En efecto, para la ciencia, tener realidad significa formar parte del mundo de los fenómenos.
X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios (adaptado)
En el origen del pensamiento occidental, ciencia y filosofía no se distinguen. Ambas se sitúan en el terreno de la episteme, es decir, en el conocimiento que va más allá de la mera opinión. Por eso decimos que son dos modos de conocimiento racional sobre el mundo, aunque los interrogantes que se plantean son diferentes: la filosofía se pregunta acerca del sentido de las cosas, "¿por qué las cosas son lo que son?", y la ciencia sobre el modo de ser de las cosas, "¿por qué las cosas son como son?".
Filosofía y ciencia se asemejan en que ambas son racionales, siguen métodos de investigación rigurosos y buscan explicaciones coherentes de la realidad. Sin embargo, se diferencias en sus planteamientos y en sus métodos.
1. Visiones científicas del mundo
A lo largo de la historia, filosofía y ciencia han caminado por senderos diferentes. Las ciencias se han especializado y, al ampliar sus conocimientos, su objeto de estudio se ha concretado cada vez más. Por eso es necesario que las diversas ciencias dialoguen entre sí para poder explicar fenómenos complejos en los que están implicados varios procesos estudiados por distintas especialidades. Pero esta especialización de las ciencias también ha dado lugar a un mayor distanciamiento de la filosofía, que tiene una visión más global e interrelacionada de la realidad. Sin embargo, las ciencias no pueden comprenderse como meras explicaciones del mundo, sino que sus teorías tienen sentido en el contexto de una cierta visión del mundo (cosmovisión), y con ello se acercan a la filosofía, portadora de modelos metafísicos y teorías sobre la realidad más abarcantes.
2. Aportaciones mutuas de la ciencia y la filosofía
La disociación entre ciencia y filosofía (entre las ciencias y las humanidades en general) produce distorsiones a la hora de analizar los problemas, porque son dos ámbitos interrelacionados que se necesitan mutuamente. La filosofía aporta una reflexión sobre el quehacer científico en general y sobre su método. También reflexiona sobre la validez y alcance de la visiones del mundo que aportan las ciencias. Y analiza los problemas éticos que suscitan los avances científicos y técnicos. Por eso a la ciencia le interesa el trabajo del filósofo, porque puede aportarle información, claridad y sentido a su propio quehacer. Por su parte, la filosofía no puede elaborar teorías que estén al margen de los descubrimientos científicos. El conocimiento científico aporta realismo a la filosofía y le permite apoyar sus conclusiones en un suelo sin el cual se convertiría en mera especulación.
3. El problema cosmológico: entre ciencia y filosofía
Uno de los temas más importantes en las explicaciones sobre el mundo físico es la pregunta por el universo: su origen y constitución, su evolución y su final. Esta tarea, propia de la física, es un problema filosófico de primera índole, puesto que se trata de la pregunta acerca del sentido del universo, el lugar que ocupa el ser humano, etc.
La ciencia, pues, le da que pensar al filósofo. Aristóteles y sus contemporáneos intentaban explicar el cosmos y así hacían física y metafísica al mismo tiempo; la ciencia moderna, Galileo y Newton, elaboraban teorías y leyes sobre el universo, planteando una cosmovisión nueva, con ello hacían física pero apuntaban aspectos metafísicos; en la actualidad, cuando físicos como S. Hawking se preguntan acerca del origen y fin del universo, están yendo más allá de la física y se plantean interrogantes metafísicos.
4. Ciencia y filosofía: las dos culturas
La diferencia de perspectivas ha originado lo que se ha dado en llamar "las dos culturas". En 1959, Snow expuso el distanciamiento existente entre la "cultura científica" y la "cultura humanística". Según Snow, los saberes "humanísticos" (filosofía, literatura, historia, etc.) y los saberes científicos hablaban de diversas cosas, con diferentes objetivos y lenguajes distintos, y así no podían entenderse. Ésta es una disociación absurda, por lo que es importante encontrar un enlace entre ambas culturas. El diálogo y la mutua interacción entre las perspectivas diferentes son los que pueden llevar a la humanidad a lograr nuevos conocimientos y a tomar decisiones coherentes sobre las acciones a llevar a cabo.
Los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos, y como más representativos, los físicos. Entre ambos polos, un abismo de incomprensión mutua; algunas veces (especialmente entre los jóvenes) hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de entendimiento recíproco. Tienen una imagen singularmente deformada y falseada los unos de los otros. Tan diferentes son sus actitudes que ni siquiera en el nivel afectivo aciertan a encontrar mucho terreno en común.
Parece, pues, que no hay ningún punto donde las culturas puedan encontrarse. Pero en la entraña del pensamiento y la creación estamos dejando escapar algunas de nuestras mejores posibilidades. El punto de colisión de dos materias, dos disciplinas, dos culturas -de dos galaxias, al extremo que han llegado las cosas- tiene que producir posibilidades creativas. En la historia de la actividad mental, ahí es donde han surgido algunas de las grandes innovaciones. Y ahí es donde están ahora las posibilidades. Pero están, por decirlo así, como en un vacío, porque no hay diálogo entre las dos culturas.
C. P. Snow, Las dos culturas y un segundo enfoque (adaptado)
La filosofía de la ciencia es un puente entre las ciencias y las humanidades, ya que interpreta los conceptos y modos de pensamiento de aquellas, juntamente con su contenidos sustantivo, como objeto de reflexión crítica y de comprensión humanística.
La relación entre ciencia y filosofía se refiere, por tanto, no solo a lo que la ciencia es o a cómo se produce el pensamiento científico, sino también a la relación entre el pensamiento científico y otras clases de pensamiento. Así pues, la filosofía de la ciencia proporciona un enlace entre las dos culturas mediante el cual intenta relacionarlas de modo coherente: la filosofía no es otra cosas que una búsqueda consagrada a la coherencia, a la síntesis de lo que sabemos en un campo con lo que sabemos en otros.
M. Wartofsky, Introducción a la filosofía de la ciencia (adaptado)
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