sábado, 17 de febrero de 2018

La memoria

En un sentido muy general, memoria es la capacidad de almacenar y recuperar información, pero este sentido general abarca muchos sentidos particulares: ¿hablamos de lo mismo cuando recordamos el camino a casa, cuando memorizamos unos apuntes, cuando aprendemos a montar en bicicleta o cuando una canción nos despierta unos sentimientos? La neurociencia ha descubierto que, en todas estas situaciones, se activan áreas cerebrales distintas, lo que parece un argumento para hablar de capacidades diferentes y no de una única entidad singular a la que llamamos "memoria".
A partir de los años 50, fue desvaneciéndose el concepto unitario de "memoria" y sustituido por otra comprensión de la misma como una serie de sistemas, cada uno de los cuales posee finalidades y localizaciones diferentes (cerebelo, hipocampo, amígdala, lóbulos temporal y frontal, etc.). Trataremos de ofrecer a continuación una idea aproximada de los diferentes tipos de memoria.

1. Tipos de memoria
Podemos fechar con bastante precisión el inicio del estudio científico de la memoria: el trabajo de Hermann Ebbinghaus publicado en 1885, donde, basándose en trabajos de laboratorio, este autor exponía una serie de principios y leyes sobre el funcionamiento de la memoria y las causas del olvido. Apenas cinco años después, en 1890, William James distinguió entre memoria primaria y memoria secundaria, claro antecedente de lo que hoy llamamos "memoria a corto plazo" y "memoria a largo plazo".
Fue el esquema propuesto por los psicólogos norteamericanos Atkinson y Shiffrin, en 1968, el que habría de hacerse clásico imponiendo su nomenclatura. Hoy en día, los psicólogos suelen dividir la memoria en tres sistemas: memoria sensorial, memoria a corto plazo (MCP) y memoria a largo plazo (MLP). No obstante, el último de los tres incluye capacidades muy diferentes, por lo que su comprensión como un sistema unitario también ha sido cuestionada.

 La memoria sensorial  
Esta memoria es de carácter casi automático: registra las sensaciones y permite explorar las características de la información que llega a nosotros. El tipo de información que se almacena en esta memoria es muy elemental. Este almacenamiento se lleva a cabo en dos fases: una primera, que consiste en el registro del estímulo por los sentidos; y una segunda, donde se mantiene brevísamente la huella dejada por el estímulo, permitiendo la intervención de la memoria a largo plazo para reconocer, por experiencias previas, los rasgos de ese estímulo.
Los especialistas creen que la memoria sensorial no es única, sino que existe al menos un tipo especial de ella para cada uno de los cinco sentidos clásicos. Así se habla de memoria visual o icónica, auditiva o ecoica, olfativa, gustativa y táctil.


 Memoria a corto plazo (MCP) 
Parte de la información captada por la memoria sensorial pasa a un segundo sistema: la memoria a corto plazo. Aquí se produce ya una elaboración más compleja de los datos sensoriales, en la que intervienen diferentes estructuras cognitivas. Concretamente, la MCP procesa los datos que se utilizan conscientemente para responder a los problemas de nuestro presente inmediato.
Dos características definen básicamente a la MCP: la limitación de su capacidad de almacenamiento y la brevedad de su retención. Numerosos estudios han demostrado que la capacidad máxima del recuerdo inmediato se calcula estadísticamente en 7 unidades de información no significativas (es decir, letras o números que no posean sentido para nosotros). El período de retención de este tipo de memoria oscila entre 15 y 30 segundos.
La relación que se establece entre MCP y MLP es bidireccional: parte de la información elaborada por la MCP pasa a la MLP para ser almacenada allí con carácter indefinido. Al mismo tiempo, cuando necesitamos recuperar información del pasado, ésta se transvasa en el sentido inverso. De esa forma, podemos utilizar los recuerdos y los aprendizajes en nuestro presente inmediato.

