Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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domingo, 27 de julio de 2014

¿Qué es la verdad?

Al preguntarnos por la posibilidad de conocer la realidad enseguida surge la cuestión de la verdad. Consideramos que un conocimiento sólo tiene razón de ser si el verdadero o si, al menos, tiene pretensión de serlo. Pero no admitimos el engaño, la mentira o la falsedad como conocimiento. Sin embargo, nos surge la duda acerca de si podemos alcanzar la verdad.

Salvador Dalí: El enigma sin fin
1. La dificultad de definir la verdad
La definición de verdad es una tarea muy difícil. Solemos entender por verdad la conformidad de las cosas con los conceptos mentales; en este sentido nos estamos refiriendo al pensamiento. Pero también lo aplicamos a las proposiciones: la conformidad de lo que se dice con lo que se piensa o siente, y también a los juicios que se pueden negar racionalmente.
En todas las definiciones nos encontramos con un mismo problema: no hay un acuerdo unánime sobre qué sea la verdad, porque esa definición depende de la teoría con la que se esté concibiendo la verdad, del contexto en el que se emplee e incluso de la tradición cultural en la que se inscriba quien lo utiliza.
Es importante distinguir además algunos términos que suelen utilizarse como sinónimos para referirse a la verdad:
- Veracidad: es la intención del hablante de no engañar. Esto es independiente de que lo que diga sea verdadero o falso. Por ejemplo, un testigo en un juicio ha de ser veraz y contar lo que sabe, a pesar de que no sepa la verdad del caso.
- Certeza: confianza subjetiva en que algo es verdadero. Hace referencia a la claridad, a la evidencia, a tener datos suficientes para afirmar que algo es cierto.
- Autenticidad: que algo sea auténtico quiere decir que "es de verdad", esto es, que es conforme a la realidad. Por ejemplo, decimos que el zumo de naranja es auténtico porque es real, no es un sucedáneo químico.
- Sinceridad: ser sincero es ser veraz, pero introduce un matiz de compromiso de la persona. Quien es sincero se implica en la cuestión, de modo que adquiere una cierta responsabilidad.

2. Ámbitos de la verdad
Todos estos usos y los diversos contextos en que se aplican nos llevan a hablar de diversos ámbitos de la verdad:
- Verdad epistemológica: conformidad entre el conocimiento y la realidad. Lo contrario de la verdad epistemológica es la falsedad.
- Verdad ética: conformidad entre lo que digo o hago y lo que pienso o siento. Lo contrario de la verdad ética es la mentira.
- Verdad ontológica: conformidad entre las cosas reales y su apariencia o las ideas que tenemos sobre ellas. Lo contrario de la verdad ontológica es la inautenticidad.

3. La mentira
Cuando decimos algo con pretensión de engañar o sabiendo que es falso, estamos mintiendo. La mentira es moralmente injustificable porque mina las bases de la convivencia: la mentira hace imposible la comunicación, anula la confianza y, además, no puede ser un principio de actuación porque entraría en contradicción consigo misma. Sin embargo, esta afirmación es matizable, pues hay circunstancias que justifican una excepción a la regla: por ejemplo, las "mentiras piadosas".

4. Los tres sentidos de la verdad
La cultura occidental se ha constituido a partir de dos grandes tradiciones: la cultura griega y la cultura judeo-cristiana. En ellas se encuentran las bases de nuestro modo de entender el mundo. Pero, además, esas culturas tenían distintas lenguas, cada una de las cuales nos ha dejado un término diferente para hablar de la verdad y, en definitiva, un modo de concebirla. Nuestro concepto de verdad es heredero de esa triple tradición.

