Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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lunes, 30 de octubre de 2017

El funcionamiento del sistema nervioso

1. Las células nerviosas o neuronas
El sistema nervioso está formado por dos tipos de células: las neuronas y las neuroglias. Aunque cuantitativamente es mayor la masa de neuroglias (un 90% frente a un 10% de neuronas, aproximadamente), desde un punto de vista funcional son mucho más importantes las neuronas: éstas son las verdaderas responsables de la transmisión del impulso nervioso, mientras que las neuroglias se limitan a una función de sostén y mantenimiento de las neuronas.
En una neurona se distinguen, en principio, dos partes: un cuerpo y unas prolongaciones; entre estas últimas podemos distinguir también una claramente más alargada (llamada axón) y el resto de forma similar a los dedos de una mano o a las ramas de un árbol (dendritas). El impulso nervioso, de naturaleza eléctrica, se transmite siempre de la misma forma a lo largo de la neurona: entra por las dendritas, llega al cuerpo y sale por el axón, cuya terminación debe estar lo suficientemente cerca de las dendritas de otra neurona para que continúe el proceso de transmisión.

2. La sinapsis
Se denomina sinapsis a la comunicación entre neurona que posibilita la transmisión del impulso nervioso de una a otra. Todas las neuronas del cuerpo, independientemente de la parte del sistema nervioso a la que pertenezcan, se comunican de la misma forma. Se puede decir que "entienden el mismo lenguaje": impulsos electro-químicos que llegan a la neurona, se desplazan por ella y pasan a la siguiente neurona de acuerdo con la ley del "todo o nada", sí o no; una neurona con una pequeña carga eléctrica negativa (potencial de reposo) es estimulada para que permita la entrada de iones de sodio, con lo que la carga eléctrica se invierte y se transmite de un punto a otro de la neurona hasta descargarse por el axón.
Las neuronas no están directamente conectadas unas con otras. En sentido estricto, el axón de una neurona no está en contacto físico directo con las dendritas de la neurona siguiente: hay una pequeñísima distancia, la hendidura sináptica, en torno a dos cienmilésimas de milímetro, que separa ambas células. El impulso nervioso saltará o no la hendidura sináptica en función de la presencia de unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores, cuya función es posibilitar o inhibir la sinapsis o comunicación interneuronal.


