ha podido manifestarse o no en su fenotipo. Ser portador de un gen patógeno dominante no implica necesariamente que se manifieste la enfermedad degenerativa conocida como corea de Huntington, que sólo dan la cara en etapas avanzadas de la vida, hacia los treinta o cuarenta años, cuando el portador ha podido ya tener hijos a los que tal vez, con una probabilidad del 50%, les haya transmitido la enfermedad. La probabilidad de la transmisión disminuye si el gen patógeno es recesivo, pues en tal caso el trastorno sólo aparecería, y con una probalidad del 25%, si ambos progenitores portaran el mismo gen mutante: es el caso de la fenilcetonuria, consistente en una disfunción del metabolismo que, a la largo, y si no se detecta a tiempo y se toman medidas dietéticas oportunas, produce daño cerebral.

   
Por otro lado, dejando aparte las anomalías cromosómicas detectadas, no hay ninguna duda sobre la incidencia de los factores genéticos en caracteres psicológicos como la inteligencia o algunos rasgos de personalidad, así como en trastornos mentales como el autismo, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión.

3. Las investigaciones genéticas en psicología
La genética conductual estudia, desde la perspectiva genética, temas de interés psicológico como la percepción, el aprendizaje, la personalidad o los trastornos mentales. Esta rama de la biología utiliza métodos propios, que a veces sirven únicamente para animales y en ocasiones pueden también aplicarse a seres humanos.
La genética conductual animal utiliza métodos como los estudios de cepas (cruce durante varias generaciones de animales genéticamente cercanos, como hermanos, para crear "cepas" de animales diferenciables genéticamente del resto de la especie) y los estudios de selección (cruce de animales que presentan un mismo rasgo, a fin de determinar si en su descendencia el rasgo aparece con mayor frecuencia). Puede verse que se trata de métodos experimentales , en los que el científico conserva el control sobre la variable independiente (cruces entre individuos genéticamente próximos o con un mismo rasgo).
La genética conductual humana se ve obligada a rechazar métodos de estudio experimentales como los anteriormente citados, pues es moralmente inadmisible y contrario a la libertad individual provocar "cruces" entre personas, aunque sea con fines científicos. Sin embargo, puede suplir esta falta con el uso de otros métodos de tipo correlacional (el científico se limita a buscar correlaciones, sin introducir cambios en grupos de personas ya existentes) como los estudios de parentesco: por ejemplo, si un determinado trastorno como la esquizofrenia responde a causas genéticas, debe esperarse un grado mayor de correlación entre parientes (lo cual es, efectivamente, así). Una clase muy especial de estudios de parentesco son los estudios de gemelos (univitelinos), pues, al contrario que los simples hermanos que comparten como media el 50% de sus genes, los gemelos comparten el 100%.
El problema aparece cuando se piensa que, en condiciones normales, los hermanos y gemelos no sólo comparten los genes, sino también familia y ambiente, con lo que no es fácil separar los genes de otros factores que también pueden ser relevantes. Surge entonces otra forma de investigación: los estudios de adopción, en que se establece lo que ocurre cuando dos niños genéticamente próximos son educados en ambientes diferentes. ¿Podemos determinar así que un rasgo como el alcoholismo es transmisible genéticamente? En este caso, estudiaremos cuatro conjuntos, y en cada uno de ellos incluiremos individuos con: a) padres biológicos alcohólicos y adoptivos abstemios; b) tanto padres biológicos como adoptivos alcohólicos; c) padres biológicos abstemios y adoptivos alcohólicos; d) tanto padres biológicos como adoptivos abstemios. Es lógico suponer, y de hecho así sucede, que las tasas más altas de alcoholismo se darán en el conjunto b) y las más bajas en el d), pero lo sorprendente es comprobar que las tasas de alcoholismo en el conjunto a) superan con bastante diferencia a las del grupo c): es mucho más probable que un individuo sea alcohólico si sus padres biológicos lo son, a que lo sea si lo son sus padres adoptivos. Es evidente que este daro contradice muchos de los presupuestos comúnmente aceptados (por ejemplo, que los niños siempre imitan lo que ven hacer a los adultos), pero también es una prueba contundente de la incidencia del factor genético en la conducta alcohólica.
Los métodos anteriormente mencionados tiene en común el estudio indirecto de la transmisión genética, pero en la actualidad es posible la intervención directa sobre los gametos o embriones a fin de producir individuos genéticamente modificados en los que poder estudiar la aparición o no de cierto rasgo. De momento esto se ha hecho con animales como ratones, en los que agregando un gen se ha conseguido aumentar su capacidad de aprender conductas nuevas, pero no es impensable que en el futuro se realicen intervenciones semejantes en seres humanos. Esta posibilidad plantea muy serios problemas éticos, que se deberían discutir y solucionar.