Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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jueves, 25 de abril de 2019

Cambios que nos hicieron humanos

1. Introducción
Los fósiles más antiguos de Homo sapiens tienen 195.000 años y, una vez más, han sido hallados en África, no muy lejos del lugar en que se encontró a Lucy (Australopithecus afarensis).
Durante los últimos 7 M.a., los homínidos han evolucionado desde formas similares a los chimpancés hasta el humano moderno; es lo que se denomina proceso de hominización. Los cambios han afectado a diversas características anatómicas y funcionales, desde la bipedestación hasta la adquisición del lenguaje articulado, pasando por un incremento del volumen cerebral.
Este proceso evolutivo parece haber seguido un "modelo en mosaico", de manera que los cambios no han ocurrido simultáneamente en todas las variables, sino que han sucedido mucho antes en unas que en otras. Así, Lucy ya caminaba erguida, aunque su capacidad craneal era la de un chimpancé.

2. Caminar erguido
La bipedestación es el primer criterio que se utiliza para diferenciar entre el linaje de los homínidos y el de los simios antropomorfos. Probablemente fue el primer cambio importante ocurrido en el proceso de hominización y sucedió mucho antes de que el volumen cerebral se incrementase.
Caminar habitualmente erguido y sin balancear mucho el cuerpo requiere determinadas características anatómicas diferentes a las de los simios antropomorfos. El análisis de estas características permite discernir si un resto fósil pertenece, o no, a un homínido:
  • Posición del foramen magnum: El foramen magnum es el orificio del cráneo por donde pasa la médula espinal, y señala el lugar en el que se inserta la columna vertebral en el cráneo. En los homínidos el foramen magnum se orienta hacia abajo, mientras que en los simios lo hace hacia atrás. 

  • Disposición de la cadera: En los homínidos los fémures se dirigen oblicuamente desde las caderas hasta converger en las rodillas. En los simios, sin embargo, se disponen verticalmente, manteniendo muy separadas las rodillas.
  • Cambios en el pie: El pie de un chimpancé es parecido a nuestra mano, incluso tiene el pulgar oponible. La adaptación a la bipedestación supuso que el pie se alargó y el pulgar se alineó con los demás dedos, que rerujeron su tamaño perdiendo casi completamente su capacidad para agarrar objetos.
Los simios antropomorfos, como los homínidos, tienen el pulgar de la mano oponible, y esto les permite coger bien los objetos. Pero nuestro pulgar es más largo y con él podemos tocarnos la punta del dedo índice (también la de los demás dedos). Dado que esta característica proporciona a nuestra mano una fuerza y habilidad singulares, se conoce como pinza de precisión. La fuerza de la pinza puede constatarse al coger un martillo y golpear con él, mientras que su habilidad nos permite manejar un pincel o una aguja. Homo habilis ya tenía pinza de precisión, lo que le permitió fabricar herramientas de piedra.
Caminar erguido dio comienzo a la hominización y seguramente afectó más al cuidado de las crías que a cualquier otra facultad. También dejó las manos libres para transportar herramientas o comida.

3. Encefalización y ciclo vital
El humano moderno tiene un volumen cerebral entre 1300 y 1400 cm³, el triple que Lucy, y este desarrollo ha desempeñado un papel crucial en el proceso de hominización. Sin embargo, el incremento del volumen cerebral generó algunos problemas. Durante el parto la cría debe atravesar la parte inferior de la pelvis, denominada canal del parto. Un chimpancé o un gorila tienen un parto fácil, ya que su pelvis es ancha con relación a la cabeza de la cría, y la madre puede ayudar a nacer a la cría guiándola con las manos o limpiándole la nariz y la boca para que respire mejor.
La adaptación al bipedismo implicó un estrechamiento de la pelvis y el incremento del tamaño cerebral vino a aumentar la dificultad del parto. Hace 1'5 M.a. la capacidad craneal alcanzó los 850 cm³, acercándose al límite para pasar por el canal del parto. Sin embargo, el proceso de encefalización continuó. ¿Qué cambió para que el parto fuese posible?
El cerebro del chimpancé tiene al nacer unos 300 cm³ y hasta que es adulto su tamaño aumenta un 50%. La especie humana tiene al nacer un volumen cerebral de 350 cm³, similar al del chimpancé, pero se incrementa a lo largo de su vida un 400%. Si los homínidos pudieron incrementar el tamaño de su cerebro fue a costa de adelantar el parto y tener unas crías prematuras, más dependientes de la madre durante mayor tiempo.

4. Aprender a hablar
Sólo los seres humanos disponemos de un lenguaje articulado, y no es fácil saber cuándo adquirieron los homínidos esta facultad. Para hablar hace falta tener capacidad mental para ello y disponer del instrumento adecuado, el aparato fonador. Dos áreas del cerebro están relacionadas con nuestra capacidad de hablar. Ambas se encuentran en la corteza cerebral del hemisferio izquierdo.
El cerebro no fosiliza, sin embargo puede dejar en la cara interna del cráneo unas impresiones que permiten a los paleoantropólogos conocer algunas de sus características. Homo habilis y, en mayor medida, Homo ergaster tenían ya desarrolladas las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje. Se discute, sin embargo, si su aparato fonador reunía las características para hablar. Probablemente sólo les permitiese articular un repertorio reducido de vocales. Sería, por tanto, un lenguaje rudimentario.

5. ¿Hubo cruce entre los neandertales y el humano moderno?
Hace unos 100.000 años, algunas poblaciones de Homo sapiens salieron de África y se distribuyeron por todo el mundo. A Europa llegaron hace 40.000 años. Aún se encontraban aquí los neandertaes, ya que sus restos más recientes, hallados en Gibraltar, tienen 28.000 años.
No hay duda de que ambas especies de homínidos tuvieron algún tipo de relación. Así, los neandertales incorporaron collares y otros adornos corporales propios de Homo sapiens. Sin embargo, aún no se sabe si hubo intercambio genético o no. Las dudas desaparecerán cuando acabe de descifrarse el genoma de neandertal, cuyo proceso de secuenciación se está finalizando. Por el momento, una hipótesis que goza de cierta aceptación es que hubo algún cruce, esporádico pero de gran importancia, porque quizá nos transmitieron una variante del gen microcefalin, aparecida hace 37.000 años, que interviene en el desarrollo del cerebro y que pudo ser la causa de la explosión cultural ocurrida a partir de aquel momento.      
  

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