Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
@blog_trca

domingo, 25 de octubre de 2020

Titchener y el estructuralismo

En la medida que vamos de los elementos del sistema de Titchener a las combinaciones de estos elementos, vamos de lo simple a lo complejo. Tratamos con estructuras mentales, como percepciones, ideas y emociones; con asociación, memoria y pensamiento; incluso con aspectos tan complicados como los sentimientos y el sí mismo. No podemos aquí hacer plena justicia a todos estos tópicos, pero podemos hacer resaltar ciertos principios generales y presentar material ilustrativo que permita al lector comprender el sistema titcheriano.

Primero consideremos las percepciones y las ideas. Son cuestiones de la experiencia diaria que se ofrecen al análisis. Sólo cuando adoptamos una actitud de laboratorio, apreciamos su naturaleza compuesta. Ellas son las unidades de nuestra vida mental diaria, de la misma manera que las sensaciones, imágenes y sentimientos son las unidades del análisis psicológico. Las percepciones pueden ser analizadas, con introspección cuidadosa, en: a) una cantidad de sensaciones que están suplementadas por b) varias imágenes, y c) "moldeadas por la acción de fuerzas nerviosas que no se muestran en la sensación ni en imágenes". Debe notarse que sólo las dos primeras de estas características son verdaderamente "experienciales"; la tercera es una inferencia: no un contenido mental verdadero, sino algo que está tras él; por ejemplo, el núcleo de nuestra experiencia de un árbol no es más que un arreglo de sensaciones de color. Con este núcleo de sensación vienen algunas imágenes suplementarias: es el árbol que da sombra a los macizos de flores de nuestro vecino en el verano; el árbol que causó el pleito; el árbol que tenía un nido de petirrojos. Incluso, automáticamente se considera que el árbol es una cosa real que ocupa un espacio real; y esta concepción puede no estar fundada en ningún contenido mental, ya sea sensación o imagen, sino deberse solamente a un tipo de hábito cerebral que no tiene representante en el conjunto de los elementos.

Así como la percepción es un asunto compuesto en el cual la sensación figura prominentemente, una idea típica es una estructura mental que posee un núcleo de imágenes: "La nieve del invierno pasado puede venir a nosotros... como un cuadro visual, una mancha desigual de color blanco, con vetas de gris café en los picos y en los valles, perforada y rota por un deshielo parcial". Éste es el núcleo imaginativo, el contenido básico de imágenes de la idea; pero hay más. La idea puede incluir material de sensaciones que aumente su complejidad. Finalmente, al igual que en la percepción, puede haber un "hábito cerebral" tras nuestra idea como un factor determinante o modelador.

Los sentimientos (agrado o desagrado), combinados en un nivel elemental con ciertas sensaciones, primariamente cinestésicas y orgánicas, producen "sentimientos de los sentidos o sensoriales". Hay seis clases de estos sentimientos sensoriales: lo excitante y lo calmante, lo tensante y lo relajante, y lo agradable y lo desagradable, cada uno de los cuales depende de la naturaleza peculiar de la combinación de sensación-sentimiento. Cada uno puede combinarse, a su vez, con otros procesos sensoriales e imaginativos bajo ciertas condiciones, para producir emociones tales como alegría y miedo, enojo y pena, esperanza y alivio.

Otro tema de interés de la escuela titcheneriana se refiere a una pregunta que se planteó y contestó, en 1709, en el libro New Theory of Vision del obispo Berkeley. Citaremos aquí al buen obispo, a fin de introducirnos en el problema:

Sentado en mi estudio, oigo que un coche va por la calle; miro a través de la ventana y lo veo; salgo y subo a él. Así, el lenguaje común nos inclinaría a pensar que oí, vi y toqué la misma cosa, es decir, el coche; sin embargo, es cierto que las ideas introducidas por cada sentido son muy diferentes y separadas las unas de las otras; pero, como consecuentemente se ha observado que van juntas, se habla de ellas como de una misma cosa.

Berkeley ofrece esto solamente como un ejemplo de la manera en que la "mente" genera la "materia" (más específicamente "cosas" u "objetos") mediante la combinación o asociación de ciertas ideas. Este razonamiento sería una anticipación de la teoría contextual del significado de Titchener.

Una característica obvia de nuestras percepciones e ideas, de acuerdo con Titchener, es que tienen significado. La nieve del invierno último, el árbol en el patio, el ruido del coche del obispo Berkeley, son sucesos con significado; no obstante, psicológicamente -esto es, introspectivamente-, ¿qué es el significado? La respuesta a esta pregunta puede haber sido ya dada al estudiar las percepciones y las ideas, pero no estará de más elaborarla.

Cuando analizamos introspectivamente la mente, encontramos no significados, sino procesos mentales: sensaciones, imágenes, sentimientos, y sus combinaciones. Encontramos que el árbol de nuestro ejemplo era un tanto de sensaciones más un agregado de imágenes; la nieve del invierno último resultó ser un tanto de imágenes; la nieve del invierno último resultó ser un tanto de imágenes, más otras imágenes y sensaciones. Es en este factor de agregación de procesos mentales donde hallamos la respuesta a nuestra pregunta.

