Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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lunes, 2 de mayo de 2011

Mitos

En la mitología encontramos constantemente ejemplos de la lucha del ser humano por superar sus límites mortales, por ampliar sus poderes, ejemplos que de forma inevitable culminan con su derrota o destrucción.
Prometeo simboliza como ningún otro personaje mitológico la rebeldía frente a un destino impuesto, en cuyo diseño él no ha participado.

PROMETEO

Sólo hay dos puntos en los que no ha podido el ser humano equipararse a los dioses: no hemos podido dar, crear vida de forma artificial, ni alcanzar la inmortalidad, o lo que es lo mismo, la eterna juventud.
Prometeo no tenía miedo alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y su poca perspicacia.
Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Urdió un primer engaño contra Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió a continuación en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos.

Pandora, de Lefebvre

Indignado por este engaño, Zeus privó a los hombres del fuego. Prometeo decidió robarlo, así que subió al monte Olimpo y lo cogió del carro de Helios, y lo consiguió devolver a los hombres en el tallo de una cañaheja, que arde lentamente y resulta muy apropiado para este fin. De esta forma la humanidad pudo calentarse.
Para vengarse por esta segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla llamada Pandora. Zeus le infundió vida y la envió por medio de Hermes a Epimeteo, el hermano de Prometeo, en cuya casa se encontraba la jarra (en otras versiones un baúl o una caja) que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza, crimen, etcétera) con las que Zeus quería castigar a la humanidad. Epimeteo se casó con ella para aplacar la ira de Zeus por haberla rechazado una primera vez a causa de las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses y quien en castigo sería encadenado. Pandora terminaría abriendo el ánfora, tal y como Zeus había previsto.

Tras vengarse así de la humanidad, Zeus se vengó también de Prometeo e hizo que le llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto. Zeus envió un águila para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día.

El castigo de Prometeo,
 de Rubens
Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín de las Hespérides y le liberó disparando una flecha al águila. Prometeo fue así liberado, aunque debía llevar con él un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado.

PIGMALIÓN

Pigmalión era un escultor que vivía en Chipre, buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con la que casarse. Pero, con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar. Una de ellas, Galatea, era tan bonita que Pigmalión se enamoró de ella.

Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita, quien, conmovida por el deseo del rey, le dijo "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". Y así fue como Galatea se convirtió en humana.



 EL HOMBRE AUTÓMATA

En el siglo XVIII, continuando el mito de poder crear artificialmente una figura con vida, nació la idea de hacer un androide capaz de andar, hablar y adoptar todas las actitudes humanas. Pero pronto llegó el miedo, un miedo horrible a que esa criatura con vida destruyera al propio creador; es decir, que la figura artificial, autómata y sin alma escapara al control de su creador y lo destruyera sin piedad.
El mito del hombre autómata llegó a la cumbre en el siglo XIX con la famosa novela de Mary W. Shelley titulada Frankenstein o el moderno Prometeo. En esta novela, un científico crea un monstruo utilizando cadáveres. Llevado al cine en muchas ocasiones, este mito incorpora como novedad la maldad de la criatura viviente. Cuando su creador le niega la novia deseada y la posibilidad de reproducirse, Frankenstein mata a la novia de su señor en la noche de bodas. Es, pues, una lección de castigo a la presunción humana.
Versiones más modernas del personaje de Frankenstein han abandonado esa maldad intrínseca y le han convertido en un ser de horrible aspecto, pero de corazón bondadoso, que busca desesperadamente amor y comprensión. Solo al no poder encontrarlo debido a su fealdad, decide vengarse matando a la novia de su creador.


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