Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 28 de febrero de 2015

Libertad condicionada

1. Ni determinismo, ni indeterminismo
Las posiciones deterministas e indeterministas se nos presentan en muchas ocasiones de manera disyuntiva: o somos libres o no somos libres. Esta forma de presentar el problema de la libertad, que ha sido la habitual a lo largo de la historia de la filosofía, es criticable ya que no plantea adecuadamente la cuestión. No parte de una descripción de la vida humana; si lo hiciera, percibiría que hay tanta verdad y al mismo tiempo tanta falsedad en el determinismo como en el indeterminismo.
Ni somos totalmente libres, ni estamos totalmente condicionados. Las circunstancias nos condicionan, es decir, nos dan condiciones para que podamos desarrollarnos, pero no hemos de leer "condiciones" como si se tratara de un determinismo férreo. Dentro de unos márgenes podemos hacer algo con aquello que han hecho de nosotros y con aquello con que nos encontramos. El ser humano es una extraña mezcla de libertad o posibilidad y determinación o imposibilidad.
Planteando adecuadamente la cuestión, se ha de evitar caer en dos posiciones extremas: por un lado, creer que podemos hacerlo todo, que somos totalmente libres y que el mundo se puede plegar a nuestro capricho; por otro, desertar de nuestra libertad y de la responsabilidad que conlleva. A veces, detrás de la postura de quienes afirman que no son libres y que no se puede cambiar nada se encuentran aquellos que tienen miedo a la libertad. Esto es lo que Sartre llamaba mala fe.

2. Convivencia de libertades
Si el ser humano es un ser social, la libertad -aquello gracias a lo cual podemos hacer nuestra vida- es también social. Mi libertad necesita de la libertad del otro, que bien puede ser el más próximo (el amigo, el familiar, el conocido, etc.) o cualquiera, aunque nunca lo conozca. Lo importante es que esa relación se institucionalice y que la sociedad garantice la libertad de todos.
Cuando la libertad la entendemos así estamos aproximándonos a la justicia. Justicia y libertad son dos valores que se complementan. Mi libertad no termina donde empieza la de los otros, sino que es posibilitada también por los otros: ¿cómo haría oír mi voz si alguien no me enseñara a expresarme?, ¿cómo me expresaría artísticamente si no tuviera los medios a mi alcance?

3. Libertad y filosofía
La libertad humana es una libertad situada y condicionada. En lugar de hablar de la libertad como de una propiedad espiritual, es mejor hablar de ella partiendo de nuestros condicionamientos. La libertad es la máxima originalidad humana, pero no se explica sin contar con unos orígenes. Nuestra libertad arraiga en nuestros condicionamientos: biológicos, culturales y sociales.
La tarea más importante que tiene la filosofía actual es pensar las condiciones de posibilidad de nuestra libertad, es decir, nuestros orígenes biológicos y culturales, nuestra constitución cerebral, el conjunto de conocimientos que adquirimos tanto individuales como sociales, nuestro lenguaje, nuestra sociedad e instituciones o nuestros sueños. Pensar la libertad es así pensamos a nosotros mismos, nuestras condiciones y posibilidades.

El vuelo sólo es posible gracias al aire que mantiene al pájaro y le ofrece resistencia. Sin la resistencia del aire el pájaro no volaría mejor, simplemente no podría volar. La libertad sin condiciones es, de igual manera, la muerte de la libertad.
4. Vivir y convivir creando
No tenemos  más remedio que estar haciendo algo; somos activos por definición. Incluso el no actuar, en nuestro caso, es ya una forma de acción. Y actuando estamos introduciendo novedades en el mundo. Pero las novedades, nuestra creatividad, no parten de la nada, sino que cuentan con los otros y con las circunstancias.

La vida humana es creatividad
Vamos por la vida como dentro de un tanque con dos orificios de apertura: uno para mirar, seleccionar el blanco y apuntar; otro, para disparar. Este ejemplo muestra la doble cesura que se da en el ser humano entre el estímulo y la respuesta. El perro hambriento ante el pedazo de carne es un circuito cerrado. El ser humano en la misma situación es un circuito abierto. La cesura es el distanciarse y preguntar: ¿me lo como o no me lo como?, ¿me lo como ahora o lo dejo para después? Hay, por tanto, un margen para la creatividad en la respuesta. Esta creatividad humana, que ya empieza a manifestarse en el lenguaje, se realiza en la acción libre; pero no creamos de la nada, sino desde lo ya dado, no somos dioses sino humanos y limitados; somos libertad condicionada y creatividad creada.
J. Masiá, El animal vulnerable

Libertades
El hombre aislado no puede tener conciencia de su libertad. Ser libre para el hombre sólo es posible por otro hombre, por todos los hombres que le rodean. La libertad no es, pues, un hecho de aislamiento, sino de reflexión mutua, no de conclusión, sino, al contrario, de alianza, pues la libertad de todo individuo no es otra cosa que el reflejo de su humanidad o de su derecho humano en la conciencia de todos los hombres libres, sus hermanos, sus iguales. No puedo decirme y sentirme hombre libre más que en presencia y ante otros hombres. No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago verdaderamente libre más que por la libertad de los otros.
M. Bakunin, La libertad (adaptado)

Posibilidad y fatalidad
El mundo vital se compone en cada instante para mí de un poder hacer esto o lo otro, no de un tener que hacer por fuerza esto y sólo esto. Por otra parte, esas posibilidades no son ilimitadas. Para que haya decisión tiene que haber a la vez limitación y holgura, determinación relativa. Vida es, a la vez, fatalidad y libertad, es ser libre dentro de una fatalidad dada. Esta fatalidad nos ofrece un repertorio de posibilidades determinado, inexorable, es decir, nos ofrece diferentes destinos. Nosotros aceptamos la fatalidad y en ella nos decidimos por un destino.
J. Ortega y Gasset, ¿Qué es filosofía? (adaptado)

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