Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 28 de diciembre de 2013

El conocimiento humano a lo largo de la historia

La pregunta acerca del conocimiento humano, sus características, sus posibilidades y sus límites ha sido un tema constante en la historia de la filosofía. Pero la misma filosofía es un modo de conocimiento y por eso es objeto de análisis también en cuanto a su evolución y desarrollo: es la historia de la filosofía. Por otro lado, la historia es tema de reflexión para la filosofía, lo cual da lugar a la filosofía de la historia.

1. ¿Es histórico el conocimiento humano?
Es evidente que el conjunto de los conocimientos humanos ha ido variando a lo largo de la historia e incluso que los tema tratados han sido diferentes. Además, como se trata de un quehacer dinámico, es cambiante y va reelaborando conceptos y cuestiones progresivamente. Sin embargo, cabe plantearse la siguiente cuestión: ¿existe un progreso en el conocimiento? O mejor aún: ¿progresan los conocimientos? Estas preguntas abordan la cuestión de la historicidad del conocimiento, es decir, si existen afirmaciones de carácter universal cuya verdad no sea susceptible de cambios por obra de la historia. Por ejemplo, ¿es histórica la fórmula 2+2=4? O ¿es histórica la afirmación: "el ser humano tiene dignidad"?
Para contestar a esta pregunta, hay que distinguir tres niveles:
- El proceso de descubrimiento, reflexión o construcción del conocimiento. Este quehacer es histórico.
- El logro del conocimiento, que trasciende la historia.
- La aceptación, rechazo o ignorancia de ese logro, que, lógicamente, dependerá de la cultura y del tiempo, es decir, de la historia.

2. Historia de la filosofía
La filosofía es un tipo de conocimiento peculiar porque reflexiona sobre sí misma. El filósofo se cuestiona sobre la propia filosofía y, además, necesita conocer su historia porque realizar ese recorrido, conocer las ideas de los autores del pasado, analizar sus propuestas y dialogar con ellos es, en sí misma, una tarea filosófica. Por eso podemos decir que la historia de la filosofía es ya filosofía.
La filosofía se hace filosofando, pero para ello es preciso recurrir a la historia de la filosofía. Buena parte de los temas filosóficos son temas intemporales, como la importancia del tiempo en la vida humana, la constitución de la identidad, la pregunta acerca de qué es lo que nos hace ser personas o qué es el conocimiento. Por ello, lo que reflexionaron autores de épocas anteriores aporta luz a nuestro pensamiento actual y nos permite tomarlos como interlocutores para nuestra propia propuesta.

3. Filosofía de la historia
Al mismo tiempo, la filosofía toma la historia como tema de análisis. Se pregunta acerca de la dimensión histórica del ser humano: por qué el tiempo es importante para nosotros, qué relevancia tiene vivir en una u otra época, cómo podemos pensar el recorrido global de la humanidad y qué significado tiene, qué nos aguarda después o si existe un fin de la historia, etc.
Más aún, la historia es un elemento constitutivo del propio ser humano. Éste es un ser histórico y su identidad se construye por su irrenunciable inmersión en la historia. Por eso la historia es también un tema filosófico en el que subyace la pregunta por el mismo ser humano. Por eso, al hablar de la naturaleza del hombre, ésta siempre estará teñida de historia.


4. La historia del conocimiento humano
El conocimiento humano ha ido cambiando a lo largo de la historia, y la filosofía ha ido reflexionando sobre ese dinamismo y comprendiendo el mismo conocimiento de modos diversos en las diferentes épocas. A continuación se resumen los modelos más relevantes de conocimiento vigentes en algunos de los momentos más importantes de la historia.

 Grecia clásica (V-IV a.C.)  Platón, Aristóteles... El conocimiento es la realidad puesto que el ser humano tiene acceso directo a la misma. Lo importante es descubrir las causas últimas de los fenómenos y su naturaleza.
 Edad Media (IV-XIV)  Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Ockham... El conocimiento humano es, sobre todo, conocimiento de la naturaleza en tanto que creada por Dios. Lo importante es el modo de conocimiento, por eso se habla de los métodos de enseñanza (el trivium y el quadrivium, que después se sustituirán por la lectio y la quaestio).
 Renacimiento (XV-XVI)  Autores mecanicistas: Galileo... El conocimiento de la naturaleza es lo único posible y lo más importante. El universo es concebido como una enorme máquina. La clave está en descubrir las leyes que regulan los fenómenos naturales y en expresarlos en lenguaje matemático. Autores vitalistas: Paracelso... La naturaleza es como un gran organismo con fuerzas internas que le proporcionan la vida. El conocimiento exige estar inmerso dentro de ese orden y comprenderlo desde dentro.
 Modernidad (XVII-XVIII)  Autores racionalistas: Descartes... El conocimiento debe basarse exclusivamente en la razón humana, puesto que los sentidos nos engañan. Lo único de lo que podemos estar seguros es de los resultados de nuestro pensamiento regido por las reglas lógicas. Autores empiristas: Hume... El conocimiento tiene una fuente segura en los datos de la experiencia sensible. Sólo ellos proporcionan información fiable sobre el mundo. Ir más allá de lo que nos ofrecen nuestros sentidos supone imaginar cosas. Empirismo + Racionalismo: Kant... El conocimiento no puede trabajar sólo con los datos de la experiencia porque los sentidos son engañosos. Pero tampoco puede prescindir totalmente de ellos porque quedaría encerrado en su propia mente. Por tanto, conocemos los datos sensibles sobre los que proyectamos las categorías de nuestro entendimiento.
 Siglo XIX  Revolución industrial: Marx... El conocimiento es, sobre todo, algo que permite la transformación del mundo. Conocer es aplicar. Historicismo: Dilthey... Se puede elaborar la historia del conocimiento y ese estudio es también conocimiento. Positivismo: Comte... El conocimiento se debe basar en hechos, sólo ellos pueden darnos la clave del auténtico conocimiento. Y con los hechos se puede hacer una reforma de la sociedad.
 Siglo XX  Fenomenología: Husserl... El conocimiento humano es objeto de análisis cuidadoso desde la misma experiencia fenoménica del conocimiento, intentando describirlo en sus elementos más básicos. Relatividad: Einstein... La teoría de la relatividad y el principio de incertidumbre generan desconfianza en las verdades absolutas. El conocimiento es relativo. Sociología del conocimiento: Scheler... El conocimiento es dependiente de los elementos sociales y culturales del contexto analizado.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Las cinco mentes del futuro

La teoría de las inteligencias múltiples del psicólogo Howard Gardner ha tenido una magnífica acogida y diferentes aplicaciones en el mundo de la educación. Por otro lado, los últimos planteamientos del Dr. Gardner insisten en la necesidad de una inteligencia ética para crear un futuro. Pues bien, éstas son las ideas fundamentales de este libro.
Comienza con un capítulo introductorio, general, en el que presenta la finalidad de este ensayo, y posteriormente dedica un capítulo a cada una de las cinco mentes que debemos desarrollar. Finalmente, argumenta por qué será necesaria esta "pentarquía de mentes" para prosperar y salir adelante.
Como en otras ocasiones, dejo un enlace con la recesión de esta lectura, totalmente recomendable para dar un paso más en las tesis de Gardner.