"El significado -dice Titchener- es siempre un contexto; un proceso mental es el significado de otro proceso mental, si es el contexto de ese otro proceso."  El contexto mismo no es sino el "ribete de procesos relacionados que rodea al grupo central de sensaciones o imágenes". En la percepción y en la idea hay "núcleo más contexto", y el último "implica" el significado del primero, o sea, es lo que encontramos al escudriñar la experiencia en nuestra búsqueda de la contrapartida del significado lógico cotidiano.

Titchener ofrece múltiples ilustraciones para demostrar la sabiduría de esta distinción núcleo-contexto. El contexto puede, en algunos casos, separarse del núcleo -como cuando repetimos en voz alta alguna palabra hasta que el contexto desaparece y la palabra se torna sin sentido- o puede ser agregado al núcleo -como cuando aprendemos el significado de algún dibujo raro o de una palabra extranjera-; el núcleo y el contexto pueden desunirse en el tiempo -como cuando sabemos lo que queremos decir, pero necesitamos tiempo para encontrar las palabras que lo expresen-; el mismo núcleo puede tener varios contextos -como se ve en nuestra preocupación por captar el verdadero significado de un comentario hecho sin pensar-; el mismo contexto puede corresponder a diferentes núcleos -como en el caso del automóvil del obispo Berkeley-, etc. A Titchener no le faltaron ejemplos para apoyar su posición; sin embargo, su incapacidad para demostrar que el significado es siempre contexto, se ve en su admisión de que puede ser llevado por un "hábito cerebral" en ausencia de una representación consciente -como cuando el lector diestro capta el significado de una página impresa, o una composición musical se toca en la clave apropiada, sin la presencia de un marco de imágenes para suplementar el núcleo de la percepción.

El contexto se agrega al núcleo asociativamente. Titchener no hizo una declaración franca a este efecto, pero es obvio que no podemos entender tal composición de otra manera. Podemos, entonces, revisar brevemente el estudio que hace Titchener de la asociación como un principio psicológico, y de ahí ver qué sucedió a la vieja doctrina británica en manos de un experimentalista.

Cada vez que ocurre un proceso sensorial o imaginativo en la conciencia, es probable que aparezca en él (por supuesto, en términos de imaginación) todos aquellos procesos sensoriales e imaginativos que ocurrieron conjuntamente con él en cualquier situación consciente anterior.

Esta declaración, que es la ley de asociación fundamental de Titchener, está tomada del Texto de 1910, donde va precedida de una crítica de los anteriores asociacionistas y seguida por un conjunto elaborado de cláusulas ampliadoras y calificadoras que no es necesario que consideremos aquí. Se pretendió que fuera una fórmula descriptiva para los hechos observados de la doctrina anterior; la fórmula explicativa de Titchener se refiere a los hechos neurales que van paralelos a los procesos sensoriales e imaginativos mencionados con anterioridad.

La ley de la asociación llegó a ser muy importante en el sistema de Titchener, particularmente, respecto a la memoria y la imaginación; sin embargo, el mismo Titchener se dio cuenta de que no era del todo suficiente para la comprensión de las conexiones mentales. Esto se advierte en la forma como está redactada la ley. Nótese que Titchener dice: "Es probable que aparezcan", cuando habla de los procesos sensoriales e imaginativos asociados. Recuérdese, también, su uso de un "hábito cerebral" como factor modelador o determinante en la construcción de percepciones e ideas. Esto viene a ser un reconocimiento de que los procesos mentales, y también los actos, surgen no sólo como resultado de la fuerza de los lazos asociativos, sino también debido a ciertas fuerzas directivas -"hábitos cerebrales", "tendencias instintivas", "disposiciones nerviosas", etc.- que incluso pueden actuar contra la influencia de asociaciones repetidas a menudo. Así, juntamente con las tendencias asociativas, tenemos tendencias determinantes (lo que nos hace recordar a Hobbes, con sus "secuencias de pensamiento" que estaban guiadas por un deseo o propósito). Los procesos imaginativos y sensoriales que, en base a asociaciones pasadas frecuentes, debieran unirse en la mente, pueden debido a la presión de una tendencia determinante, mantenerse separados. Cabe dar un ejemplo simple: la palabra "negro" podría, por virtud de la asociación, recordar "blanco" a la mente del lector, y "amargo" recordar "dulce"; pero, ¿qué habría pasado si se pidiera por adelantado (fijado o determinado) que encontrara rimas para "negro" y "amargo"?

Hasta aquí, hemos presentado suficientemente el esquema de trabajo de Titchener, de manera que nos sirve de referencia para que entendamos otros puntos de vista. Está la experiencia (proceso mental); se la analiza introspectivamente en elementos (sensaciones, imágenes y sentimientos), con sus atributos (cualidad, intensidad, etc.). Los elementos se funden o modelan en el espacio y en el tiempo (se asocian) para darnos estructuras mentales, como percepciones, ideas, sentimientos de los sentidos, emociones y otros. Finalmente, estos procesos -tanto los simples como los complejos- tienen hechos paralelos en el sistema nervioso y están, en cierta medida, determinados por ellos.

Este producto de Titchener, proveniente de Wundt, fue durante más de dos décadas la psicología contra la cual se comparaban otras psicologías. Como un sistema o escuela, llegó a ser conocida principalmente como psicología estructural o introspectiva. El título más reciente para esta psicología, propuesta por el mismo Titchener, es "existencial", un término escogido para enfatizar el hecho de que el mundo de los procesos mentales (existencia desnuda) es el único mundo que la ciencia puede conocer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario