martes, 15 de septiembre de 2020

Titchener y el método de la psicología

Para estudiar la mente científicamente, se la debe observar. La observación es el elemento sine qua non de toda ciencia. Titchener sentía, al igual que Wundt, que el tener la experiencia estaba muy cerca de observarla, e hizo hincapié en el método de la introspección; sin embargo, su fórmula para la observación introspectiva era más amplia que la de Wundt, y nos da una base para distinguir la observación psicológica de la física. Señala que toda observación científica requiere tres cosas: cierta actitud hacia la propia experiencia, la experiencia misma y un informe adecuado, en palabras, de la experiencia.

"Introspección" es un término desafortunado, debido a que, por su historia y su uso diario, resulta fácil que se la emplee incorrectamente. Titchener se dio cuenta de esto y se esforzó por demostrar que no se debía pensar en ella como una reflexión sobre, o contemplación de, la experiencia de uno mismo (como la habrían considerado Descartes y los empiristas británicos) o como un tipo mórbido de interés en uno mismo (para lo cual hay un término mejor, que es "introversión"). De hecho, Titchener estaba siempre alerta para demostrar que los términos científicos en general deberían ser siempre utilizados con cuidado e inequívocamente, y con frecuencia señaló la confusión que nace cuando se dan significados de "sentido común" a los términos científicos.

En las afirmaciones de Titchener sobre el problema de la psicología vemos claramente la huella de Leipzig. El problema tiene tres aspectos. Primero está el análisis de los fenómenos mentales en sus elementos. Una descripción de cualquier corte transversal de la experiencia está destinada a ser un análisis, porque siempre que describimos estamos analizando: seccionamos el objeto de nuestra observación en ciertas partes fundamentales. Analizar es una de las actividades humanas más naturales del mundo, excepto que rara vez se realiza hasta un punto en que pueda llegar a ser muy científica.

La síntesis, aunque más difícil que el análisis, va de la mano con él. Implica el estudio de las conexiones entre los procesos mentales elementales y es el camino a la determinación de las leyes de conexión de estos procesos. Ésta es la segunda fase del problema, y contesta la pregunta "¿cómo?" del mismo modo que el análisis contesta la pregunta "¿qué?".

El tercer aspecto del problema va más allá de la descripción de la mente, y va más allá de la aseveración de Wundt sobre el problema de la psicología: va a la explicación de la mente. Se enfoca a contestar la pregunta "¿por qué?". Y al hacer eso, se refiere a los hechos paralelos en el sistema nervioso y en sus órganos adjuntos; trata de correlacionar la mente con el sistema nervioso. Titchener negó que la actividad nerviosa fuera la causa de la experiencia; pero afirmó que una descripción completa de las condiciones o circunstancias bajo las cuales ocurren los procesos mentales, requería una referencia a esta actividad, a fin de explicarla.

El rocío se forma bajo la condición de una diferencia de temperatura entre el aire y la tierra; las ideas se forman bajo la condición de ciertos procesos en el sistema nervioso.


Esto tiene validez en cuanto a las premisas fundamentales del sistema titcheriano. Ahora debemos examinar los resultados de tal ataque sobre el bastión de la mente, para ver cómo manejó este sistema la investigación experimental, que era la base real de la nueva psicología.

El análisis introspectivo, dice Titchener, trae a la luz tres clases principales de elementos mentales: sensaciones, imágenes y afectos.

Las sensaciones son los elementos característicos de las percepciones, de los sonidos, vistas y experiencias similares debidas a lo que nos rodea en un momento dado.

Se pueden dividir en varias modalidades o departamentos, de acuerdo a:

a) sus similitudes introspectivas (por ejemplo, un tono se parece más a un ruido que a un gusto);
b) los órganos de los sentidos sobre cuyas funciones se han condicionado (esto es, hay una sensación del ojo y una sensación del oído);
c) los tipos de estímulos que las condicionan, ubicados ya sea dentro o fuera del organismo.

Titchener se basa principalmente en sus diferencias introspectivas para clasificar los departamentos, pero emplea los otros métodos cuando le faltan nombres satisfactorios para los grupos.

En seguida hace una lista de las modalidades principales de los elementos sensoriales. Hay siete en total: los sentidos de la vista, del tacto, del olfato, del gusto, del cutis, cinestésico y orgánicos. Cada uno de ellos, a su vez, puede ser sometido a más análisis y subdivisión. Así, la vista proporciona sensaciones de color y luz -cromáticas y acromáticas-; la audición proporciona tonos y ruidos, y el olfato da una variedad de sensaciones que pueden colocarse en grupos algo distintos (como olores fragantes, aromáticos y hediondos) sobre la base de similitud y diferencia. Las sensaciones cutáneas se pueden dividir en sensaciones de presión (tacto verdadero), de frío, calor y dolor; y las cinestésicas, el viejo sentido muscular, muestran contener componentes de músculo, tendón y articulaciones. Orgánico resulta ser un término general para todas aquellas sensaciones mal definidas que emanan de los sistemas digestivo, urinario, circulatorio, respiratorio y genital.

