Licenciado en Psicología por la Universidad de Princeton, fue Presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología en 1998. Desde 2005, es director del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania.
Una nueva concepción visionaria de la felicidad y el bienestar
Traducción de Mercè Diago y Abel Debritto
Edición original: 2011
Ideas seleccionadas:
Ha llegado el momento de abogar por una nueva prosperidad, que tome el crecimiento personal como objetivo serio en la educación y la crianza.
- Tras determinar que las emociones positivas son útiles, conviene reflexionar y fijarse en el hecho de que las personas no suelen saber que tienen tanto poder en su interior. Cuentan con la capacidad para averiguar qué les inspira, qué les hace reír, qué les da esperanza y cómo cultivar esas emociones... Crear momentos positivos podría ayudarle a optimizar su vida. No subestime los beneficios en este sentido. Esos momentos podrían ayudarle a fomentar sus recursos sociales y personales, a los que podrá recurrir en el futuro. Además, los efectos positivos de sus emociones pueden beneficiar a otras personas. Cuanto más feliz y más satisfecho esté con su vida, más podrá dar a los demás.
- En la actualidad un hombre sano de sesenta y siete años tiene una esperanza de vida de unos veinte años. A diferencia de nuestros padres y abuelos, quienes con sesenta y siete años estaban llegando al final de sus vidas, nosotros comenzamos la última cuarta parte de la nuestra. Podemos hacer dos cosas para maximizar la oportunidad de que nos veamos de nuevo en la reunión de los setenta años. La primera consiste en orientarse hacia el futuro: debemos lanzarnos hacia el futuro en lugar de anclarnos en el pasado. No sólo debemos esforzarnos por nuestro futuro personal, sino también por el familiar, el de este instituto, el del país y el de nuestros ideales más queridos. La segunda: ¡haced ejercicio!
- El producto interior bruto mide el volumen de bienes y servicios que se producen y consumen, y las situaciones que aumentan ese volumen aumentan el PIB. No importa si esas situaciones reducen la calidad de vida. Cada vez que hay un divorcio, el PIB aumenta. Cada vez que chocan dos coches, el PIB sube. Cuantos más antidepresivos se consumen, más sube el PIB. Una mayor protección policial y un mayor tiempo de desplazamiento para ir al trabajo aumentan el PIB, aunque tal vez mermen la calidad de vida. Los economistas, sin gracia alguna, las denominan situaciones "lamentables". La venta de tabaco y los beneficios de los casinos se incluyen en el PIB. Algunas industrias, como la abogacía, la psicoterapia o las farmacéuticas, prosperan mientras la miseria se multiplica por doquier. Esto no quiere decir que los abogados, los psicoterapeutas o las farmacéuticas sean malos, sino que al PIB le da igual si lo que aumenta el volumen de bienes y servicios es el sufrimiento o el bienestar humano.