3. Los neurotransmisores
Los neurotransmisores son enzimas, sustancias que catalizan (hacen más rápidas) ciertas reacciones químicas del organismo, almacenadas en unas vesículas que se sitúan al final del axón y que al ser liberadas provocan la excitación de los receptores de las dendritas de la siguiente neurona. Desde los años 20 del siglo XX se han descubierto cientos de sustancias químicas que juegan un papel esencial permitiendo o inhibiendo la transmisión del impulso nervioso en el encéfalo y otras zonas del cuerpo. De muchas de estas sustancias todavía no se conocen bien sus funciones precisas, pero de algunas sí. Enumeramos a continuación las principales:
  • La acetilcolina, además de otras funciones relacionadas con la atención y la memoria, posibilita la contracción de los músculos; si las vesículas situadas en el axón no liberan esta sustancia o si los receptores de las dendritas son bloquedos, tiene lugar una parálisis muscular que lleva a la muerte. La enfermedad de Alzheimer se relaciona también con el mal funcionamiento de las células productoras de acetilcolina.
  • La adrenalina o epinefrina actúa en las situaciones de emergencia activando el sistema nervioso simpático (aumento del ritmo cardiano y la presión sanguínea, dilatación de las pupilas, etc.). Por otra parte, la norepinefrina prolonga esta respuesta en el tiempo. La falta de ambas puede causar algunas formas de depresión.
  • La dopamina se relaciona con procesos como la coordinación de movimientos y la atención, por lo que su falta es común en los llamados niños hiperactivos y también en la enfermedad de Parkinson; por el contrario, la esquizofrenia se relaciona con un exceso de esta sustancia.
  • Las endorfinas son inhibidores del dolor con estructura y función similares a las drogas derivadas del opio (morfina, heroína), pero, a diferencia de éstas, producidas por el propio organismo. Fueron descubiertas en los años 70 por Pert y Snyder al comprobar éstos la existencia en el organismo de receptores para los derivados del opio, que no existirían si no hubiera opiáceos naturales. El efecto adictivo de los opiáceos artificiales se explica porque, al ralentizar éstos la producción de endorfinas, el organismo necesita una cantidad cada vez mayor de sustitutos.
  • La serotonina, conocida como "molécula del estado de ánimo", es responsable del tono emocional; su falta puede traducirse en depresión, ansiedad, agresión y, según algunos autores, obesidad y otros trastornos de la alimentación (comer en exceso como un mecanismo de compensación por los bajos niveles de serotonina).
  • Otros neurotransmisores son el gaba, inhibidor cuya falta se asocia a trastornos de ansiedad y epilepsia; el glutamato, relacionado con la memoria, y la glicina, que inhibe la transmisión de impulsos nerviosos en la médula espinal y tronco encefálico.
4. Plasticidad cerebral
Este concepto puede definirse como la capacidad del cerebro de modificar su propia estructura y funcionamiento en virtud de la experiencia. La prueba clásica de este hecho son los experimentos de Rosenzweig, realizados en los años 80, y que venían a demostrar que ratas criadas en un "ambiente rico" (con más posibilidades de aprender nuevas conductas) desarrollaban cerebros con un número mayor de conexiones sinápticas que otras ratas criadas en un "ambiente pobre". Es decir, los nuevos aprendizajes producían cambios en el cerebro que a su vez facilitaban otros nuevos aprendizajes (proceso conocido como feedback o retroalimentación). 
Procesos similares se han comprobado en el cerebro humano: las personas que se dedican a una profesión que requiere una especial sensibilidad en una parte del cuerpo (por ejemplo, un músico que toca algún instrumento) desarrollan más que el resto el área cerebral asociada a esa parte del cuerpo. Por otra parte, los que por una discapacidad no pueden usar una parte del cerebro para su función habitual la emplean para otros fines: los sordos utilizan la misma área cerebral que sirve normalmente para la audición, para aprender a leer los labios. Asimismo, las lesiones cerebrales, cuyos efectos se han considerado tradicionalmente como irreversibles, son susceptibles de cierto grado de curación debido precisamente a la plasticidad del cerebro: por medio de un entrenamiento adecuado, generalmente largo y costoso, puede conseguirse que áreas distintas del cerebro reemplacen a las dañadas realizando las mismas o similares tareas.
En relación con lo anterior, los últimos años han visto desmentir un error que hasta hace muy poco todos daban por cierto: que la producción de neuronas nuevas se detiene para siempre en los primeros años de vida, de forma que las neuronas que se destruyen no vuelven a recuperarse jamás. La neurogénesis adulta, propuesta como teoría por Joseph Altman en los años 60, fue confirmada experimentalmente en los 90, primero en laboratorio y después en autopsias de personas reales. Desde entonces se investiga la posibilidad de que los cultivos de células madre pueden servir para regenerar las áreas cerebrales dañadas en enfermos de Alzheimer, Parkinson, etc.

5. La investigación del cerebro
¿Cómo llegamos a saber algo sobre el funcionamiento del cerebro? Los métodos de investigación cerebral se han ido perfeccionando con el tiempo y han quedado atrás las épocas en que los estudios de anatomía pasaban por el aprovechamiento de los cadáveres de condenados a muerte o el desenterramiento clandestino de otros cadáveres. Ya en el siglo XIX fueron las autopsias sobre enfermos de afasia las que permitieron a Broca el hallazgo del área cerebral responsable de la expresión lingüística y a Wernicke el del área de la comprensión del lenguaje. Otros descubrimientos se han realizado observando los efectos de lesiones cerebrales producidas accidentalmente o por intervenciones quirúrgicas, como el famoso caso de Phineas Gage o los enfermos de epilepsia callosotomizados estudiados por Roger Sperry. La cirugía cerebral, también fuente de información sobre el cerebro, se practica en personas vivas únicamente por razones médicas, pero la experimentación con animales proporciona también datos aplicables al hombre, aunque de forma sólo aproximada al tratarse el encéfalo humano de una estructura única sin equivalencia exacta en ningún otro cerebro animal.
Todos estos procedimientos han resultado útiles en el pasado y aún lo son en el presente, pero también podemos preguntarnos cómo pueden estudiarse encéfalos vivos y funcionando. Podemos clasificar los métodos actualmente disponibles en varios grupos:

