Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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lunes, 31 de diciembre de 2012

Sócrates, una vida para la filosofía

Sócrates (470-399 a.C.) es uno de los grandes filósofos de la Antigüedad. Fue maestro de Platón y está considerado un modelo de actitud filosófica. Sus ideas han llegado hasta nosotros por medio de las obras de Platón y con la ayuda de otros autores, como Aristóteles, que se mofaba de él, o Jenofonte, que lo respetó siempre. Sócrates decía de sí mismo y de su método: "Yo no soy más que un luchador por la sabiduría; la gente que suele echar en cara que no hago sino preguntar, sin descubrir nada sabio, porque me dicen que no sé nada. Los que conmigo hablan, al pronto parece que no saben nada; pero en la conversación dan a luz cosas sorprendentes, gracias a un arte mayéutica en la que yo y algún dios tenemos arte".

Sócrates, de quien el oráculo de Delfos dijo que era "el más sabio de los hombres", fue condenado por los sabios de Atenas a beber la cicuta. Las circunstancias de su muerte lo inmortalizaron.
El modo de enseñar de Sócrates, que buscaba por medio del diálogo la sabiduría oculta en cada persona, se interpretó como una forma de corrupción y de transmisión de ideas filosóficas peligrosas. Sorprendentemente, Sócrates, a pesar de declararse inocente de los cargos, no intentó defenderse de las acusaciones que se vertieron contra él, sino que en el discurso que pronunció el mismo día de su muerte hizo una nueva manifestación de sus creencias, en el tono irónico que le caracterizó siempre.
La tranquila asunción de su muerte, rechazando la posibilidad de huida que le ofrecieron sus amigos, fue la manifestación de su convicción de que una vida virtuosa como la suya debía tener también un final a la misma altura.

"Sólo sé que no sé nada"
La gran novedad de las ideas de Sócrates reside en el intento de hacer mejores a los demás por medio del reconocimiento de los límites del conocimiento, de la conciencia de su propia ignorancia. Una idea manifestada en una frase también famosa: "sólo sé que no sé nada". Con ella se mostraba más sabio que quienes afirmaban saber algo, pues sólo el conocimiento de las propias limitaciones y carencias permite subsanarlas.
La convicción ingenua y soberbia de la propia sabiduría impide el conocimiento. Es contraria a la actitud filosófica, pues quien se asombra y extraña, reconoce su ignorancia y trata de superarla. Pero quien ha perdido la actitud de admiración "como los niños", no está en el camino del saber sino en el de la complacencia ignorante.


Ante todo, el diálogo
Sócrates utilizaba un método dialéctico; a través del diálogo iba forzando a sus interlocutores a analizas sus propias ideas, de modo que, al final lograran extraer verdades de su interior, de las que no eran conscientes. Es el arte de la mayéutica: ir desvelando lo oculto para evidenciar lo mejor de cada persona. Por eso, Sócrates no escribió ninguna obra: la sabiduría estaba, para él, en el diálogo, en la palabra hablada. Con ello también se revela otra de sus ideas básicas: que el relativismo moral no permite el entendimiento entre los hombres (y por eso imposibilita la política). Es preciso definir con rigor los conceptos morales. Sólo así sabremos qué queremos decir, por ejemplo, con la palabra "justicia".
Sócrates defendía que la virtud puede ser enseñada. La filosofía tiene por objeto la educación moral del hombre y por ello puede enseñarse: en primer lugar, con el ejemplo de una vida virtuosa; en segundo lugar, conociendo la virtud para ejercerla como buen ciudadano y contribuir así a crear una sociedad justa. Esto le lleva a identificar la virtud con la sabiduría, pues es necesario conocerla para poder ejercitarla. A esta posición de la denomina intelectualismo moral.