Enlace: Las cinco mentes del futuro, de H. GARDNER

miércoles, 4 de diciembre de 2013

La memoria

El tiempo transcurrido, aquello que va pasando, se convierte en pasado, lo acontecido. Un conjunto de experiencias, acontecimientos y datos acumulados que denominamos historia. Pero ésta no existiría si no dispusiéramos de la capacidad de recordar cosas pasadas: la memoria.

1. La memoria y sus tipos
La memoria es la capacidad de recordar y evocar el pasado, es decir, de almacenar y recuperar la información en nuestro cerebro. Su papel es fundamental para la constitución de la identidad de las personas, ya que si no pudiéramos recordar, no podríamos saber quiénes somos. Las personas que sufren amnesia (incapacidad de recordar) pueden perder todo su pasado y, por tanto, "olvidar" quiénes somos.

Hay diversos tipos de memoria. Una de las clasificaciones habituales toma como criterio el tiempo que duran las informaciones almacenadas:
  • Memoria a largo plazo: Almacena información que será retenida durante largo tiempo. Para ello es preciso utilizar mecanismos como la repetición o el aprendizaje, que provocan cambios en las sinapsis cerebrales y consiguen transferir los contenidos a la memoria a largo plazo.
  • Memoria a corto plazo: Almacena información durante periodos cortos de tiempo. Es la que utilizamos mientras estamos haciendo algo y nos permite no olvidar cosas concretas de ese periodo. Su fijación es menor, por lo que se olvida fácilmente.
2. El olvido
Todos hemos tenido experiencias del olvido, es decir, de la incapacidad para recordar algo. Este fenómeno puede producirse como consecuencia de una enfermedad o de una alteración cerebral que impida el almacenamiento de la información o el acceso a dicho almacén, pero también es un proceso normal que nos posibilita vivir. El olvido es necesario para la supervivencia, pues sería imposible recordar todos los detalles de todas las situaciones de todos los momentos. Esto nos dejaría completamente bloqueados. Además, el olvido es también un mecanismo psicológico de defensa: la persona olvida inconscientemente cosas desagradables o cosas emocionalmente impactantes para protegerse de su agresión.

3. La memoria del pasado: la historia
Además de la memoria personal existe la "memoria colectiva", es decir, los recuerdos de una comunidad que se almacena grupalmente y que se van transmitiendo de generación en generación. Esta memoria del pasado es la historia.
La memoria humana funciona de modo distinto que en los animales, en los que el recuerdo está ligado a una experiencia concreta: podemos acordarnos de cosas que nosotros no hemos experimentado directamente, de algo que nos han contado, que forma parte de la historia de una sociedad o de un grupo. Esto posibilita la permanencia de ciertos recuerdos de modo colectivo a través del aprendizaje, la educación, la socialización en una cultura, el conocimiento de las tradiciones o los relatos de acontecimientos pasados. Las prácticas sociales facilitan este recuerdo por medio de los rituales y las celebraciones en las que se conmemoran acontecimientos del pasado. También los libros, las obras de arte, los almacenes de imágenes, sonidos o datos de cualquier tipo sirven de apoyo para esa memoria colectiva. De hecho, la historia comienza como tal desde el momento en que la humanidad dispone de escritura para constatar y fijar las narraciones de los hechos.

4. Mnemósine, la diosa de la memoria
Mnemósine era para los griegos la diosa de la memoria, madre de las nueve musas que presiden el conocimiento. Del nombre de esta diosa proceden buena parte de las palabras que se refieren a la memoria, como, por ejemplo, mnemotécnica: procedimiento para almacenar de manera eficaz datos en la memoria.

 Reglas para no olvidar 
El intento de entender el proceso de la memoria humana y mejorar su rendimiento ha sido una constante en la historia de la humanidad. Ya en el siglo V a.C., aparece la primera técnica de la memoria, atribuida a Simónides de Ceos. El procedimiento inventado por Simónides se denomina el "método de los lugares" y consiste en memorizar objetos en forma de imágenes, colocándolos mentalmente en un lugar concreto. Por ejemplo, imaginar las caras de un grupo de amigos sentados alrededor de una mesa para recordar quién estuvo en una fiesta.
El llamado "arte de la memoria" se desarrolló durante la Edad Media y el Renacimiento, por obra de autores como Giulio Camillo (el teatro de la memoria), Ramón Llull (método de cifra), Juan Tritemio (rótulos criptográficos) o Giordano Bruno (método de los sellos), y estaba basado en la convicción de que la memoria es el receptáculo de los conocimientos. Por eso era tan importante tener buenos procedimientos para almacenarlos.
Los alquimistas del siglo XVI incluso llegaron a creer, basándose en la afirmación platónica de que el conocimiento individual es una reminiscencia del conocimiento divino, que podrían acceder a un conocimiento universal por medio de ciertas fórmulas mágicas adecuadas. Frente a esta concepción, otros autores consideraron que no era preciso recurrir a este tipo de claves mágicas, ya que podían clasificarse los conocimientos por medio de un esquema de organización que iba de lo general a lo particular. Ésta sería la base de las posteriores clasificaciones de las enciclopedias y, actualmente, del almacenaje informático de datos.
En la actualidad, los estudios mnemotécnicos están mucho más desarrollados, sobre todo desde la psicología y la pedagogía. El estudio de la memoria es un tema de gran importancia para las neurociencias y para la neuropsicología.

 Memoria, emociones y aprendizajes 
La memoria, pues, puede mejorarse recurriendo a ciertas técnicas que tienen mucho que ver con modelos de aprendizaje. Esos instrumentos son, por ejemplo, la repetición, la elaboración de esquemas, la narración de un tema, el repaso tras un periodo de latencia, etc. Los procedimientos de estudio están basados en este tipo de herramientas puesto que la memoria es, en buena parte, fruto de lo que hemos aprendido y de lo que se nos ha enseñado.
También la memoria tiene mucho que ver con las emociones. Es más fácil recordar cosas que están asociadas a un contenido emotivo. Por ejemplo, el olor de la casa de la abuela fijado en nuestra memoria hace que, al percibir ese olor en otro contexto, evoquemos su recuerdo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

La dimensión temporal del ser humano

Al hablar del dinamismo del conocimiento, de sus cambios, avances y posible progreso, estamos haciendo referencia siempre a una dimensión fundamental en la vida humana: el tiempo. Sin él no seríamos capaces de entender nuestra vida ni el propio conocimiento. Puesto que somos limitados en el tiempo, tenemos interés en aprovecharlo. Puesto que el tiempo va marcando el devenir de la humanidad, decimos que existe la historia.
Sin embargo, definir qué es el tiempo es una de las tareas más complejas a las que podemos enfrentarnos, porque parece ser un elemento que escapa a una conceptualización precisa. El tiempo es lo que marcan los relojes, lo que hace que nuestra piel vaya arrugándose, lo que produce poco a poco cambios en el mundo...

 Tipos de tiempo 

Podemos distinguir tres modos de entender el tiempo:
- El tiempo psicológico: es el tiempo de mi vida, tal como yo lo percibo subjetivamente. La sensación que tengo de que transcurre deprisa y despacio. La valoración que hago de si lo aprovecho o si lo dejo pasar. Se trata de una apreciación personal.
- El tiempo cosmológico: es el tiempo del mundo, el que intentamos medir y calcular, el que nos permite hablar de la edad de las estrellas o del mismo universo. Es el tiempo "real" en cuanto objetivo.
-El tiempo histórico: es un "tercer tiempo", que queda a medio camino entre mi tiempo personal (psicológico) y el tiempo objetivo (cosmológico). Es el tiempo de los acontecimientos de la humanidad. Lo que nos permite entender que hay épocas diferentes, que todo va cambiando. En cierto modo, es el intento de integrar el tiempo personal en el tiempo universal, es lo que hacemos con los calendarios: nuestra propia vida inscrita en el tiempo del mundo.

 El tiempo como dimensión humana 

El ser humano es un ser histórico. Se inscribe en el transcurrir del mundo. Puesto que tiene una dimensión temporal y no puede prescindir de ella, el ser humano intenta entenderse a sí mismo y a los otros en relación con el tiempo de su vida. Esto hace que pertenezca a una generación, es decir, a un grupo de personas que comparten un tiempo específico: el tiempo que dura su vida. Y esto hace también que podamos hablar de que las personas que comparten una misma edad histórica son "coetáneos". Somos, pues, "hijos de nuestro tiempo" porque recibimos una cultura, un conocimiento, un modo de concebir la realidad dependiente de "la altura de los tiempos" que nos ha tocado vivir.


 ¿Qué es el tiempo? 

A pesar de parecer una pregunta fácil, cuando se plantea desde su profundidad y desde sus implicaciones para el ser humano, esta cuestión es lo suficientemente compleja como para que no sea posible una definición única y unánime. La reflexión sobre el tiempo y la vida es una constante en la filosofía.

Lo claro y evidente ahora es que ni existe el futuro ni el pasado. Tampoco se puede decir con exactitud que sean tres los tiempos: pasado, presente y futuro. Habría que decir con más propiedad que hay tres tiempos: un presente de las cosas pasadas, un presente de las cosas presentes y un presente de las cosas futuras. El presente de las cosas idas es la memoria. El de las cosas presentes es la percepción o visión. Y el presente de las cosas futuras, la espera.
San Agustín, Confesiones (adaptado)

Cada hombre habita una zona del tiempo en el que convive propiamente con los demás que en él viven. Convivimos con el tiempo, dentro de él. Y así sucede que convivimos más estrechamente con quienes más alejados de nosotros viven en el espacio, viven en el mismo tiempo, que con otros más próximos que viven en realidad en otro tiempo; con ellos podemos entendernos, y aun sin entrar en relación directa, actuar de acuerdo, coincidir en ciertos pensamientos. Pero el tiempo es continuidad, herencia, consecuencia. Pasa sin pasar enteramente, pasa transformándose. Al pasar se hace pasado, no desaparece. Si desapareciese totalmente no tendríamos historia. Mas, si el futuro no estuviese actuando, si el futuro fuese simple no-estar todavía, tampoco tendríamos historia. El futuro se nos presenta primariamente, como "lo que está al llegar". El que así sintamos el futuro nos permite vivir, estar vivos; no podríamos vivir sin esta presión del futuro que viene a nuestro encuentro.
M. Zambrano, Persona y democracia (adaptado)

sábado, 16 de noviembre de 2013

El conocimiento humano: el progreso y el cambio

El conocimiento humano tiene una dimensión individual: yo que conozco, y también una dimensión social: nosotros, como comunidad, como grupo, como sociedad o como toda la humanidad. Este "nosotros" conoce y va construyendo un conjunto de conocimientos compartidos sobre los que se van añadiendo nuevos datos. Eso que ya otros han descubierto, experimentado o estudiado antes que nosotros conforma nuestra historia y el acervo de conocimientos y saberes de las distintas culturas.

Biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
El conocimiento humano es dinámico, nuca se puede dar por terminado. Esto es así por dos razones: la primera, porque siempre es posible ampliar la información y, la segunda, porque los conocimientos considerados válidos pueden ser superados o puestos en cuestión. La historia del conocimiento humano muestra cómo ideas que se consideraban "verdaderas" han sido después demostradas como falsas o incorrectas. Esto ha ocurrido en todos los ámbitos: en el conocimiento cientïfico, por ejemplo, la convicción de que el Sol giraba alrededor de la Tierra fue considerada incuestionable hasta el siglo XVI, momento en que Copérnico propuso una nueva teoría: el heliocentrismo, según la cual el Sol estaba fijo y era la Tierra la que giraba a su alrededor. Esto supuso no sólo el derrocamiento de una teoría científica, sino también un cambio de mentalidad y de la concepción general del mundo y del lugar que el ser humano ocupa en él. También, por ejemplo, en algunas teorías éticas, durante mucho tiempo se pensó que unos seres humanos eran superiores a otros, y esto justificaba la esclavitud de los inferiores. Sin embargo, esta idea ha sido sustituida por la convicción de que los seres humanos son libres e iguales, y por tanto no pueden estar sometidos a esclavitud. Ahora bien, igual que hoy en día quedan todavía personas que no se han enterado de que la Tierra se mueve, también hay quien no ha entendido que la esclavitud es un grave error.

