Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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miércoles, 30 de agosto de 2017

Hacia la autonomía moral

1. Autonomía y heteronomía moral
La palabra autonomía proviene de dos vocablos griegos y significa "darse la ley a uno mismo".
La autonomía es la capacidad que tiene el ser humano de darse a sí mismo, libre y voluntariamente, las normas que guiarán su conducta. Es la capacidad de reflexionar y elegir para sí aquellas normas o leyes que todos deberíamos darnos a nosotros mismos porque son, en realidad, las que nos hacen progresar como personas.
La autonomía implica la reflexión sobre las normas y los valores establecidos y la voluntad de elegir lo más conveniente, aun en contra de nuestras apetencias.
La palabra heteronomía también proviene de dos vocablos griegos, y significa "recibir la ley de otros".
Una persona es heterónoma cuando actúa o decide según principios o valores que le son impuestos o que no pone en cuestión. La actuación de una persona heterónoma viene dictada por:
  • Los instintos, las inclinaciones o las querencias propias.
  • La tradición y las normas sociales asumidas de forma irreflexiva.
  • La autoridad, sea del tipo que sea.
2. El desarrollo moral
A lo largo de la vida, las personas aprendemos las normas de la sociedad en la que vivimos. Al principio las normas nos vienen de fuera, las aprendemos de nuestra familia, de la escuela, del grupo de amigos, etc. Con el tiempo, vamos interiorizando esas normas, haciéndolas propias, sustituyéndolas por otras nuevas y modificando nuestra jerarquía de valores.
El desarrollo moral consiste en madurar desde la heteronomía, que supone la actuación irreflexiva o basada en la autoridad de otros, hacia la autonomía moral, que implica actuar según unas normas sobre las que hemos reflexionado y que pretenden ser las mejores para cualquier ser humano. Así, cuando maduramos, ganamos en autonomía, libertad y responsabilidad.

3. Libertad y autonomía
Solemos considerar la libertad con el hecho de que nadie se oponga a que actuemos del modo en que lo hacemos. En el sentido anterior, la libertad se define como algo negativo, es decir, como ausencia de algo.
Pero la libertad es algo más. Por eso muchos pensadores definen un segundo sentido de libertad, positivo, que es el de libertad para hacer esto o aquello, libertad de elección.
No somos libres de elegir cuando no conocemos las posibles consecuencias de aquello que elegimos o cuando nos dejamos llevar por el miedo, la moda, las costumbres o los caprichos.
Autónomo es todo aquel que decide conscientemente qué reglas son las que van a guiar su comportamiento. Considerar la propia libertad como autonomía implica, por tanto, considerarla no sólo en su sentido negativo de falta de coacción -nadie me impone las reglas desde el exterior-, sino también en su sentido positivo -sé lo que hago, no me dejo llevar por la rutina, la costumbre, el capricho, lo bien viesto o la imagen que me gustaría dar ante los demás.

4. Etapas del desarrollo moral
El psicólogo Lawrence Kohlberg distinguió niveles en el desarrollo hacia la madurez y la autonomía moral:
  • Nivel preconvencional: Las personas enjuician las cuestiones morales según sus propios intereses.
  • Nivel convencional: Se respetan ciegamente la autoridad y las leyes, y las normas morales se enfocan según interesan al orden social establecido.
  • Nivel posconvencional: La persona hace suyos principios morales universales ideales en los que debería basarse cualquier sociedad, los antepone a los que aprendió en su sociedad y comprende el carácter de utilidad social de las leyes.        

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