Muerte de Sócrates, representada por Dufresnoy
El testamento de Sócrates
Sócrates es considerado el primer filósofo que reflexiona sobre la ética. Enseña la virtud y la vive. Cuando, ante su condena a muerte, sus amigos pretenden que huya, él rechaza esta posibilidad porque, dice, es preferible morir acorde con la propia conciencia, que salvar la vida transgrediendo las leyes de la ciudad. Leyes que él defiende a pesar de que han sido las utilizadas por sus enemigos para condenarle. En ese momento final de su vida, Sócrates da algunas de sus últimas lecciones antes de beber la cicuta.

¡Oh, mis jueces!, esperad, pues, en la muerte llenos de confianza y no penséis sino en una verdad, la de que no hay mal ninguno para el hombre de bien, ni en esta vida ni luego de morir, y nunca los dioses le abandonan. Lo que me pasa ahora a mí no es efecto del azar: yo estoy seguro de que el morir, desde luego, y verme libre de los cuidados de la vida, era lo mejor que podía sucederme. Por eso la voz divina no me ha hecho hoy ninguna advertencia, ni me ha disuadido de nada. No guardo, pues, el menor resentimiento contra los que me han condenado ni contra mis acusadores. Ciertamente su intención no ha sido buena al condenarme y acusarme, antes han creído hacerme daño; y en este respecto podría quejarme, sí. Pero vean el único favor que les pido: que cuando mis hijos lleguen a mayores, los molesten, los atormenten, como yo lo hice con vosotros, si se ve que prefieren las riquezas o cualquiera otra cosa, a la virtud; y si se creen algo, aunque no lo sean, reprendédselo a mis hijos como yo a vosotros; censuradles lo que hacen, olvidar lo que es digno de toda su solicitud, y creerse algo cuando no son nada... Si esto hiciereis, atenienses, ni yo ni mis hijos tendremos que quejarnos de vuestra justicia.
Pero ya es tiempo de separarme de vosotros y de irnos, yo a morir, y vosotros a vivir. ¿Quién lleva la mejor parte? ¿Vosotros? ¿Yo? Dios lo sabe.
Platón, Apología de Sócrates

viernes, 28 de diciembre de 2012

Utilidad de la filosofía

El mar y la filosofía
Contemplar el mar se convirtió para mí en lo más maravilloso que existe en la naturaleza. La vivienda, la seguridad del hogar nos hace bien y nos son del todo necesarios. Pero no pueden bastarnos. En contacto con el mar uno se encuentra ya de antemano preparado para filosofar. Así me sucedió a mí, inconscientemente, desde la niñez. El mar es símbolo de libertad y de trascendencia. Es como una revelación encarnada del fundamento de las cosas. El filosofar lleva en sí la exigencia de mantenerse a flote sabiendo que en ninguna parte se halla un fundamento sólido, pero que precisamente así nos hablará el fundamento de las cosas. El mar patentiza esta exigencia. En él no hay ningún tipo de encadenamiento. Esto es lo que hace de él una realidad misteriosamente única.
K. Jaspers, Entre el destino y la voluntad (adaptado)

¿Filósofo o sonámbulo?
Hacen bien, ¡qué diablos! La física sirve para muchas cosas, mientras que la filosofía no sirve para nada. Ya lo dijo, conste, un filósofo, el patrón de los filósofos, Aristóteles. Precisamente por eso soy yo filósofo: porque no sirve para nada serlo. La notoria 'inutilidad' de la filosofía es acaso el síntoma más favorable para que veamos en ella el verdadero conocimiento. Una cosa que sirve es una cosa que sirve para otra, y en esa medida es servil. La filosofía, que es la vida auténtica, la vida poseyéndose a sí misma, no es útil para nada ajeno a ella misma. En ella, el hombre es sólo siervo de sí mismo, lo cual quiere decir que sólo en ella el hombre es señor de sí mismo. Mas, por supuesto, la cosa no tiene importancia. Queda usted en entera libertad de elegir entre estas dos cosas: o ser filósofo o ser sonámbulo. Los físicos, en general, van sonámbulos dentro de su física, que es el sueño egregio, la modorra genial de Occidente.
J. Ortega y Gasset, Bronca en la física. En Obras completas, vol. V

