Carl Gustav Jung (1875-1961) fue uno de los primeros discípulos y colaboradores de Freud, pero también uno de los primeros en abandonar la ortodoxia del psicoanálisis freudiano. En el momento de su separación personal e ideológica, la diferencia entre Freud y Jung se refería a la primacía de la sexualidad frente al instinto de autoconservación o al contrario. Para Jung, el bebé no succiona el pecho materno porque obtenga placer sexual, sino porque es su fuente de alimentación (que además obtenga placer, aunque sea cierto, es secundario). De la misma forma, la unión del niño con su madre no es tanto erótica como nutritiva.
En consecuencia, Jung reinterpreta, sin negarlo, el Complejo de Edipo: la figura materna concreta es encarnación de la madre universal, que significa la fuente de la vida, materia (de "madre") o naturaleza, y también lo inconsciente (especie de útero de donde nace la conciencia y la individualidad). La atracción que la madre ejerce sobre el niño no es sino una llamada a entrar en comunión con la naturaleza, la divinidad o su propio inconsciente; llamada que, sólo cuando es mal entendida, da lugar al deseo incestuoso.
Otra diferencia con Freud: Jung no considera la sexualidad como el referente último de la práctica totalidad de los procesos de simbolización ejercidos por la mente inconsciente. Al contrario, desde la antigüedad, el hombre ha entendido la función sexual como fuente de significados que remiten a la totalidad del cosmos y al mundo de lo sagrado.
A Freud se le ha acusado de mantener frente a los símbolos una interpretación reduccionista, como si sólo pudieran "traducirse" de una manera. Jung, por el contrario, mantiene que lo propio del símbolo es contener en sí multitud de significados: toda traducción (en términos sexuales o de otro tipo) es un empobrecimiento del símbolo.
Profundizando en la realidad del inconsciente, llega un momento en que pasamos de los contenidos inconscientes referidos a nuestra historia personal a un nivel en que accedemos a los símbolos e imágenes comunes a toda la humanidad. A esto se refiere la expresión inconsciente colectivo. Del inconsciente colectivo forman parte los arquetipos, definidos por Jung como "las grandes imágenes primordiales", heredadas de generación en generación, a partir de las que cada hombre entiende su lugar en el mundo. La idea de Dios, por ejemplo, es un arquetipo (lo cual no dice nada ni a favor ni en contra de su existencia), como también lo son la madre, el héroe niño, el sabio anciano, la serpiente-dragón, etc.
Los sueños no son sólo, ni en primer lugar, realizaciones de deseos, sino autorrepresentaciones simbólicas del propio sujeto que pueden contener advertencias, recuerdos, juicios morales o deseos. En los sueños individuales de personas de culturas diferentes, como también las creaciones artísticas y los mitos (que son como sueños colectivos), se repiten los mismos arquetipos. Reconocerlos es vital para entender el significado de los sueños, que es una de las principales formas de conocerse uno a sí mismo.
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