Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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jueves, 18 de julio de 2013

El morir humano

La muerte pone fin a la vida humana, pero también, aunque parezca sorprendente, le da su sentido y su unidad. Sólo puede haber identidad de aquello que tiene límites. Los límites humanos son su nacimiento y su muerte. Si bien el nacimiento no nos amenaza, la muerte puede ser vivida con angustia. Esta angustia surge porque destaca el carácter temporal e irrepetible de nuestra vida. Por todo ello, es uno de los temas  filosóficos por excelencia. Es más, muchos autores consideran que la filosofía encuentra su origen en relación con este problema, hasta el punto de que llega a considerarse como un saber tendente a la muerte. Así, para Platón, "filosofar es aprender a morir", con lo que la filosofía se entendería como una preparación a este acontecimiento.


Crematorio a orillas del Ganges
1. Perspectivas sobre la muerte
Como otras muchas cuestiones tratadas por la filosofía, ésta puede ser considerada desde diferentes perspectivas: como un hecho biológico, como un acontecimiento sociocultural o como algo personal.
- La muerte como hecho biológico. La muerte puede ser analizada desde la biología y la medicina; de hecho, su definición ha ido variando conforme evolucionaban y cambiaban dichas disciplinas y los criterios utilizados para describirla. Así, por ejemplo, durante muchos años se creía que la interrupción de las palpitaciones del corazón solía ser sinónimo de muerte; hoy sabemos que puede seguir funcionando el corazón, mediante recursos técnicos, sin haber actividad cerebral. El criterio utilizado hoy en día es precisamente el de la actividad cerebral.
- La muerte como acontecimiento sociocultural. En el hombre no hay nada puramente biológico. Los datos biológicos  siempre están revestidos de interpretaciones sociales y culturales. De igual manera, la muerte es interpretada y vivida según nuestra propia cultura y sociedad. Por eso, podemos decir que el morir es también un acontecimiento social y cultural. Por ejemplo, no será lo mismo la muerte (el hecho biológico) en una cultura en la que esté muy arraigada la idea de inmortalidad y una vida futura, que en aquellas culturas que nieguen cualquier tipo de trascendencia.
- La muerte como acontecimiento personal. La muerte se integra en el proceso biográfico. Así, podemos mirarla con preocupación, con ansiedad, con indiferencia, etc.

2. Filosofía de la muerte
Lo primero que debemos hacer desde la filosofía es señalar el carácter propio del morir humano a diferencia del morir animal: el animal perece y sólo el ser humano muere, pues morir no es sólo dejar de ser, es saber también que se va a dejar de ser.
Muchos filósofos han planteado el tema de la muerte. Recogemos a continuación tres propuestas representativas:

  • Epicuro. Su ideal de vida es que el hombre viva tranquilo; por eso, una de las funciones fundamentales de la filosofía es eliminar los "falsos temores", y uno de ellos es el de la muerte. Su argumento es el siguiente: no temas a la muerte, porque cuando estamos nosotros ella no está, y cuando está ella los que no estamos somos nosotros. Es un buen argumento, si la muerte fuese un hecho puntual, pero se olvida de la angustia del hombre ante ella, del saber humano de su propia muerte, es decir, de la anticipación humana de la muerte.
  • Heidegger. Ha hecho de la muerte uno de los temas clave de su filosofía. De hecho, para este pensador alemán, el rasgo fundamental de la vida humana es vivir de cara a la muerte. Ella es la que revela la existencia humana, pues permite descubrir todas sus posibilidades ante su necesidad y hace que tomemos nuestra vida con absoluta seriedad. Esta anticipación de la muerte es la que propicia nuestra angustia.
  • Unamuno. Su filosofía muestra una actitud de rebeldía ante la muerte. Se desgarraba ante el hecho de pensar en su aniquilación total; no podemos concebirnos como no existentes; la muerte, la nuestra, la de cada uno, rompe todos nuestros esquemas mentales. Si la muerte es la que nos espera a todos, ¿para qué todo?, ¿qué sentido tiene todo?
Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. No quiero morirme, no, no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre y vivir yo, este pobre yo, que me soy y me siento ser ahora y aquí. Que con razón, sin razón o contra ella no me da la gana morirme. Y cuando al fin me muera, si es del todo, no habré muerto yo, esto es, no me habré dejado morir, sino que me habrá matado el destino humano.
Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida (adaptado)

3. Actitudes ante la pregunta por la muerte
La muerte es una de las grandes cuestiones últimas ante la que podemos responder de diferentes maneras:
- Actitud agnóstica: no quiero reconocer la existencia de tales interrogantes y evitar la pregunta por la muerte: "no creo, no me lo planteo...".
- Actitud dogmática: creer haber encontrado una respuesta y dejar de interrogarse, ya sea para afirmar que la muerte es un hecho más de la vida o que tengo una religión que me dice que es sólo un tránsito: "no sigo planteándomelo porque ya tengo una solución".
- Actitud trágica: desistir de hallar respuestas; es una actitud que define la posición de Unamuno: agonía y angustia constante: "sigo preguntando con la certeza de no poder hallar respuesta".
- Actitud exploradora y esperanzada: es una actitud de búsqueda continuada; se pueden encontrar respuestas y asumirlas desde las creencias, pero eso no implica que no siga dejándome interrogar por esas preguntas.

4. Razones para la respuesta
La muerte puede no tener la última palabra, pues puede ser entendida como el final de una vida plena y con sentido. Desde esta perspectiva, la muerte no vendría a cercenar posibilidades. La muerte de nuestros seres queridos puede ser una lección de vida para nosotros y una interpelación a nuestra capacidad de acogida, apoyo y esperanza. Finalmente, desde la apertura a la trascendencia, la muerte sería un paso a otra dimensión, a una dimensión de inmortalidad. Plantearse seriamente la pregunta por la muerte es la forma de empezar a dar vivencialmente razones para la esperanza en una vida más allá de la muerte, pero no esquivándola, como hacía Epicuro, sino afrontando su reto.

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