Cada ser humano es como los demás seres humanos, como algunos otros seres humanos y como ningún ser humano.
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sábado, 17 de mayo de 2014

Palabras y cosas

1. El significado del significado
Una de las funciones más importantes del lenguaje es la función referencial. Con ella, el lenguaje dice la realidad y se refiere al mundo. Estudiar la relación del lenguaje y el mundo es el objeto de la semántica, cuya misión fundamental es determinar el significado de las expresiones lingüísticas. La tarea de la filosofía es previa, pues se pregunta por el propio significado: ¿qué significa "significado"? ¿Qué hacemos o decimos cuando damos el significado de una palabra o frase?
En este punto es de especial importancia la distinción establecida por el filósofo y matemático G. Frege entre sentido y referencia. El sentido es "lo que dice" una expresión lingüística; la referencia es "aquello de que se habla". Se verá mejor la diferencia con un ejemplo. Las expresiones "discípulo de Platón" y "maestro de Alejandro Magno" tienen dos sentidos diferentes que se refieren a la misma realidad: la persona que tiene por nombre Aristóteles. Una distinción parecida es la que establece la lingüística entre "connotación" (sentido) y "denotación" (referencia).
El significado es, pues, la relación que se establece entre el lenguaje y la realidad, entre las palabras y las cosas.

2. La realidad se dice de muchas maneras
Desde siempre el ser humano ha querido dar cuenta de la complejidad de la realidad y de sí mismo, para lo cual ha utilizado y utiliza diversos lenguajes. Cada tipo de lenguaje le ha posibilitado un acercamiento distinto a esa realidad, pues todos ellos encierran una manera diferente de referirse a ella. Así, por ejemplo, utilizamos un lenguaje natural, si lo que queremos es sólo comunicarnos y desenvolvernos en el mundo; un lenguaje científico, si buscamos rigor y exactitud; un lenguaje poético, si queremos poner de relieve cualidades  ocultadas por los otros lenguajes; o un lenguaje religioso, cuando queremos apuntar a formas diferentes de ver la realidad y al ser humano en ella. Todos estos tipos de lenguaje son válidos, ya que contienen su parte de verdad. La tarea de la filosofía del lenguaje será precisamente estudiar las formas en que estos lenguajes se refieren a la realidad y expresan su verdad sobre ella.
Así pues, de una misma realidad podemos hablar de diferentes formas en función del tipo de lenguaje que utilicemos para expresarnos. La realidad "Sol", por ejemplo, va a ser descrita de diversas maneras según el lenguaje que empleemos:

- en el lenguaje natural: el Sol es una estrella que nos calienta, nos ilumina, marca el ritmo de nuestra vida...
- en el lenguaje científico: el Sol es una estrella enana situada a 149.600.000 kms. de la Tierra y tiene un diámetro de 1.392.000 kms.
- en el lenguaje poético: el Sol es fuente de vida y de alegría; es "el recuerdo de tu presencia" (podría decir un enamorado).
- en el lenguaje religioso: es sinónimo de poder y por eso muchas culturas lo presentan como un dios; el lenguaje religioso también utiliza elementos poéticos y, así por ejemplo, la Biblia dice del Sol: "lumbrera mayor para señorear el día".

3. Ordenar la realidad
Aprender una lengua es aprender una determinada manera de ordenar la realidad y clasificarla, pues cada lengua particular nos ofrece una visión del mundo. Esto es cierto y es una impresión que tenemos cuando aprendemos una lengua: no sólo aprendemos una gramática, sino también unas costumbres y una forma de pensar. Dos estudiosos del lenguaje, E. Sapir y B. L. Whorf, llegaron a afirmar que cada lengua determina nuestra manera de percibir y comprender el mundo. Esta hipótesis se conoce con el nombre de "hipótesis Sapir-Whorf" o del relativismo lingüístico, y afirma que nunca podremos comunicarnos plenamente con otras personas que hablen otra lengua. Ahora bien, de decir que nuestra lengua organiza el mundo no se deduce que ese mundo no pueda ser percibido y descrito por los hablantes de otra lengua, o que lo que nosotros vemos y nombramos no pueda ser visto y nombrado, aunque de otra manera, por esa otra lengua.

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