Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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martes, 29 de agosto de 2017

La psicología en el siglo XX: Métodos

La diversidad de corrientes en que se fragmentó la psicología a lo largo del siglo XX, sobre todo en su primera mitad, se corresponde con la diversidad de métodos utilizados. Tratando de evitar las exclusiones derivadas de prejuicios o tomas de partido, podemos dividir estos métodos en dos grandes grupos:
  • Métodos comprensivos: buscan comprender correctamente aquello que se estudia, especialmente los aspectos subjetivos y no cuantificables de la persona.
  • Métodos objetivos: pretenden determinar los hechos exactos, cuantificarlos y relacionarlos entre sí por medio de leyes.
De esta forma, la psicología se sitúa en un punto intermedio entre las ciencias naturales y las ciencias humanas, participando de los métodos de ambas aunque aproximándose más a unas u otras en función de la tendencia individul del psicólogo y la escuela a la que pertenece.

1. Métodos comprensivos
Llamamos así a los que buscan acceder a la subjetividad. Podemos enumerar los siguientes:

 a)  La observación interna o introspección, por la cual el sujeto se examina a sí mismo para captar los hechos que sólo él puede conocer directamente y comunicarlos al psicólogo (éste debe poner las condiciones de control para que dicha comunicación tenga validez). Considerado a veces el único método propio de la psicología y que sirve para diferenciarla de otras ciencias, pero rechazado tajantemente por los conductistas y otras orientaciones próximas a la ciencia natural, sigue estando en la base de otras técnicas.
 b)  Un buen número de los instrumentos de la psicología clínica, tales como el test y otras pruebas diagnósticas (sobre todo las proyectivas), el estudio de documentos como escritos, dibujos, cartas y otras creaciones personales, la entrevista personal, las dinámicas y terapias de grupo, etc., y otros utilizados por la psicología social como las encuentas, buscan obtener algún conocimiento sobre elementos de la subjetividad (actitudes, sentimientos, deseos y temores, pensamientos recurrentes, etc.) a los que no podríamos tener acceso sin una previa comunicación de la misma.

El test de Rorschach es un ejemplo de prueba proyectiva. El sujeto interpreta un estímulo ambiguo de manera que proyecta su forma de ser en dicha interpretación.
  c)  Las técnicas de inspiración filosófica, como la hermenéutica (interpretación de comunicaciones con carga simbólica, como los sueños, las creaciones artísticas o los delirios) y la fenomenología (descripciones sin prejuicios de los hechos psíquicos tal como son vividos), amplían la mirada del científico y le ofrecen nuevas perspectivas desde las que acceder a los hechos que estudia.

2. Métodos objetivos
Los métodos objetivos son aquellos que la psicología toma de las ciencias naturales, aunque adaptándolos a sus intereses y objetos de estudio. Podemos enumerar los principales:

