sábado, 11 de junio de 2016

Pensar la técnica

Los pensadores de todas las épocas han analizado esta actividad humana, sus implicaciones y su significado para la vida. En las épocas más antiguas se concebía la técnica como algo productivo ajeno al pensamiento, con un interés meramente modificador y adaptador del entorno. En el Renacimiento, con el avance espectacular de las ciencias, se cambió la concepción para empezar a pensar la técnica como una capacidad transformadora que permitía no sólo el conocimiento del mundo, sino su dominación. Esta idea se mantuvo hasta el Romanticismo, en el que fue concebida como algo peligroso y desasosegante. Esta concepción ha tenido una repercusión en la visión actual, en la que la técnica, por una parte, nos permite hacer un mundo "a nuestra medida" y, por otra, promueve una cierta deshumanización.

Sin la técnica el hombre no existiría
La técnica es la reforma que el hombre impone a la naturaleza en vista a la satisfacción de sus necesidades. Éstas eran imposiciones de la naturaleza al hombre. El hombre responde imponiendo a su vez un cambio a la naturaleza. Es, pues, la reacción enérgica contra la naturaleza o circunstancia, que lleva a crear entre éstas y el hombre una nueva naturaleza puesta sobre aquélla, una sobrenaturaleza. El hombre es hombre porque para él existir significa, desde luego y siempre, bienestar; por eso es "a nativitate" técnico, creador de lo superfluo. Hombre, técnica y sociedad son, en última instancia, sinónimos.
J. Ortega y Gasset, Meditación de la técnica (adaptado)

Todo funciona
Todo funciona. Esto es lo inquietante, que esto funcione, y que el funcionamiento exija siempre un nuevos funcionamiento, y que la técnica separe siempre al hombre más de la tierra, lo desarraigue. No sé si esto les aterroriza; a mí, en cambio, me ha llenado de pavor ver ahora las fotografía de la Luna sobre la Tierra. No tenemos la necesidad de la bomba atómica; el desarraigo del hombre está ya ahí. No dependemos más que de condiciones puramente técnicas. No es más una tierra sobre la cual el hombre vive hoy. Recientemente tuve una larga conversación en Provenza con René Char, el poeta y el combatiente de la resistencia, como ustedes saben. En Provenza se instalan en este momento bases de misiles y el país está convulsionado de manera inimaginable. El poeta, a quien no se puede sospechar, por cierto, de sentimentalismo ni de querer celebrar un idilio, me decía que el desarraigo del hombre que tiene lugar aquí abajo significa el fin, si todavía alguna vez el pensamiento y la poesía no se elevan al poder sin violencia que es el que le corresponde. El hombre sufre el control, la exigencia y el orden de una potencia que se manifiesta en la esencia de la técnica y que él mismo no domina. La filosofía desconoce lo que deviene.
M. Heidegger, Reportaje póstumo sobre su rectorado de 1933, la política y la técnica (adaptado)

¿Para qué la técnica?
La técnica existe como un elemento de la cultura humana que promueve el bien o el mal según los grupos que la explotan programen el bien o el mal. La máquina misma no tiene exigencias ni fines: es el espíritu humano el que tiene exigencias y establece las finalidades. Para reconquistar la máquina y someterla a los fines humanos, primero hay que entenderla y asimilarla. ¿De qué sirve conquistar la naturaleza si nos convertimos en presa de la naturaleza bajo la forma de hombres sin freno? ¿De qué sirve equiparar a la humanidad con fuerzas poderosas para moverse, construir y comunicar si el resultado final de esta acumulación de alimentos y esta excelente organización ha de entronizar los morbosos impulsos de una humanidad frustrada?
L. Mumford, Técnica y civilización (adaptado) 

Técnica y naturaleza unidas 
Ya es hora de que nuestro actual y total compromiso con la máquina, que surge mayoritariamente de nuestra interpretación unilateral del temprano desarrollo técnico del hombre, sea sustituido por un cuadro más completo de la naturaleza humana y del medio técnico a la vez, ya que ambos han evolucionado a la par.
L. Mumford, La técnica y la naturaleza del hombre
 
Antropología y ética de la técnica
Numerosos pensadores se preguntan hoy cómo construir una ética en la era de la técnica, cuando la razón científico-técnica parece haberse adueñado de todo arrebatando su lugar a la razón moral, y algunos defensores del ecologismo se inquietan ante este triunfo de la razón científico-técnica y propugnan el regreso a formas de vida premodernas.
Sin embargo, a mi modo de ver, el avance técnico no sólo es irreversible -pensar contra él es descabellado-, sino que el hombre es constitutivamente técnico. Por eso proyectar hoy humanizadoramente al hombre exige conprenderle desde su capacidad técnica en una antropología de la técnica e invitarle a hacerse responsable de ella desde una ética de la técnica.
J. Conill, El enigma del animal fantástico

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