 1  - Registro de la actividad eléctrica, por medio de microelectrodos (registran la actividad de neuronas individuales) o macroelectrodos, que registran la actividad en distintas zonas del cráneo. A este sistema se le conoce como electroencefalograma (EEG).
 2  - Imágenes estructurales, "mapas del cerebro" obtenidos mediante técnicas como el escáner o TAC, siglas de Tomografía Axial Computerizada, en que el ordenador reconstruye una imagen tridimensional a partir de radiografías tomadas desde distintos ángulos, y la imagen por resonancia magnética, consistente en la creación de un campo magnético alrededor del cráneo al que los átomos de hidrógeno responden con señales que permiten obtener una imagen del cerebro.
 3  - Imágenes funcionales, a partir de técnicas similares pero dirigidas a obtener datos sobre la actividad cerebral durante la realización de ciertas tareas o respondiendo a ciertos estímulos. Las más importantes son la Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) y la Tomografía Computerizada por Emisión de Fotón Único (TCEFU), consistentes en inyectar una sustancia radiactiva capar de interaccionar con los átomos de las zonas activas. La resonancia magnética funcional sirve para detectar el movimiento de la sangre en el encéfalo, indicador de las áreas cerebrales más activas al necesitar mayores aportes de glucosa; esta técnica se ha utilizado para medir las diferencias entre cerebros de niños con y sin déficit de atención.

6.Sobre cerebros lesionados útiles a la ciencia
En el verano de 1848, un hombre de veinticinco años llamado Phineas Gage trabajaba como capataz de construcción. Por efecto de una explosión, una barra de hierro salió despedida, alcanzó a Gage en la mejilla izquierda y le atravesó el cráneo saliendo por la parte superior de la cabeza. Contra lo que todos esperaban, Gage no murió ni tampoco pareció sufrir, en ese momento, graves daños. Sin embargo, con el tiempo se hizo evidente que Gage cambió radicalmente su personalidad: dejó de ser el hombre amable, educado y responsable que era antes del accidente y se volvió "impredecible, irreverente, dado a las expresiones más groseras..., manifestaba poco o ningún respeto hacia su prójimo..., mostraba, junto a una porfiada obstinación, una conducta caprichosa y vacilante...", según palabras de su médico, el doctor Harlow. Fue incapaz de conservar ningún trabajo. Tras probar suerte en un circo, murió, pobre y alcohólico, en 1861.
El daño sufrido por Gage no afectó a todo el cerebro, sino únicamente a la corteza prefrontal. Los centros del lenguaje y cognición quedaron intactos, pero otras capacidades consideradas "espirituales" como la empatía, el control de impulsos o los valores morales sí fueron seriamente afectadas. Quedaban así al descubierto algunas funciones del área dañada hasta entonces desconocidas e insospechadas.
Aproximadamente al mismo tiempo, el doctor Broca descubría el daño cerebral en las autopsias de enfermos de afasia expresiva: el lugar donde se localizaba dicho daño, en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo, se llamó desde entonces área de Broca; unos años después, Wernicke describió una nueva forma de afasia, la afasia comprensiva, para la cual el centro dañado (el área de Wernicke) se situaba en el lóbulo temporal.
En los primeros años del siglo XX, autores como Goldstein investigaron las causas del llamado "síndrome de la mano extraña", consistente en que la mano no controlada por el hemisferio dominante (generalmente la izquierda) realiza movimientos involuntarios, muchas veces contrarios a la intención consciente del sujeto y a los movimientos de la otra mano. Las autopsias en pacientes con este síndrome revelaron tumores en el cuerpo calloso.
Ya en los años 60, el doctor Roger Sperry, Premio Nobel de Medicina en 1981, profundizó en la desconexión entre los hemisferios cerebrales, tomando como sujetos a pacientes callosotomizados (generalmente enfermos de epilepsia a los que, para reducir los síntomas de esta enfermedad, se les había seccionado el cuerpo calloso). Utilizando "quimeras", es decir, imágenes formadas con dos mitades de objetos diferentes, comprobó que, para cada imagen, el paciente "nombraba" un objeto (el que correspondía a la mitad derecha) y "agarraba" con la mano izquierda otro objeto distinto, el correspondiente a la mitad izquierda, ya que:
1) Las imágenes son recibidas por el hemisferio opuesto a su posición espacial.
2) El lenguaje es controlado por el hemisferio izquierdo.
3) Independientemente, el hemisferio derecho controla el movimiento de la mano izquierda.
Dicho de otra manera, el paciente actuaba como si tuviera no uno, sino dos cerebros distintos y cada uno de ellos gestionara diferentes tipos de conducta.
En los años 40 y 5o del siglo XX, el neurocirujano Wilder Penfield se dio a conocer por sus operaciones a cráneo abierto con el paciente despierto; en ellas estimulaba con una pequeña corriente eléctrica puntos de la corteza cerebral y preguntaba al paciente qué sensación experimentaba. A partir de los datos obtenidos, Penfield elaboró un "mapa de la corteza cerebral" donde en cada área se representaban las diferentes modalidades sensoriales que recibía; mapa que, a su vez, sirvió como base al famoso homúnculo de Penfield, representación del cuerpo humano en que a las distintas partes del mismo se asignan tamaños proporcionales a la superficie cerebral que dirige sus acciones (corteza motora) o recibe sus sensaciones (corteza sensorial).
El prestigio de Penfield como investigador cerebral motivó que fuera consultado por el doctor Scoville acerca de su paciente, Henry Molaison (más conocido como H.M.): éste, tras una operación realizada en 1953, se volvió incapaz de producir nuevos recuerdos aunque conservaba los antiguos. El caso H.M. fue estudiado por la doctora Brenda Milner y, hasta su muerte en 2008, Molaison fue el ejemplo más claro de lo que se llamó síndrome de Milner, una forma de amnesia profunda asociada a daños en el hipocampo y que sólo afecta a los aprendizajes posteriores a la lesión.
Aunque la investigación sobre cerebros lesionados o muertos ha ido perdiendo su importancia, desplazada por otros métodos de estudio del cerebro, todavía en fechas recientes sigue aportando descubrimientos como la realidad de la neurogénesis en cerebros adultos, antes sólo comprobada en condiciones artificiales de laboratorio (Peter Eriksson, 1998), o las diferencias en el hipotálamo entre varones homosexuales y heterosexuales (Simon LeVay, 1991), realizados a partir de las autopsias en enfermos de cáncer y sida, respectivamente. 

