Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 10 de junio de 2017

Aventurar lo posible: la imaginación

1. Conceptos clave
- Imaginación reproductora: Es aquella que se encarga de hacer presente objetos o acontecimientos ausentes. Las imágenes están íntimamente relacionadas con la percepción, aunque no se confunden con las percepciones por el grado de vivacidad.
- Imaginación productora o creadora: Este tipo de imágenes no se limita a reproducir las percepciones, sino que crea imágenes nuevas. Produce síntesis novedosas de percepciones anteriores. En este tipo de imaginación juega un gran papel la actividad del sujeto que imagina. Esta actividad puede ser consciente, como por ejemplo la creación literaria, o inconsciente, como por ejemplo en los sueños nocturnos.

2. Imaginar y pensar
El mundo que nos rodea es en gran medida fruto de la capacidad imaginativa y proyectiva del ser humano. La imaginación es por tanto la capacidad humana fundamental para interpretar la realidad. El análisis de la imaginación en la historia de la filosofía ha sido amplio, y en buena parte es el intento de verla no sólo como una capacidad psicológica, sino como la responsable del pensamiento y, por eso mismo, la que marca la diferencia con el resto de los animales.
Hasta épocas recientes la imaginación ha sido muy poco valorada. Unas veces se la ha considerado como una forma de conocimiento de segundo grado; otras, como una especie de "capricho" que se permitía la mente humana, una especie de "juego". Estudios recientes han puesto de relieve el auténtico valor de la imaginación y de sus productos. Gran parte de este revalorización de la imaginación se debe a Kant, para quien la imaginación no es sólo una facultad que combina impresiones sensibles, sino que representa la posibilidad misma de conocer, pues es la encargada de asociar imágenes y conceptos, es decir, de esquematizar la realidad y así poder comprenderla.


3. ¿Qué es la imaginación?
El fenómeno de la imaginación se puede entender de cuatro formas: (1) como evocación arbitraria de cosas ausentes, aunque existentes en otra parte: "me imagino que estoy en París"; (2) como un conjunto de representaciones que están en lugar de otra cosa representada: una reproducción de la imagen de la Gioconda; (3) como evocación de cosas que no están ni presentes ni ausentes, sino que no existen: un centauro; (4) como ilusiones, cosas que, aunque ausentes o inexistentes, parecen reales para el sujeto que las contempla: "me imagino que la carretera está encharcada, pero sólo es una ilusión.

4. Ejes de la imaginación
Las diferentes teorías sobre la imaginación, y las diferentes explicaciones asociadas a estas teorías, pueden vertebrarse sobre un doble eje: por un lado, el eje de la presencia-ausencia de la realidad imaginada y, por otro, el eje de la conciencia crítica o fascinada del sujeto que imagina.
- Eje presencia-ausencia de la realidad: Según este criterio, la imaginación se relaciona con la percepción y se puede entender como la facultad de producir representaciones debilitadas de lo que vemos, y en este sentido hablamos sólo de una imaginación reproductora. O podemos entenderla como vinculada a la ausencia, y así nos inclinamos al otro lado del eje: al de la creación. En este sentido imaginar es referirse a lo no presente, a lo no visto, y es precisamente algo opuesto a la percepción.
- Eje conciencia crítica-conciencia fascinada: Según este criterio, tendríamos formas diversas de entender la imaginación en función del grado de conciencia del sujeto a la hora de imaginar. Si el sujeto que imagina es capaz de mantener la distancia entre lo imaginario y lo real, hablaremos de conciencia crítica; si no es así, de conciencia fascinada.
La imaginación es una forma de innovación. Imaginar es aprender a mirar, ver nuevamente o ver de una manera distinta; es reestructurar lo que creemos ver y haber visto siempre; captar semejanzas donde aparentemente no las hay. No es una percepción que se desvanece, sino un significado que aparece.

5. Imaginario social: ideología y utopía
La imaginación no sólo es algo individual, sino que también se puede aplicar a la sociedad. El mundo en que vivimos es un mundo compartido y social; por tanto, la imaginación, instrumento de creación de mundos, tiene también un carácter social. Las construcciones de la imaginación (reglas, normas, creencias, ideas, ciencias, etc.) poseen un poder de representar nuestra identidad tanto social como individual. En esa medida, constituyen lo que se ha venido en llamar el imaginario social.
Este imaginario, conjunto de imágenes que articulan nuestra vida, se compone de ideologías y utopías, que, definidas de forma general, son maneras de interpretar el mundo. Las ideologías son ideas y valores que articulan la vida social (por ejemplo: el liberalismo, el socialismo, la religión, etc.); las utopías son propuestas aparentemente irreales de otro mundo diferente al que tendemos (utopía de una sociedad justa en la que se respeten los derechos humanos de todas las personas, la convivencia en una sociedad plural, etc.).
Las ideologías y las utopías han sido estudiadas por la sociología y la filosofía, aunque sólo en el siglo XX se ha hecho de manera conjunta. K. Mannheim las analizó desde el criterio de congruencia o no con la realidad. P. Ricoeur, en nuestra época, ha intentado recuperarlas para el análisis filosófico. Ambos se han ocupado de la función que estas construcciones imaginarias desempeñan en la sociedad, y no tanto de su definición. Uniendo los estudios de ambos, representamos las funciones que cumplen estos dos fenómenos mediante un esquema. En él destacamos cómo los dos fenómenos, ambivalentes y ambiguos como todo lo humano, pueden ser positivos o negativos.


      

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