Julián Marías (Filósofo y ensayista, 1914-2005)
 Alétheia, veritas, emunah 
Son bien conocidos los sentidos primariamente adscritos a las palabras que significan "verdad" en las tres lenguas que han influido más enérgicamente en la formación de la mente europea, es decir, en griego, latín y hebreo: alétheia, veritas, emunah.
El término griego alétheia ha sido entendido por los propios griegos e interpretado tradicionalmente como una voz derivada del verbo lathano, con la partícula privativa a-. Significa, pues, lo que no está oculto o escondido, lo que está patente, manifiesto, descubierto o desvelado: alétheia viene a ser, por tanto, patencia o descubrimiento. La falsedad, el pseudos, es, por el contrario, el encubrimiento. Y repárese en que tanto el descubrimiento como el encubrimiento presuponen un previo estado "neutral", que pudiéramos llamar el estar "cubierto", es decir, lo latente, que podría ser descubierto como lo que es -verdadero- o como lo que no es, es decir, suplantado por otra cosa que se superpondría a ello y lo encubriría -falsedad-. Verdad es, pues, en griego patencia o descubrimiento de las cosas, es decir, desvelamiento o manifestación de lo que son; aparece, por tanto, referida primariamente a las cosas mismas, y al decir, al logos, sólo secundariamente, en la medida en que el decir pone de manifiesto y enuncia el ser de las cosas, que así queda mostrado y puesto en la luz.
Veritas apunta, más bien, a la exactitud y el rigor en el decir; verum es lo que es fiel y exacto, completo, sin omisiones; por ejemplo, un relato en que se narra con puntualidad e integridad algo que fue. Veritas envuelve una referencia directa al decir, y más que al decir enunciativo, al decir narrativo; es el matiz que tiene la palabra castellana veracidad.
Por último, el hebreo emunah -de la misma raíz que amén- encierra una referencia personal: se trata de la verdad en el sentido de la confianza; el Dios verdadero es, ante todo, el que cumple lo que promete, como el amigo verdadero es aquel con quien se puede contar; un amigo falso, por el contrario, no es, naturalmente, un amigo "inexistente", sino un amigo que falla, en quien no se puede confiar. La voz emunah remite, pues, a un cumplimiento, a algo que se espera y que será.
Julián Marías, "Introducción a la filosofía", Revista de Occidente, 1947 (adaptado)

martes, 15 de julio de 2014

Ilusión y realidad

En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio dijo a su escudero: "La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quienes pienso hacer una batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que esta es buena guerra y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra". "¿Qué gigantes?", dijo Sancho Panza. "Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de dos leguas". "Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas que volteadas al viento hacen andar la piedra del molino".
Miguel de Cervantes, Don Quijote

La reflexión acerca de lo real y lo irreal nos hace pensar en la posibilidad del engaño, en la ilusión y las apariencias, en cómo "se nos escapa" la realidad en la maraña de las interpretaciones. La apariencia de las cosas es parte de su realidad, pero también puede estar ocultando la verdadera realidad de algo y plantear una vía de acceso a lo real que sólo lo muestra parcialmente. Este problema ha sido analizado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia de la filosofía.

1. Diversidad de planteamientos
- Hume es uno de los autores que ha analizado el engaño de los sentidos y la situación en que queda el conocimiento humano, restringido a la mera constatación de los fenómenos. Según este filósofo, las relaciones causales que establecemos derivan de un hábito o costumbre de encontrar siempre relacionados en sucesión temporal los fenómenos, pero sin que haya ningún fundamento sólido que permita establecer la causa y el efecto reales. Esto significa tanto como exigir el atenimiento a los datos empíricos (experiencia), habida cuenta de que nuestra razón no puede descubrirlos.
- Kant, por su parte, considera que las realidades tienen dos "dimensiones": en primer lugar, el fenómeno, que es lo que se manifiesta, lo que aparece y puede ser objeto del conocimiento humano. Y, en segundo lugar, el noúmeno, la cosa en sí, la realidad que es sustento del fenómeno y que no puede ser nada más que postulada, pero no conocida. La idea de Kant es que debe haber algo real que sea el origen de las apariencias que nosotros podemos observar; sin embargo, nuestra capacidad de conocer no puede ir más allá y, por tanto, no puede conocer el noúmeno.
- Nietzsche es el gran crítico de la filosofía y la cultura occidental. Él considera que la historia de la filosofía ha tendido siempre a admitir un mundo "verdadero" frente al mundo de la apariencia, creyendo que, con ello, podría acceder a la realidad. Pero esto es un error, según este autor, porque lo único real es ese mundo aparente. No sólo no distingue entre lo aparente y lo real, sino que Nietzsche niega la existencia de cualquier otro tipo de realidad que no sea lo aparente. Si esto es así, parece evidente que el fenómeno se convierte en el elemento primordial, por lo que la verdad se definirá por su valor práctico, no por la adecuación a una realidad nouménica. Además, insiste en que, al no haber hechos puros sino sólo interpretaciones de los fenómenos, lo único real son las perspectivas diferentes que llevan inscritas valoraciones.

