La atención es un primer procesamiento de la información en el que hacemos una selección entre estímulos aceptando unos y rechazando otros. Como es obvio, no atendemos a la totalidad de estímulos que nos llegan simultáneamente, ya que la capacidad de la mente para procesar tal cúmulo de información es limitada. Cuando caminamos por una calle, por ejemplo, la cantidad de estímulos que impactan sobre nuestros sentidos es enorme; sin embargo, en cada momento, sólo somos conscientes de un número limtado de esos estímulos. Si estamos jugando a las cartas o al ajedrez nos concentraremos en el juego y nos pasarán desapercibidos otros estímulos que provengan de la habitación donde nos encontramos. Cualquier alumno tiene miles de experiencias subjetivas sobre lo que significa atender o no atender en clase a las explicaciones del profesor. La atención es, pues, un proceso selectivo de la percepción.
Todas nuestras percepciones se configuran de acuerdo al esquema figura/fondo: atendemos sobre todo a una parte de nuestro campo perceptivo, lo que consideramos el centro, mientras que otra parte de él queda desatendido, como un fondo sobre el que destaca el centro de nuestra atención.
¿Qué es lo que hace que atendamos o no a los estímulos recibidos? Podemos decir que intervienen factores de distinta índole:
- Por una parte, parece claro que interviene un filtro puramente físico, por el cual son eliminados estímulos que requerirían un esfuerzo adicional para ser percibidos con claridad (objetos lejanos, borrosos, pequeños o ubicados en los bordes del campo perceptivo, sonidos apenas audibles, etc.), y al revés, estímulos de tamaño, color, posición, forma, etc., no comunes o que contrastan con el resto captan rápidamente nuestra atención. En general, se puede comprobar que:
- Objetos de mayor tamaño son atendidos antes que otros de menor tamaño.
- Objetos situados en la zona superior del campo perceptivo son atendidos antes que otros situados en la zona inferior.
- Objetos blancos y negros atraen la atención antes que otros de diversos colores.
- Ojetos dotados de movimiento captan la atención antes que los fijos.
- Objetos que contrastan por alguna característica con los situados a su alrededor son los primeros en captar nuestra atención.
Conclusiones similares de obtienen del fenómeno conocido como defensa perceptiva: los estímulos agradables son atendidos, mientras que los desagradables son rechazados hasta el punto de que, la mayoría de las veces, ni siquiera somos conscientes de que han formado parte de nuestro campo perceptivo. Un profesor pasa lista y "casualmente" se salta el nombre de un alumno con el que ha tenido recientemente un problema de disciplina. Si los otros alumnos no lo advierten, probablemente ni siquiera se entere de que no ha dicho ese nombre. ¿Lo ha hecho conscientemente? No, simplemente el filtro ha actuado para evitar al profesor un recuerdo desagradable. Freud estudió ejemplos de este tipo en su obra Psicopatología de la vida cotidiana y psicoanalistas posteriores han profundizado en el hecho de la defensa perceptiva.
Los fisiólogos creen que la zona cerebral que trabaja como centro de control y selección de los impulsos sensitivos es la formación reticular, la cual estaría relacionada con el mantenimiento de los estados de alerta y vigilia del organismo. En el lenguaje científico se suele emplear el término inglés arousal o activación (como el que poseemos cuando nos vence el sueño) apenas nos permitirá atender a la estimulación que nos llega. Tampoco un nivel muy alto de activación resulta conveniente: cuando el organismo se encuentra muy activo y excitado, la atención se ve dificultada. Lo óptimo es un nivel medio, ya que éste facilita la realización de tareas.
Se suele distinguir entre atención sostenida o vigilancia, aquella que es necesaria para realizar con éxito una tarea continua a lo largo de un periodo extenso de tiempo, y atención selectiva, aquella que atiende selectivamente a un estímulo o a un grupo de estímulos con preferencia sobre cualquier otro tipo de estimulación simultánea.
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