Nuestra razón está perfectamente capacitada para captar y comunicar la belleza de la Naturaleza y la belleza del arte. Además, la dimensión estética es esencial a la naturaleza humana. Ahora bien, para que pueda desarrollarse en toda su amplitud, es preciso un cultivo del gusto, esto es, un período de maduración de la "conciencia estética" a través del aprendizaje, del mismo modo que también hace falta un período de estudio y maduración para entender de ciencia y de moral.
Estamos de acuerdo con Savoy Uriburu, cuando dice que "si no se desarrolla de modo satisfactorio la capacidad estética, no puede darse una formación plena integral de la personalidad, porque una de sus dimensiones esenciales no se habría desarrollado". El desarrollo de la dimensión estética del ser humano contribuye a su "humanización" y ello sucede no sólo cuando el ser humano es meramente contemplador de objetos estéticos, sino también cuando es creador de aquéllos. Además, la educación estética es fuente de la sociabilidad humana. Como dice Kant: "Por sí solo, un hombre abandonado en una isla desierta ni adornaría su cabaña ni su persona, ni buscaría flores ni menos las plantaría para adornarse con ellas; sólo en sociedad se le ocurre, no sólo ser hombre, sino a su manera ser un hombre fino".
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