Si nos preguntamos qué es una emoción, lo primero que debemos hacer es delimitar el conjunto más amplio (género) en el que las emociones (especie) están incluidas. Aceptando la ambigüedad del lenguaje, que muchas veces es bastante impreciso a la hora de distinguir entre el significado de términos como "emoción", "sentimiento" y "afecto", podemos aventurarnos a afirmar que los dos primeros son divisiones dentro del tercero: sentimientos y emociones son dos clases de afectos, que quizá no se distingan tanto por su cualidad como por su intensidad o duración. ¿Qué es, por tanto, un afecto? Tratemos de ofrecer una descripción elemental:
1. Un afecto es un suceso subjetivo que vive una sola persona y sólo puede ser experimentado directamente por ella misma. Hay que distinguirlo, por tanto, de los hechos objetivos o intersubjetivos que (aproximadamente, pues nunca dos personas distintas ven exactamente lo mismo) todos conocemos de la misma manera.
2. En relación con lo anterior, y más allá de lo que ocurre en otros sucesos también subjetivos como las percepciones o recuerdos, los afectos no tienen una referencia tan clara a un objeto exterior (en lenguaje filosófico, su carácter intencional es a veces dudoso). Expliquémoslo con un ejemplo: si recuerdo, recuerdo algo (por ejemplo, lo que me dijeron ayer al salir del trabajo); si me siento triste, ¿a qué me estoy refiriendo con mi tristeza?, ¿a su causa, que quizá ni siquiera conozco (muchas veces sentimos tristeza o enfado sin saber por qué)? Se puede decir que mi tristeza no me muestra nada o lo muestra sólo de pasada, fundamentalmente se queda en mi propia subjetividad. Más que apuntar a un hecho o situación, el sentimiento revela más bien la actitud del sujeto ante ese hecho o situación: si yo estoy triste porque se acaban las vacaciones, mi tristeza sólo habla de pasada de un hecho objetivo (el fin de las vacaciones), pero principalmente se refiere a mi disgusto, oposición o rechazo ante ese hecho objetivo.
3. Los afectos se sitúan necesariamente en uno de los polos: placer/dolor, atracción/rechazo, etc. Hay, por tanto, afectos positivos y afectos negativos, pero no existen los afectos neutros: la indiferencia o apatía no es un afecto distinto, sino la falta de afecto.
4. Aparte de esta bipolaridad, los afectos presentan características como la intensidad, la duración, la expresión física, etc., que pueden servir para clasificarlos en distintas categorías. La división más general es la que se hace, como ya hemos dicho, entre sentimientos y emociones: una emoción es más intensa (y generalmente más breve) que un sentimiento, y su traducción física (llanto, risa, temblor, etc.) es también mucho más clara y evidente. A este último aspecto alude la palabra emoción, que etimológicamente significa "sacudida" o "agitación". A veces se introduce también una tercera categoría, las pasiones, algo así como una emoción prolongada en el tiempo que domina al sujeto y amenaza su capacidad racional, por ejemplo, un amor o un odio exacerbados.
La emoción puede considerarse, al menos, desde tres perspectivas: como experiencia (¿qué siente el sujeto de la emoción?), como comportamiento (¿qué hace?) y como suceso fisiológico (¿qué pasa en su organismo?). En los últimos años se ha añadido una cuarta: la emoción como suceso cognitivo (¿qué ideas o creencias se hallan en la base de la experiencia emocional?).
No hay comentarios:
Publicar un comentario