Es preciso aclarar que Titchener no descubrió estas sensaciones. Tampoco descubrió las leyes de su relación con los estímulos ambientales, a los cuales se refiere extensamente en sus textos. Este trabajo de descubrimiento, clasificación y correlación comenzó hace mucho tiempo, incluso en la época de Aristóteles, y había llegado a un alto grado de exactitud en los estudios de los fisiólogos del siglo XIX. Lo que Titchener hizo fue justamente lo que otros sistematizadores habían realizado: se apropió de estos hechos, agregando conceptos de su propio laboratorio, y los acomodó dentro de su sistema, para su mejor integración e iluminación.

Desde el punto de vista de Titchener, las sensaciones eran elementos mentales comparables a los elementos químicos. Los elementos químicos se definen por referencia a ciertas propiedades, como su capacidad de reflejar la luz, su gravedad específica, su fusibilidad, etc. De la misma manera se pueden caracterizar los elementos mentales por referencia a ciertas propiedades que poseen o no poseen. Así, llegamos a la noción de Titchener de atributos.

Las sensaciones, como unidades irreductibles del mundo mental, poseen ciertas características a las que nos referiremos cuando las describamos en detalle; por ejemplo, las sensaciones de cualquier tipo y de cualquier procedencia, poseen todas el atributo de calidad. Éste es el atributo en virtud del cual damos nombre a las sensaciones. Do mayor, rosado, tibio y amarga son calidades y sirven para distinguir una sensación de otra.

Un segundo atributo de todas las sensaciones es la intensidad. Ésta se reconoce al considerar la fuerza o grado de una sensación. Un tono puede ser fuerte o débil; una presión puede ser suave o pesada; un olor, débil o penetrante; unas características de intensidad nos ayudan en nuestra descripción. Incidentalmente, fue con este atributo de intensidad con el cual Fechner trabajó más en sus estudios psicológicos, porque se presta fácilmente a la evaluación cuantitativa. Teórica, aunque no prácticamente, se puede dar una designación numérica a cualquier sensación dentro de una escala graduada desde lo menos intenso hasta lo más intenso.

La calidad y la intensidad son los atributos más importantes de la sensación, pero hay otros. En 1915, Titchener indicó éstos, como la duración, la claridad o vivacidad y la extensión. La duración se refiere al aspecto tiempo de las sensaciones:

Es el mero pasar, ir hacia adelante, manteniéndose como ella misma, que puede observarse en todas y cada una de las sensaciones.

La vivacidad o claridad es difícil de describir:

Si quiere saber cómo [...] se siente la vivacidad [...] observe ahora sus procesos mentales mientras lee este libro; la diferencia entre figura y fondo, foco y margen -entre las ideas dominantes que despiertan lo que usted lee, y las oscuras percepciones que se derivan de lo que lo rodea- se mostrará claramente. 

La extensión es el factor espacial elemental de la experiencia, del mismo modo que la duración es el factor temporal elemental:

Es la base [...] de nuestras percepciones de forma, tamaño, distancia, ubicación, dirección.

Los primeros cuatro de estos atributos -calidad, intensidad, duración y vivacidad- son propiedades de todas las sensaciones, pero sólo los elementos visuales y cutáneos, como los colores y las presiones, poseen claramente un atributo extensivo, la supresión del cual anularía la sensación misma.

Incluso un atributo tan simple como la calidad puede ser la resultante de dos o tres atributos distintos, cuya detectación es el paso final en el análisis introspectivo; por ejemplo, la calidad visual "rojo" es una combinación de varios atributos, como saturación, brillo y matiz, todos los cuales son cuantitativos; sin embargo, no necesitamos entrar aquí en estos detalles que son muy complicados.

David Hume fue uno de los primeros en distinguir entre sensaciones e imágenes, a las que denominó "impresiones" e "ideas", respectivamente, considerando a las ideas como "copias débiles" de las impresiones; no obstante, Hume también era lo suficientemente agudo y observador como para ver que a menudo resultaba difícil separar estos dos elementos sólo tomando como base la experiencia:

No es imposible, pero en casos particulares pueden aproximarse mucho la una a la otra. Así, en el sueño, en una fiebre, en la locura o en cualquier emoción violenta del alma, nuestras ideas pueden aproximarse a nuestras impresiones; también a veces sucede que nuestras impresiones son tan débiles y mínimas que no podemos distinguirlas de nuestras ideas.

Excepto por la pequeña diferencia de terminología, esto expone casi exactamente la posición de Titchener, 176 años después, con respecto al problema de las sensaciones e imágenes, como elementos mentales de igual magnitud y valor; sin embargo, Titchener profundiza un poco más que Hume cuando dice, en su libro Beginner's Psychology:

Es muy dudoso que haya una diferencia psicológica real entre la sensación y la imagen. [...] [La imagen] es un proceso mental elemental, afín a la sensación y tal vez no diferenciable de ésta, el cual persiste cuando se retira el estímulo sensorial, o aparece cuando el estímulo sensorial está ausente. 

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