Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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martes, 6 de noviembre de 2018

Teorías de la interacción sujeto-medio

A diferencia de la teoría de rasgos, las teorías de Bandura y Rotter conciben la personalidad y su manifestación conductual como el resultado de la interacción de cogniciones (creencias, expectativas y valoraciones), aprendizajes previos y la influencia del ambiente.
Albert Bandura (n. 1925) destaca la retroalimentación entre cognición y ambiente: por un lado, el sujeto valora la situación de una manera y esta valoración produce una conducta; por otro, la conducta realizada provoca unos resultados y esos resultados influyen en las expectativas en situaciones futuras.
Las expectativas de cada sujeto generan su propia percepción del valor de su conducta y definen las condiciones en que ésta puede considerarse como exitosa o fracasada. Bandura alude a este hecho con el concepto de autoeficacia, es decir, eficacia que nace de las propias expectativas y valoraciones: una misma conducta (por ejemplo, un examen mal resuelto) puede ser vista como consecuencia de la propia inutilidad o como un desafío para aprender más y sacar mejores notas.
En términos parecidos se expresa Julian Rotter (1916-2014). Para este autor, hay dos grandes tipos de personalidad que se definen por su locus de control. ¿Qué es lo que se entiende por locus de control? Es, por decirlo de alguna manera, el lugar o "centro" al que uno asigna la responsabilidad de lo que ocurre. Las personas con locus de control interno son las que están convencidas de que el destino está en sus manos y pueden controlar su futuro, mientras que, por el contrario, quien tiene un locus de control externo piensa que su vida depende de las circunstancias, la suerte (generalmente mala) y las decisiones de los demás. Es evidente que los primeros están en mejores condiciones para afrontar los contratiempos de la vida que los segundos.

La confianza en el azar denota una personalidad con locus de control externo.
Un famoso estudio longitudinal realizado a lo largo de más de cuarenta años (de los años 40 a los 80 del siglo XX) con 99 personas que en 1939-1944 estudiaban en Harvard, ha demostrado una sorprendente correlación entre las expectativas personales de un joven de 20 años y la realización práctica de su vida posterior: los universitarios con carácter optimista tenían cuarenta años después hábitos de vida más saludables y, en general, un estado de salud bastante mejor que los que presentaban tendencia al pesimismo. Nos encontramos una vez más con un ejemplo de profecía autocumplida: basta con que alguien se convenza realmente de algo para que él mismo ponga las condiciones que harán efectivo eso mismo de lo que está convencido.

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