 a)  La observación naturalista, es decir, del sujeto estudiado (persona o animal) en su medio habitual y no en condiciones creadas artificialmente (niños en la familia o en la escuela, trabajadores en una fábrica, chimpancés en la selva, etc.); se trata de un método útil y a veces necesario para estudiar la influencia de condiciones difíciles de crear en un laboratorio, pero debe tratar siempre de evitar el "sesgo del observador", detectable en muchos estudios de este tipo y por el cual cada uno acaba teniendo en cuenta únicamente los hechos que confirman su punto de vista previo a la observación.
 b)  El estudio de casos singuales es similar a la observación naturalista, pero difiere de ésta por la mayor atención y profundidad prestadas a uno o unos pocos casos individuales; son ejemplos conocidos los de Sigmund Freud, con sus estudios sobre la histeria, y Jean Piaget, que basó su teoría del desarrollo intelectual en las numerosísimas observaciones realizadas sobre sus tres hijos.
 c)  La investigación experimental: Un experimento consiste en la creación y variación de condiciones artificiales para determinar cómo influyen éstas en los sucesos estudiados. Básicamente se trata de confirmar (o, en su caso, refutar) una hipótesis de trabajo, para lo cual, antes de nada, debe ser formulada con la mayor claridad, por ejemplo, enunciando la incidencia de un factor (llamado "variable independiente") en otro u otros ("variables dependientes"). A continuación, se realizan las pruebas en las que el experimentador controla la variable independiente (aumentándola, disminuyéndola o suprimiéndola) para medir su efecto sobre la o las variables dependientes. Por ejemplo, supongamos que alguien quiere demostrar que el hambre influye en la percepción de la realidad. Su hipótesis de trabajo podría ser: a mayor tiempo sin tomar alimento (variable independiente), más probable es percibir o creer percibir objetos relacionados con la comida (variable dependiente). ¿Cómo probar semejante afirmación? Es evidente que no podemos tratar de comprobarla en toda la población, pero sí podemos seleccionar una muestra representativa en que factores que no son objeto de estudio (como la edad, el sexo, la raza, la clase social, el nivel cultural, etc.) estén distribuidos al azar o en porcentajes similares a los de la población total que se quiere estudiar (es importante que la muestra sea suficientemente numerosa y no sesgada, es decir, no haya un predominio injustificado de un grupo de población sobre otro). Dividimos la muestra en tres grupos en función únicamente de la presencia o no de la variable independiente (tiempo de ayuno): uno de ellos compuesto exclusivamente por individuos que llevan varias horas sin probar alimento, otro compuesto exclusivamente por individuos que acaban de comer y un tercero, llamado grupo de control, formado por individuos seleccionados al azar sin tener en cuenta el tiempo transcurrido desde su última comida. A partir de aquí, podemos diseñar una prueba que consista en tratar de adivinar qué representan un conjunto de imágenes desenfocadas o de interpretación dudosa. Si nuestra hipótesis fuera correcta, podría predecirse un mayor número de respuestas relacionadas con el alimento en el primer grupo que en los otros dos, e incluso más respuestas de este tipo en el tercer grupo que en el segundo. En caso de que los resultados confirmaran la hipótesis, todavía el experimento debería repetirse variando diversas circunstancias, excepto la que se ha considerado relevante, a fin de asegurarnos de que es ésta la verdadera causa de los efectos comprobados.
 d)  La investigación correlacional: Se llama correlación a la relación entre dos o más conjuntos de valores numéricos, de forma que el aumento o disminución de las cantidades en uno de esos conjuntos se corresponde con el aumento o disminución de las cantidades en el otro conjunto. La correlación puede ser positiva (aumento corresponde a aumento) o negativa (aumento corresponde a disminución, y viceversa). Una buena parte de los estudios psicológicos se basa en aplicar la estadística a los fenómenos observados en grandes grupos de población, buscando la aparición de dichas correlaciones. Por ejemplo, en los llamados "estudios de parentesco" se intenta determinar la correlación entre la aparición de un determinado carácter (cociente intelectual, rasgo de personalidad, trastorno, etc.) con el grado de parentesco. Un ejemplo de correlación positiva sería la que hay entre cociente intelectual y calificaciones escolares, mientras que una correlación negativa podría ser la existente entre autoestima y número de suspensos. Sin embargo, estos mismos ejemplos nos sirven para entender la diferencia entre "correlación" y "causalidad", ya que, al contrario que ocurre con el control de variables independientes en la experimentación, la mera correlación no basta para establecer una relación causal: los niños con mejores notas tienen un cociente intelectual más alto, ¿cuál es la causa o cuál el efecto?, ¿o se trata de dos efectos de la misma causa, por ejemplo, unos hábitos de trabajo?; y en el otro caso, ¿los suspensos causan disminución de la autoestima, o más bien es la baja autoestima la que lleva a autoconvencerse de la inutilidad del esfuerzo y, por tanto, a suspender?  
 
  

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