1. Introducción
Se trata de formas de conciencia distintas, por un lado, del sueño, pero también significativamente diferentes del estado normal de vigilia (detectable mediante EEG por las llamadas ondas beta). Se distinguen los asociados a enfermedades o daños por accidente (tales como el coma o el delirium), de los producidos intencionadamente por hipnosis o técnicas semejantes, o por la ingestión de drogas.
2. Hipnosis y técnicas similares
En el siglo XVIII el médico Franz Mesmer habló de magnetismo animal para referirse a la influencia que un ser vivo puede ejercer sobre otro, hasta el punto de que el primero "atrapa" y controla la voluntad e impulsos del último. Descubrió, además, que ese "magnetismo animal" tiene una utilidad médica evidente para la curación o mejora de enfermos de distintas dolencias.
Después de Mesmer, el término hipnosis (de "hipnos", en griego "sueño") sustituyó al de "magnetismo animal" y también se sustituyó la interpretación física del fenómeno por una interpretación psicológica, basada en la sugestión. Charcot, Bernheim, Breuer y el mismo Freud en los inicios de su actividad, utilizaron ampliamente la hipnosis en el tratamiento de la histeria. Desde entonces el hipnotismo ha sido estudiado con métodos semejantes a los utilizados en la investigación del sueño: las ondas cerebrales emitidas durante el estado hipnótico, del tipo alpha o theta, se sitúan entre la atención consciente y el sueño profundo; se trata, por tanto de un estado de semiconciencia, intermedio entre la conciencia plena y la inconsciencia total.
Existen diferentes métodos para alcanzar el trance hipnótico: el más usado consiste en concentrar la atención en un único objeto o idea dejando que el resto de estímulos desaparezcan para la conciencia. Aunque todas las personas son hipnotizables en principio, no todas lo son con la mismo facilidad ni en el mismo grado. Existe también la autohipnosis, por la que uno emplea consigo mismo ciertas técnicas hipnóticas, normalmente con efectos anestésicos o para favorecer la concentración exclusiva en alguna tarea.
Contra lo que a veces se piensa o aparece en algunas películas, no está demostrado que la hipnosis regresiva proporcione recuerdos de hechos realmente ocurridos (a veces se trata de falsos recuerdos, creados por efecto de la sugestión), ni tampoco que la persona hipnotizada pueda ser utilizada como un autómata sin voluntad propia.
Similares a la hipnosis son otros trances autoprovocados en situaciones de oración o meditación, como los éxtasis de la mística cristiana o prácticas como el yoga que buscan, mediante la repetición de mantras, alcanzar el perfecto bienestar espiritual.
3. Drogas psicoactivas
Se llaman así las sustancias que ejercen un efecto directo sobre el sistema nervioso central alterando la conciencia de diferentes formas:
1) Inhibidores del dolor, como el alcohol y los opiáceos, incluyéndose aquí efectos distintos como la insensibilidad ante el dolor físico (morfina, codeína, etc.) y la huida frente a situaciones o experiencias desagradables (alcohol, cannabis).
2) Alucinógenos: Alteran la percepción provocando la aparición de experiencias (imágenes, sonidos, sensaciones, etc.) distintas a las habituales; son alucinógenos el LSD o ácido lisérgico, el peyote o mescalina, algunos hongos, etc.
3) Psicoestimulantes: Aumentan la atención y actividad general del cerebro. Los más conocidos son la cafeína, la nicotina, la cocaína y las anfetaminas. El consumo prolongado de estas sustancias suele producir tolerancia (necesidad de una cantidad mayor para producir los mismos efectos) y en algunos casos (como la cocaína) adicción, por lo que siempre hay que saber ponderar los posibles beneficios a corto plazo de su consumo comparándolos con los daños a largo plazo.
4) Psicodepresores: Se incluyen aquí medicamentos como los ansiolíticos, antidepresivos y sedantes, que en pequeñas dosis y bajo prescripción médica sirven para el tratamiento de algunos trastornos, pero cuyo uso incontrolado puede provocar adicción y otros efectos secundarios.
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