En muchos casos, esos problemas sociales, económicos y políticos, que afectan a millones de personas, son también problemas morales, porque tienen su origen en comportamientos injustos de personas y de instituciones.
Una parte de esos problemas morales está relacionada con el modo en que están organizadas las sociedades. Una mala organización económica y política produce discriminaciones injustas y daños que podrían ser evitados si se hicieran las reformas necesarias.
La otra parte del problema es la actitud que tengamos ante los demás. Una actitud de indiferencia nos hace cómplices de la injusticia, mientras que una actitud solidaria es imprescindible para que se pueda mejorar la suerte de muchas personas.
Pero la solidaridad no aparece por arte de magia, sino a través de la conciencia que tenemos de los problemas reales y de las posibles soluciones.
Por eso es importante informarse bien, pensar juntos en diálogo y formarse un criterio personal sobre lo que ocurre en el mundo.
1. La lotería natural
Conforme vamos creciendo nos damos cuenta de que nuestra vida transcurre en un lugar concreto y en una época histórica particular. Cada cual es miembro de una familia y forma parte de una sociedad determinada. Esa sociedad o país es un elemento del sistema de relaciones internacionales y del sistema ecológico del planeta Tierra. Y todo esto ocurre en un tiempo histórico nuevo, distinto de épocas anteriores.
También vamos siendo conscientes de que muchas de las circunstancias que conforman nuestra vida no las hemos elegido: nos han tocado en suerte como si fuesen el resultado de una "lotería". No elegimos nacer varón o mujer, ni las capacidades físicas e intelectuales que tengamos, ni la familia que nos acoge y nos cuida, ni el país que nos ha transmitido un idioma y unas costumbres. La propia vida habría sido muy diferente si nos hubieran correspondido otras circunstancias distintas.
2. ¿Estamos determinados?
La idea de que apenas elegimos nuestras circunstancias ha llevado a algunos filósofos, los llamados "deterministas", a creer que carecemos por completo de libertad. El determinismo sostiene que nuestra vida está regida por circunstancias que escapan a nuestro control, de modo que nadie es responsable de lo que hace o deja de hacer: ni de lo bueno, ni de lo malo. Según esto, el mal comportamiento de una persona sería siempre el resultado de unas circunstancias ajenas a su voluntad como, por ejemplo, una infancia desgraciada, un desengaño amoroso o un despido laboral. Y el mal comportamiento de una institución, por ejemplo, una fábrica que vierte aguas contaminadas al río, también sería producto de unas circunstancias no deseadas, como la fuerte competencia del mercado, que obligaría a la empresa a reducir gastos a toda costa.
La opinión determinista
Los hombres se equivocan al creerse libres, opinión que obedece al solo hecho de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan.
Baruch de Spinoza
La opinión indeterminista
Estoy condenado a ser libre. Lo cual significa que no es posible encontrar a mi libertad más límites que ella misma o, si se prefiere, que no somos libres de dejar de ser libres.
Jean-Paul Sartre
3. Condicionamientos y libertad
Aunque es cierto que la mayor parte de las circunstancias que nos afectan no las elegimos y que ejercen una presión muy fuerte sobre nuestras vidas, también es verdad que nos permiten un margen de libertad más o menos amplio. Estamos condicionados por las circunstancias, pero generalmente mantenemos cierto grado de control sobre lo que hacemos o dejamos de hacer. Por eso tenemos responsabilidad sobre nuestros actos.
Cuando mayores condicionamientos hayamos tenido para hacer algo, menor responsabilidad tenemos en ello. Y cuanta más libertad hayamos tenido para actuar, más responsables somos del resultado. No es lo mismo hacer daño a alguien a sangre fría que coaccionado por otros, o fuertemente condicionado por circunstancias ajenas a la propia voluntad. Así lo reconoce nuestra conciencia moral y también el sistema jurídico.
Un margen de libertad
Siempre podemos hacer algo con lo que han hecho de nosotros.
Jean-Paul Sartre
La libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, o de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
4. Condicionamientos socioeconómicos
Los condicionamientos limitan nuestra libertad, pero casi nunca la anulan por completo. Hay condicionamientos de muchos tipos: físicos, psicológicos, genéticos, culturales, etc. Aquí nos ocuparemos sólo de los condicionamientos socioeconómicos y políticos.