 Memoria a largo plazo (MLP)   
En ella se guardan las percepciones, los sentimientos y las acciones del pasado. Su capacidad de almacenamiento es prácticamente ilimitada. Sin embargo, esa información almacenada no siempre es accesible; a veces, no somos capaces de recordar, pero eso no significa que dicha información se haya borrado, sino que no puede actualizarse a causa de algunas inhibiciones o porque no se han ejecutado correctamente las claves para su recuperación. Eso explicaría que muchas personas recuerden de repente sucesos remotísimos que parecían totalmente olvidados, algunos de ellos sucedidos en la niñez más lejana.
Como hemos dicho anteriormente, la información se transvasa desde la MCP hasta la MLP, donde se procede a su estructuración y almacenamiento definitivo. Ésta es la función esencial de la MLP, puesto que cuanto mejor y más estructurada se encuentre la información, más fácil será su recuperación consciente.

Algunos especialistas han señalado que el funcionamiento de la MLP implica la existencia de varias partes diferenciadas. La distinción más conocida es la que estableció Tulving en 1985. Para este autor, la MLP se divide en:
  • Memoria episódica: Es una memoria esencialmente descriptiva, que se refiere a los acontecimientos que tienen un significado personal para el sujeto (la canción escuchada en una fiesta, la forma de hablar de un profesor, el color de un vestido, etc.).
  • Memoria semántica: Como un diccionario o enciclopedia, está llena de información general acerca del mundo, el lenguaje, historia, política, ciencia, principios lógico-matemáticos, etc. Una forma espacial de memoria semántica es la memoria espacial, localizable en el hipocampo: un ejemplo de plasticidad cerebral es el mayor desarrollo del hipocampo en quienes desarrollan una profesión relacionada con la capacidad espacial, como ha demostrado un estudio reciente realizado entre los taxistas londinenses.
Posteriormente, se han añadido otras divisiones en la MLP, como es la memoria emocional y la memoria procedimental. La primera incluye las respuestas emocionales aprendidas (amores y odios, miedos, sentimientos de aprobación o disgusto, etc.) y su localización cerebral es la amígdala. La memoria procedimental es el conjunto de habilidades que uno ha aprendido a ejecutar: se relaciona sobre todo con el cerebelo, pero también con la corteza motora.
En relación con esta división, aparece otra entre memoria implícita (emocional) y memoria explícita o declarativa (semántica y episódica). La diferencia entre ambas es que en el segundo caso los conocimientos se expresan en palabras, por lo que podemos "declarar" (decir con palabras) lo que sabemos, mientras que la memoria implícita se refiere a cosas que no se pueden describir fácilmente o de las que ni siquiera somos enteramente conscientes.

2. Localizaciones cerebrales
Ahora estamos en condiciones de presentar un gráfico más o menos completo de las divisiones más importantes de la memoria, indicando en cada una de ellas su localización cerebral más significativa, que no excluye el funcionamiento simultáneo de otros centros cerebrales.
 1)  La memoria sensorial se localiza en las distintas áreas cerebrales receptoras de sensaciones: el lóbulo occipital para sensaciones visuales, parietal para las sensaciones de gusto, olfato y tacto, y temporal para sensaciones auditivas.
 2)  La MCP se relaciona con el córtex prefrontal.
 3)  En cuanto a la MLP podemos señalar diferentes localizaciones:
  • Para la memoria explícita o declarativa (episódica y semántica), el lóbulo frontal, aunque hay que señalar también el papel del hipocampo en la memoria espacial.
  • Para la memoria procedimental, el cerebelo y la corteza motora (lóbulo frontal).
  • Para la memoria emocional, el sistema límbico, especialmente la amígdala.
No podemos olvidar el papel del hipocampo y el lóbulo temporal en la transferencia de datos de la MCP a la MLP.

3. Los experimentos de Lashley
El psicólogo conductista americano Karl Lashley realizó unos experimentos con ratas en los que, después de que éstas aprendieran ciertas conductas, les extirpaba diferentes partes del córtex. Lashley observó que, como consecuencia de estas extirpaciones, la memoria de las ratas disminuía, pero no desaparecía totalmente; y esto ocurría así independientemente de cuál fuera la zona del córtex extirpada. La conclusión de Lashley fue que los recuerdos pueden almacenarse a la vez en varias zonas del cerebro, por lo que la desaparición de una de ellas no significa la anulación total de la memoria.

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