La Tierra se está calentando. 2020 fue el segundo año más cálido del que se tiene registro, con una temperatura media de 1,2ºC. por encima de la media de épocas preindustriales. Esto significa que ya estamos casi llegando al límite de 1,5ºC., que las naciones se comprometieron no rebasar para frenar el calentamiento global.
En marzo de 1958, el científico especialista en clima Charles David empezó a medir el dióxido de carbono en la atmósfera desde una estación de monitorización en lo alto del monte Mauna Loa, en Hawai. Las mediciones continúan hoy en día en manos de la Administración Estadounidense Oceanográfica y Atmosférica. Esto, junto con muestras de aire atrapadas en capas profundas de hielo en el Antártico, nos permite seguir la pista a la evolución de las concentraciones de este gas de efecto invernadero desde hace 800 000 años.
El promedio para 2020 fue el más alto de la historia. Las cifras empezaron a subir a finales del siglo XVIII, cuando la industrialización de Occidente se volcó en la minería y en la quema de carbón en grandes cantidades.
En el siglo XX, el crecimiento exponencial de la población y del consumo ha disparado la extracción y el uso de combustibles fósiles. Al mismo tiempo, cada vez se utiliza más tierra para cultivos y ganadería, lo que ha catapultado los niveles de CO₂ y metano, otro temible gas de efecto invernadero. Hay un tercero a la alza, el óxido nitroso, que es liberado por la agricultura industrial.
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