martes, 4 de diciembre de 2018

Racismo, sexismo y otras actitudes injustas

Las discriminaciones son tanto más injustas cuanto menos libertad ha tenido la persona o grupo discriminado para elegir la características por la cual se discrimina. Por eso, las discriminaciones por razón de raza, sexo, edad y aspecto físico son especialmente absurdas.

1. Racismo
La discriminación por la raza origina el racismo, que generalmente se ha practicado como una pretendida superioridad de la raza blanca sobre cualquier otra. Actualmente ha surgido una forma más sutil, que consiste en decir que todas las razas son igualmente buenas, pero que cada una se debe mantener "pura" y separada de las demás.
El racismo hunde sus raíces históricas en los inicios de nuestra cultura, pues los antiguos griegos y romanos consideraban a los extranjeros como seres no plenamente humanos.
Pero el auge del racismo moderno tiene su origen a mediados del siglo XIX, cuando los biólogos partidarios de la teoría fijista afirmaron que hay diferencias raciales de tipo físico e intelectual, y que tales diferencias indican una clara superioridad del hombre blanco. Además, sostenían que las razas "inferiores" no son mejorables y que la mezcla de razas produce una degeneración de la especie. Estas teorías tuvieron graves consecuencias históricas, como las siguientes:
  • Genocidio y reclusión en reservas de los indios norteamericanos.
  • Refuerzo de la situación de esclavitud de los negros en muchos países hasta finales del siglo XIX.
  • Genocidio de judíos y gitanos durante la Segunda Guerra Mundial.
  • Régimen de apartheid en muchos países de África y en Estados Unidos durante el siglo XX.
Hoy sabemos que las diferencias físicas entre los diversos grupos humanos no comportan ninguna clase de jerarquía natural: no sirven de base para dar un trato privilegiado a unos frente a otros. Ni siquiera es correcto hablar de "razas" humanas, porque el concepto de raza se ha formado agrupando arbitrariamente ciertas características físicas, por ejemplo, el color de la piel y algunos rasgos de la cara, y despreciando otras, como la estatura o el color del pelo.

2. Discriminación por la edad
La historia de este tipo de discriminación es inversa a la del racismo. En nuestra cultura se ha respetado a los mayores y se ha valorado muy positivamente la convivencia con ellos hasta casi la mitad del siglo XX. Los ancianos eran considerados depositarios de sabiduría vital y transmisores de valores culturales, así como una ayuda en la educación de los niños.
Pero los cambios económicos y sociales de las últimas décadas, y la rapidez con que se producen, devalúan la experiencia atesorada por los mayores. Se les discrimina por ser improductivos, por requerir cuidados que hacen "perder el tiempo", por el escaso espacio de las viviendas urbanas, que no permite más que albergar a la pareja y a los hijos, y porque se les juzga disminuidos en sus facultades, aunque no siempre es así. Por todo ello se les considera una carga para sus descendientes.

3. Sexismo y heterosexismo
Por lo que respecta a la discriminación por el sexo, ésta se manifiesta de dos formas:
  • El sexismo, que se apoya en una pretendida superioridad del varón sobre la mujer.
  • El heterosexismo, que podemos definir como otra pretendida superioridad de los heterosexuales sobre los homosexuales.
La homosexualidad no es una enfermedad. Es una orientación sexual distinta de la mayoritaria, que no tiene por qué ser considerada perjudicial. Las conductas verdaderamente dañinas en materia sexual, como abusos a menores, acosos, violaciones, etc., no tienen nada que ver con la orientación sexual de las personas.
En nuestra cultura la homosexualidad fue práctica habitual en Grecia y Roma y comenzó a ser condenada con la expansión del cristianismo, hasta nuestros días.
La discriminación de los homosexuales es más violenta en el caso de los varones que en el de las mujeres, porque en los varones "se nota más". A todos ellos se les niegan injustamente derechos fundamentales, se les atribuyen calificativos despectivos y se les considera causantes de no pocos males personales y sociales.

4. Discriminación por el aspecto físico
Existe una forma de discriminación reciente que afecta a todos los miembros de la sociedad, pero que incide especialmente en los adolescentes y jóvenes. Nos referimos a la discriminación por el físico: los bajitos, los muy altos, los gordos, los "no agraciados" físicamente padecen los efectos de una mentalidad social que minusvalora esos modos de apariencia externa frente a los considerados "normales".
Muchas de estas personas se ven discriminadas en las relaciones sociales, en el acceso a puestos de trabajo y hasta en la asistencia sanitaria en el caso de los gordos, pues, dado que su índice de vida es más bajo que el de los delgados, son menos "rentables" a la hora de practicarles tratamientos y operaciones quirúrgicas de costes elevados.
Además, y por efecto de la publicidad, son muy numerosos los casos de bulimia y anorexia en los jóvenes, sobre todo en las mujeres, pues a menudo se piensa que un cuerpo ajustado a las normas estéticas vigentes es condición única para ser aceptados socialmente. Esta vigencia lleva incluso a arriesgar la salud y la vida en intervenciones quirúrgicas para modificar el rostro y el cuerpo con el fin de ajustarlos a los patrones estéticos de moda. 
      

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