Muchos de los jóvenes que viven hoy en los países desarrollados superarán los ochenta años de edad. La mayor parte de esos años vivirán con una aceptable calidad de vida: padecerán algunas enfermedades pero, en la mayoría de los casos, la medicina las resolverá con eficacia. Esta indudable ventaja es una adquisición reciente. Hace poco más de un siglo, nuestra esperanza de vida no superaba los cuarenta años. La elevada tasa de mortandad era consecuencia, sobre todo, de las deficientes condiciones higiénicas, de la desnutrición y de las infecciones.
Esta situación contrasta con la que viven los jóvenes y los niños de los países en desarrollo, en los que ni siquiera se dan las condiciones mínimas que les permitirían alcanzar la edad adulta. La batalla contra las infecciones está muy lejos de ser ganada, y al menos ocho millones de muertes podrían evitarse cada año con unas mínimas condiciones higiénicas y medicamentos asequibles. Además, cada minuto de las veinticuatro horas del día, doce niños mueren por hambre y desnutrición; más de seis millones al año.
En los países desarrollados, con una población que disfruta de buenas condiciones higiénicas, con una gran parte de las infecciones controlada y con una alimentación variada e ilimitada, ¿cuáles son los problemas de salud que nos afectan? ¿Cuáles son sus causas? ¿Podemos intervenir en nuestra salud? ¿Qué podemos hacer? ¿Vivir más supone, necesariamente, vivir mejor?
Con el aumento de la esperanza de vida, la preocupación de una gran parte de la población se ha trasladado de vivir más a vivir mejor. Lo que de una manera un tanto ambigua se denomina tener una mejor calidad de vida.
Hasta la primera mitad del siglo XX, las enfermedades infecciosas causaban la muerte de gran parte de la población a cualquier edad. En esas condiciones, tener salud significaba no estar enfermo. Sin embargo, a mediados del siglo XX, la OMS definió la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Aunque esta definición ha sido criticada, se mantienen puntos de acuerdo:
- La salud de una persona no puede definirse sólo en términos de estado físico, sino que es necesario tener en consideración la salud mental.
- En cualquier caso, la idea de salud no puede limitarse a la ausencia de enfermedad sino que debe ser más ambiciosa e incluir elementos positivos, como por ejemplo, el concepto de bienestar. La expresión calidad de vida se utiliza con frecuencia para referirse a esta forma de entender la salud. Un concepto muy amplio que está influido tanto por la salud objetiva de la persona como por la satisfacción que le proporcionan sus condiciones de vida.
La salud de una persona depende básicamente de tres tipos de factores:
- Estilo de vida individual: Incluye todos aquellos comportamientos personales que tienen algún impacto en la salud, como la alimentación o la actividad física.
- Ambientales: Incluyen factores sociales, como el acceso a la asistencia sanitaria, y factores medioambientales, como el clima o la contaminación ambiental.
- Genéticos: Dependen de la información hereditaria contenida en los genes.
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