Algunas preguntas filosóficas
Interesarse por el por qué vivimos no es, por lo tanto, un interés tan fortuito o tan casual como, por ejemplo, coleccionar sellos. Quien se interese por cuestiones de ese tipo está preocupado por algo que ha interesado a los seres humanos desde que viven en este planeta. El cómo ha nacido el universo, el planeta y la vida aquí, son preguntas más grandes y más importantes que quién ganó más medallas de oro en los últimos juegos olímpicos de invierno.
La mejor manera de aproximarse a la filosofía es plantear algunas preguntas filosóficas:
¿Cómo se creó el mundo? ¿Existe alguna voluntad o intención detrás de lo que sucede? ¿Hay otra vida después de la muerte? ¿Cómo podemos solucionar problemas de ese tipo? Y, ante todo: ¿cómo debemos vivir?
En todas las épocas, los seres humanos se han hecho preguntas de este tipo. No se conoce ninguna cultura que no se haya preocupado por saber quiénes son los seres humanos y de dónde procede el mundo.
J. Gaarder, El mundo de Sofía

jueves, 27 de diciembre de 2012

Hacia una definición de Filosofía

No hay una definición de filosofía que pueda ser válida para todos. Es labor de cada uno, después de haber entrado en contacto con algunos de los problemas de la filosofía, encontrar la más conveniente. Presentamos a continuación una serie de reflexiones sobre la filosofía para ayudar a ese quehacer.


L. Wittgenstein (1889-951)
La función de la filosofía
La filosofía no es una de las ciencias naturales. La palabra "filosofía" debe significar algo que esté sobre o bajo, pero no junto a las ciencias naturales.
El objeto de la filosofía es la aclaración del pensamiento.
Filosofía no es una teoría sino una actividad. El resultado de la filosofía no son "proposiciones filosóficas" sino el esclarecerse de las proposiciones.
La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos o confusos.
L. Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus (adaptado)



Ludwig Wittgenstein nace en Viena. Estudia matemáticas, física e ingeniería. Tras lecturas de Russell y Frege se inclina por la lógica. En su pensamiento caben destacarse dos momentos: el primero, el del Tractatus, en el que estudia una equivalencia entre el lenguaje y la realidad; el segundo, el de las Investigaciones filosóficas, en el que se centra en el funcionamiento de las diferentes lenguas en su especificidad.

Karl Jaspers (1883-1969)
Meditación y comunicación
Filosofar es resolverse a hacer que despierte el origen, retroceder hacia el fondo de sí mismo y ayudarse con una acción interior conforme a las propias fuerzas.
En la vida, lo primero que resulta tangible es la sujeción a los deberes materiales, a la exigencia de cada día. El papel de la vida filosófica es despertar la conciencia de que el mero trabajar, el absorberse en los fines, es ya el camino de olvidarse de uno mismo. No olvidar, sino apropiarse íntimamente; no desviarse, sino trabajar hacia la perfección íntima; no pasar superficialmente, sino iluminar hasta el fondo: tal es la vida filosófica.
K. Jaspers, Introducción a la filosofía (adaptado)

Jaspers es un psiquiatra y filósofo alemán. Es uno de los representantes de la corriente existencialista. Partiendo del análisis fenomenológico de Husserl, aborda el problema de la existencia humana a diferentes niveles: su corporeidad, su socialidad, su historicidad y su libertad. Entre sus obras destacan Filosofía de la existencia e Introducción a la filosofía.

Miguel de Unamuno (1864-1936)
Las raíces de la filosofía
La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y, como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal vez.
M. Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida (adaptado)

Unamuno es un escritor y pensador español, profundamente influido por la filosofía de Kierkegaard. Se planteó el problema de la existencia del hombre concreto, de carne y hueso, que anhela la inmortalidad aun cuando se sabe finito. De su amplia producción literaria destacan obras como Del sentimiento trágico de la vida o Niebla.

