La principal diferencia entre Piaget y Kant consiste en que, mientras que para Kant la forma a priori es una estructura fija e invariable, para Piaget los esquemas van apareciendo en el tiempo y sustituyéndose unos a otros hasta alcanzar su estado definitivo, que corresponde al pensamiento adulto. Según Piaget, el hombre viene al mundo dotado tan sólo de unas estructuras muy elementales para interaccionar con el medio: se trata de los reflejos innatos, tales como chupar o apretar con la mano. Estos reflejos son la base primera a partir de la cual el niño irá adquiriendo unos esquemas intelectuales cada vez más complejos para comprender el mundo y actuar sobre él.
El desarrollo intelectual aparece como consecuencia de un doble proceso: la asimilación de datos que son interpretados desde el esquema que posee el sujeto, y la acomodación o sustitución de un esquema por otro más complejo que se da cuando el esquema previo se revela claramente insuficiente para asimilar todos los datos que se reciben.
De esta forma, el desarrollo pasa necesariamente por una serie de fases o estadios (siempre los mismos): puede haber variaciones de un niño a otro, o de una cultura a otra, en cuanto al momento en que tiene lugar un cambio en el desarrollo, pero no en cuanto al orden de sucesión de los estadios: no puede alcanzarse el estadio B sin pasar antes por el estadio A, ni tampoco pasar del A al C saltándose B.
De forma sintética, podemos decir que la inteligencia del niño se desarrolla pasando por cuatro estadios, cada uno de los cuales puede dividirse a su vez en varios subestadios.
1. Estadio sensorio-motor (0-2 años)
El bebé entiende el mundo a través de su acción sobre él y de las sensaciones que recibe como consecuencia de dicha acción (por ejemplo, chupar y sentir satisfacción, o mover el sonajero y oír un sonido).
2. Estadio preoperacional (2-7 años)
El niño es capaz de representar los objetos por medio de imágenes mentales, dibujos, palabras, etc.; el pensamiento es todavía egocéntrico (incapaz de adoptar el punto de vista de otro), animista (cree en una intencionalidad de los hechos naturales y los objetos inanimados) y rígido (pegado a la apariencia de las cosas).
Si se le pregunta a la niña qué es lo que está viendo la muñeca, señalará la casa porque es lo que ella misma ve: es incapaz de adoptar el punto de vista de otro (egocentrismo infantil). |
El niño es capaz de realizar operaciones como clasificar, ordenar, etc., aunque aplicadas a objetos concretos y visibles (presentes o representados).
La adquisición más propia de esta etapa es la idea de reversibilidad. Si un niño de 5 ó 6 años ve verter el líquido de un recipiente ancho en un vaso estrecho y alargado, el niño pensará que hay más líquido en el vaso alto que en el vaso ancho, incluso aunque él mismo vea trasvasar el líquido de uno a otro tantas veces como se quiera. A partir de, aproximadamente, los 7 u 8 años el niño será capaz de entender que las acciones son reversibles: las cantidades, pesos y volúmenes se conservan aunque aparezcan de diferentes formas.
4. Estadio de las operaciones formales (12-15 años)
El adolescente es capaz de realizar operaciones mentales no sólo sobre objetos concretos, sino también con entidades abstractas y símbolos; la mente se despega de la percepción y, en vez de apoyarse en la realidad para construir una teoría, se parte de la teoría (hipótesis) para explicar la realidad.
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