 El conocimiento dinámico 
Este dinamismo de las ideas es debido, a su vez, a las características del conocimiento:
- Por una parte, el sujeto que conoce, el ser humano, es limitado y no tiene un conocimiento absoluto y perfecto. Sus limitaciones son de varios tipos: físicas (hay cosas a las que le es imposible acceder o conocer); biológicas (la mente humana es limitada en su capacidad de conocimiento); y sociales (las comunidades determinan culturalmente los tipos de conocimientos válidos).
- Por otro lado, el objeto conocido, la realidad, es cambiante. Conserva siempre una cierta continuidad que se mantiene estable, lo que nos permite saber que siempre es la misma realidad. Pero también va cambiando y transformándose, en buena medida por la misma intervención del ser humano en ella, que la modifica.
Esto quiere decir que no es posible establecer leyes que expresen regularidades de la naturaleza, de la realidad, con una seguridad total. Sólo podemos conocer con un cierto grado de certeza, sabiendo que todo lo que consideramos válido puede ser sólo provisional.
Sin embargo, existe una clara convicción de que el conocimiento humano avanza y va siendo cada vez más completo y perfecto. Existen datos que nos permiten afirmar ese desarrollo. Sin embargo, esta confianza en nuestro conocimiento es deudora de la idea de progreso.

 La idea de progreso 
El progreso es el avance a lo largo del tiempo del modo tal que lo que se obtiene o aquello a lo que se llega es siempre mejor que lo que se tenía previamente o aquello de lo que se parte. Es decir, entendemos el tiempo con una dimensión de perfeccionamiento y ascenso, en sentido positivo. Esta idea nació en la Ilustración (siglo XVIII), cuando se pensó que la razón humana tenía grandes posibilidades y que sus conocimientos serían siempre mejores, más profundos, más elaborados y más perfectos.
Sin embargo, la idea de progreso ya fue cuestionada desde sus comienzos: ¿podemos afirmar que el presente es mejor que el pasado y que el futuro será mejor que el presente?

 El avance del conocimiento: ¿acumulación o revolución? 
En 1962, T. S. Kuhn publicó un libro titulado La estructura de las revoluciones, una obra de gran importancia porque aportó un análisis sobre cómo avanza el conocimiento que obligó a realizar un replanteamiento de todos los conceptos vigentes hasta entonces. Aunque Kuhn se refiere al conocimiento científico, su perspectiva es válida para otros tipos de conocimiento.

 El conocimiento como acumulación 
La concepción clásica del conocimiento consideraba que el modo de avanzar en el saber era la acumulación de datos, informaciones y resultados. Así, los nuevos conocimientos se irán sumando a los anteriores, construyendo un edificio cada vez más complejo y perfecto. Este sistema tenía que ver con esta idea de progreso en la que se entiende que el mayor número de conocimientos está relacionado con un saber mejor.

 El conocimiento como revolución 
Kuhn niega la idea de acumulación y defiende que el conocimiento avanza "a saltos", de manera revolucionara, es decir, rompiendo el esquema existente para pasar a uno nuevo. Según Kuhn, el avance del conocimiento se produce del modo siguiente:


Thomas S. Kuhn 1922-1996
- Existe un periodo precientífico en el que "se gestan" las bases de lo que será un paradigma, es decir, un conjunto de afirmaciones compartidas por la comunidad científica (teorías, presupuestos, valores, etc.). El paradigma es todo aquello que constituye el marco cultural, teórico e ideológico en el que se inscriben los científicos.
- Una vez que se ha establecido un paradigma, nos encontramos en un periodo de "ciencia normal" en el que se trabaja para depurar y desarrollar el paradigma, esto es, elaborar todas las teorías derivadas de esa idea, resolver problemas, aportar nuevos resultados, etc.
- Sin embargo, llega un momento en el que aparecen demasiadas anomalías y dificultades que no parecen poder resolverse desde dentro del propio paradigma. Esto hace que algunos científicos empiecen a plantear un paradigma nuevo que se enfrenta al ya existente. A este periodo lo denomina Kuhn "crisis", porque se produce la ruptura de un paradigma y su sustitución por uno nuevo: una revolución. Una vez que este nuevo paradigma se ha establecido, volvemos a un periodo de ciencia normal.

El conocimiento avanza así no sólo aportando nuevos conocimientos dentro de un paradigma, sino, sobre todo, pasando de un paradigma a otro, con lo que se plantean nuevos modos de trabajar, pensar y entender el propio conocimiento. En estos "saltos" o rupturas es donde se dan verdaderamente las revoluciones que hacen cambiar y desarrollar el conocimiento.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Xavier Zubiri: la inteligencia sentiente

Xavier Zubiri (1898-1983) es un pensador vasco que figura entre los filósofos más importantes del siglo XX. En diálogo permanente con las ciencias de su época y preocupado por la cuestión del conocimiento, su obra más importante es la trilogía sobre la inteligencia, titulada Inteligencia sentiente; en ella elabora su teoría acerca de cómo el ser humano accede a la realidad desde la mera captación de los datos (aprehensión sensible), pasando por la elaboración lógico-lingüística, hasta llegar a la razón, punto más elevado del pensamiento humano, pero asimismo deudor de los anteriores e incomprensible sin ellos.


Con una sólida formación, consecuencia de sus años de estudio en las universidades de Madrid, Lovaina y Roma, Xavier Zubiri es un pensador en el que confluyen varias corrientes filosóficas. Entre ellas caben destacarse el raciovitalismo de Ortega, la fenomenología de Husserl y el existencialismo de Heidegger. Pero, más allá de estas influencias, Zubiri desarrolla una filosofía que no se encuadra dentro de ninguna corriente filosófica concreta. Entre sus obras se encuentran, además de la trilogía Inteligencia sentiente, Cinco lecciones de filosofíaNaturaleza, Historia, DiosEl hombre y Dios y Sobre el hombre, obras póstumas estas dos últimas.

1. La inteligencia sentiente
Zubiri parte de la convicción de que la inteligencia no es un proceso desligado de los datos sensibles, es decir, que la inteligencia arranca de la sensibilidad, entendiendo ésta como la "mera aprehensión primordial de los dado".
El ser humano conoce siempre a partir de los datos que le llegan a través de los sentidos y responde a ellos de un modo diferente a como lo hace el animal: es capaz de registrar esos datos como realidades distintas de sí mismo. Por eso, no hay dicotomía posible entre lo que hace la inteligencia y lo que reciben los sentidos, sino que ambos se articulan en una inteligencia sentiente. El sentir es el punto de partida del conocer; el conocer dota de significado al sentir.

2. Zubiri en el debate de la filosofía moderna
La filosofía moderna había planteado un problema: ¿cómo conocemos: a través de la experiencia que nos proporcionan los sentidos, o por medio de la razón y sus principios? Empiristas y racionalistas habían destacado la importancia de uno u otro polo. La posibilidad de una integración en Kant y en Husserl se presentaba como la única alternativa, y aún se decantaban por la razón. Zubiri parte de la fenomenología de Husserl pero va más allá, logrando una verdadera articulación de los dos elementos (experiencia y razón) y rompiendo la tradicional distinción entre el sujeto y el objeto del conocimiento. Quien conoce es modificado y condicionado por lo conocido, y viceversa.