Filosofía y amplitud de miras
Bertrand Russell
(1872-1970)
El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de la razón. La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación; pero, ante todo, porque ante la grandeza del universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el universo que constituye su supremo bien.
B. Russell, Los problemas de la filosofía (adaptado)

Matemático, lógico y filósofo inglés, premio Nobel de literatura en 1952, Russell es uno de los iniciadores de la filosofía analítica. Trabajó en cuestiones de fundamentación lógica de la matemática. Su propósito fue descubrir la amplitud y el grado de certeza que podemos acordar a nuestro conocimiento. Entre sus obras destacan los Principia mathematica y El conocimiento humano.

María Zambrano
(1904-1991)
Admiración y violencia
Y es que en el origen de la filosofía está la admiración, según textos muy venerables nos dicen, pero está también la violencia, según otros, no menos venerables, nos aseguran. Admiración y violencia. De esta rara conjunción se ha engendrado la filosofía, tan mixta por ellos. Si el amor es hijo de la pobreza y la riqueza, de la esplendidez y la miseria, la filosofía es hija, a su vez, de dos contrarios: admiración y violencia.
M. Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española (adaptado)

María Zambrano, filósofa española, fue discípula de Ortega y Gasset, premio Príncipe de Asturias y premio Cervantes. Su pensamiento está marcado por la poesía, de ahí que su filosofía sea una filosofía de la razón poética. Para ella, la filosofía ha de ser cauce de vida, por lo que pensar se convierte en descifrar lo que se siente. La vida del hombre es necesidad de crecer, anhelo de identidad. Entre sus obras destacan Claros del bosque y El hombre y lo divino.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Filosofía y vida cotidiana

La filosofía moderna, desde Kant hasta la actualidad, se ha convertido en antropología, porque ha hecho del hombre su máxima preocupación. Según Kant, los intereses del conocimiento humano se centran en tres cuestiones:
  • ¿Qué puedo hacer?
  • ¿Qué debo hacer?
  • ¿Qué me cabe esperar?
Estas tres preguntas se resumen en una sola: ¿qué es el hombre?
Al giro humanista que lleva a cabo la filosofía de Kant, responde el giro personalista de la filosofía de Unamuno, y por eso hemos de pasar de la pregunta "¿qué es el hombre?" a "¿quién es el hombre?".
En 1912, Unamuno escribía Del sentimiento trágico de la vida. Su primer capítulo estaba dedicado a lo que él llamaba "el hombre de carne y hueso". Con él reaccionaba ante un modo de hacer filosofía que él calificaba como racionalista porque proponía el uso de la razón y del cerebro como instrumentos exclusivos del quehacer filosófico.
Para Unamuno, las preguntas filosóficas ya no serán las kantianas, sino:
  • ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de la vida?
  • ¿De dónde procedo? ¿De dónde procede todo?
  • ¿Qué será de mí? ¿Hacia dónde y para qué todo?
Estas preguntas pueden parecernos extrañas si no las hacemos nuestras. No son solo preguntas por "el ser humano" en general, aunque también lo son; son preguntas por cada uno de nosotros.

La persona, protagonista
No sólo los grandes filósofos del pasado o los grandes pensadores actuales son los protagonistas de la filosofía, también lo es cualquier persona que se pregunte reflexivamente por aquello que le rodea. Nuestras preguntas sobre lo que nos pasa, sobre nuestra circunstancia, son las que mantienen viva la vocación central de la filosofía: contribuir a una mayor humanización.
De nada serviría la filosofía, su historia, sus métodos y sus definiciones, si no puede decir nada al ser humano concreto, a cada uno de nosotros. Si la filosofía no sirve para la vida, no sirve para nada.

Filosofía y vida cotidiana
A diferencia de otros momentos de la historia en los que los ideales de vida estaban relacionados con un ideal heroico o un ideal religioso, hoy ha cobrado fuerza la necesidad de valorar todos y cada uno de los momentos de la vida cotidiana. Esta se compone del conjunto de las actividades que realizamos habitualmente tanto en nuestra vida privada como en nuestra vida pública. No es sólo la vida laboral, social o afectiva, sino el conjunto de hábitos cotidianos con los que nos instalamos en la realidad.
Nos instalamos en la cotidianeidad cuando no hay sorpresas en los usos, reglas, supuestos y sobreentendidos con arreglo a los cuales ordenamos con regularidad casi todos los momentos de nuestra vida. ¿Cabría pensarse que entonces se trata de algo a lo que estamos sometidos? ¿Podría objetarse que los bohemios y los aventureros no están instalados en ella? ¿Es la instalación algo inmediato o mecánico?
La filosofía puede desempeñar un papel decisivo en este proceso de instalación en la vida cotidiana, no porque nos ayude a ajustarnos o desajustarnos, sino porque pone ante nosotros la vida cotidiana como problema. Algo es un problema cuando se nos presenta como un obstáculo que está lanzado y puesto ante nosotros, como algo que no solo está frente a nosotros y nos exige mirarlo una y otra vez (ad-miración), sino algo de lo que tenemos que hacernos cargo.

La filosofía y los problemas de la vida cotidiana
Los nuevos ideales de vida tienen mucho que ver con el mundo del trabajo y la familia como ámbitos en los que se realiza la libertad, se lucha contra el sufrimiento y se busca cierto bienestar. Charles Taylor, en sus investigaciones sobre la identidad del hombre moderno, ha descrito la vida cotidiana como la vida de producción y reproducción, del trabajo y de la familia. Pero no solo en esos campos la vida cotidiana presenta problemas. Hoy, las nuevas tecnologías, los avances científicos, la conservación de la naturaleza o la sociedad del bienestar, plantean problemas nuevos sobre los que la filosofía tiene algo que decir. Tanto la ecología como la práctica médica han pasado a ser un problema en nuestro mundo cotidiano. La tarea de la filosofía es aportar la luz y, sobre todo, hacer que nos percatemos de su carácter problemático.

La existencia cotidiana
La vida buena para los seres humanos no debe buscarse en alguna actividad superior, más allá de la vida ordinaria -sea ésta la contemplación o el ascetismo religioso o incluso la regulación ciudadana-, sino en el centro mismo de la existencia cotidiana, en la adquisición a través del trabajo de los medios para vivir y para la reproducción de la vida en familia.
Ch. Taylor, Argumentos filosóficos

El problema ecológico
La idea de que "la Tierra está en peligro de muerte" ha impuesto una nueva dimensión de responsabilidad, una concepción inédita de las obligaciones humanas que superan la ética tradicional circunscrita a las relaciones interhumanas inmediatas. La responsabilidad humana debe extenderse ahora a cosas extrahumanas, englobar la dimensión de toda la biosfera, ya que el hombre tiene los medios para poner en peligro la vida futura en el planeta.
G. Lipovetski, El crepúsculo del deber


El problema bioético
Hoy el médico ya no interviene solamente entre el nacimiento y la muerte, sino desde antes del nacimiento y hasta después de la muerte, a veces impidiendo aquél o frenando la llegada de ésta. Se plantean inevitablemente problemas sobre el sentido de la vida humana. Son cuestiones a las que el médico ha de responder también, junto con todos nosotros; pero no solamente en cuanto médico, sino en cuanto persona humana. En una palabra, la práctica de la medicina en la era tecnológica plantea cada vez más cuestiones que desbordan la sola ciencia médica, la práctica clínica y los recursos técnicos.
J. Masiá, Bioética y antropología

jueves, 6 de diciembre de 2012

Los métodos filosóficos

La filosofía no es sólo un viaje a lo profundo. Es un viaje de ida y vuelta, y es, por tanto, también traer lo profundo a la superficie y hacerlo claro, patente, perogrullada. Trátase en ella precisamente de hacer patente lo latente, somero lo profundo, de llegar a conceptos "claros y distintos", como Descartes decía. Filosofar es, a la vez, profundizar y patentizar, es frenético afán de volver del revés la realidad haciendo que lo profundo se convierta en superficial.
J. Ortega y Gasset, Obras completas (adaptado)

