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lunes, 4 de enero de 2021

La percepción tridimensional del cerebro

Un estudio básico de la psicología de la Gestalt es el de la percepción visual. El problema lo presentó el obispo Berkeley cuando trató de explicar cómo percibimos la distancia a que están los objetos de nosotros.

De acuerdo con Berkeley, la tercera dimensión de espacio "no se puede ver por sí misma e inmediatamente, pues, siendo la distancia una línea dirigida rectamente al ojo, proyecta sólo un punto en el fondo (retina) del ojo, punto que se mantiene invariable, independientemente de cuán mayor o menor sea la distancia".

La Gestalt cuestiona la respuesta de Berkeley y niega su validez. Koffka señala que Berkeley hizo dos suposiciones falsas. Primero, supuso que, puesto que la retina del ojo es bidimensional, nuestra percepción también debe ser bidimensional, proporcionando información de arriba y abajo en el espacio, o derecha e izquierda, pero no de lejos y cerca. En segundo lugar, supuso que se podía conocer adecuadamente el campo visual si se estudiaban los puntos que hay en él.

La segunda de estas suposiciones es, para Koffka, una afirmación de la hipótesis de la constancia, la que niega con base en experimentos como el de Wertheimer sobre el movimiento aparente. La primera suposición no considera que la superficie sensitiva del ojo, que es bidimensional, sea en realidad una "superficie límite" del cerebro, que es tridimensional. ¿Por qué entonces, se pregunta Koffka, no podría este cerebro tridimensional estar relacionado naturalmente con la experiencia tridimensional? Concluye que sí podría, y ofrece múltiples observaciones experimentales para demostrar que el espacio tridimensional es incluso percibido más naturalmente que el bidimensional y que la percepción de una superficie, que es de donde partió Berkeley, constituye realmente un desarrollo posterior en la experiencia visual que la de profundidad.



Koffka no apela al desarrollo genético de la percepción espacial en los seres humanos, sino que extrae evidencia de las reacciones de adultos a varias representaciones de objetos tridimensionales (por ejemplo, el cuadro de una estructura de alambre en forma de cubo) que se emplean para demostrar que la apreciación de la profundidad es realmente una forma más primitiva de organización que la percepción de superficie. Incluso usa otros experimentos para demostrar cómo varias condiciones de estímulo, incluyendo las claves o criterios de la psicología anterior, pueden utilizarse para ayudar o dificultar esta función natural.

Un solo ejemplo de estos experimentos ilustrará lo ingenuo del ataque de la Gestalt. Supóngase que bajo las mismas circunstancias en las cuales aparece el movimiento aparente, se presente, alternándose rápidamente, una figura en forma de V y, directamente sobre ella, una V invertida, colocadas de tal modo que si ambas se presentan a la vez, se vería un rombo no bien cerrado. Bajo condiciones óptimas, ¿qué clase de movimiento resultaría?, ¿habría un movimiento hacia arriba y hacia abajo que causara la distorsión de la figura en un plano bidimensional? ¿Habría algún tipo de movimiento alrededor del eje vertical dentro del plano del dibujo, o habría una rotación en la tercera dimensión alrededor del eje horizontal?

El lector estará predispuesto, por la forma en que se plantea el problema, a contestar que la más factible es la tercera posibilidad; y tiene razón, aunque ocasionalmente se dan los otros dos tipos de movimientos. Lo que más comúnmente se reporta es una rotación semejante a la de una rueda alrededor del eje horizontal, una rotación en la tercera dimensión del espacio. En otras palabras, el movimiento tridimensional aparece en el ambiente conductual cuando no hay movimiento, ni siquiera movimiento bidimensional, en el ambiente geográfico.

Los experimentos de este tipo han sido muy embrollados para aquellos psicólogos que han seguido la tradición de Berkeley y que han tratado de demostrar cómo la percepción de profundidad se construye en un mundo espacial que, de partida, tiene pocas profundidades. Incluso, tales experimentos tienen un significado más amplio que el que aparece en este problema particular. Ilustran la manera en que los antiguos problemas, incluso los olvidados, a menudo reviven en la ciencia, con la aplicación de nuevos métodos y puntos de vista.

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