domingo, 22 de octubre de 2017

La persona y su entorno

1. La relación con el entorno
Todo lo que nos rodea está continuamente influyendo en la valoración que hacemos de las cosas, en la asignación de roles, el concepto de justicia y la forma de resolver los conflictos.
Además del entorno afectivo, son espacios de adquisición de valores:
  • La escuela, el trabajo y otros espacios públicos de convivencia: La escuela constituye el primer espacio público común en el que se confrontan los valores adquiridos en la familia. Ésta debe proporcionar a los jóvenes la posibilidad de reforzar valores adquiridos y adquirir otros nuevos, así como normas básicas de convivencia.
  • Los medios de comunicación de masas y la publicidad: La prensa y, en especial, la televisión transmiten ideales de conducta y pautas de comportamiento. En este sentido, hay que destacar la importancia de los llamados "personajes de influencia", entre los que cabe citar deportistas, artistas, escritores, etc., que se convierten en modelos de referencia a imitar.

2. La solidaridad, un compromiso con los demás
La vida en comunidad nos obliga a ser responsables y a asumir que nuestras decisiones afectan a los demás positiva y negativamente. En la medida en que reconocemos que algunas personas sufren, tienen problemas y experimentan dificultades, desarrollamos el sentimiento de la solidaridad, que puede ejercerse de varias maneras. Dos ejemplos son:
  • Las ONG (Organizaciones No Gubernamentales): Se caracterizan por su independencia de los gobiernos. En ellas colaboran de forma voluntaria personas que comparten el mismo objetivo solidario: la defensa del medio ambiente, la ayuda a los "sin techo", a los presos de conciencia, la lucha por la libertad de información, por el acceso a la salud y medicinas, a la educación, etc.
  • La participación ciudadana: Consiste en colaborar en asuntos de carácter público qe tienen por objetivo un mejor funcionamiento de la comunidad y la sociedad en la que vivimos. Las asociaciones de vecinos, los partidos políticos, los sindicatos y otras asociaciones de diverso carácter permiten que nuestras opiniones sean tenidas en cuenta.
El concepto de solidaridad es un concepto bajo cuyo dominio resulta demasiado borroso. Cuando intuitivamente nos referimos a la solidaridad, estamos aludiendo a cierta preocupación de los unos por la suerte de los otros, especialmente de los más necesitados, los peor situados o los que están en apuros. De ahí que se lo relacione con la filantropía, la caridad, el altruismo, la fraternidad. Por lo común, el término ha evocado el socorro más que la ayuda, la acción de los particulares más que la de las instituciones públicas, el ámbito de la sociedad civil más que el del Estado.
Ramón Vargas-Machuca, Solidaridad