La filosofía y la búsqueda de la verdad
La filosofía no es algo que pueda hacerse sin una necesaria preparación. Para abordar los temas y los problemas que trata necesitamos las herramientas adecuadas. No es suficiente la mera opinión o las ocurrencias. Tampoco es un saber "oscuro" que tenga que resultar incomprensible para la mayoría de la gente. Con un método adecuado, la filosofía se sumerge en los problemas que nos preocupan a todos y comunica con claridad los resultados a los que llega o las nuevas dificultades que descubre.
La verdad que la filosofía alcanza, siempre revisable y sometida a crítica, no es una especie de intuición incomunicable que llegue al filósofo enigmáticamente, sino que es el resultado del duro "trabajo del concepto". Y si ha de llegar esa intuición o revelación, será porque el filósofo se ha empeñado previamente en indagar sobre los problemas o se ha situado ante la realidad misma con la actitud requerida. El método filosófico es, pues, la manera que tiene el filósofo de trabajar conceptualmente y "disponerse" frente a las cuestiones mismas. Una adecuada disposición (actitud o "forma de mirar") y un discurso racional (uso de la argumentación y de los conceptos) son los dos pilares del trabajo filosófico.

Peculiaridades del método filosófico
Normalmente se entiende por método el conjunto de reglas o de operaciones que deben seguirse, ordenada y sistemáticamente, para lograr un fin dado o alcanzar un resultado deseado. Este camino lo ha seguido la ciencia moderna y, debido al éxito obtenido, ha intentado extenderse al resto de saberes, llegando a constituirse en un ideal de conocimiento.
Pero, ¿qué sucede con la filosofía? El método (el modo de conducirse a la verdad) filosófico no se concreta en un conjunto de reglas que, una vez descubiertas, sólo tengamos que aplicar, sino que está en función de las cosas mismas que estemos investigando. Por otra parte, debido al carácter abierto de la filosofía, tan importante es la investigación y el descubrimiento de la verdad como la exposición y la presentación de la misma. Ambas dimensiones son las dos caras del método filosófico.

Los métodos y la pluralidad de hábitos mentales
El método filosófico depende por tanto de la actitud del filósofo, de su propio talante y de los problemas que trate, porque es una forma concreta de articular la experiencia humana en el mundo.
Cada filosofía y cada método ponen en juego unas determinadas capacidades humanas dentro del conjunto de las capacidades posibles. Por eso, cada método filosófico desarrolla sólo determinados "hábitos mentales". Hay métodos basados en hábitos mentales como la razón, otros en la sensibilidad, en el lenguaje... Todos ellos son perspectivas diferentes sobre lo humano. La pluralidad de perspectivas y métodos se explica porque los seres humanos somos plurales (siempre modificados por la cultura en la que nos encontramos) y abiertos a la historia, con sus problemas y novedades.
Ninguna filosofía, con su método y con el conjunto de hábitos mentales que pone en marcha, es suficiente por sí misma. Ninguna es tampoco desechable. Son propuestas de sentido, formas de mirar el mundo y de mirarnos a nosotros mismos. Conocer y ejercitarnos en la diversidad de métodos es conocer y ejercer los diversos hábitos mentales que, en muchas ocasiones, nos pasan desapercibidos. Nuestra cultura ha desarrollado unos y ha olvidado otros; por eso, visitar la "historia del pensamiento" supone descubrir nuestras propias posibilidades y nuestra propia humanidad en los otros.


René Descartes (1596-1650)
Buscando un método
En algunos momentos, los filósofos han tenido mayor conciencia de la importancia del propio método y han reflexionado sobre él, sobre su consistencia y su alcance. Uno de los filósofos que ha tratado en profundidad esta cuestión es Descartes (siglo XVII).

