sábado, 6 de octubre de 2012

El concepto de ideal

Debemos confesar que la razón humana no sólo contiene ideas, sino también ideales... La virtud, y con ella la sabiduría humana en todo su pureza, constituyen ideas. El sabio es un ideal, esto es, un hombre que sólo existe en el pensamiento; pero que corresponde plenamente a la idea de sabiduría.
Así como la idea sirve de regla, así sirve el ideal como arquetipo. No poseemos otra guía de nuestras acciones que el comportamiento de ese hombre ideal que llevamos en nosotros, con el que nos comparamos, a la luz del cual nos juzgamos y en virtud del cual nos hacemos mejores, aunque nunca podamos llegar a ser como él.
Aunque no se conceda realidad objetiva (es decir, existencia) a esos ideales, no por ello hay que tomarlos por quimeras. Al contrario, suministran un modelo indispensable a la razón, la cual necesita el concepto de aquello que es enteramente perfecto... con el fin de apreciar y medir el grado de insuficiencia de lo que es imperfecto.
Kant, Critica de la razón pura, 1781.

En el lenguaje común, el término ideal se suele usar como adjetivo y, en este sentido, tiene un significado de modélico o perfecto en su género; por ejemplo, un novio ideal es un novio modélico, es decir, que cumple todas las condiciones contenidas en la idea correcta de novio.
Un matiz ligeramente diferente posee dicha palabra cuando la utilizamos como sustantivo; así, cuando afirmamos "la sociedad actual carece de ideal", o "los ideales de los jóvenes contrastan con los de las personas mayores", en estas frases "ideal" significa, de manera primaria y principal, aspiraciones, metas o valores a alcanzar, pero conservando el sentido positivo que poseía en su significado como adjetivo, es decir, se trata de una aspiración, una meta, unos valores o unos contenidos mejores, más perfectos.
De esta manera, los ideales desempeñan funciones sociales de carácter normativo, entre las que señalamos, como más importantes, las siguientes:
  • Proporcionan criterios para la organización de la sociedad.
  • Concentran y canalizan las energías humanas hacia determinados fines.
  • Orientan el comportamiento de los seres humanos, tanto en el plano individual como en el social.
  • Considerados en el ámbito de la comunidad social, de los Estados o de la humanidad entera, con frecuencia los ideales adquieren el valor de proyectos históricos.
Los ideales como utopías
Toda sociedad posee un conjunto de valores en virtud de los cuales se establece un orden determinado y se regulan las relaciones interpersonales y sociales. A este respecto, en cada época podemos encontrar dos clases de personas: las que se adaptan a las circunstancias y se conforman con la situación vigente y aquellas otras que ponen de manifiesto las deficiencias y las injusticias de su tiempo. Las primeras constituyen las fuerzas conservadoras, justifican el orden establecido y defienden su estabilidad; las segundas son las fuerzas progresistas, que proponen nuevos ideales y exigen los esfuerzos necesarios para procurar constituir una sociedad mejor.
De esta manera, en relación con la mentalidad y con las ideas progresistas surgen las nuevas ideologías y las nuevas concepciones sociales que constituyen el pensamiento utópico, es decir, las utopías.

Tomás Moro
(1478-1535)
La palabra utopía (derivada del griego ou, no, y topos, lugar; significa lugar que no existe, ningún lugar) fue creada por Tomás Moro en el siglo XVI para designar una isla imaginaria cuyos habitantes poseían una organización perfecta, sin injusticias, sin pobres y sin problemas sociales. Dicho término sirvió después para designar todo proyecto ideal que en el momento de su formulación parece irrealizable.
Habitualmente, se suelen considerar como utopías numerosas teorías de tipo religioso, político, económico, social o científico de carácter más o menos imaginario o ideal. En este aspecto, siguiendo a Karl Mannheim (1893-1947), conviene distinguir entre aquellas concepciones ideales de tipo progresista que tienen por objetivo principal la modificación, parcial o total, del orden existente en un momento dado, y aquellas otras de tipo conservador que más bien ponen un pensamiento utópico por reacción, es decir, en tanto en cuanto diseñan una teoría que tiende a reforzar el orden establecido o, a veces, a reformarlo en sentido opuesto a las teorías progresistas; una posición intermedia o neutra poseerían aquellas concepciones que de manera primaria pretenden ser juegos imaginarios de carácter científico o literario, por ejemplo, obras del tipo de la novela De la Tierra a la Luna de Julio Verne.
Pero, desde el punto de vista social, debe entenderse por pensamiento utópico únicamente el pensamiento progresista, es decir, aquel que se encuentra comprometido con las circunstancias sociales, económicas y políticas, pretendiendo modificarlas en favor de una mejor organización o de una mayor justicia social.

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