En el aspecto económico, por ejemplo, no es lo mismo nacer en un grupo humano que está en situación de miseria que nacer en una sociedad con prosperidad económica y participar de ella. De eso va a depender, por ejemplo, que una persona pueda llegar a adulto sin morir de hambre y tenga la oportunidad de ir a la escuela, o que, por el contrario, muera muy joven y analfabeto.
Ahora bien, ¿es mérito del que nace en una sociedad rica su situación ventajosa? ¿Es culpa del que nace en una sociedad pobre su situación de pobreza? No, es el sistema de relaciones económicas el que está condicionando las vidas de ambos. Y ambos tienen un margen de libertad, por mínimo que sea, para intentar mantener o cambiar ese sistema. El caso del niño Iqbal Masih es un ejemplo extremo de resistencia de una persona a unos condicionamientos socioeconómicos y políticos aterradores.
El niño que escapó de la esclavitud
El niño paquistaní Iqbal Masih fue obligado a partir de los cinco años a trabajar en un taller de fabricación de alfombras para que su familia pagara unas deudas que tuvieron que contraer para no morir de hambre. Iqbal trabajó como esclavo, pero fue liberado por el Frente de Liberación de los Esclavos por Deudas. Comenzó a estudiar con la ayuda de esta organización y viajó por todo el mundo denunciando la situación de esclavitud en la que se encuentran miles de niños y niñas en su país. En 1995 fue asesinado, a la edad de doce años, por las mafias que organizan la explotación infantil. Sin embargo, su valiente denuncia ha provocado una reacción de solidaridad en todo el mundo en favor de los derechos de los niños y niñas.
Los condicionamientos limitan nuestra libertad, pero casi nunca la anulan por completo. Hay condicionamientos de muchos tipos: físicos, psicológicos, genéticos, culturales, etc. Aquí nos ocuparemos sólo de los condicionamientos socioeconómicos y políticos.
En el aspecto económico, por ejemplo, no es lo mismo nacer en un grupo humano que está en situación de miseria que nacer en una sociedad con prosperidad económica y participar de ella. De eso va a depender, por ejemplo, que una persona pueda llegar a adulto sin morir de hambre y tenga la oportunidad de ir a la escuela, o que, por el contrario, muera muy joven y analfabeto.
Ahora bien, ¿es mérito del que nace en una sociedad rica su situación ventajosa? ¿Es culpa del que nace en una sociedad pobre su situación de pobreza? No, es el sistema de relaciones económicas el que está condicionando las vidas de ambos. Y ambos tienen un margen de libertad, por mínimo que sea, para intentar mantener o cambiar ese sistema. El caso del niño Iqbal Masih es un ejemplo extremo de resistencia de una persona a unos condicionamientos socioeconómicos y políticos aterradores.
El niño que escapó de la esclavitud
El niño paquistaní Iqbal Masih fue obligado a partir de los cinco años a trabajar en un taller de fabricación de alfombras para que su familia pagara unas deudas que tuvieron que contraer para no morir de hambre. Iqbal trabajó como esclavo, pero fue liberado por el Frente de Liberación de los Esclavos por Deudas. Comenzó a estudiar con la ayuda de esta organización y viajó por todo el mundo denunciando la situación de esclavitud en la que se encuentran miles de niños y niñas en su país. En 1995 fue asesinado, a la edad de doce años, por las mafias que organizan la explotación infantil. Sin embargo, su valiente denuncia ha provocado una reacción de solidaridad en todo el mundo en favor de los derechos de los niños y niñas.
www.childrensworld.org
5. Condicionamientos políticos
En el aspecto político, tampoco es lo mismo vivir en un Estado democrático, que respeta las libertades y garantías jurídicas a todos sus habitantes, que vivir en un Estado dictatorial, en el que cualquiera puede ser detenido arbitrariamente e incluso ser torturado y "desaparecer". De eso dependerá, por ejemplo, que una persona pueda expresar sus opiniones con tranquilidad o que, por el contrario, tenga que ocultarlas por miedo a represalias.
También en este caso hay un sistema de relaciones políticas que condiciona la vida de cada cual, y casi siempre existe un margen de libertad, por pequeño que sea, para intentar mejorar o cambiar el sistema político vigente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario