¿Existe la inteligencia animal? La respuesta a esta pregunta depende de la definición de "inteligencia" que se considere. Debemos distinguir pues varios niveles dentro de lo que habitualmente entendemos como "inteligencia animal".
1. Solución de problemas de adaptación al medio
La etología ha estudiado gran cantidad de comportamientos con valor supervivencial, pero generalmente se trata de conductas innatas (no aprendidas), específicas (no propias del individuo) y, sobre todo, rígidas (no modificables ni adaptables a condiciones diferentes), por lo que difícilmente se ajustan a las características propias de alguien inteligente. Un ejemplo de estas conductas es la regulación de la temperatura de la colmena realizada por las abejas, mediante la disminución o aumento del batir de sus alas: se trata de un mecanismo eficaz para conseguir un fin determinado (proteger a la abeja reina y a los huevos y larvas), pero ejecutado colectivamente y sin propósitos conscientes de los individuos.
2. Aprendizaje de conductas dirigidas a un fin
Incluimos aquí todos los animales capaces de condicionamiento instrumental y de aprendizaje por imitación, desde los pulpos que aprenden a recorrer un laberinto hasta los primates capaces de transformar objetos naturales, como piedras y palos, en herramientas para cazar, defenderse, jugar, etc. Al contrario que las anteriores, se trata de conductas individuales y aprendidas, y que aparentemente responden a un propósito más o menos consciente, pero se obtienen tras un largo proceso de observación y/o práctica repetidas y reforzadas y no mediante la comprensión intelectual de los datos del problema y su solución.
3. Comprensión súbita y fabricación de herramientas
Köhler demostró la capacidad de los chimpancés de solucionar problemas por insight, solución que en ocasiones implicaba disponer los objetos a su alcance de una forma nueva, por ejemplo, colocar una caja encima de otra o insertar un palo en otro. Nos hallamos ante una capacidad mucho más próxima a la conducta humana inteligente, aunque de menor extensión y con limitaciones (los objetos deben estar a la vista, se resuelven problemas inmediatos en el espacio y el tiempo y no alejados o futuros, etc.).
4. Comunicación simbólica
Algunos chimpancés y otros grandes simios han sido sometidos a programas de enseñanza del lenguaje, obteniéndose resultados como el aprendizaje de un número limitado de símbolos (señas del lenguaje de sordomudos, fichas con dibujos...) y algunas formas sencillas de combinarlos. La interpretación de estas experiencias está todavía sometida a discusión: mientras para algunos (Gardner, Premarck, Patterson, etc.) prueba la existencia de pensamiento simbólico y abstracto, otros como Herbert Terrace prefieren opinar que los simios únicamente repiten las conductas por las que han sido recompensados, sin entender realmente el mensaje que comunican: a raíz de su experimento con el bonobo Nim, llegó a la conclusión de que éste aprendía a combinar los símbolos "Nim", "comer" y "plátano" en ese orden porque a continuación recibía una recompensa, pero diría igualmente Plátano+Comer+Nim si esa fuera la secuencia premiada.
5. Pensamiento abstracto
Es aquí donde suele ponerse el límite del pensamiento animal. En todas las experiencias con chimpancés, gorilas, orangutanes, etc., los signos aprendidos hacen referencia a realidades visibles (comer, andar, plátano, Nim, etc.), pero nunca a relaciones sin un referente material unívoco como "el siguiente" o "el anterior", "el diferente" o "el semejante", al parecer situadas más allá de su capacidad de comprensión. Por ejemplo, un chimpancé, que posee visión del color, puede aprender a buscar la comida en un cuenco rojo si siempre la hemos escondido allí, pero nunca podrá entender que la comida se encuentra en "el cuenco de color diferente" al de otros cuencos, si la primera vez este cuenco diferente es rojo, la segunda amarillo, la tercera azul, etc. El concepto "de color distinto" no describe una situación física sino una relación lógica abstracta que un chimpancé no puede captar.
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