La bollería industrial y las carnes procesadas son ejemplos típicos de comidas insanas y principal causa de obesidad en los países desarrollados. |
La capacidad de nuestro organismo para almacenar energía y usarla más adelante resultó fundamental para sobrevivir en condiciones de escasez de comida. En el mundo de abundancia actual, en el que todo invita al sedentarismo, la obesidad se ha transformado en un grave riesgo para la salud.
1. Obesidad y sobrepeso
La obesidad consiste en un exceso de grasa corporal producida por la ingestión excesiva de alimentos energéticos asociada a un estilo de vida sedentario. En España, el 14'5% de la población adulta es obesa y el 38'5% tiene sobrepeso. Más preocupantes son los datos de la población infantil y juvenil: el 13'9% es obesa y el 26'3% tiene sobrepeso.
El sobrepeso y la obesidad se diagnostican empleando el índice de masa corporal (IMC) que se calcula dividiendo el peso en kilos por la talla en metros elevada al cuadrado:
IMC = peso corporal (en kg) / talla al cuadrado (en m²)
Se considera que una persona cuyo IMC es superior a 25 kg/m² tiene sobrepeso y si es superior a 30 kg/m² es obesa.
El riesgo de una persona obesa de sufrir un accidente cerebrovascular aumenta si el exceso de grasa está concentrado en la zona de la cintura y el vientre. Esto se llama obesidad central, e indica un exceso de grasa dentro y alrededor de los órganos internos. Se considera que hay obesidad central cuando el perímetro de la cintura es igual o superior a 102 cm en los hombres y 88 cm en las mujeres.
2. Efectos beneficiosos de la actividad física
Si la energía aportada por la dieta es superior a la utilizada en las actividades diarias, se produce un aumento de peso. La dieta, el peso y la actividad física son factores que están relacionados.
Por actividad física se entiende cualquier forma de ejercicio o movimiento. No significa, necesariamente, apuntarse a un gimnasio ni hacer deporte de competición. Sirven las actividades de todos los días, como ir al instituto caminando en lugar de que te lleven en coche; subir las escaleras, en lugar de coger el ascensor; o jugar un partido de fútbol o ir a la piscina con los amigos, en lugar de ver la televisión.
La actividad física aporta beneficios al organismo porque fortalece el corazón, los músculos y los huesos; aumenta el aporte de oxígeno al cuerpo; ayuda a bajar de peso y reduce el estrés; reduce la presión arterial y la cantidad de azúcar y lípidos en la sangre y mejora la circulación sanguínea.
3. Genes, dietas y ECV
Los factores genéticos influyen sobre nuestra salud, e incluso pueden llegar a ser determinantes.
Un ejemplo es la denominada hipercolestorolemia familiar. Esta enfermedad es hereditaria y puede afectar a varios miembros de la misma familia. La causa está en la mutación de un gen que provoca niveles muy altos de colesterol en el plasma sanguíneo, aun cuando esté ausente en la dieta. La consecuencia es un elevado riesgo de ECV y muerte prematura.
Cada vez se descubren más interacciones entre los genes, la dieta y las ECV, aunque las relaciones suelen ser complejas. Un ejemplo es el denominado genotipo ahorrador. Las personas que poseen esta combinación de genes tienen niveles de colesterol más altos que otras personas que se alimentan con idéntica dieta. Se sabe que era el predominante en las poblaciones humanas primitivas y aún es elevado en numerosos países africanos y poblaciones indígenas.
Estos genes resultarían beneficiosos cuando la posibilidad de encontrar alimento era escasa y costosa, pero en la sociedad de la abundancia resulta fatal.
La ciencia que estudia las relaciones entre la dieta y el genoma se denomina nutrigenómica. Su objetivo es adaptar las recomendaciones dietéticas al genoma de cada persona, y así mejorar su salud.
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