sábado, 14 de octubre de 2017

La arquitectura del sistema nervioso en el hombre

Conocer la historia evolutiva del sistema nervioso humano puede servirnos para entender algunas de sus características estructurales. Por ejemplo, estamos habituados a hablar de "cerebro" en singular, pero enseguida veremos que el cerebro humano consta de dos hemisferios que funcionan de forma independiente, aunque se coordinan a través del cuerpo calloso (por lo que las personas que tienen dañada esta parte se puede decir que actúan como si tuvieran dos cerebros distintos). La primera forma de cerebro, en los gusanos planos, es un ensanchamiento de dos ganglios en la cabeza, y este "cerebro dual" va a conservarse en las etapas posteriores, incluido el hombre. También la presencia de ganglios y anillos en los invertebrados queda reflejada, respectivamente, en las formas ganglionares del sistema autónomo y la disposición por alturas o niveles de todo el sistema periférico. La disposición cuerda dorsal-cerebro, que ha aparece en el amphioxus, se conserva en todos los vertebrados, así como la división del cerebro en cerebro posterior, cerebro medio y cerebro anterior, con la peculiaridad de que este último, en los mamíferos superiores y sobre todo en el hombre, crece espectacularmente envolviendo el cerebro posterior y medio, que continúan realizando sus funciones específicas en un nivel de organización que algunos han llamado "cerebro reptiliano". Conviene que, al comenzar el estudio de las estructuras cerebrales propiamente humanas, conservemos el recuerdo de su historia: cómo, a lo largo de muchos siglos, se han ido formando hasta llegar a ser lo que son ahora, pero sin dejar nunca de ser totalmente lo que han sido antes.

1. El sistema nervioso y sus divisiones
El sistema nervioso humano está formado por miles de millones de células (neuronas) cuyas uniones o sinapsis permiten la transmisión de mensajes por todo el organismo; además de las neuronas, el sistema nervioso contiene otras células llamadas neuroglias cuyas funciones son, entre otras, aislar, proteger, sostener, guiar, nutrir y, a veces, reparar las neuronas.
La principal división se da entre sistema nervioso central (en adelante, SNC) y sistema nervioso periférico (en adelante, SNP). El SNC es una cuerda o haz de nervios que recorre la espalda (médula espinal) y se ensancha en un extremo, formando el encéfalo. El SNP pone en relación el SNC con el resto del cuerpo, y está formado por dos subsistemas: el sistema nervioso somático (nervios craneales y espinales, que unen el SNC con los músculos estriados) y el sistema nervioso autónomo (relaciona el SNC con las glándulas y los músculos lisos), este último con otras dos divisiones: la simpática, que activa ciertas funciones, y la parasimpática, que inhibe esas mismas funciones.

2. ¿Cerebro = Encéfalo?
Hay que advertir que la diferencia entre cerebro y encéfalo no está ni mucho menos clara y varía de unos autores a otros y de unos a otros países. Aquí hemos tomado ambos términos como sinónimos. En el caso de no hacerse así, se considera al encéfalo dividido en tres regiones superpuestas una sobre otra (de abajo arriba: rombencéfalo, mesencéfalo y prosencéfalo) y se reserva el nombre de "cerebro" a la región más superficial o prosencéfalo. Otras veces las tres regiones anteriormente citadas se llaman "cerebro posterior", "cerebro medio" y "cerebro anterior", respectivamente.