3. Aprehensión primordial, logos y razón
Con estas tres difíciles palabras, Zubiri quiere decir algo sencillo: la aprehensión primordial es el primer paso del conocimiento, la toma de contacto con el mundo, que se presenta ante el ser humano como dato de su sensibilidad. El logos es un segundo paso, en el que aparece la dimensión conceptual: aquello que ha sido aprehendido es ahora elaborado en forma de juicios. Finalmente, el tercer paso es la razón, la tarea más compleja del conocimiento, que elabora esbozos, es decir, propuestas para comprender el mundo. Los productos de la razón son las teorías.



Los sentidos como acceso a la realidad
Con su inteligencia, el hombre sabe, o cuando menos intenta saber, lo que son las cosas reales. Estas cosas están "dadas" por los sentidos. Pero los sentidos, se nos dice, no nos muestran lo que son las cosas reales. Éste es el problema que ha de resolver la inteligencia y sólo la inteligencia. Los sentidos no hacen sino suministrar los "datos" de que la inteligencia se sirve para resolver el problema de conocer lo real. Lo sentido es siempre y sólo el conjunto de "datos" para un problema intelectivo. Pero esto, con ser verdad, no es la verdad primaria. La función de lo sensible no es plantear un problema a la inteligencia, sino ser la primaria vía de acceso a la realidad.
X. Zubiri, "Notas sobre la inteligencia humana", en Siete ensayos de antropología filosófica (adaptado)

domingo, 27 de octubre de 2013

La razón humana y las razones del corazón

El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para destruirla: un vapor, una gota de agua, es suficiente para matarlo. Pero, aun cuando el universo le aplastase, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, puesto que él sabe que muere y la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo no sabe nada. Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento.
 B. Pascal, Pensamientos

El conocimiento humano es un proceso consustancial a la vida, ya que está íntimamente unido a las preguntas que no podemos dejar de plantearnos obre el mundo y sobre nosotros mismos. Sin embargo, el conocimiento tiene también una dimensión de "resultado": el conjunto de lo que hemos sido capaces de conocer. Se trata de los conceptos, teorías y propuestas que van más allá de la recopilación de datos, para entrar en la creación y en la construcción de mundos posibles.


1. La capacidad racional 
Aristóteles definía al ser humano como un "animal racional". La razón es una característica de las personas que ha sido considerada como la más importante a lo largo de la historia. Por medio de la razón somos capaces de comprender el mundo y transformarlo. Podemos imaginar cosas imposibles y crear cosas tan maravillosas como las obras de arte. También por medio de la razón proyectamos el mundo, interpretamos lo que hay en él y lanzamos propuestas sobre lo que queremos que sea. Y, además, descubrimos la realidad y la inventamos.
No cabe duda de que la razón es un instrumento muy poderoso. Pero hay varios tipos de razón dependiendo de a qué se aplique. Una importante clasificación es la que distingue entre:
— Razón teórica: la que se refiere al conocimiento de las cosas y los procesos, la que elabora juicios y construye conceptos, la que especula y reflexiona sobre lo que es;
— Razón práctica: la que se refiere al análisis de las acciones humanas, que valora y decide tratando lo que debe ser.


2. Los productos de la razón 
La razón, o racionalidad, suele entenderse como facultad que permite el conocimiento. La mera obtención y registro de datos sensoriales no es suficiente para hablar de conocimiento, aunque esto sea un requisito necesario para el mismo. Por eso, la razón, como integración de todos esos datos, es la que permite lograr ciertos productos o resultados, como, por ejemplo, las teorías científicas, las teorías filosóficas, las teorías éticas... Esto quiere decir que la razón tiene una dimensión facultativa, en tanto que posibilita o faculta para hacer algo, y una dimensión productiva, ya que obtiene o produce aquello que ha sido posibilitado. Además, existe un nivel personal y otro grupal, en el que es muy importante la dimensión dialógica (diálogo) de la razón, es decir, la posibilidad de comunicación racional y relación interpersonal.

Capricho nº 43 de Goya
Pero también la razón "produce monstruos", en el sentido de que nos lleva a pensar realidades inexistentes, mundos imposibles, posibilidades terroríficas o teorías absurdas. Es el límite de la razón, en el que nos acercamos a lo irracional. Dos elementos que, a pesar de ser contrarios, se definen y encuentran su significado uno en función del otro.


3. La razón y el sentimiento 
Una de las rupturas más habituales es la que suele establecerse entre la razón y la emoción. Se piensa que la razón es la antítesis del sentimiento y que éste pertenece al terreno de lo irracional. La razón sería lo propio del pensamiento, mientras que "el corazón" se referiría a aspectos como la fe, el amor y la vida. Sin embargo, también ha habido intentos de enlazar ambas cosas, ya sea explicando racionalmente las emociones o bien buscando una articulación necesaria entre ambos elementos


4. Las razones del corazón
Entre quienes han destacado la difícil relación entre razón y sentimiento destacan Blaise Pascal, filósofo y matemático del siglo XVII, que padeció esa dicotomía en su propio pensamiento, y María Zambrano, filósofa del siglo XX, que propone una articulación por la vía de la "razón poética".


 Razón y corazón 
El corazón tiene razones que la razón no conoce; se ve en mil cosas. Yo digo que el corazón ama al ser universal naturalmente y a sí mismo naturalmente, según se entregue a ello, y se endurece contra uno u otro a su gusto. Habéis rechazado al uno y conservado al otro; ¿es que os amáis por razón? El corazón es el que siente a Dios y no la razón. De ahí lo que es la fe. Dios es sensible al corazón, no a la razón.
B. Pascal, Pensamientos
 


 La razón poética 
La claridad de la razón se manifestó pitagóricamente, en números, que son más exactos que la palabra. ¿Volvemos a ella, acaso? En el cientificismo actual del número, del que habría que salir, la razón puede quedar aprisionada, limitada o congelada. Pero los verdaderos pitagóricos no creyeron nunca en eso; no era eso lo que perseguían con su razón matemática, sino encontrar los números secretos del alma, del mundo, de la razón, por ilimitada que sea, es decir, de lo limitado y lo ilimitado, que puede ser movimiento y quietud al par.
De la razón poética es muy difícil, casi imposible, hablar. Es como si hiciera morir y nacer a un tiempo; ser y no ser, silencio y palabra, sin caer en el martirio ni en el delirio que se apodera del insomnio del que no puede dormirse, solamente porque anda a solas. ¿Lo llamaríamos desamparo? Tal vez. Terror de perderse en la luz más aún que en la oscuridad, necesidad de la respiración acompasada, necesidad de la convivencia, de no estar sola en un mundo sin vida; y de sentirla, no solo con el pensamiento, sino con la respiración, con el cuerpo, aunque sea el minúsculo cuerpo de un pequeño animal, que respira: el sentir la vida, donde está y donde no está, o donde no está todavía. En este "logos sumergido", en eso que clama por ser dentro de la razón.
 M. Zambrano, Notas de un método 