El poder de bien juzgar y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que se llama el buen sentido o la razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y asimismo, la diversidad de nuestras opiniones no provienen de que unos sean más razonables que otros, sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías y no consideramos las mismas cosas. Pues no basta con tener la mente bien dispuesta, sino que lo principal es aplicarla bien.
Así, pues, mi propósito no es enseñar aquí el método que cada cual debe seguir para conducir bien su corazón, sino solamente mostrar de qué manera he tratado yo de conducir el mío:
Primero, no aceptar nunca cosa alguna como verdadera, es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención y no admitir en mis juicios nada más que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente, que no tuviese ocasión alguna de ponerlo en duda.
Segundo, dividir cada una de las dificultades que se examinase en tantas partes como fuera posible y como se requiriese para su mejor resolución.
Tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más complejos, suponiendo, incluso, un orden entre los que se preceden naturalmente.
Y por último, hacer en todas partes enumeraciones tan completas y revistas tan generales que estuviese seguro de no omitir nada.
R. Descartes, El discurso del método (adaptado)

Métodos filosóficos más importantes
Presentamos a continuación algunos de los métodos más importantes. No pretendemos ser exhaustivos, ni en número ni en profundidad, ya que la mejor manera de conocer un método es utilizándolo.

Mayéutico-dialéctico
Es el primer gran método filosófico. Sócrates es el creador de este método, el cual es heredado y potenciado por su discípulo Platón. Se desarrolla en los siglos V y IV a.C. Caracterización: Es la forma de descubrir la verdad, que todos llevamos dentro, mediante el diálogo. Parte, en la versión socrática, de la ironía, es decir, de los que todavía no sabemos ("sólo sé que no sé nada"). La verdad (la definición) sólo puede ser descubierta en el proceso de pregunta y respuesta. Implicaciones: Implica una concepción de la filosofía polémica y abierta a la historia y a la sociedad. La verdad es asunto de todos y no se alcanza retirándose del mundo sino en la comunicación, dialogando con otros. Ofrece una versión optimista del conocimiento (pues todos ya sabemos todo, lo que hay que hacer es recordarlo). Actualidad: No pasa por ser uno de los métodos actuales de pensamiento. Algunos de sus rasgos se pueden rastrear en otros métodos, por ejemplo, en el hermenéutico, o en algunas versiones del trascendental. Es el que mejor define, hoy y siempre, la actitud filosófica de búsqueda de la verdad.

Físico-ontológico
Es el empleado por filosofías tan distantes en el tiempo como la de Aristóteles (siglo IV a.C.) o Tomás de Aquino (siglo XIII). Otra forma de denominarlo es "empírico-racional" o "físico-lógico". Caracterización: El ser humano se acerca a la naturaleza para comprenderla. Para ello parte de la experiencia sensible, pero no se conforma con ella y, aplicando la razón, quiere hacerla inteligible. Este método, uniendo experiencia y razón, cree que es posible penetrar intelectualmente en la naturaleza. Implicaciones: Supone que las facultades humanas no están separadas. Recibimos datos de los sentidos y buscamos racionalmente su razón de ser. La razón humana es activa en esta búsqueda de la verdad. Actualidad: Muchas veces es acusado de "metafísico" (en sentido despectivo), pero tiene el mérito de intentar leer la experiencia en profundidad. Cuando esto se hace contando con las ciencias resulta un método muy adecuado para superar la parcialidad de éstas.

Racionalista
El representante más significativo es Descartes (siglo XVII). Caracterización: Es un método deductivo (de lo general a lo particular) y parecido al empleado en matemáticas (al menos las de Descartes). Es un método universal (se puede aplicar a todo) y exacto. Implicaciones: Este método parte de una confianza absoluta en la razón humana. La razón no sólo no colabora con la experiencia para así producir el conocimiento, sino que es la única que da un conocimiento seguro. Actualidad: Más allá de sus exageraciones, es un método muy defendible. Da confianza al sujeto que lo emplea y ofrece un arma crítica ante aquellos conocimientos que no hayan pasado por el "tribunal de la razón".

