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viernes, 30 de octubre de 2020

Las protestas de la Gestalt

En 1912, Titchener, el estructuralista, había recién visto editado en Alemania su libro Textbook; Angell, en Chicago, publicaba su tercera exposición sobre funcionalismo, y Watson, en John Hopkins, se preparaba para lanzar el grito de batalla del conductismo. En ese año apareció un informe en una revista alemana de psicología de la Universidad de Frankfurt, sobre algunos estudios experimentales del movimiento aparente. El autor era Max Wertheimer (1880-1943) y los dos principales observadores de los experimentos que describió eran Wolfgang Köhler (1887-1967) y Kurt Koffka (1886-1941). El informe mismo marca el principio de un nuevo sistema psicológico -un sistema del cual Wertheimer iba a ser considerado como el fundador y Köhler y Koffka los principales exponentes-.

La psicología de la Gestalt fue un producto puramente alemán, y es mejor que adoptemos el nombre alemán para esta escuela. A veces se emplean traducciones de gestalt. Se han sugerido como equivalentes: forma, patrón, estructura y configuración, pero ninguna ha sido tan aceptable como la palabra alemana misma.

Al igual que el funcionalismo y el conductismo, la psicología de la Gestalt nació en forma de protesta. El funcionalismo protestaba del estructuralismo; el conductismo protestaba del estructuralismo y del funcionalismo; y la Gestalt discrepaba, en un grado mayor o menor, de los conceptos de estructuralismo, funcionalismo y conductismo. Pareciera como si el comentario de David Hume no fuera menos aplicable en 1939 que lo que lo fue en 1739:

Nada es más común y más natural para aquellos que pretenden descubrir algo nuevo en el mundo de la filosofía y las ciencias, que insinuar loas de sus propios sistemas, criticando a todos aquellos que existían antes que los propios.

Por cierto, la psicología la Gestalt criticó mucho al estructuralismo, y particularmente y un poco después al conductismo, y hubo dos hipótesis principales que atacó con especial vehemencia.

La primera protesta fue contra la doctrina del elementalismo en psicología -la creencia de que la mente (o la conducta) es una simple colección, mosaico o "paquete" de unidades elementales-. Ya en Locke, Hume y los Mills -padre e hijo-, en Wundt y Titchener y, hasta cierto punto, en Watson habíamos observado una doctrina de análisis en elementos. La naturaleza de los elementos analizados variaba desde las ideas de Locke hasta los reflejos de Watson; pero, prácticamente sin excepciones, los teóricos han favorecido alguna forma de análisis elemental desde los comienzos mismos de la psicología.

El ataque de la Gestalt se dirigió en un principio a aquella forma de "hipótesis de paquetes", apoyadas por Titchener y menos explícitamente por Watson. El cargo contra Titchener era que las sensaciones, imágenes y sentimientos no son la materia prima de la cual se construye la mente, sino los productos de la técnica altamente sofisticada de la introspección, que destruye el objeto de la descripción, dejando un puñado de elementos que "nadie ve nunca". Watson fue condenado de manera similar, en base a que la conducta no es una combinación de reflejos originales o condicionados, sino que estas unidades se establecen por la observación "gradual", que se preocupa sólo por hechos insignificantes, pero fáciles de registrar, dejando intactos los aspectos más importantes de la actividad.

La segunda protesta principal de la escuela de la Gestalt era contra la tesis asociacionista, una doctrina que se desarrolló paralela al elementalismo y muy relacionada con él. La asociación proporcionó el engrudo mental que mantuvo unidos los elementos, el cemento para los ladrillos psíquicos. Dado que, para el psicólogo de la Gestalt, los elementos mismos eran artificiales, las conexiones entre elementos también debían serlo. Su crítica se dirigía no sólo a la mecánica mental de James Mill, sino también a la química mental de su hijo y a todas las posteriores modificaciones de la doctrina, incluso al principio conductista del condicionamiento. La organización que caracteriza a toda experiencia o conducta no debía, de acuerdo con estos críticos, ser explicada apelando a conexiones o lazos. El problema entero era, para ellos, un problema falso, que surgía de una concepción equivocada de la naturaleza del análisis.

Hay dos tratados sistemáticos importantes desde el punto de vista de la Gestalt: Gestalt Psychology de Köhler (1929) y Principles of Gestalt Psychology de Koffka (1935); ambos contienen varios ataques a escuelas rivales y muchos ejemplos específicos de su fracaso para encontrar la realidad psicológica. La Gestalt era una escuela muy unida, y estos dos textos están prácticamente de total acuerdo en los temas fundamentales.

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