domingo, 13 de octubre de 2013

Inteligencia y conocimiento

Hans Jürgen Eysenck
(1916-1997)
La inteligencia ha sido definida en términos de capacidad de aprendizaje, de memoria, de aptitud para resolver problemas, de razonamiento, de juicio, de adaptación al medio, aunque claramente todos estos aspectos no son sino consecuencias de la aplicación de la inteligencia y, por tanto, no sirven como definición de la misma. Esto es lo que Hebb ha reconocido en su distinción entre Inteligencia A e Inteligencia B. La primera indica la aptitud básica de un organismo para hacer todo lo anteriormente enumerado, en tanto que la segunda es el nivel de rendimiento cognitivo manifestado actualmente por un organismo en las situaciones de cada día. La inteligencia B se parece más a la noción popular de "inteligencia" y está hondamente influida por factores tales como la educación, el nivel socio-económico, la personalidad, la influencia de los padres, la nutrición, la motivación, de manera que no nos es útil como concepto científico.
H. J. Eysenck, "¿Existe la inteligencia?", en S. Sternberg y D. Detterman, ¿Qué es la inteligencia? (adaptado)

1. Qué es la inteligencia
No es fácil definir la inteligencia. Se trata de una facultad de la mente humana que nos permite conocer; también es una capacidad dinámica y cambiante que nos de la posibilidad de desarrollarnos en el mundo por medio de la integración de experiencias. Algunos autores la definen como una dimensión de la razón que tiene que ver con la posibilidad de sentir y pensar; otros incluso la identifican con el grado de madurez mental de una persona.
En todo caso, es claro que la inteligencia se relaciona con una serie de elementos:
- Aprendizaje: la inteligencia sufre modulaciones y cambios derivados de una serie de entrenamientos y aprendizajes.
- Cultura y socialización: no se entiende de igual modo la inteligencia en los diferentes contextos socioculturales, y tampoco se ejercita del mismo modo, por eso depende de las tradiciones, modelos o lenguajes propios de una cultura.
- Atención y motivación: también es evidente que la atención y el estado de alerta son necesarios para que la inteligencia "se ponga en marcha"; por otra parte, la inteligencia, la motivación y el interés del individuo son fundamentales para su ejercicio. No aprendemos, ni pensamos, ni elaboramos juicios o conceptos si no tenemos interés.
- Relaciones y planificación: la inteligencia es capaz de elaborar juicios y de desarrollar nuevos modos de relacionar lo conocido. Por eso, la inteligencia guarda relación con la posibilidad de establecer interacciones, relaciones, modos de planificar y también nuevas interpretaciones de los datos: es una capacidad de integrar la experiencia previa y producir creativamente una respuesta novedosa.
- Conocimiento: la inteligencia también está relacionada con la adquisición y el procesamiento de datos. No puede decirse que es más inteligente quien más sabe, pero hay una evidente relación entre ambos factores.
- Memoria: igualmente, la inteligencia no es sinónimo de memoria, pero existe una relación entre el recuerdo, el conocimiento y la capacidad intelectual. Si no pudiéramos "almacenar" información, nuestra inteligencia se vería muy mermada, puesto que no aprenderíamos nada.
- Eficiencia y éxito adaptativo: la inteligencia tiene que ver también con la capacidad de responder adecuadamente (eficientemente) al contexto y, consiguientemente, con el éxito en la realización de una vida adaptada al medio. En este sentido, también podríamos hablar de inteligencia animal, no solo humana.

2. ¿Se puede medir la inteligencia?
El intento de cuantificar y medir la inteligencia ha producido una enorme cantidad de tests diferentes. En todos ellos el objetivo es establecer una media estandarizada de rendimiento "normal" de un grupo, conforme a la cual se valora el resultado que obtiene cada individuo concreto. Esto nos permite hablar de "superdotados", que son aquellas personas que superan la media, y de "discapacitados", es decir, aquellos que están por debajo de la media. Este tipo de mediciones ha sido muy criticado por varias razones: (1) establecer una medio no es más que un criterio estadístico que no permite obtener otras conclusiones; (2) ser un superdotado o un discapacitado respecto a dicha media implica un intento de clasificación de las personas con consecuencias nefastas; (3) los tests están condicionados por factores socioculturales no permiten que sus resultados sean extrapolados fuera del grupo; y (4) al no existir una definición única de inteligencia, cada test mide cosas diferentes que no son comparables entre sí.

3. La teoría de las inteligencias múltiples
Uno de los modos de medir la inteligencia, quizá el más famoso, es el "cociente intelectual", que se obtiene dividiendo la edad intelectual por la edad real (cronológica) y multiplicando el resultado por 100. Esa medida ha sido fuertemente criticada por las razones anteriormente mencionadas. Entre esas críticas está la de Howard Gardner, que considera que no existe una inteligencia sino múltiples inteligencias.

El profesor Howard Gardner en Barcelona, conferencia
organizada por el Colegio Montserrat, en mayo de 2013.
Esta teoría propone considerar siete tipos de inteligencia. Así, una persona puede tener un rendimiento muy bajo en una de ellas y muy alto en otra, revelando de esta manera capacidades diversas. Con ello se quiere destacar el aspecto plural de la inteligencia. Gardner propone además que este modelo se utilice y se desarrolle en las escuelas, de modo que cada persona pueda alcanzar los fines adecuados a su conjunto particular de inteligencias.
- Inteligencia lingüística: es la capacidad de manejar el lenguaje, expresarse con él, trabajar con las palabras o con los gestos o signos. Los poetas y escritores suelen desarrollar este tipo de inteligencia.
- Inteligencia lógico-matemática: capacidad lógica y matemática, de observación y deducción. Es la que utilizan los científicos en sus investigaciones.
- Inteligencia espacial: capacidad para formarse un modelo mental de un mundo espacial y para maniobrar y operar usando ese modelo. Es el tipo de inteligencia que desarrollan los marinos, los ingenieros, los cirujanos, los pintores y los escultures.
- Inteligencia musical: capacidad de tocar instrumentos, de percibir melodías, ritmos, sonidos... Los músicos ejercitan mucho esta capacidad.
- Inteligencia corporal y cinética: capacidad para resolver problemas o para elaborar productos empleando el cuerpo o partes del mismo. Es la que ejercitan los bailarines, los atletas o los artesanos.
- Inteligencia interpersonal: capacidad para entender a otras personas, lo que las motiva, cómo trabajar cooperativamente con ellas. Es el tipo de inteligencia más propio de los vendedores, los políticos, los profesores, etc.
- Inteligencia intrapersonal: es también una inteligencia personal pero orientada al interior del individuo. Es la capacidad de formarse un modelo verídico de uno mismo y de ser capaz de utilizarlo para desenvolverse adecuadamente en la vida.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Captar la realidad, leer el mundo

Entendemos el conocimiento como un proceso que consta de los siguientes pasos: captar la información que proviene del mundo o de nosotros mismos (el objeto de conocimiento), ordenarla conforme a algún criterio, dotarla de sentido y significado, e interpretarla a la luz de los conocimientos previos.

1. El dinamismo del conocimiento
El conocimiento es, por tanto, un proceso dinámico en constante evolución y siempre inacabado. Nunca terminamos de conocerlo todo, ni a nivel individual ni a nivel grupal o social. Siempre nos quedan cosas por conocer y, además, puesto que el conocimiento tiene una dimensión creativa y constructiva, cada persona lo elabora de una manera diferente. Hay aquí algunas ideas importantes:
- El conocimiento tiene una parte receptiva y descriptiva y otra parte constructiva y creadora. La primera se encarga de recoger información y la segunda de darle un sentido a esa información y buscar relaciones.
- Las posibilidades del conocimiento son infinitas, precisamente por tratarse de un proceso que siempre puede reformularse o cambiar. Aunque pudiéramos llegar a conocerlo todo, siempre podríamos interpretarlo de un modo nuevo.
- El conocimiento, tanto en la parte receptiva como en la constructiva, está influido por factores como la cultura, los aprendizajes previos, las expectativas e intereses del sujeto que conoce, etc. Por eso podemos decir que el conocimiento es relativo, porque, al depender de tantas cuestiones, es imposible que éste sea objetivo, es decir, que sea un conocimiento enteramente ajeno a la diversidad biológica, social y cultural del ser humano. Por eso, el problema del conocimiento ha llevado asociada siempre la pregunta acerca de la posibilidad de conocer la realidad tal cual es.

2. El conocimiento: ¿razón o experiencia?

Debido a que nuestros sentidos algunas veces nos engañan, decidí suponer que todas las cosas que alguna vez había entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de mis sueños. Pero al punto me di cuenta de que, mientras yo quería de tal modo considerar que todo era falso, necesariamente yo, que lo pensaba, debía ser alguna cosa, y observando que esta verdad: "Pienso, luego existo", era tan firme y segura pensé que podía admitirla sin escrúpulo alguno como el primer principio de la filosofía que andaba buscando.
René Descartes (1637): Discurso del método (adaptado)

Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas. ¿Cómo se llena? A esto respondo con una palabra: la experiencia. En ella está fundado todo nuestro conocimiento, y de ella deriva en último término.
John Locke (1690): Ensayo sobre el entendimiento humano (adaptado)

La discusión acerca de qué podemos conocer es una de las más relevantes en la historia de la filosofía. El debate sobre esta cuestión se ha centrado siempre en la distinción entre experiencia y razón: ¿qué es realmente conocer?, ¿recibir datos a través de la experiencia o construir pensamientos con la razón? Se trata de la polémica entre racionalismo y empirismo.

Racionalismo
- Confianza plena en la razón: es la única fuente de conocimiento cierto y seguro. Los sentidos son engañosos, por eso debemos trabajar con la razón, que es capaz de extraer de sí misma los principios fundamentales sobre la realidad.
- Existen ideas innatas en la mente. De ellas y sólo de ellas se obtiene conocimiento.
- El conocimiento versa sobre las ideas de la razón, no hay acceso fiable a las cosas reales.
Autores importantes: Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz...

Empirismo
- Todo nuestro conocimiento deriva de la experiencia y no puede ir más allá de ella. La mente recibe los datos que nos proporcionan los sentidos y se limita a asociarlos y ordenarlos.
- Se niega la existencia de las ideas innatas, no a las cosas mismas. No hay posibilidad de acceder a éstas si no es a través de nuestros sentidos.
Autores importantes: Hume, Berkeley, Locke...

3. El giro copernicano de Kant
Kant (siglo XVIII) es uno de los autores que inaugura la llamada "filosofía de la conciencia", es decir, el conjunto de sistemas filosóficos que intentan resolver la oposición entre racionalismo y empirismo desde el estudio de la conciencia humana entendida como razón, considerando que ésta puede alcanzar el conocimiento por disponer de unos principios comunes a todos los seres humanos.
Suele decirse que Kant da lugar a un giro copernicano en el estudio del conocimiento humano porque supera el problema que dividía a empiristas y racionalistas al cambiar el modo de ver las cosas. Igual que Copérnico mira el universo desde el Sol inmóvil, y no desde la Tierra inmóvil como se creía hasta entonces, Kant mira el conocimiento humano desde la perspectiva del sujeto que conoce, no desde el objeto conocido.
A pesar de todo, Kant cae del lado racionalista por considerar que son las categorías del entendimiento humano, es decir, los esquemas organizativos del entendimiento, las que determinan el modo de conocer. Su teoría es idealista puesto que cree que la conciencia es la que permite el conocimiento. Y es trascendental, en el sentido de que estudia las condiciones que hacen posible el conocimiento, suponiendo que éste es universal y necesario, que tiene características iguales para todos los seres humanos y que no puede ser de otro modo.

4. La fenomenología de Husserl
También desde una perspectiva idealista, Husserl (siglo XX) habla de la conciencia. La característica esencial de la conciencia es la intencionalidad, dado que la conciencia siempre se refiere a algo: toda conciencia es conciencia de algo. Desde ahí, considera que describir la conciencia es describir la realidad. Por eso, a pesar de poner el acento en la razón, como Kant, Husserl  destaca también la importancia de la experiencia.
Husserl piensa, al igual que Descartes, que el filósofo debe dudar de todo y no puede fiarse de sus sentidos. Por ese motivo, debe abandonar la "actitud natural", la de la vida ordinaria, y adoptar una "actitud fenomenológica" en la que intente dejar de lado los conocimientos previos para quedarse sólo con la conciencia y sus vivencias, que tienen un carácter intencional. La fenomenología consiste en la descripción de los fenómenos, lo que se nos aparece en tanto que se aparece, sin introducir teorías o conceptos.

5. ¿Qué es conocer? Razón y experiencia
El conocimiento, por tanto, se basa en la experiencia en tanto que captación de la realidad, pero es también razón, porque construye y modifica la realidad que percibe. Por eso podemos decir, utilizando una metáfora, que conocer es "leer el mundo". El conocimiento humano es, por tanto, una lectura de lo que está escrito pero tamizado por el lector.

domingo, 8 de septiembre de 2013

El acceso del hombre a sí mismo: la conciencia

El ser humano puede mirarse a sí mismo y conocer su propia realidad. Pero, ¿cómo podemos realizar este complicado ejercicio en el que el ser humano que conoce (el sujeto) se convierte al mismo tiempo en el objeto de su conocimiento?


