El profesor Christiaan Barnard realizó el primer transplante de corazón a finales de 1967. |
Muchas enfermedades no infecciosas se deben al funcionamiento anómalo de algún órgano o tejido. Los graves infartos de miocardio o las grandes quemaduras que afectan a zonas extensas de la piel no pueden resolverse con medicamentos. Una persona con un corazón que ya no puede impulsar la sangre de forma correcta, sea por el motivo que sea, sólo podrá encontrar el remedio a su problema con la implantación de un corazón nuevo. De igual manera, una persona que haya sufrido graves quemaduras en una parte importante de su cuerpo sólo podrá sobrevivir si se le implanta piel nueva.
El transplante de órganos fue uno de los grandes éxitos de la medicina del siglo XX. En 1954 se realizó con éxito el primer transplante de riñón, pero fue el 3 de diciembre de 1967 cuando el profesor Christiaan Barnard, en un hospital de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), asombró al mundo entero transplantando el órgano más simbólico, el corazón.
En los últimos cincuenta años, y a pesar de los fracasos iniciales, esta terapia ha logrado mejorar las condiciones de vida de muchos enfermos y ofrecer a otros la única esperanza de seguir con vida. A consecuencia de los éxitos conseguidos, el número de demandas de órganos crece de forma más rápida que el de donantes, aunque éste también está en aumento.
Ahora bien, ¿de dónde se obtienen los órganos y los tejidos que se trasplantan? ¿Se pueden hacer trasplantes de cualquier cosa? ¿Qué probabilidades tiene de sobrevivir una persona después de un trasplante? ¿Existen alternativas al trasplantes de tejidos y de órganos provenientes de donantes?
1. Los europeos y la donación de órganos
El Eurobarómetro es un servicio de la Comisión Europea creado en 1973 que mide y analiza las tendencias de la opinión pública sobre cualquier tema de interés general en todos los Estados miembros de la Unión Europea y en los países candidatos. Saber lo que piensa el ciudadano es importante para que la Comisión Europea pueda elaborar sus propuestas legislativas y tomar decisiones.
En junio de 2006, la Dirección General de la Salud y de la Protección de los Consumidores (SANCO) de la Comisión Europea realizó una consulta especial sobre "Los europeos y la donación de órganos". La consulta tenía como objetivo determinar los principales problemas que se plantean con motivo de las donaciones y los trasplantes de órganos.
Según el Eurobarómetro publicado en mayo de 2007, un 56% de los europeos se declara dispuesto a donar sus órganos después de su muerte. Alrededor del 26% se negaría a hacerlo, y cerca del 18% no tiene idea sobre el asunto porque no se lo ha planteado.
2. ¿Quién puede ser donante?
El trasplante constituye actualmente una técnica médica muy desarrollada que logra magníficos resultados en los receptores. Sirve en muchos casos para salvarles la vida, pero mejorar su calidad de vida o para ambas cosas; pero necesita obligatoriamente de donantes.
El donante puede ser una persona en situación de "muerte cerebral" o "muerte encefálica", es decir, una persona que ha fallecido, su cerebro ha dejado de funcionar, pero los latidos de su corazón se mantienen de forma artificial para que los órganos que van a ser trasplantados estén en perfectas condiciones.
Para que una persona se considere un posible donante es suficiente con que, en vida, haya transmitido a los familiares más directos la decisión de que, tras la muerte, sus órganos sirvan para salvar o mejorar la vida de otros. Su deseo será siempre respetado.
En algunos tipos de trasplante el donante puede ser una persona viva. Así ocurre en los casos en los que se requiere un tejido renovable, como la piel o la médula ósea, una parte de un órgano que tiene capacidad de regeneración, como el hígado, o un órgano no imprescindible, como el riñón, puesto que es posible vivir con un solo riñón.
3. La legislación española
La ley que regula la donación y los trasplantes en España fue promulgada en 1979. Aunque esta ley ha sido renovada en múltiples ocasiones, el núcleo de su espíritu sigue vigente y contempla como puntos fundamentales:
- El establecimiento de la llamada muerte encefálica como definición científica, legal y ética del concepto de muerte del individuo (tradicionalmente se creía que alguien estaba muerto cuando el corazón dejaba de latir).
- El respeto a la voluntad del fallecido en cuanto a donar o no sus órganos.
- La necesidad de que el diagnóstico de muerte se haga por un equipo de médicos independiente del de trasplante.
- El carácter altruista de la donación y la no comercialización de los órganos.
- La garantía de anonimato del donante.
- La aplicación de criterios médicos para la distribución de los órganos disponibles entre los enfermos en espera de los mismos.
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