La mayoría de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO₂) o el metano (CH₄), se originan de forma natural y su presencia en la atmósfera es muy anterior a la existencia de la especie humana. Sin embargo, a partir de 1750, con el inicio de la revolución industrial, la concentración de estos gases no ha dejado de aumentar y actualmente este incremento se agudiza de forma alarmante.
Las actividades que generan mayor incremento de gases de efecto invernadero son.
- La quema de combustibles fósiles: Las emisiones de gases de efecto invernadero más importantes se deben a la quema de petróleo, gas y carbón. Se realiza para la obtención de energía eléctrica, en los procesos industriales, en el transporte, en la agricultura y en las viviendas.
- La deforestación: La vegetación, gracias a la fotosíntesis, retira de la atmósfera importantes cantidades de CO₂. De manera que toda actividad que suponga una reducción de la superficie arbolada tendrá como consecuencia un incremento del CO₂ en la atmósfera.
- Ciertas actividades agrícolas y ganaderas: El ganado doméstico, vacuno, bovino o porcino emite a la atmósfera gran cantidad de metano generado en la fermentación intestinal. También ciertos cultivos, como el arroz, emiten este gas que es, tras el CO₂, el que más está influyendo en el calentamiento global.
El resto del efecto invernadero se debe a gases como el ozono (O₃), el óxido nitroso (N₂O) y a otros exclusivamente antropogénicos, como los clorofluorocarburos o CFC.
El vapor de agua es el gas que más influye en el efecto invernadero natural. Sin embargo, su concentración en la atmósfera se ha incrementado en el último siglo mucho menos que la del CO₂ y, sobre todo, ha ido ocurriendo después de las elevaciones de temperatura. De manera que su aumento en la atmósfera se considera más una consecuencia del calentamiento global que su causa.
El principal causante del calentamiento global es el incremento de los gases de efecto invernadero de origen antropogénico, es decir, generados por la actividad humana. El gas que más ha impulsado el calentamiento global del último siglo es el dióxido de carbono. A él se debe más de la mitad del efecto invernadero antropogénico.
1. Un reparto desigual
Todas las personas emitimos CO₂ a la atmósfera, y no sólo lo hacemos al respirar sino también cuando encendemos la calefacción, conectamos el televisor o cogemos el coche.
Si se suman todas las emisiones de CO₂ que se realizan en un país y se divide por el número de habitantes. Como cabe esperar, esta cifra en los países en vías de desarrollo es mucho menor que la de los desarrollados. Por ejemplo, mientras que en la India la emisión per cápita es de 1,3 toneladas al año, en la Unión Europea alcanza las 7,8. Sin embargo, también entre los países desarrollados existen notables diferencias: en los Estados Unidos las emisiones per cápita casi triplican la media europea.
2. ¿De dónde viene y adónde va el CO₂?
Cualquier ser vivo, sea una bacteria, un árbol o una persona, está integrado por compuestos inorgánicos (agua y sales minerales) y compuestos orgánicos (glúcidos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos). Todos los componentes orgánicos contienen carbono. El carbono lo incorporan las plantas con el CO₂ que toman del aire para originar con él, con el agua, y gracias a la energía luminosa, los compuestos orgánicos que integran su cuerpo. Así se inicia un recorrido sin fin denominado ciclo del carbono.
El ciclo del carbono describe el intercambio de este elemento entre los cuatro reservorios naturales: atmósfera, hidrosfera, biosfera y litosfera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario