Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 25 de octubre de 2014

Incertidumbre y realidad

1. Vivimos en la incertidumbre


La inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, son acaso nuestras únicas verdades. Hay que aferrarse a ellas. No sabemos si el sol ha de salir mañana como ha salido hoy, ni en caso de que salga, si saldrá por el mismo sitio porque en verdad tampoco podemos precisar ese sitio con exactitud astronómica, suponiendo que exista un sitio por donde el sol haya salido alguna vez. En último caso, aunque penséis que estas dudas son, de puro racionales, pura pedantería, siempre admitiréis que podamos dudar de que el sol salga mañana para nosotros. La inseguridad es nuestra madre; nuestra musa es la desconfianza. Si damos en poetas es porque, convencidos de esto, pensamos que hay algo que va con nosotros digno de cantarse. O si os place, mejor, porque sabemos qué males queremos espantar con nuestros cantos.
Antonio Machado, Juan de Mairena

2. La prueba de la realidad

A través de la percepción, la realidad se nos presenta con las propiedades de una pista de despegue: resiste a nuestro impulso y soporta nuestro vuelo. Las posibilidades que inventamos pueden mantener o no el enlace con la realidad. En un caso serán posibilidades reales, y en otro posibilidades fantásticas. De la realidad podemos decir lo que queramos, pero ella se desembarazará de algunas de nuestras propuestas. A lo rechazado por la realidad lo llamamos falso. A los inventos conceptuales, imaginativos, o de cualquier tipo que la realidad aún no ha rechazado, los llamamos provisionalmente verdaderos.
José Antonio Marina, Teoría de la inteligencia creadora

3. El camino oscuro de la vida
G. Torrente Ballester
En la literatura, los narradores nos dan a
conocer el mundo y también reflexionan
sobre la realidad.

A su mente racional, esto le parecerá un poco oscuro; pero, créame, lo que es realidad y vida es siempre oscuro, por mucho que la ciencia intente esclarecerlo. Porque la ciencia se contenta sólo con lo aparente, lo que se puede ver con los ojos y tocar con las manos, es decir, la materia, y su fin último no es conocerla, sino dominarla. En tanto que los poetas van más allá de lo que sirve y de lo que aparece, de lo que puede escribirse en fórmula y definirse con palabras de teoremas. Para nosotros, cada cosa, como cada persona, es un ser único. Por mucho que se parezca a otros, hay un momento que es él mismo, sin semejanza, el dios de cada cosa. Y a los dioses, querido maestro, no se les reduce a fórmulas de álgebra, sino que se les ama o se les odia. Nuestro especial menester empieza, precisamente, donde acaba el de ustedes: las puertas del espíritu se abren allí donde acaban de cerrarse las de la razón. ¿Que es un camino oscuro? ¿Quién lo duda? Pero es, al menos, un camino de vida, y el de ustedes conduce a la muerte. Créame, maestro: cuando ustedes hayan hecho el mundo inhabitable; cuando los hombres, a fuerza de ciencia, hayan alcanzado el colmo de la infelicidad, únicamente los sacerdotes y los poetas podrán restituirlo a lo verdaderamente humano.

Gonzalo Torrente Ballester, La saga/fuga de J.B.

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