    
3. Sistema nervioso central


3.1. La médula espinal
Es una estructura semejante a un cordón que recorre la espalda de arriba abajo. Realiza una doble función:
  • Actúa como intermediaria entre el cerebro y las distintas partes del cuerpo, tanto músculos y glándulas como receptores sensoriales situados en el tronco y extremidades.
  • Coordina los actos reflejos más simples, como flexionar la pierna tras un golpe en la rodilla.
3.2. El encéfalo
Llamaremos "cerebro" o "encéfalo", indistintamente, a la masa nerviosa situada dentro de la cavidad craneal. Desde una perspectiva evolucionista, podemos entenderlo como tres capas superpuestas que corresponden a distintos momentos de la historia evolutiva:
  • El núcleo central primitivo, también conocido como "cerebro reptiliano".
  • El sistema límbico, evolutivamente posterior y sólo desarrollado completamente en los mamíferos.
  • La corteza cerebral o córtex, a cargo de los procesos mentales superiores.
  El núcleo central (cerebro reptiliano) 
En ente primer nivel, el más primitivo y común a todos los vertebrados, podemos encontrar las siguientes estructuras:
 a)  El tronco cerebral, prolongación de la médula espinal y unión de ésta con el cerebro. Destaca el bulbo raquídeo, también conocido como médula oblonga, que controla la respiración y el ritmo cardiaco. Es el punto donde los nervios que proceden de la parte izquierda del cuerpo cruzan hacia la parte derecha del cerebro, y viceversa. Sobre el bulbo se encuentra el puente de Varolio o protuberancia anular, que conecta el bulbo y la médula con el el cerebelo y los hemisferios cerebrales, además de intervenir en la regulación de los estados de sueño y vigilia. En el tronco cerebral suele incluirse también el cerebro medio o mesencéfalo, zona situada sobre el cerebelo en la que se realizan algunas funciones relacionadas con la visión, la audición y el registro del dolor.
 b)  El cerebelo ("pequeño cerebro"), en la parte inferior-posterior del encéfalo. Su función es la coordinación de movimientos y el equilibrio, aunque también interviene en la memoria y el aprendizaje.
 c)  El diencéfalo, situado entre los dos hemisferios cerebrales, por debajo del cerebro. Está compuesto por una doble estructura en forma de huevo llamada tálamo, que recibe y filtra los impulsos sensoriales (excepto los procedentes del olfato) antes de reenviarlos a la corteza cerebral, bajo la cual se halla el hipotálamo, que regula los impulsos sexuales, el hambre, la sed y la temperatura corporal, aparte de jugar un importante papel en la motivación (ira, temor, placer). El hipotálamo termina en un pequeño apéndice, la hipófisis (glándula maestra que regula la actividad endocrina de todo el organismo), y se comunica en su parte trasera con la glándula pineal o epífisis, a la que Descartes adjudicó la función de comunicar el cuerpo con el alma.

 El sistema límbico (cerebro emocional)   
El sistema límbico, llamado así por su localización en el "limbo" o límite entre el núcleo primitivo y los hemisferios cerebrales, es un conjunto de estructuras en forma de doble anillo que se asocian a respuestas emocionales vinculadas fundamentalmente a experiencias de placer y dolor, miedo e ira, y al recuerdo de dichas experiencias. De su aparición en la historia evolutiva parece dedudirse su función biológica: los animales que únicamente poseen un sistema límbico rudimentario (peces, reptiles) emiten respuestas instintivas automáticas, mientras que los que lo tienen totalmente desarrollado (mamíferos) son más flexibles al adaptarse a distintos ambientes. Este sistema capacita, por tanto, al organismo para suprimir o modificar conductas instintivas.

Entre los centros del sistema límbico destacan:
 a)  El hipocampo, estructura fundamental para transferir los datos de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo y, por tanto, para la formación de nuevos recuerdos (un animal con el hipocampo dañado conserva aprendizajes anteriores a la lesión, pero no es capaz de conservar los nuevos aprendizajes).

 b)  La amígdala cerebral, con forma de doble almendra y que juega un papel fundamental en la activación de respuestas emocionales y en los procesos de memoria-aprendizaje. Se ha comprobado que algunas personas con la amígdala dañada son capaces de identificar rostros, pero no de reconocer las expresiones faciales. Anteriormente otros experimentos sirvieron para comprobar el papel de la amígdala en la gestión de refuerzos emocionales. En 1996, LeDoux descubrió la llamada vía secundaria (o corta) para el procesamiento de la emoción a cargo de la amígdala sin mediación de la corteza cerebral: en ese caso, el organismo emite la respuesta sin que la corteza haya registrado todavía la información, lo cual produce peligrosas situaciones que algunos autores llaman de secuestro emocional (una persona reacciona rápidamente ante un hecho sin tener una idea clara de lo que está haciendo).
 c)  También pertenece al sistema límbico el giro cingulado, que rodea el cuerpo calloso. Este último separa los dos hemisferios cerebrales y, en caso de estar dañado, provoca la descoordinación entre ambos, que funcionan como si fueran dos cerebros distintos.

