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viernes, 18 de abril de 2014

Karl R. Popper y el falsacionismo

Entre los autores más destacados que han reflexionado sobre el conocimiento científico y su conexión con la lógica, destaca Karl R. Popper (1902-1994). Nació en Viena, donde estudió matemáticas, física y psicología. En 1928 fue nombrado catedrático de la universidad de la misma ciudad. En 1935 emigró al Reino Unido, donde adquirió la nacionalidad británica, y comenzó a impartir clases.
Propuso una nueva teoría de la ciencia denominada "racionalismo crítico". Sus ideas se encuentra en obras como La lógica de la investigación científica (1934), Conjeturas y refutaciones (1963) y Conocimiento objetivo (1972).

A pesar de inscribirse en el grupo del Círculo de Viena, Popper mantiene algunas posturas críticas que dan lugar a un modo peculiar de entender el conocimiento científico: se trata del racionalismo crítico, cuya afirmación principal es que la ciencia debe tener como propósito principal la falsación (o refutación) de las hipótesis (conjeturas), en lugar de su verificación, como defendían los autores neopositivistas del Círculo de Viena.

1. El falsacionismo
El verificacionismo parte de la convicción de que el método científico debe elaborar intentos explicativos de los fenómenos (hipótesis) que después se contrastan para comprobar su validez. El objetivo buscado es confirmar la hipótesis, que, así, se considera una explicación válida. Popper pone el acento en el objetivo contrario: la contrastación debe buscar la falsación de la hipótesis (que se producirá cuando encontremos al menos un enunciado que la contradiga), porque ello nos obligará a plantear nuevos intentos explicativos y, de este modo, el desarrollo del conocimiento científico está asegurado.
El esquema de este desarrollo es el siguiente:


Problema inicial > Teoría tentativa > Crítica y contrastaciones
(eliminación de errores) > Problema nuevo

2. ¿Podemos lograr la verdad?
Esto supone dos afirmaciones importantes:
- Se aprende de los errores, porque el avance de la ciencia está basado en la resolución de los errores de las conjeturas previas. Las nuevas teorías deben ser mejores (de aquí el progreso) para solventar las dificultades de las previas, por eso las incluyen y las superan en un proceso "evolutivo" de selección de las más aptas.
- No podemos lograr "la verdad", sólo nos acercamos progresivamente a ella. Las conjeturas no falsadas son explicaciones válidas sólo provisionalmente, hasta que sean refutadas. Por eso, se trata de un progreso indefinido en el que siempre van surgiendo nuevos problemas.

3. El desarrollo de la ciencia: aprender del error
Popper sostiene que el desarrollo continuo es esencial para el carácter racional y empírico del conocimiento científico. El autor afirma que, si la ciencia deja de desarrollarse, pierde este carácter. Este desarrollo no se produce por acumulación de observaciones, sino por medio del derrocamiento de las teorías científicas y su reemplazo por otras mejores o más satisfactorias. Desde ahí tiene sentido decir que la ciencia aprende de sus errores.

Los refutacionistas (el grupo de falibilistas al cual pertenezco) creen que nunca podemos dar razones positivas que justifiquen la creencia de que es verdadera una teoría. Pero, a diferencia de los irracionalistas, los refutacionistas creemos también que hemos descubierto una manera de realizar el viejo ideal de diferenciar la ciencia racional de las diversas formas de superstición, a pesar del fracaso del programa inductivista o justificacionista original. Sostenemos que es posible realizar ese ideal muy simplemente, reconociendo que la racionalidad de la ciencia no reside en su hábito de apelar a datos empíricos en apoyo de sus dogmas -pues eso lo hacen también los astrólogos- sino exclusivamente en el enfoque crítico, en una actitud que supone, por supuesto, el uso crítico, entre otros argumentos, de datos empíricos (especialmente en las refutaciones). Para nosotros, por consiguiente, la ciencia no tiene nada que ver con la búsqueda de la certeza, de la probabilidad o de la confiabilidad. No nos interesa establecer que las teorías científicas son seguras, ciertas o probables. Conscientes de nuestra falibilidad, sólo nos interesa criticarlas y testarlas, con la esperanza de descubrir en qué estamos equivocados, de aprender de nuestros errores y, si tenemos suerte, de lograr teorías mejores.
También nosotros consideramos como tarea de la ciencia la búsqueda de la verdad. Sólo con respecto a este objetivo, el descubrimiento de la verdad, podemos decir que, aunque seamos falibles, tenemos la esperanza de aprender de nuestros errores. Sólo la idea de la verdad nos permite hablar con sensatez de errores y de crítica racional, y hace posible la discusión racional, vale decir, la discusión crítica en busca de errores, con el serio propósito de eliminar la mayor cantidad de éstos que podamos, para acercarnos más a la verdad. Así, la idea misma de error -y de falibilidad- supone la idea de una verdad objetiva como patrón al que podemos no lograr ajustarnos.
Aceptamos, pues, la idea de que la ciencia es la búsqueda de la verdad, esto es, de teoría verdaderas (aunque nunca lleguemos a ellas, como señaló Jenófanes, o aunque nunca sepamos que son verdaderas, en caso de que lleguemos a ellas). Pero también insistimos en que la verdad no es el único objetivo de la ciencia. Queremos más que la mera verdad: lo que buscamos es una verdad interesante. La mera verdad no basta, lo que buscamos son respuestas a nuestros problemas.
K. R. Popper, Conjeturas y refutaciones (adaptado)

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