La democracia no es un status en el que puede un pueblo cómodamente instalarse. Es una conquista ético-política de cada día, que sólo a través de una autocrítica siempre vigilante puede mantenerse. Es más una aspiración que una posesión. Es, como decía Kant de la moral en general, una "tarea infinita" en la que, si no se progresa, se retrocede, pues incluso lo ya ganado ha de reconquistarse cada día.
José Luis López Aranguren, Ética y política
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