 Corteza cerebral 
El cerebro propiamente dicho (los dos hemisferios cerebrales) se encuentra formado en sus 3/4 partes por una capa de unos 4 mm de espesor (la corteza o córtex). Está compuesta de materia gris, esto es, células no mielinizadas (la mielina es una sustancia con la que se forma una vaina que recubre los axones de las neuronas facilitando la transmisión del impulso nervioso). Su aparición en la historia evolutiva es muy tardía: los peces carecen de ella, los reptiles y las aves la tienen muy rudimentaria, y en los mamíferos inferiores es pequeña y casi lisa. El crecimiento del tamaño de la corteza no se traduce en un mayor volumen, que daría lugar a enormes cabezas, sino en la abudancia de pliegues. En consecuencia, la corteza cerebral humana presenta un aspecto de nuez muy arrugada.
En cada uno de los hemisferios la corteza se divide en cuatro lóbulos: frontal, occipital, parietal y temporal. Dos grandes surcos o cisuras sirven para separar los lóbulos: la cisura de Rolando (vertical) y la cisura de Silvio (horizontal). Cada uno de los cuatro lóbulos realiza funciones diferentes:
  • El lóbulo occipital, en la nuca, recibe la información visual. 
  • El lóbulo temporal, situado aproximadamente a la altura de las sienes, se asocia a funciones como el reconocimiento de rostros, la información auditiva, la comprensión del lenguaje (área de Wernicke) y la memoria, además de intervenir en la regulación de emociones como la ansiedad y la ira. 
  • El lóbulo parietal, situado por encima del temporal y el occipital, recibe información sensorial de todo el cuerpo (piel, músculos, vísceras y papilas gustativas), además de intervenir en habilidades espaciales como seguir un mapa o señalar una ubicación. Recibe también el nombre de corteza somatosensorial. 
  • El lóbulo frontal, situado detrás de la frrente, controla las acciones voluntarias (corteza motora) y se encarga de tareas complejas como la solución de problemas, la toma de decisiones, el habla (área de Broca) y el control de las emociones. Se llama corteza prefrontal a la zona que queda aproximadamente detrás de las cejas.
Además de estos cuatro lóbulos, aproximadamente iguales en ambos hemisferios, se ha estudiado también el tema de la especialización hemisférica. Por un lado, cada hemisferio se ocupa de coordinar la actividad de la mitad opuesta del cuerpo, es decir, el hemisferio izquierdo coordina la actividad del lado derecho y el hemisferio derecho la del lado izquierdo. Pero además, con el tiempo, cada uno de los hemisferios se especializa en un tipo de funciones: el izquierdo se ocupa de las habilidades lingüísticas, numéricas y lógicas, mientras que el derecho se relaciona con la habilidad artística, la percepción espacial y la imaginación. Sin embargo, aun tratándose de un dato cierto, conviene no exagerar el alcance de esta especialización hemisférica: en condiciones normales, cada hemisferio actúa de forma coordinada con el otro, y, en todo caso, las diferencias entre hemisferios no son iguales en todos los seres humanos (por lo general, son mayores en los varones que en las mujeres, y mayores también en las personas que desempeñan casi exclusivamente tareas intelectuales); además, no hay que olvidar que una propiedad como la plasticidad cerebral puede afectar también a esta especialización.

4. Sistema nervioso periférico
Está formado por todos los nervios y centros nerviosos situados fuera de las cavidades craneal y espinal. Podemos distinguir dos sistemas:
 1.  El sistema periférico somático, relacionado con las acciones voluntarias y compuesto por nervios sensoriales (envían información al cerebro) y motores (transmiten órdenes del cerebro a los músculos).
 2.  El sistema nervioso autónomo, que se encarga de los actos involuntarios como latidos cardiacos, dilatación de las pupilas, etc. Se divide a su vez en simpático (dos cadenas nerviosas a ambos lados de la columna verebral, con unos ensanchamientos o ganglios) y parasimpático (ramas nerviosas procedentes del encéfalo). Sus funciones son complementarias: mientras el sistema simpático prepara el organismo para acciones intensas, el parasimpático se ocupa de la recuperación del organismo tras una situación o actividad excepciona.