lunes, 8 de marzo de 2021

Motivación y psicología

Por ser tan extenso el campo de estudio de la conducta y tantas las posibilidades de subdivisión, se han probado, desde los comienzos de la psicología científica, varios agrupamientos, subagrupamientos y reagrupamientos. El problema de la motivación se ha estudiado, en distintos momentos, de diferentes modos:

1) Incorporándolo como partes subordinadas de otras áreas mayores, tales como el estudio de la personalidad o los procesos de aprendizaje.
2) Ignorándolo, como en el estructuralismo y en la primera psicofísica experimental.
3) Considerándolo como una serie separada de problemas que requieren un enfoque específico.


Ya en 1952, Wolfle y sus colaboradores dieron a la motivación un papel independiente en el curriculum psicológico, tanto como un área teórico como un campo de investigación. El crecimiento del interés por la motivación se debía a varias razones. Las teorías e investigaciones surgidas en los procesos perceptuales y de aprendizaje han ocasionado la necesidad de más información sobre las diferencias subyacentes en las probabilidades de respuesta aparentemente no atribuibles a los procesos sensoriales o a los hábitos. Los estudios sobre la organización de la personalidad, la eficiencia predecible de la psicometría, la dinámica de grupo y la conducta clínica y anormal han subrayado, una y otra vez, la necesidad de obtener conceptos que manejen los procesos que en ellas intervienen, y que, presumiblemente, son de carácter motivacional.

Un estudio científico de la conducta debe surgir ya sea de una serie de principios (o sistema) en cuyo contexto puedan predecirse las contingencias individuales, o llegar a él. Tanto la teoría conductual como la teoría de la personalidad están llenas de suposiciones e hipótesis sobre los principios motivacionales subyacentes. Tenemos la impresión de que estos principios se desarrollaron para dar razón de esa variabilidad que los conceptos de percepción, hábito y estructura de la personalidad dejaron sin explicar.

A la hora de plantear un estudio general sobre la motivación, tropezamos con varios hechos evidentes:

Todas las teorías psicológicas usan variables de tipo motivacional. Algunas teorías le dan, en su particular sistema, más importancia que otras. Algunas las identifican con eventos reales o inferidos, mientras que otras las tratan sólo como ficciones convenientes.

Es probable que el tipo de construcción hipotética motivacional usada armonice con los orígenes filosóficos de la teoría principal, incluso cuando es necesario ampliar el concepto motivacional asignándole un significado (o significados) por completo nuevo.

El que más de un teórico use el mismo nombre-concepto no es garantía de que esté buscando un terreno común con otra persona que también lo emplee; o hablando más específicamente, que signifique la misma cosa cuando usa el mismo término.

Está claro que las pruebas en apoyo de una teoría se reúnen, en la mayoría de los casos, sólo en el propósito de ejemplos, circunstancias y formas que es probable que concuerden con el punto de vista en cuestión, más bien que con el objeto de proporcionar una prueba esencial al sistema teórico que lo origina.

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