2. El conflicto de las interpretaciones
En este punto es donde la pregunta acerca del conocimiento sobre la realidad se torna en pregunta por la verdad. Hablar de que lo real es interpretado, significa introducir varios elementos en la reflexión: por un lado, qué cosa sean las apariencias dependerá no sólo de la interpretación personal, sino de las interpretaciones que hayan estado vigentes a lo largo de la historia. Esto conlleva una indeterminación en el terreno de la verdad, pues en caso de que se produzca un conflicto en las interpretaciones, no existe criterio alguno que pueda determinar cuál es la correcta. Por otro lado, al tener un acceso "relativamente vedado" a la realidad, es fácil que se produzcan engaños y errores. En algunos casos, la equivocación vendrá dada por la incapacidad de conocer; en otros caso, existirá un "interés por engañar". Es decir, a la hora de presentar una interpretación de la realidad, la seducción de los argumentos y el arte de la retórica empleada pueden llevar a la adhesión a modos de concebir la realidad, sin mayor fundamento que el de haber sido persuadido por medio del lenguaje.

3. La ilusión de la verdad
Como crítico de la filosofía, Nietzsche es el mejor representante de la denuncia de las ilusiones y las falsas apariencias que nos engañan y que nos empujan a querer ver más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y a querer buscar más allá de la misma realidad.

 La verdad es una ilusión 
¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se han olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.
No sabemos todavía de dónde procede el impulso hacia la verdad, pues hasta ahora solamente hemos prestado atención al compromiso que la sociedad establece para existir: ser veraz, es decir, utilizar las metáforas usuales; por tanto, solamente hemos prestado atención, dicho en términos morales, al compromiso de mentir de acuerdo con una convención firme, mentir borregilmente, de acuerdo con un estilo vinculante para todos.
F. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral

 Toda existencia es interpretativa 
Nosotros sólo podemos ver con los ojos; intentar saber qué otras especies de inteligencias y perspectivas pueden existir no es más que una curiosidad sin posibilidad de éxito. Espero, sin embargo, que hoy nos encontraremos lejos de la ridícula pretensión de decretar que nuestro pequeño rincón sea el único desde el cual se tenga el derecho a tener una perspectiva. Al contrario, el mundo, para nosotros, se ha vuelto infinito, en el sentido de que no podemos rehusarle la posibilidad de prestarse a una infinidad de interpretaciones.
F. Nietzsche, La gaya ciencia (adaptado)

jueves, 10 de julio de 2014

Modos de existir lo real

Al acercarnos a la realidad intentando acotar el término, encontramos que hay modos diversos de darse lo real, que hay diferentes maneras de acercarse a la realidad y que cabe plantear el grado de realidad de lo que experimentamos. Todo ello muestra la enorme riqueza de un problema filosófico que está en la raíz misma del pensamiento: la pregunta metafísica.

1. Modos de darse lo real
Hay básicamente tres modos de lo real:
- La posibilidad: la realidad que puede ser aunque aún no sea. Es todo lo que puede llegar a ser, lo que tiene una posibilidad de llegar a ser "realidad real".
- La contingencia: la realidad que puede ser y no ser. Es decir, aquello que es, que tiene existencia real, pero que habría podido no darse, que podría desaparecer o que podría ser de un modo distinto.
- La necesidad: la realidad que necesariamente es, el sustrato real, la realidad radical que no puede pensarse que no exista, la "realidad real".

2. Modos de realidad
La realidad tiene además diversas dimensiones:
- La realidad como dimensión física del mundo: la realidad es física en la medida en que tiene un aspecto material, es decir, una existencia real en forma de "cosa".
- La realidad como existencia: en este caso se acentúa el hecho de la existencia, independientemente de que esa existencia sea material o ideal, es la realidad de suyo, el ser real de la misma realidad.
- La realidad para mí: ésta es la dimensión experiencial de la realidad. No se trata de su existencia ni de su dimensión física, sino de cómo yo tengo experiencia de la realidad y de cómo se convierte en un dato para mi pensamiento, para mi sentimiento, para mi vida. Es la realidad en mí.

3. Grados de realidad
Todo esto tiene que ver con la reflexión acerca de lo real y lo irreal. La convicción de que existe "algo" real que causa mi conocimiento me permite afirmar que esto conociendo algo real, aunque mi conocimiento de ello no sea exactamente lo que la realidad es en sí misma, ya que sólo conozco lo que es la realidad para mí.
Ahora bien, pensemos en una alucinación. ¿Es real o irreal? Si comparamos la alucinación con un conocimiento apoyado en datos que confirman algo real, estaremos tentados de afirmar que la alucinación es irreal. Sin embargo, en sí misma, como dato de experiencia, la alucinación es completamente real para el sujeto que la sufre, hasta el punto de que, probablemente, no puede distinguirla de otra experiencia "más real".
Esto nos lleva a pensar que hay "grados de realidad". No podemos situarnos fuera de la experiencia, por lo que nuestro conocimiento de la realidad está siempre mediado por nuestra propia capacidad. No tenemos, pues, criterio objetivo alguno que nos permita determinar qué es real y qué es irreal. Utilizamos ciertas convenciones para acordar a qué experiencias les otorgamos un rango de mayor realidad (realidad física), dependiendo de los datos y del consenso de las experiencias social e históricamente acumuladas. Por ello, a las alucinaciones les asignamos un grado de realidad bajo, es decir, más cerca de lo irreal. Sin embargo, al conocimiento obtenido a partir de la experimentación científica le asignamos un grado de realidad más alto.

4. El acceso a lo real: las categorías del pensamiento humano
Nuestro modo de conocer la realidad está mediado por las categorías de nuestro propio entendimiento, es decir, el acceso a lo real pasa por ciertos "filtros" que forman parte de nuestro mismo modo de pensar y de los que no podemos prescindir. Parece demostrado que existe algo real que causa nuestra percepción del color, pero el modo peculiar en que el ser humano interpreta una longitud de onda de la luz para determinar qué color es depende de ciertas características de los órganos de la visión humana: los ojos.
Algo parecido ocurre con las características de nuestro pensamiento: las categorías con las que conocemos la realidad. Las categorías son conceptos que nos sirven para ordenar la realidad (nivel ontológico), para conocerla (nivel epistemológico) y para nombrarla (nivel lingüístico). Con ellas comprendemos los datos reales y les dotamos de significado. Esto quiere decir que es nuestro peculiar modo de conocer, el "filtro" con el que "vemos" la realidad que se nos muestra.
Las categorías son muchas y diversas, según los autores. Algunas de ellas, con las que pensamos la realidad, son:
- Causa: el porqué originario de algo.
- Sustancia: la esencia o elemento determinante de la realidad de algo, lo que le hace ser lo que es.
- Accidente: las características adventicias, circunstanciales y contingentes de las cosas.
- Tiempo y espacio: la determinación y situación espacio-temporal de las cosas, su inscripción en unas coordenadas.
Todo esto nos lleva a concluir que la síntesis entre realismo e idealismo es un modo de articular "lo que es" con "lo que yo veo". El acceso directo a lo real es imposible y se realiza siempre a través de una interpretación personal, que puede ser individual, social o histórica.

5. Realidad virtual
Pero en medio de esta dificultad no sólo de acceder a lo real sino incluso de comprender la realidad misma, la técnica ha puesto a nuestro alcance la "realidad virtual", algo que, analizando el término empleado, es una paradoja: ¿cómo puede ser algo real y virtual al mismo tiempo?


