No existe un gen único para la depresión, la esquizofrenia o cualquier otro trastorno psiquiátrico.
La probabilidad de que uno experimente ansiedad, un episodio de depresión mayor o un trastorno del espectro autista está, hasta cierto punto, dictada por la genética. "Tienes un riesgo mucho mayor de padecer una depresión si tienes un hermano o un padre que la padecen. Lo mismo ocurre con la esquizofrenia y, básicamente, con todas las enfermedades psiquiátricas", señala Kevin Mitchell, neurogenetista del Trinity College de Dublín (Irlanda). En consecuencia, desde la década de 1990, los científicos han buscado genes específicos relacionados con el riesgo de padecer trastornos mentales.
Pero no han podido encontrar pruebas confiables de que una sola variante genética sea la culpable. A principios de este año, un equipo de investigación informó que ninguno de los dieciocho genes candidatos para la depresión mayor -genes que estudios anteriores habían sugerido relacionados con el trastorno- mostraba tales asociaciones.
Hoy en día, los genetistas saben que no son uno, ni un puñado de alelos los que predisponen a las personas a determinadas dolencias, sino un mar de ellos. "Puede haber mutaciones raras que pongan a alguien en alto riesgo de sufrir una afección, pero los efectos se modulan por los antecedentes genéticos que tienen las personas", dice Mitchell. Ese trasfondo está compuesto por cientos o miles de variantes genéticas que aparecen ampliamente en la población, aunque en diferentes grados en cada individuo. Cada uno contribuye en una cantidad muy pequeña a la probabilidad de que una persona sufra una enfermedad. Y es que la conexión entre el perfil genético y la vulnerabilidad es muy compleja.
Para hacerlo más complicado, las variantes genéticas específicas se relacionan con una variedad de trastornos diferentes, en lugar de uno solo. "Si tu hermano padece esquizofrenia, tienes más papeletas de sufrirla también, al mismo tiempo que es más probable que sufras TDAH, autismo o depresión. Hay una base genética compartida para todas ellas", asegura.
A medida que se mapea la arquitectura de los trastornos complejos, se ponderan las muchas variantes genéticas asociadas con cada uno para crear puntuaciones de riesgo poligénicas. Algún día, cuando estas se refinen y se utilicen ampliamente, el mito del gen candidato se disipará de una vez por todas.
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