viernes, 16 de mayo de 2025

Neuroeducación para padres

Autora: Nora Rodríguez

Nació en Buenos Aires en 1960, donde estudió pedagogía y filología. Durante nueve años trabajó con niños problemáticos en su país, donde paralelamente colaboraba como crítica literaria para un periódico. Desde 1990 vive en Barcelona, ciudad en la que ha dado una gran variedad de cursos sobre el maltrato invisible y los conflictos de comunicación, especialmente entre padres e hijos.

Neuroeducación para padres

Edición original: 2016

Índice:
1) Tu hijo tiene un único modo de aprender
2) Entornos resonantes desde el primer minuto de vida
3) Descubriendo los verdaderos talentos
4) La creatividad hace verdaderamente felices a los niños
5) Padres que inspiran el amor por la lectura
6) La mentira del fracaso escolar
7) Pensar como especie para liberar las aulas de violencia
8) Y de los adolescentes, ¿qué?

Ideas seleccionadas:

- De este modo, mientras se forma una complicada estructura cerebral, cada neurona logrará entre mil y diez mil conexiones (se ha calculado que el número de combinaciones y permutaciones excede el número de partículas del universo), y en unos años esta estructura será la que le permitirá mucho antes -entre otras muchas cosas- hablar, leer, razonar y sentir todo tipo de emociones, y, al mismo tiempo, ser consciente de ellas.
Y es que mientras también la madre aprende a conectar emocional y cognitivamente con su bebé, y lo hace de un modo más consciente, percibe su influencia. Cierto es que al nacer un bebé puede oler, tocar, ver, pero solo débilmente. De hecho ya hay neuronas cuyo funcionamiento ha sido activado por necesidad de supervivencia, como las destinadas a la respiración, a llorar, a succionar, pero aún hay otras que se pondrán en marcha más tarde, a medida que el cerebro eclosione, como ocurre con los árboles durante la primavera, que día a día vemos más y más ramificaciones. A medida que la madre se convierte en el verdadero cerebro externo del bebé, el trabajo sináptico seguirá con la misma intensidad hasta aproximadamente los 2 años, hasta conseguir el doble sinapsis, por lo que hasta esta edad el cerebro del hijo consumirá mucha más energía que un cerebro adulto normal. Es por ello que antes de los 2 años, mientras la estructura del cerebro del bebé se va organizando, para que el impulso eléctrico (de axón a dendritas) llegue más rápido, las células ya conectadas se irán recubriendo de una película grasienta llamada mielina. Sin mielina el impulso eléctrico no funciona bien, y lo cierto es que este recubrimiento protector es absolutamente necesario, porque ayuda a fijar las rutas conseguidas.

- Son necesarios programas que apuesten por ayudar a las madres a que participen conscientemente no solo de su capacidad de dar la vida, sino de dar las mejores conexiones neuronales y de preparar a sus hijos para la vida social feliz mediante los procesos de sincronía y apego. La madre necesariamente necesita empezar a ser vista como una conciencia creativa que crea y da significado al mundo a través de su percepción y comprensión.
La visión mecanicista, lamentablemente, sigue desoyendo que el cerebro humano se pone en marcha mientras el embrión se está formando, y no después. Sigue dando la espalda a que la naturaleza nunca sigue un proceso de ingeniería, no pretende acabar de construir una obra maestra para empezar a conectar después, y de ese modo comprobar su funcionamiento. La vida no sigue este principio, y mucho menos la naturaleza.
En el cerebro, la actividad durante la vida embrionaria, las ráfagas de electricidad que surgen como olas coordinadas de actividad nerviosa, son las que empiezan lentamente a cambiar su forma. De este modo, se esculpen patrones que, con el tiempo, permitirán al recién nacido crear redes sinápticas, por ejemplo, tras percibir la voz de su mamá. Es el modo en que el cerebro se prepara para cuando llegue el estallido de sinapsis después del nacimiento, cuando se produce la maravillosa explosión de aprendizajes.

- Los niños menores de 6 años, en general, se caracterizan por tener un tipo de creatividad natural, «en estado puro», porque aún no han entrado en el sistema de escolarización, lo que equivale a decir que aún no han aprendido a guardar en su cerebro la información por compartimentos, así que logran asociaciones fascinantes mezclando lo que intuyen con lo que oyen, lo que ven y con lo que piensan según su lógica. Este es el sentido, la creatividad les permite poner en marcha lo que perciben, y casi siempre funciona como una idea nueva, pero que obviamente parte de experiencias, sensaciones y aprendizajes previos.

- Probablemente las neurociencias están contribuyendo más que nunca a demostrar que el fracaso escolar es una de las principales mentiras de las políticas educativas del siglo XXI.
En los últimos años, investigadores de todo el mundo empezamos a preguntarnos qué ocurrió para que "la epidemia del fracaso escolar" fuera objeto de estadísticas preocupantes y llenara espacios de periódicos y de debates televisivos para acabar asociándolo a temas como trastornos de atención o delincuencia. ¿Habían encontrado las políticas educativas un atajo para convencer a los padres de que la responsabilidad no es la deficiencia de un currículum único e igual para todos, sino que es exclusivamente de los alumnos? ¿Por qué a más demandas sociales, propias de una sociedad global y veloz, y la aparición de la idea de "excelencia escolar", que obligaba a los estudiantes que alcanzan los objetivos académicos preestablecidos, había cada vez mayor número de estudiantes aparentemente culpables de falta de motivación, esfuerzo y, en casos extremos, de falta de capacidad?

- De hecho, la vieja idea de que la escuela da a los alumnos las mismas oportunidades es a menudo una máscara fatal ante la falta de medios pedagógicos para abordar las desigualdades reales. Incluso para ayudar a aquellos alumnos para quienes las aulas no son el espacio de aprendizaje para avanzar sino para sentir que se estancan. Más aún cuando la mayoría de los docentes no perciben que el trasfondo es el fracaso didáctico.

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