Lo virtual es aquello que puede producir algo potencialmente aunque no lo haga efectivamente. Es algo que tiene existencia aparente pero no real y, por ello, suele ser un término opuesto al de realidad. Por tanto, hablar de la realidad virtual es poner juntos dos términos contrarios para designar algo que tiene que ver con un nuevo grado de realidad, distinto de los mencionados.
La realidad virtual supone la capacidad técnica de "crear" un mundo inexistente por el que una persona real puede moverse y puede llevar a cabo acciones. Se trata de una imagen de la realidad, una copia que sirve como simulación. Hasta aquí podríamos pensar que es irreal en tanto que el sujeto conoce el carácter de "copia" de ese tipo de realidad. Sin embargo, si ese mundo creado fuera un mundo imaginario (por tanto, con un grado de realidad más bajo) en el que puede actuar un ser real, ¿cómo resolveríamos la paradoja?, ¿se habría convertido el ser real también en irreal para poder moverse en un mundo virtual?

sábado, 5 de julio de 2014

La economía del bien común

Asistí a la conferencia impartida por Christian Felber en el XII Congreso de Escuelas Católicas, en noviembre de 2013, con el título "Democracia y bien común: los fundamentos del futuro". Presentó aquí los principios básicos de su libro La economía del bien común

Me interesaron mucho sus planteamientos, por lo que compré su libro unas semanas después. Hoy lo he terminado. Considero que además de coherente en sus valores y en los modos de proceder que expone, este modelo de economía basado en la cooperación tiene mucho de realidad y no es sólo ideología. De hecho, no es simplemente un modelo económico alternativo, sino que pretende dar un giro a la economía de mercado, teniendo presentes siempre los objetivos democráticos constitucionales de una economía para el bien colectivo.

Pero, ¿estamos en un sistema político con una democracia real? Las preocupaciones políticas actuales son salvar a los bancos. Nuestras prioridades políticas como ciudadanos las tenemos que buscar, plantear y gestionar nosotros. El orden económico que queremos lo gestionaremos nosotros, si avanzamos en una verdadera democracia. 
La economía y la filosofía eran en el pasado una ciencia única. Posteriormente, se separaron y no hubo posibilidad de unión, eran incompatibles la ética y la economía: si se pone en el centro el dinero, se pierde el sentido de la propia economía como una herramienta al servicio de los seres humanos y de los seres vivos, y el dinero debe ser una herramienta al servicio de otra herramienta. 
Deben definirse los objetivos, los valores y los medios del sistema económico. Tenemos dos identidades, la individual y la colectiva. La propuesta de la economía del bien común abarca la unión de este aparente dualismo. Pero esto no es nuevo (Aristóteles) y además está recogido en las Constituciones de los países democráticos, incluso de EEUU, país capitalista de referencia. Entonces, ¿por qué esta contradicción? El motivo principal son las reglas de acción de los actores económicos: competencia y afán de lucro. Estas dos reglas son anticonstitucionales, y no nos damos cuenta de esta contradicción.

Semillas de dientes de león, logotipo
del movimiento "Economía para el
bien común"
Las reglas deberían ser: cooperación y contribución al bien común. La dignidad del ser humano está en el primer artículo de la Declaración de los Derechos Humanos. Por eso, debemos cambiar las maneras de medir el éxito económico, mirando los valores que están en las Constituciones. Por ejemplo: en lugar del PIB, hablar de FIB (Felicidad Interior Bruta). 
Las empresas más justas y éticas no pueden ofrecer productos a precios competitivos, a no ser que los estados les den beneficios y ventajas fiscales. 
Una educación para el bien común es necesaria para cambiar los principios de la competitividad por los principios de la cooperación. Las asignaturas que más ayudarían en la formación para el bien común son, a juicio de Felber
CHRISTIAN FELBER

• Emocionología
• Comunicación
• Valores (Educación del corazón) 
• Democracia (Toma de decisiones) 
• Sensibilización del cuerpo 
• Unión con la naturaleza

miércoles, 2 de julio de 2014

Realidad y verdad

¿Cuál es la finalidad del conocimiento?, es decir, ¿para qué el conocimiento?, ¿por qué hacer este enorme esfuerzo? Se trata de una de las cuestiones más radicales de la filosofía y del mismo ser humano: el acceso a la realidad y la pregunta por la verdad.

Si nos sentimos responsables, no podemos caminar a ciegas, necesitaremos "saber a qué atenernos" (Ortega) y cómo "hacernos cargo de la realidad" (Zubiri) para "cargar con ella" (Ellacuría), llevando cuidado de "no cargárnosla" o destruirla. La actitud de vivir como persona, tratar a otros como personas y exigir ser tratados como personas se apoya en un presupuesto fundamental: lo que las cosas y personas son por sí mismas, no por su apariencia o por su capacidad de estimularnos. Para situarnos así ante cosas y personas, ha de funcionar un comportamiento al que llamamos inteligente: aquel con que preguntamos por la realidad, independientemente de su localización espacial o de la secuencia temporal en que se nos presenta.
J. Masiá, El animal vulnerable

1. Una cuestión metafísica: ¿qué es la realidad?
Normalmente si preguntamos a alguien qué es la realidad, nos contestará con un convencimiento total que la realidad es lo que existe, lo que está ahí, las personas. Esta convicción es la que le ha permitido al ser humano adaptarse al ambiente y hacer su vida, transformando el entorno y conociéndolo. Si comenzáramos a dudar de la realidad del mundo probablemente moriríamos.
Este modo de definir la realidad está basado en la misma palabra "realidad" cuyo origen es res, la cosa. Por tanto, posee un acento material muy marcado. Sin embargo, el ser humano tiene la capacidad de reflexionar sobre la misma realidad y de convertirla en objeto de análisis. Cuando elabora un pensamiento sistemático y estructurado sobre lo real está respondiendo a uno de los grandes problemas de la metafísica.

2. El hombre, animal de realidades
En esto nos distinguimos del resto de los animales: no nos limitamos a actuar de manera efectiva en el mundo para satisfacer nuestras necesidades y sobrevivir, sino que podemos conocer la realidad, podemos entender las cosas que se nos presentan como cosas reales y nos podemos preguntar por su mismo ser real. Por eso dice Zubiri que el hombre es un "animal de realidades", es decir, que su modo de estar en el mundo, es en tanto que ser real, el propio de un ser que no sólo está inscrito en la realidad sino que la comprende como tal.
El ser humano es, pues, una realidad radical. No sólo actúa en respuesta a un estímulo, sino que comprende la realidad del estímulo, se sitúa frente a él y, con ello, reflexiona y se conoce a sí mismo como ser real actuando en la realidad. Por tanto, es real porque está inscrito en la realidad, y porque conoce la realidad desde su realidad.

3. El acceso a la realidad
Al hablar del conocimiento, Platón consideró que había diferentes modos del saber que tenían relación con maneras diferentes de acceder a la realidad. Esa explicación la expresaba en un esquema denominado "alegoría de la línea dividida en segmentos".


4. Tipos de realidad
Se puede decir que hay diversos tipos de realidad, que nos conducen a preguntas metafísicas:
- La realidad pensada: la "imagen" mental que el ser humano elabora cuando piensa la realidad.
- La realidad sentida: además de pensar, el ser humano siente.
- La realidad "real": parece ser que, al margen del acceso a la realidad, ésta tiene una dimensión "real" por sí misma. Es la realidad como "lo que hay".

5. Realismo e idealismo
Esta pregunta acerca de si podemos acceder a la realidad, o a qué tipo de realidad, ha sido discutida a lo largo de la historia de la filosofía, sobre todo en dos vertientes: quienes afirman que sí tenemos un acceso más o menos directo a la realidad y quienes afirman que no es posible. También hay posturas "intermedias" que buscan una articulación entre las dos, y que consideran que la realidad no nos es totalmente extraña, pero tampoco es fácil conocerla.

- Realismo: Es la postura filosófica que considera que el ser humano puede tener acceso a lo real. La realidad es algo existente que "está ahí" y que podemos conocer. Cualquier otra afirmación sería absurda, pues tenemos experiencia de la realidad. Esta postura se denominó "realismo ingenuo" a partir de la constatación de que la percepción de la realidad es engañosa y está condicionada por factores culturales, dado que vemos aquello que somos capaces de interpretar conforme a lo que conocemos.
Sin embargo, persiste la convicción de que un apoyo real para nuestro conocimiento. Esta versión "crítica" del realismo asume la limitación de nuestro conocimiento, pero afirma el sustrato real del mismo. Por ejemplo, los colores no son "realmente" como los vemos, pero las longitudes de onda que provocan la visión del color sí son reales. Por tanto, el conocimiento es interpretación de algo real.

