Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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jueves, 29 de agosto de 2019

Medicamentos contra las infecciones

Una vez la infección se ha establecido en el organismo, aún es posible combatirla mediante algunos medicamentos. A diferencia de lo que ocurre con las vacunas, los medicamentes que se utilizan para combatir las enfermedades infecciosas no inducen una respuesta inmune protectora frente a la infección. Son sustancias químicas, como los antibióticos o los antivirales, que impiden o dificultan la multiplicación de los gérmenes en el hospedador.

1. Los antibióticos
Alexander Fleming 1881-1955
Los antibióticos son sustancias químicas, de origen biológico o sintético, que matan a las bacterias o impiden su multiplicación. Su descubrimiento supuso una auténtica revolución en la lucha contra las enfermedades infecciosas.
En 1929, el médico inglés Alexander Fleming observó que las placas de cultivo de la bacteria Staphylococcus aureus que conservaba en el laboratorio habían sido contaminadas por un hongo, y que la zona que rodeaba al hongo en crecimiento estaba libre de bacterias. Tras años de investigación se consiguió aislar, a partir del hongo identificado como Penicillium notatum, la sustancia que impedía el desarrollo de la bacteria. Fue el primer antibiótico conocido, la penicilina.
A partir de entonces se han descubierto otros antibióticos producidos por seres vivos y también se han fabricado en el laboratorio moléculas que tienen un efecto similar, los denominados antibióticos sintéticos.

2. Los antivirales
Los antibióticos actúan sobre las bacterias, pero no tienen ningún efecto sobre otros agentes infecciosos, como los virus, los hongos o los protozoos. Para las enfermedades infecciosas no bacterianas debe utilizarse otro tipo de medicamentos.
La importancia de algunas enfermedades víricas, como el sida, ha obligado a que las empresas farmacéuticas hayan puesto su empeño en el desarrollo de medicamentos antivirales. Sin embargo, no es sencillo lograr que un medicamento acabe con una infección vírica. El problema fundamental se deriva de que los virus no son células y, además, se reproducen en el interior de las células del huésped. Los pocos fármacos antivirales que existen están destinados a evitar que el virus entre en las células o que, tras su reproducción, no puedan liberarse y contagiar a las células vecinas.

3. Resistencia a los medicamentos
Uno de los factores que está influyendo en la emergencia y reemergencia de enfermedades infecciosas es la constante y creciente resistencia de las bacterias a los antibióticos. El propio Alexander Fleming fue el primero en advertir de la importancia potencial de la aparición de resistencias. ¿Cómo una bacteria se hace resistente a un antibiótico al que era sensible? ¿Se puede evitar?
Las bacterias adquieren la resistencia a un antibiótico de dos formas diferentes:
➢ Por mutación: Su información genética puede cambiar de forma espontánea y al azar, y ese cambio puede proporcionarle la capacidad de sobrevivir a la acción de un antibiótico.
➢ Por intercambio de genes entre variantes o especies bacterianas: Esta capacidad permite que si un tipo de bacteria, aunque sea inocua, ha adquirido la resistencia a un antibiótico pueda pasarle esa información a otra bacteria.
Ambos son fenómenos naturales y no pueden evitarse; lo que sí es evitable es la selección y propagación de las variedades bacterianas más resistentes. Esto se produce como consecuencia de:
➢ Tratamientos inadecuados: La selección y propagación de las variedades más resistentes se ven facilitadas por una prescripción de antibióticos tanto excesiva como insuficiente, la inobservancia de las dosis recomendadas y la venta indiscriminada de estos fármacos.
➢ Utilización de antibióticos en plantas y otros animales: Los antibióticos, que en un principio estaban destinados a combatir enfermedades infecciosas en las personas, se utilizan también para tratar infecciones en plantas y animales, incluso se incorporan de forma rutinaria en la alimentación de los animales. Es frecuente que los mismos microbios circulen entre sus huéspedes humanos, animales y vegetales, lo que les brinda la oportunidad de intercambiar genes.
No sólo las bacterias adquieren resistencia a los fármacos. Otros agentes infecciosos, como algunos protozoos, también lo hacen. En 1976, la malaria provocada por Plasmodium falciparum resistente al fármaco cloroquina sólo existía en Asia Suroriental y diez años más tarde se había extendido por todo el mundo.
Otro tanto puede decirse de los virus, como muestra la aparición de resistencia a los medicamentos o a combinaciones de medicamentos contra el virus de inmonodeficiencia humana (VIH).      

lunes, 26 de agosto de 2019

Liderazgo y emprendimiento

Se entiende por liderazgo la capacidad que algunos miembros de la organización poseen de influir en otros miembros, haciendo que contribuyan voluntariamente al logro de los objetivos de la organización. Debemos distinguir al líder del directivo de una empresa u organización:
  • Los directivos son aquellos miembors de la organización que poseen un poder debido a su posición en la misma; este poder puede ser o no aceptado de buen grado por los subordinados, siendo en el último caso meramente coercitivo (obedezco para no perder el empleo, o para no empeorar mis condiciones en él), o basado en una promesa implícita de recompensas (si obedezco, me irá bien).
  • Los líderes son personas capaces de provocar la colaboración espontánea y voluntaria de otros miembros que se convierten en sus seguidores. En algunos casos, la relación líder-seguidor vale en ambos sentidos: una misma persona puede actuar sucesivamente como líder en relación a ciertas tareas y como seguidor de otras.
En conclusión, hay directivos que no son líderes, líderes que no son directivos y, por último, individuos en los que coinciden ambas categorías.
Se ha estudiado el concepto de líder tanto desde el punto de vista de sus cualidades personales, como de las características de la situación en que aparecen. Desde el primer punto de vista, se destaca la existencia de "líderes natos", grandes personalidades que, allá donde estén, no pueden ser otra cosa que líderes, y se mencionan ejemplos como Winston Churchill, Gandhi o Nelson Mandela. Otras teorías señalan la existencia de unas necesidades ambientales que condicionan la emergencia de unas formas de liderazgo y no otras: por seguir con los ejemplos anteriores, Churchill fue el líder que Reino Unido necesitaba durante la Segunda Guerra Mundial, pero al llegar la paz los propios británicos prefirieron otros gobernantes. Las teorías del liderazgo más aceptadas tienen en cuenta ambos tipos de factores, personales y ambientales, pero tienden a acentuar más los rasgos personales del líder.
Los líderes destacan en su entorno por un conjunto de habilidades: inspirar un punto de vista común, promover la participación de todos, tener visión de futuro, crear un buen clima de trabajo, afrontar los obstáculos, animar a los seguidores y celebrar sus éxitos, dar ejemplo de entrega a la tarea, servir como modelo a sus seguidores, etc. Sin embargo, se ha comprobado que la percepción del liderazgo no es igual en todos los países. En 1993, la Escuela Wharton, perteneciente a la Universidad de Pensilvania, encomendó al profesor Robert House la dirección de un estudio mundial, llamado Proyecto GLOBE, dirigido a comprobar las diferencias y semejanzas de los estilos de liderazgo de distintas áreas culturales.

 Cultura y liderazgo: el Proyecto GLOBE  
Iniciado en 1993, el Proyecto GLOBE (Global Leadership and Organizational Behavior Effectiveness) implicó a más de docientos investigadores sociales y se desarrolló en sesenta y un países. Éstos, considerados representativos de todo el mundo, fueron clasificados en nueve áreas culturales: países anglófonos, Europa latina, Europa del Norte, Europa germánica, Europa del Este, Latinoamérica, África subsahariana, Oriente Medio, Asia del Sur y Asia confuciana. Los países recibían puntuaciones en función de nueve dimensiones culturales o características desigualmente valoradas en distintos países: distancia de poder (se espera y valora un reparto desigual del poder), evitación de la incertidumbre, orientación humana (valoración de la conducta altruista, justa y generosa), colectivismo institucional (las instituciones animan a los individuos a integrarse en grupos), colectivismo endogrupal (los miembros de la sociedad se enorgullecen de pertenecer a grupos), asertividad (se valora la defensa de los propios derechos e intereses), diferenciación sexual (aceptación de las diferencias entre sexos), orientación hacia el futuro y orientación hacia el desempeño (valoración de la eficacia de las tareas). Relacionando áreas y dimensiones culturales, encontramos que Asia del Sur y Europa latina destacan por su distancia al poder, que la diferenciación sexual es importante en Europa latina, Oriente Medio y Asia confuciana, que el colectivismo institucional puntúa alto en la Europa germánica y el colectivismo endogrupal en Latinoamérica, Oriente Medio y Asia confuciana, etc. Finalmente, esto nos lleva a las diferentes formas de percibir el liderazgo: carismático en los países anglófonos, de equipo en Latinoamérica, participativo en Europa del Norte y germánica, orientado a las personas en África subsahariana y Sur de Asia, individualista en Europa del Este, y autoprotectivo (el líder busca ante todo protegerse y proteger a su grupo) en Oriente Medio.


Categoría diferente, aunque englobable en la de líder, es la de emprendedor o creador de empresas. Además de las ya vistas, el emprendedor exhibe habilidades específicas como reconocer oportunidades de negocio, obtener los recursos necesarios y asumir riesgos. En este último aspecto, distinguimos el emprendedor individual que actúa por iniciativa propia y asume personalmente todos los riesgos (poniendo en peligro su capital y a veces el de familiares o amigos) del emprendedor corporativo, que actúa dentro de una estructura empresarial ya existente, innovando dentro de ella o creando empresas "hijas" a partir de una empresa "madre".

martes, 13 de agosto de 2019

Mindset. La actitud del éxito

El pasado curso escolar tuvimos unas jornadas de formación sobre inteligencia emocional. La ponente nos recomendaba este libro de Carol Dweck, cuando hacía referencia a las ventajas de que el profesorado tuviera y fomentara en los alumnos una mentalidad de crecimiento.
Este libro fue publicado en 2006 en New York, y aquí en España fue editado por Sirio, Málaga, en 2017 en su primera edición. Su autora (n. 1946), psicóloga estadounidense, ha sido profesora universitaria, especialista en motivación; actualmente, es docente en la Universidad de Stanford, California.
Los primeros capítulos se centran fundamentalmente en diferenciar dos mentalidades:
Mentalidad fija: es la creencia de que nacemos con un talento que nos facilita el éxito, y que gracias a ese don, podemos conseguir sin esfuerzos grandes metas. Las personas con este pensamiento abandonan aquello para lo que no sienten habilidosos por miedo a fracasar.
Mentalidad de crecimiento: es la creencia de que la inteligencia, y por tanto los talentos, las habilidades..., pueden desarrollarse, y así, sólo con el esfuerzo continuado, podremos saber hasta dónde seremos capaces de alcanzar grandes logros. Los que así piensan son personas motivadas, capaces de asumir riesgos y que ven en los fracasos una oportunidad para aprender.
Los capítulos intermedios del libro abundan en esta cuestión pero contextualizándola en el mundo de las artes, del deporte, de los negocios -con una interesante reflexión sobre los líderes con mentalidad fija y los líderes con mentalidad de crecimiento- y de las relaciones sentimentales.
Los dos últimos capítulos nos dan muchas ideas sobre cómo padres, profesores y entrenadores pueden alentar a los chicos para que desarrollen una mentalidad de crecimiento, e incluso cómo podríamos dar pasos para cambiar de una mentalidad fija a una mentalidad de crecimiento.



Hay que tener en cuenta que, según Dweck, todos tenemos al mismo tiempo mentalidad fija y mentalidad de crecimiento, dependiendo de sobre qué asuntos estemos hablando, pero que desde luego tender a una mentalidad de crecimiento nos dará más oportunidades para crecer, seremos más resistentes a los errores, y por tanto, lograremos tener una vida menos estresante. Las personas con mentalidad fija procuran siempre hacer valer su capacidad, buscan responsabilidades externas en sus propios errores y sienten un fuerte temor a equivocarse.
Al final del libro encontramos a modo de resumen un apartado que presenta el camino que recorren las dos mentalidades.


Os dejo a continuación un enlace con la síntesis de las ideas que he recogido durante la lectura: