Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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martes, 15 de julio de 2014

Ilusión y realidad

En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio dijo a su escudero: "La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quienes pienso hacer una batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que esta es buena guerra y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra". "¿Qué gigantes?", dijo Sancho Panza. "Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de dos leguas". "Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas que volteadas al viento hacen andar la piedra del molino".
Miguel de Cervantes, Don Quijote

La reflexión acerca de lo real y lo irreal nos hace pensar en la posibilidad del engaño, en la ilusión y las apariencias, en cómo "se nos escapa" la realidad en la maraña de las interpretaciones. La apariencia de las cosas es parte de su realidad, pero también puede estar ocultando la verdadera realidad de algo y plantear una vía de acceso a lo real que sólo lo muestra parcialmente. Este problema ha sido analizado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia de la filosofía.

1. Diversidad de planteamientos
- Hume es uno de los autores que ha analizado el engaño de los sentidos y la situación en que queda el conocimiento humano, restringido a la mera constatación de los fenómenos. Según este filósofo, las relaciones causales que establecemos derivan de un hábito o costumbre de encontrar siempre relacionados en sucesión temporal los fenómenos, pero sin que haya ningún fundamento sólido que permita establecer la causa y el efecto reales. Esto significa tanto como exigir el atenimiento a los datos empíricos (experiencia), habida cuenta de que nuestra razón no puede descubrirlos.
- Kant, por su parte, considera que las realidades tienen dos "dimensiones": en primer lugar, el fenómeno, que es lo que se manifiesta, lo que aparece y puede ser objeto del conocimiento humano. Y, en segundo lugar, el noúmeno, la cosa en sí, la realidad que es sustento del fenómeno y que no puede ser nada más que postulada, pero no conocida. La idea de Kant es que debe haber algo real que sea el origen de las apariencias que nosotros podemos observar; sin embargo, nuestra capacidad de conocer no puede ir más allá y, por tanto, no puede conocer el noúmeno.
- Nietzsche es el gran crítico de la filosofía y la cultura occidental. Él considera que la historia de la filosofía ha tendido siempre a admitir un mundo "verdadero" frente al mundo de la apariencia, creyendo que, con ello, podría acceder a la realidad. Pero esto es un error, según este autor, porque lo único real es ese mundo aparente. No sólo no distingue entre lo aparente y lo real, sino que Nietzsche niega la existencia de cualquier otro tipo de realidad que no sea lo aparente. Si esto es así, parece evidente que el fenómeno se convierte en el elemento primordial, por lo que la verdad se definirá por su valor práctico, no por la adecuación a una realidad nouménica. Además, insiste en que, al no haber hechos puros sino sólo interpretaciones de los fenómenos, lo único real son las perspectivas diferentes que llevan inscritas valoraciones.

2. El conflicto de las interpretaciones
En este punto es donde la pregunta acerca del conocimiento sobre la realidad se torna en pregunta por la verdad. Hablar de que lo real es interpretado, significa introducir varios elementos en la reflexión: por un lado, qué cosa sean las apariencias dependerá no sólo de la interpretación personal, sino de las interpretaciones que hayan estado vigentes a lo largo de la historia. Esto conlleva una indeterminación en el terreno de la verdad, pues en caso de que se produzca un conflicto en las interpretaciones, no existe criterio alguno que pueda determinar cuál es la correcta. Por otro lado, al tener un acceso "relativamente vedado" a la realidad, es fácil que se produzcan engaños y errores. En algunos casos, la equivocación vendrá dada por la incapacidad de conocer; en otros caso, existirá un "interés por engañar". Es decir, a la hora de presentar una interpretación de la realidad, la seducción de los argumentos y el arte de la retórica empleada pueden llevar a la adhesión a modos de concebir la realidad, sin mayor fundamento que el de haber sido persuadido por medio del lenguaje.

3. La ilusión de la verdad
Como crítico de la filosofía, Nietzsche es el mejor representante de la denuncia de las ilusiones y las falsas apariencias que nos engañan y que nos empujan a querer ver más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y a querer buscar más allá de la misma realidad.

 La verdad es una ilusión 
¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se han olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.
No sabemos todavía de dónde procede el impulso hacia la verdad, pues hasta ahora solamente hemos prestado atención al compromiso que la sociedad establece para existir: ser veraz, es decir, utilizar las metáforas usuales; por tanto, solamente hemos prestado atención, dicho en términos morales, al compromiso de mentir de acuerdo con una convención firme, mentir borregilmente, de acuerdo con un estilo vinculante para todos.
F. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral

 Toda existencia es interpretativa 
Nosotros sólo podemos ver con los ojos; intentar saber qué otras especies de inteligencias y perspectivas pueden existir no es más que una curiosidad sin posibilidad de éxito. Espero, sin embargo, que hoy nos encontraremos lejos de la ridícula pretensión de decretar que nuestro pequeño rincón sea el único desde el cual se tenga el derecho a tener una perspectiva. Al contrario, el mundo, para nosotros, se ha vuelto infinito, en el sentido de que no podemos rehusarle la posibilidad de prestarse a una infinidad de interpretaciones.
F. Nietzsche, La gaya ciencia (adaptado)

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