 La complejidad de la conciencia requiere un estudio
 interdisciplinar en el que se analicen los mecanismos de
 conexión de los procesos mentales y los correlatos cerebrales. 
1. La experiencia consciente

El problema de la conciencia está instalado de un modo inestable en la frontera ente la ciencia y la filosofía. Podría ser un problema científico que requiere métodos filosóficos de comprensión antes de que podamos despegar.
Cuando percibimos, pensamos y actuamos, existe un ruido de fondo de causalidad y procesamiento de la información, pero este procesamiento por lo general no ocurre en la oscuridad. Existe también un aspecto interno; hay algo que se siente como ser un agente cognitivo. Este aspecto interno es la experiencia consciente. Las experiencias conscientes van desde las vividas sensaciones de colores hasta las experiencias de los más tenues aromas en el ambiente; desde la especificidad del sabor de la menta a la generalidad de la propia existencia de uno mismo.
CHALMERS, David (1996): La mente consciente (adaptado)

2. La introspección
La instrospección es el proceso de "mirada interior" por medio del cual el sujeto puede inspeccionar sus propios actos psíquicos, es decir, lo que ocurre en su mente. Una buena parte de la tarea que han desarrollado los filósofos cuando han pensado sobre el ser humano se considera, en sentido amplio, instrospección. Sin embargo, de manera más estricta, la instrospección corresponde a una corriente psicológica (el psicoanálisis) que considera que éste es el único método posible para acceder a la psique del ser humano. Frente a esta corriente se encuentran los psicólogos conductistas, que afirman que sólo podemos ver las conductas externas de las personas, pero nunca los elementos psíquicos internos. La introspección, según ellos, es un método imposible porque el sujeto no puede observar el fenómeno psíquico de su propio pensamiento.

3. La conciencia
Al intentar conocernos a nosotros mismos nos damos cuenta de que estamos "siendo conscientes" de nuestra existencia, de nuestros pensamientos, etc. ¿Qué significa ser consciente? Podemos responder a esta pregunta desde varias perspectivas:
  • Ser conscientes significa estar consciente, es decir, despierto y capaz de recibir estímulos. Por ejemplo, cuando estamos dormidos no estamos conscientes. Éste es un nivel primario de conciencia, que compartimos con otros seres vivos.
  • Ser consciente significa también "darse cuenta" de algo, es decir, tomar conciencia, recoger datos que permiten después elaborarlos y dotarlos de sentido. Por ejemplo, podemos estar despiertos pero no atentos, con lo que se nos pasarán por alto muchas cosas.
  • Ser consciente tiene también un sentido más importante para la reflexión filosófica: significa tener conciencia, en el sentido de poder reflexionar sobre los propios actos, establecer una pauta de acción conforme a un plan y prever las consecuencia derivadas de ella. A este sentido es al que nos referimos cuando hablamos de la "conciencia moral" y tiene que ver con la idea de responsabilidad. Por ejemplo, decimos que alguien "es un inconsciente" cuando hace algo que puede tener graves consecuencias y no se ha parado a pensarlas.
4. El problema filosófico de la conciencia
La conciencia es un tema que suscita muchos problemas filosóficos, por eso es una cuestión que ha sido ampliamente estudiada a lo largo de la historia. Actualmente la filosofía de la mente, en conexión con la psicología y con las neurociencias, trata de encontrar algunas respuestas a interrogantes no resueltos. Por ejemplo: la conciencia, ¿es la suma de los procesos cerebrales o es algo distinto de ellos? Si está en el cerebro, ¿por qué no podemos encontrarla? Y si no es reducible a la actividad del cerebro, ¿dónde está?
El problema de la conciencia también hace referencia a la identidad del individuo. En muchos casos nos identificamos con nuestra conciencia o, dicho de otro modo, afirmamos que "yo" soy mi conciencia. De este modo, estamos entendiendo la conciencia como el conjunto de nuestros pensamientos, emociones, intereses, etc. Esto nos lleva a una importante pregunta: ¿quién soy "yo"?, ¿quién es el sujeto consciente?

5. El descubrimiento del inconsciente
Sigmund Freud (1856-1939) es uno de los autores más importantes de la psicología moderna. Médico e investigador, trabajó en el tema de la histeria pero se orientó hacia el estudio de los sueños y la psicoterapia basándose en la conversación con el paciente (sin utilizar la hipnosis, que era un método habitual en su época).
Uno de los puntos clave de la aportación de Freud es el descubrimiento del inconsciente, que será básico para su nuevo método: el psicoanálisis. El inconsciente es el plano no consciente de nuestro aparato psíquico. En él se encuentran contenidos que resultan imposibles o difíciles de explorar para el sujeto consciente.


El psicoanálisis de Freud considera que la mayor parte
del psiquismo humano está oculto en el inconsciente
y que sólo tenemos conciencia de una parte mínima.
En este sentido, podemos compararlo con un iceberg.
Al hablar del inconsciente, Freud pone en cuestión el "control" que nuestra conciencia ejerce sobre nuestro yo. Con ello pone en duda la relevancia que se le otorga habitualmente a la conciencia y nos hace pensar en la existencia de fuerzas internas, casi indescifrables, que influyen en nuestra conducta y en nuestros pensamientos. Esto es importante porque revela la complejidad de nuestro psiquismo y, sobre todo, porque coloca al ser humano en una situación de dependencia de factores internos, que escapan a su conocimiento y a su decisión.
Los fenómenos psíquicos, según Freud, pueden dividirse en:
  • Fenómenos conscientes: los que están actualmente en la conciencia.
  • Fenómenos preconscientes: fácilmente recuperables por la conciencia.
  • Fenómenos inconscientes: están mucho más ocultos y no podemos ser conscientes de ellos con facilidad.
Con el psicoanálisis se pretende "sacar a la luz" lo oculto en el inconsciente. Éste se manifiesta a través de síntomas que parecen inconexos y sin sentido, a través de los sueños y de los actos fallidos, es decir, de las equivocaciones o lapsus que aparentemente no tienen intención.
Posteriormente, hablando de la personalidad, Freud plantea la teoría de que el psiquismo humano está dividido en tres instancias: el ello, el yo y el superyó. El ello es el elemento más instintivo, más pulsional, que sólo tiende a la satisfacción de sus deseos. El yo es el controlador del ello, que se basa en el principio de la realidad y que, por eso, puede controlar el deseo desenfrenado conforme a pautas de actuación. Finalmente, el superyó es una instancia que da normas y propone un ideal a lograr (que ha sido aprendido y construido). La articulación de las tres, con niveles conscientes e inconscientes, explicaría la personalidad de los individuos.