Madre y niño (1921) Museo Picasso de Málaga |
- Imaginación: En primer lugar, es necesario considera la imaginación como una características absolutamente imprescindible de la genialidad. Sin duda alguna, constituye su cualidad esencial, aunque no conviene identificar plenamente imaginación y genio. La tarea de la imaginación consiste en ampliar casi hasta el infinito el horizonte de visión del individuo genial, de tal modo que éste pueda superar ampliamente su perspectiva personal y colocarse en una situación privilegiada desde la que, a partir de los datos que llegan a su percepción, pueda hacer desfilar antes sus ojos "casi todos los cuadros posibles de la vida". La imaginación es una condición esencial del genio, pues sólo mediante ella puede superar las coordenadas espacio-temporales.
- El genio frente al individuo vulgar: Además de la imaginación, el genio posee una serie de cualidades que Schopenhauer va desgranando al hilo de su comparación con el individuo vulgar. A éste le niega la capacidad para una verdadera contemplación estética, pues la persona vulgar sólo es capaz de dirigir su atención a las cosas que se relacionan con la voluntad de vivir. Es incapaz de detenerse en la contemplación de cualquier objeto, ya sea una obra de arte, un aspecto bello de la Naturaleza o un momento de su propia vida; para aquélla solamente sirven los datos. Por el contrario, la persona con genio se recrea en la contemplación de la vida por lo que ella es en sí misma, y se esfuerza por penetrar en la idea de cada cosa, prescindiendo de sus relaciones con los demás objetos. Schopenhauer hace una comparación muy plástica de las diferencias entre el individuo vulgar y el genio: "Así como para la persona de todos los días el conocimiento es como una linterna que dirige sus pasos, para el genio es el Sol el que ilumina el mundo y revela su sentido". La diferencia entre la luz procurada por la linterna y la luz que nos proporciona el Sol es, sin duda, la metáfora más apropiada para expresar la distancia existente entre el conocimiento ordinario y el genial.
- Razón-genio-locura: Curiosos e interesantes son los análisis que realiza Schopenhauer acerca de las relaciones entre razón-genio-locura: "Es raro encontrar mucho genio unido a mucha razón; por el contrario, un talento genial está sometido muchas veces a vivos afectos y a pasiones poco razonables". La persona prudente nunca será genial, y el genio será el ser más ajeno al individuo prudente. Puesto que la conducta del genio no está dirigida por la razón, sino por la intuición, el influjo de lo inmediato le suele conducir a la irreflexión, al arrebato y a las pasiones. Además, genialidad y locura pueden llegar a coincidir en el momento de la inspiración, ya que éste es el momento en que la inteligencia se libera completamente de su tiranía a la voluntad de vivir; y, por ello, se trata de un estado que, en sí mismo, es antinatural.
- Melancolía e infantilismo: Schopenhauer señala también como una de las condiciones esenciales del genio la melancolía. Frente al individuo vulgar que suele generar seguridad en el enfrentamiento continua a la realidad, el genio sucumbe, a menudo, en el decaimiento y la nostalgia, ya que se percata claramente de las miserias de la vida humana. Igualmente puede atribuírsele un cierto infantilismo, ya que se trata de un estado mental tan libre de las sujeciones de las miserias de la realidad sensible, que sólo podemos encontrarlo en la etapa infantil del ser humano.
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