- Idealismo: El idealismo es la postura filosófica que afirma la inexistencia material de la realidad. La realidad es sólo un producto de nuestro pensamiento o una entidad ideal, pero no un sustrato material que podamos constatar.
Autores como Platón consideran que la realidad está en continuo cambio y, por tanto, no podemos decir lo que es en sí misma. Por eso es preciso que exista una realidad ideal, de la que la realidad material es una mera copia. Las ideas son objetivas, eternas e inmutables y existen independientemente de nuestro entendimiento. Por ejemplo, la idea de "gato" es objetiva y todos los gatos reales son copias de esa idea. Por eso hace Platón esa distinción entre el mundo visible, captado por los sentidos, y el mundo inteligible, sólo accesible por la inteligencia.
Algo parecido dirá Hegel: para él la única realidad es el espíritu, la razón. Por eso puede afirmar que "todo lo real es racional". El resto de las cosas, y la razón de cada ser humano, son manifestaciones de esa razón universal que se va manifestando a lo largo de la historia.

6. La síntesis entre realismo e idealismo
La filosofía actual conoce los peligros de las dos posturas anteriores: el realismo puede ser excesivamente ingenuo al pensar que podemos conocer la realidad tal cual es y, en caso de que sea crítico, plantea la dificultad del acceso a lo real: ¿cómo podemos conocer la realidad? Por su parte, el idealismo nos obliga a sostener una dualidad en la realidad: la realidad ideal y la realidad real, o bien a negar la existencia de la realidad real, lo cual es absurdo y nos condena a estar "encerrados" en las ideas, viviendo en un mundo sólo pensado.
La solución a este dilema no es fácil. Por una parte es importante afirmar un cierto realismo: que existe la realidad es un dato que podemos confirmar de muchos modos. Y es un punto de partida necesario para no construir "castillos en el aire". La realidad está ahí y nos interpela. Por otra parte, el acceso a la realidad no es directo ni evidente, por eso quizá sólo podemos acceder a la realidad interpretándola. Esto significa que no sabemos si se trata de "la" realidad en cuanto tal (si es que ésta existe), pues sólo tenemos "mi" realidad, la que yo puedo constatar o, en el mejor de los casos, "nuestra" realidad, la que hemos consensuado como común a través de la comunicación histórica de las experiencias.

7. La metafísica y sus problemas
El término metafísica deriva del griego meta ta physika (más allá de la física). Con esta expresión Andrónico de Rodas designaba en el siglo I a.C., las obras de Aristóteles situadas "más allá" de la física. Es, pues, una mera denominación de la organización de una biblioteca, aunque pronto pasó a ser el nombre de la tarea más elevada de la filosofía.
La metafísica estudia la realidad en cuanto realidad y es, según Aristóteles, el estudio del ser en cuanto ser. A ella le corresponden las preguntas más radicales sobre el mundo. Tiene la peculiaridad de ir más allá de la mera experiencia empírica, para plantearse preguntas de otra índole, la que tiene que ver con la dimensión trascendental (trascendental = nivel de lo no sensible).
A pesar de su importancia, la metafísica ha sido criticada y abandonada en algunos momentos de la historia (así ocurrió en el siglo XIX durante la época del positivismo científico), pues su tarea se consideraba ya realizada por las ciencias empíricas.
En la actualidad hay una trasformación renovadora de la metafísica que ha permitido que recobre su lugar con nuevos temas y problemas como, por ejemplo, el lenguaje, la vida, la comunicación, etc.

 Conceptos claves 
Metafísicas espiritualistas: Es aquel tipo de aproximación a las preguntas filosóficas que concede preeminencia a los aspectos espirituales o ideales de la realidad; esto es, tiene que ver con una postura idealista en la que la realidad material se considera menos importante que las ideas con las que tal realidad es pensada.
Metafísicas materialistas: Por contraposición a las anteriores, este tipo de metafísica considera que la realidad material es la que determina todo conocimiento, de modo que hay una relación muy estrecha con la física, ya sea para desplazarla o para completarla.
Defender unas u otras metafísicas supone tomar postura acerca del acceso del ser humano a la realidad, de la estructura misma de lo real, y de qué es lo real.