Nació en New Jersey (EEUU) y se graduó en el Antioch College de Yellow Springs (Ohio) en 1958. Más tarde, en 1961, termina el Máster en Educación por la Universidad de Harvard. Su actividad profesional siempre ha estado relacionada con la educación, en gestión y administración de organizaciones educativas, en servicios sociales y en consultoría. También fue director para instituciones del Departamento Correccional de Nuevo México.
En la década de 1990 escribió diversos libros, entre ellos How to be a slightly better parent (1991), publicado en castellano con el título Cómo ser mejores padres.
Edición original: 1991
Índice:
◈ Introducción - Ser mejor padre no es sencillo, pero puede conseguirse siguiendo los siguientes principios:
1) No se involucre en luchas de poder de las que es probable que nadie salga victorioso.
2) Diga cosas agradables a sus hijos de vez en cuando, sobre todo si no se lo esperan.
3) Es importante ser raro. No deje que los hijos piensen que son más raros que sus padres.
4) No haga cosas por sus hijos que ellos sean capaces de hacer por sí mismos, a menos que esté seguro de que le devolverán el favor.
5) Hay que tener una autoestima alta. Si el padre no la tiene, sus hijos tampoco.
6) Aprenda a pedir disculpas cuando no cumpla sus propias cotas de exigencia al tratar a sus hijos.
◈ Preste atención a los detalles
Ideas seleccionadas:
- A la mayoría de las personas no les gusta ser juzgadas por sus semejantes, sobre todo si no pueden evitarlo. La razón es que todo el mundo tiene al menos dos vidas. Una es nuestra vida exterior, que es la vida del comportamiento diario, la acción, lo que decimos y cómo nos perciben los demás. La otra es nuestra vida interior, es decir, nuestras intenciones, motivaciones, deseos y sentimientos verdaderos. Creemos que los demás no entienden demasiado bien nuestra vida interior. Nos preocupa que nos juzguen por lo que parece que somos, no por lo que realmente somos. Los niños tienen un miedo especial a ser juzgados porque hay muchas cosas que no saben o que no pueden hacer bien.
- Mucha gente cree que las alabanzas incrementarán automáticamente la baja autoestima de un niño. Esto no es cierto. Las alabanzas refuerzan una buena autoestima o una experiencia que ha tenido un efecto positivo en la autoestima de un niño. A los niños les gusta recibir elogios pero también que les digan la verdad. Cuando les alaban algo que saben que no lo merece, el valor de la alabanza y la credibilidad de la persona disminuyen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario