sábado, 13 de junio de 2020

Los ciudadanos, protagonistas en la construcción del mundo


Si rehusamos ser los protagonistas de la historia de la moral, podemos tener la certeza de que nadie la hará por nosotros, porque nadie puede hacerla. El viejo dicho de la sabiduría popular "nadie es insustituible" se hace una vez más falso en el caso de la moral cívica: las personas de carne y hueso -los ciudadanos- somos insustituibles en la construcción de nuestro mundo moral, porque los agentes de moralización, los encargados de formular los juicios morales, de incorporarlos y transmitirlos a través de la educación, no son los políticos, ni los personajes del mundo de la imagen, ni los cantantes, ni el clero, ni los intelectuales, sino todas y cada una de las personas que formamos parte de una sociedad. Por eso puede decirse que la moral de una sociedad civil -la moral cívica- o la hacemos las «personas de la calle», o no se hará.
Tiene, pues, esta moral algo de "fuenteovejunesco", porque no son los héroes de su trama los comendadores ni los reyes, que aparecen, como tales, en segundo plano, sino las gentes normales y corrientes. En sus manos -y no en otras- está convertirse realmente en un pueblo con ideales, ilusiones y esperanzas, o quedarse en una masa amorfa de átomos, que no de individuos, menos aún de personas.

Adela Cortina, La ética de la sociedad civil

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