Empirista
David Hume (1711-1776)
Desarrollado por el empirismo inglés (siglos XVII-XVIII), tiene su principal representante en Hume (siglo XVIII). Caracterización: La mente humana es como una "hoja en blanco" que se limita a recibir información de la naturaleza mediante los datos de los sentidos. Utiliza básicamente el método inductivo (partir de la experiencia). Implicaciones: Los empiristas desconfían del poder creativo de la razón humana y, por contra, recuperan aspectos importantes de la "naturaleza humana", como la imaginación y los sentimientos. Actualidad: Ha tenido gran influencia en el mundo anglosajón. Se va a relacionar con el desarrollo de la ciencia moderna y va a emparentarse con posiciones positivistas (siglos XIX y XX) y cientificistas (siglo XX).

Trascendental
Su creador fue Kant (siglo XVIII). Caracterización: Lo importante no es describir las cosas, sino "dar razón" de ellas, es decir, estudiar las "condiciones de posibilidad" de eso que se quiere analizar. Se trata pues de analizar aquellos elementos sin los cuales no sería posible lo estudiado. Implicaciones: Lo importante no es lo conocido sino el sujeto que conoce. Hasta ahora, toda la filosofía había girado sobre la naturaleza; desde Kant y su método trascendental, lo hará sobre el sujeto racional. Por eso, Kant va a plantear su filosofía como antropológica. Actualidad: Este método ha sido muy empleado y más o menos modificado; se encuentra en otros métodos (por ejemplo, el fenomenológico). Sigue presente en la filosofía contemporánea gracias sobre todo a la filosofía de Apel.

Analítico-lingüístico
Es uno de los métodos "actuales" del pensamiento. Desarrollado principalmente en el ámbito anglosajón, tiene a uno de sus máximos representantes en Wittgenstein (siglo XX). Caracterización: La mayor parte de los problemas filosóficos tiene su razón de ser en el mal uso del lenguaje. La tarea de la filosofía es resolver los problemas del lenguaje (bien apelando a un lenguaje ideal, o al lenguaje concreto de la forma de vida en la que el problema se exprese). Implicaciones: La experiencia humana se expresa en el lenguaje; analizar el lenguaje es analizar esta experiencia, que es comunicable y pública. El lenguaje mismo que utilizamos es revelador de problemas o de tomas de posición no conscientes. Actualidad: Es uno de los métodos actuales de pensamiento más utilizado. Aporta claridad y orden, pero se muestra insuficiente, sobre todo cuando se queda estancado en análisis de expresiones carentes de sentido o vacías de experiencia.

Fenomenológico
Edmund Husserl
(1859-1938)
Creado por Husserl (siglo XX). Caracterización: Es la gran aportación del siglo XX a la metodología filosófica. Husserl quiere "volver a las cosas mismas", más allá de todas las construcciones o teorías. Hemos de aprender de nuevo a mirar la realidad, dejando de lado la gran cantidad de supuestos que tenemos para concentrarnos en lo esencial (reducción). Implicaciones: Con este método aprendemos a mirar el mundo, rompiendo con la "actitud natural" y adoptando una "actitud personalista". Este método implica una recuperación íntegra de la experiencia y del mundo humanos, pero desde la centralidad de la subjetividad. Actualidad: Probablemente haya sido uno de los métodos más practicados. Ha dado grandes resultados cuando se ha aplicado a la literatura (Sartre), a la psicología (Merleau-Ponty) o a la religión (Eliade, Otto). Hoy día se sigue practicando con éxito, aplicándose también a la política o a la cultura.

Hermenéutico
Se constituye como método y como escuela en el siglo XX, gracias sobre todo a Heidegger, Gadamer y Ricoeur. Su gran precursor fue Nietzsche. Caracterización: Nace del método fenomenológico, pero lo transforma. Según este método, no podemos aplicar el método fenomenológico porque nunca podemos dejar de lado nuestra cultura. Por tanto, la forma adecuada de trabajar es explicitando estos presupuestos que guían toda comprensión (interpretación). Implicaciones: Junto con el analítico y el fenomenológico, es el método propio de la filosofía actual. Ofrece una atención prioritaria a la dimensión lingüística del hombre, pero, a diferencia del método analítico, intenta alcanzar la experiencia que todo lenguaje comunica. Actualidad: Gran parte de la filosofía actual es hermenéutica, aunque admitirá variedad de tipos.